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Nombres propios y apellidos en Oñate

Consideraciones hisíórico - lingüísiicas

Por Fr. IGNACIO OMAECHEVARRIA

C reo que /ué hacia Jines de 1955 o principios de 1956 cuando mi buen amigo I. Zumalde m e pidió una colaboración acerca de los nombres propios de Oñate para su anuario “ O ñate” , Que tan­

tos y tan interesantes estudios históricos y par a-históricos nos vie­

ne ofreciendo b a jo su dirección en estos 'últimos años. Comencé por m i parte a reu n ir algunas fichas y a redactar el presente ar­

tículo, que desde lo s primeros m om entos quedó interrumpidx) en el punto en que todavía sigue, a causa de la amplitud exagerada que iba a adquirir para las tres o cuatro páginas que se le reservaban.

Por lo cual, lo tu ve que sustituir por o tro estudio m ás breve acer­

ca de los nombres hipocorísticos en Oñate. Mientras tan to, y antes de que yo consiguiera com pletar el prim er estudio, qu e se aplaza- büj indefinidam ente, han aparecido varios artículos, algunos de ellos sumamente interesantes, p or ejem plo los de los señores La- carra y M ichelena, sobre onom ástica vasca, que quizá m e hubie­

ran servido en su tiempo para presentar en otra form a mis obser­

vaciones. Si en estas líneas n o los utilizo directam ente, se debe tan sólo a mi falta d e tiempo para reelaborar el estudio y completarlo con las fichas ex^tractadas de los libros de las cofradías de la V e- ra-Cruz y de la Misericordia y con la elencación d e los nombres de persoTui que forman com puestos en -te^, com o Usoategui.

Mariztegui, Balzategui, posteriores a los compuestos o derivados en -ain, -ano, -ana, -ik a. Con todo, juzgo que aun así n o dejarán de ser útiles estos datos para otros investigadores so b re todo si los com pletan con las observaciones del estudio acerca d e las formas kipooorísticas, en e l que —si bien incidentalmenteh e mencionado los antropónim os más carax^terísticos o más frecu en tes en Oñate en los siglos X V I y X V II: OcTioa, L ope, Estíbaliz, Pedro, Juan, Martín, Miguel, Rodrigo y, d e misterios cristianos, Pascual, Asen- ció, Aparicio (q u e es la form a latina de Epifanía, y q u e, por extra­

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ña etim ología popular se convierte, en Guernica, en Apalasio o Pa­

lacio, en un canto de Epifanía, por su relación con los Reyes Ma­

gos: A Palazio Zaldune, Iru Erregen Egune = Aparizio Santue Iru Erregen Egune), Santuru de (O m nium ) Sanctorum (qu e en G uernica se decía Dom uru Santuru), etc., y, los fem eninos Mari- -G abón (=zNavidad), Mari-Urdin, Miqueliza, Lopiza, Marisa (qu¿

p a rece subsistir en Mariztegui, hoy M aiztegui), etc.

El co n o9imlento histórico, lingüístico, juridico, folklórico, reli­

gioso del pasado de un pueblo no se improvisa p or medio de pa­

noram as fantásticos, sino que se elabora a base de datos. Tenemos necesidad de monografías particularizadas para poder llegar a sín­

tesis fundadas sobre cim ientos sólidos. H ace algunos ai\os adelanté unas cuantas nociones acerca de los nom bres y apellidos en el País Vasco y sus contornos, p ero siempre creí que ante todo interesaba estudiar en detalle las series que constan en los padrones locales, en las matriculas municipales, en los documentos antiguos clasifica­

dos p o r épocas y lugares, en los cuadernos de las cofradías tra d i­

cionales.

T engo en mis manos un buen núm ero de fichas de nom bres pro­

pios y apellidos de Oñate, que se prestan a muchas e interesantes sugerencias; pero aquí n o puedo ofrecer sino unas pocas conside­

raciones lingüísticas, espigadas un p oco al azar, que sirvan para abrir horizontes y estimular la afición de otros investigadores me­

jo r preparados y menos ocupados en otros negocios. Utilizo sólo algunos documentos que me parecen m ás “ estratégicos” : a) la lla­

mada escritura fundacional (?) de la villa de Oñate, del año 1149, publicada y estudiada en “ Oñate” , 1950, por el malogrado Leonar­

do Zabaleta, Pbro., con su reconocida com petencia; b) la ordenan­

za municipal de 1477, aprobada por R eal Cédula de 1485 y confir­

mada por Carlos V el 2 de junio de 1537, que autoriza a los veci nos de Oñate a instituir mayorazgos, de la que el escribano An­

ton io de Aguirre hizo un traslado legalizado el 1 de marzo de 1758;

c) el padrón de vecinos concejantes, form ado el año 1489, co n o ca ­ sión del repartimiento de robles que entre ellos se hizo, para ree­

dificar las casas destruidas p or el incendio sin desatender la con ­ servación del patrim onio forestal de la villa; d) la lista de los co­

frades de Santa María de Aránzazu, que el 15 de agosto de 1491 se reunieron en el refectorio de Aránzazu para otorgar a Fr. Pe­

dro de Arriarán una escritura de poder con el ob jeto de gestionar en R om a la concesión de algunas indulgencias en favor de los pe-

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regrinos; e) ei libro de la Coiradia de la Vera-Cruz de Oñate, fun­

dada en el año 1541, en que figuran los nombres de los cofrades que fueron ingresando en ella desde la fecha citada hasta 1611 (1).

Comienzo por transcribir los nombres y apellidos (?) da 1149, que tienen un valor excepcional por lo remoto de la fecha a que nos llevan. Adviértase que, a falta del documento original, tene­

mos que atenernos a los traslados que de él se hicieron en el si­

glo X V I. El conde Ladrón de Guevara y la condesa Teresa donan a Beila latronis (o Vela de Ladrón) su hijo, las tierras que poseen en Oinati, ratificando la donación con fiadores de la misma here­

dad, que son: de Santa Marina Munio Muñios (o M uñoz), Garín Garfias (o Garcés), Santius Muñios (Sancho Muñoz), Osóte de Laharria y su h ijo Acíbar (sic), Lope Sancis de Biadaurreta y Gar­

ifa Síwicis y Sancitis Sancis (Sancis=Sanchis o Sánchez) y Gartia Navarro y sus cuatro hermanos; de Olabarrieta, Don Petras Gar- cis, Sancius Lopes chico, García Fortis ( = “ Ortiz” ) más bien que

•'Fuerte” ), Marco de Bidebein, BeHa Lopes y Santitis Lopes, su her­

mano; de Belacoin, Lopes (¿Lope? Gartias y Santius Garcías, su cuñado; de Murguía, Santius Enecos y Gartias (¿por García?) Enecos, su hermano, y García Acenares y Santius Muñios y Eneco Dominicos; de Berezano, Marco Lopes y Gartias (sic) y Galin Gar­

cía (¿por G ard as?), su hermano, y García Anéeos; de Liacibar Sa- rri, Lope Enecos sobrino de Zuloeta, Sancius Sancis y Santius Ve­

ías; de Iriberri, E neco Muñios y Dominicus Osandes y Eneco Ene­

cos; de Zubillaga, Belasco y Eneco Sancis; de Lazarraga, Eneco Lopes y Belasco y Lope Sancis y Santio Anéeos; de Olalde y de Santo Pelagio, don Munio G ardas y Lope Gartias, su hermano, Eneco Guindencís y Lope Garcías de Ibarra; de Ocomardin, San­

cho y G ardas (¿por García?), su herm ano; de Urrexola, Munio Telles y G ardas (¿por García?), Muñios, su hijo, y Azanar G ardos, de Araos, G a rd a Sancis, h ijo de Sancho (traduzco: filius S a n cis=

h ijo de Sancho) Belasques y Musaco Emusaudo, h ijo de Sansón o, más bien, de Sancho.

(1 ) V éa se revista "A rá n z a z u ” , XXV III, 1948, 27-30.

Un estu d io d ocu m en ta d o d e esta lista n os la o fre ce Juan C a rlo s G u e ­ rra en " C o e p e t a d e t d e l C le r o ". 1918 (nú m ero e x tra o rd in a rio ), 94-102 Las lista s de 1485 y 1498 la s h a p u e s to g e n e ro s a m e n te en m is m anos el cu lto in v e s tig a d o r y d istin g u id o a m ig o m io d o n I. Z u m a ld e , a q u ie n ex p reso n u eva m en te m i gratitu d d e s d e esta s p á g in a s.

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M e he perm itido m odificar la puntuación de la transcripción de don Leonardo Zabaleta, fundándome en criterios redaccionales. En efecto, la enum eración de los testigos comienza p or el barrio o so­

lar de “ Santa Marina” , pudiendo deducirse que el nom bre de los barrios o solares precede en todo el documento a los nombres de las personas. Lo cual se confirm a, porque las enumeraciones de nombres de personas terminan regularmente antes de la mención de cada nuevo solar o barrio, a veces uniendo con la conjunción

“ et” sólo el último nombre (por ejemplo, antes de “ de Belacoin”

y de “ de Irib^rri” ), para dar a entender que allí termina la lista de las personas del solar correspondiente. Tam bién me aparto do don Leonardo al separar “ de Ib arra ” y “ de O com ardin” , conside­

rando “ de Ibarra” com o “ apellido” de “ Lope G a rcía ” , que sólo de este modo puede distinguirse del otro “ Lope G a rcía ” , herm ano de don “ M unio G arcía” , que figura com o morador del mismo solar de San Pelayo o Santipilau.

Hechas estas observaciones, destaco en prim er lugar los n o m ­ bres propios que nos son conocidos por documentos de otros lu ­ gares: “ M unio” , “ Sancho” (que se transcribe ya “ Sancius” o “ San- tius” , ya “ Sancho” ), “ Lope” , “ G a rcía ” (que se transcribe a veces

‘ G artia” ), “ M arco” , “ E neco” , “ Dom inicus” o “ D om in go” , ’’Belas- co” , “ A zanar” y, en forma patroním ica, “ Tello” , aparte de los nom ­ bres del conde “ Ladrón” , de la condesa “ Teresa” , y de su h ijo “ Ve­

la” . N o vamos a aventurar nuevas etimologías para “ G a rcía ” , que no cre o pueda interpretarse sin más explicaciones com o Arte o H a rts= O so, puesto que en territorio euskeldun de Navarra, donde por vez prim era figura, n o se com prende la conservación de una hipotética “ G ” prim itiva en el antropònim o, desaparecida en el nom bre corriente del “ oso” .

Respecto a Belasco (y a Beüa o Vela, nom bre del h ijo del Con­

de), tengo en cuenta las dificultades fonéticas señaladas por el se­

ñor Michelena, pero creo que pueden explicarse fácilmente, aunque aquí n o puedo extenderme. Llam an la atención, sobre todo, las for­

mas B erasco Coca y Lope Rrascoyz y Berascotóco de Leiçarraga, señaladas p o r Luchaire y Lacarra, precisamente en los dialectos orientales, más fieles a la conservación de la “ -1-” intervocálica;

pero debe notarse que n o tenemos aún suficientemente precisadas las condiciones de la correspondencia fonética “ 1-” “ - r - ” ; y que en 1025 aparece la transcripción Heguiraz, que en 1076 es Heguüaz, y Eguilaz también en la actualidad; y que Irufía y Guebaro, en

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Alava, parecen corresponder a antiguos Jlunna y Guehala, aunque en Ulibarri, Estíhalis y Alava se conserva la “ -1-” , que ha pasado a “ -r -” en la pronunciación vasca de Araba, Uribarri y Estibariz.

Mi explicación por ahora es: La “ -1-” in*^ervocálica suave da

“ -r -” ; la fuerte se conserva. La “ -1-” es fuerte ya cuando se dupli­

ca (calle > kal-lea), ya cuando le precede inmediatamente el acen­

to: búzkari, frente a ba^kálondo; ésta ri= cob ertor, pero estóli—cv- brir; hélar=hierba, frente a berágin, de belargfn, en Uztarroz. En realidad no sólo se conserva la “ -1-” en posición fuerte, aún en los dialectos occidentales, sino que, ai parecer, se presenta aún allí donde etimológicamente n o le corresponde (búzkari < pa^cuaria).

En Beto la conservación se explicaría por el acento y p or haberse perpetuado el nombre en zona no euskérica (com o Ulñtarri, Alaba y Estíbaliz). En Belasco, en que n o puede invocarse la razón del acento o de la posición fuerte, la conservación se debe a su uso en zona no euskérica y a la analogía con Hela. Desligado de este con­

texto, Belasco da naturalmente Berasco, en Beráscnla de G ordejuo- la, que todos los cronistas del siglo X V I transcriben también Ve- lascola (2). En todo caso, Bela, que figura com o patroním ico en

“ Santius Velas” de Liaclbar Sarri, apenas se usará en Oñate fue­

ra de la familia del conde, tal vez por oposición intencionada a su señorío. Y lo mismo puede afirmarse también de Belasco y aún de Muñir) y Eneco o Iñigo, que tan profusamente están represen­

tados en el docum ento de 1149. Apenas encuentro una media do­

cena de Iñigos, fuera de la familia del conde, en el siglo X V I ; des­

apareciendo luego casi sin dejar rastro (3). "D om inicas” o Domin­

go, que en otros lugares se usará en la forma Domiku para el mas­

culino y Domeka para el femenino, es en Oñate un caso excepcio­

nal, que puede significar devoción a Santo Domingo de la Calzada, pues aún no había nacido Santo D om ingo de Guzmán, cu y o nom ­ bre no aparecerá com o denominativo de los oñatiarras hasta fi­

nes del siglo X V I.

(2 ) Es evid en te q u e e l a cen to v a s c o n o p u ed e id e n tiiica rs e c o n o í ca stella n o; pero tam bién es cla ro q u e Béla lle v a un a ce n to a n te la q u e en Belásce se tra sla d a a la s e g u n d a sila b a , a ju zg a r p o r la a ce n ­ tu a ción d e Beiáscela.

(3 ) Y a se s o b e q u e tam bién San Ig n a c io se llam ó p rim ero Iñigo de- L oyola , e Iñigo se iiim ó siem pre h asta 1537. En esa fe c h a co m ie n z a a firm arse s ó lo Ignotins en latín, y en ca stella n o, Es p o s ib le q u e lo h ic ie ­ ra p or d e v o c ió n a San Ig n a cio d e A n tioq u ia , o q u iz á s p o r cre e r en la co rre s p o n d e n cia Iñigo = Ignacio, o p or a fá n d e u n iv ersa liz a rse, p u es e l n om b re Iñigo n o e ra c o n o c id o fu era d e E spaña. En O ñ a te e l nombr^) Iñigo p u d o d e s a p a re c e r a n tes p or o p o s ic ió n a lo s G u ev aras.

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Permítaseme llamar la atención sobre algunos otros antropóni- mos; M arco, que íigura así, sin la “ -s” final del popular M arcos (dei nom inativo Marcus), que ha prevalecido en la actualidad, mientras que Pablos y Domingos, anLropónimos “ sigmáticos” , han sido substituidos p or los normales Pablo y Dom ingo, etc. M arco sub­

siste en apellidos com o M arcotegui, M arcoleta o M arculeta (de M ar- co-oZa-eía), e,tc. Musaco se conserva en el nom bre solariego del ba­

rrio Musakola, de M ondragón. '•A

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anar" y su patroním ico “ Aeena- ris" son el antecedente fonético del actual azert=soT-to, de A zea- Ti < jiztínari. Garin y Gálín son las formas apocopadas de Galindo, que, co n la transformación de “ -1-” en “ -r -” , figura en Garinoatn

< Galindo-ain, según observa L. Michelena. En efecto, el nom bre forma una unidad prosódica con el patroním ico, de m odo que Alva­

ro se convierte en Alvar (Alvar-N úñes Cabeza de V aca) y R odrigo en R u y (R odericus D id aci= R u y-D íaz}, Tello en T ei, y hasta S a n ­ cho en San, y Azenari en Azanar o A znar-G ardas, y GcHindo en G arin-G ardas o Gálín-Garcés. Se observa más tarde que tam poco es arbitraria la alternancia entre las formas Pedro y Pero, puesto que en un principio P ero aparece ante el patroním ico (P ero-L óp ez), mientras el grupo “ -d r -” se conserva en posición fuerte, tras el acento.

Pasemos al análisis de los patronímicos. Y a se ha visto que se repiten con frecuencia los mismos nombres. Téngase en cuenta que ni en aquella época, ni en siglos posteriores, hasta bien entrado el siglo X V III, se recurre com o norm a corriente al santoral variable de cada día para aplicar nuevos nombres a los niños que se bau­

tizan, sino que se tienen más bien en cuenta los nombres de los padres o de los abuelos o de otros parientes próxim os. M uy pron to surge, pues, la necesidad de añadir al nom bre personal el patroní­

mico. Com o son muchos los que se llaman Munio o M uño {de Nu~

/lío > Ñuño), hay que distinguir a Munio, el hi^o de Munio, de Mu­

nio, el h ijo de García. Y para ritualizar la distinción, se recurre al genitivo latino, ya que en latín se redactan aún, en la época p r i­

mitiva, los documentos oficiales de Castilla y del País Vasco. D e R o - dericus (filius) Didaci se derivan, según constancia documental, R o ­ drigo Didaz y Rydrigo Dios. D e Didacus R od erid tenemos las de­

rivaciones Didaco Rodriz, D iego R oye, etc. D o Petrus Joannis, P e ­ dro luanes, Pedro Ibañez, etc. De Didacus Martini, Diego Martín.

Resultado; El genitivo patroním ico de Juan termina en “ -s” ; en el de M artini cae la “ - i ” final; en el de Diego, figura una “ -z ” , que coincide con la “ -z” de Rodriz o Ruyz. Si observam os que Jwin pue­

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de decirse también Joanes (en vasco) o Ibañes (en castellano), del nom inativo Joannes, y que tam poco el genitivo M artin(i) se distin­

gue del vocativo M artin(e), que substituye con frecuencia al norm al Martino, la única característica destacada que nos queda es la “ -z ” de Buys, más aún que la de Díaz. El patroním ico R uyz influye ana­

lógicam ente según la proporción: Ruy es a R ui-z com o Lope es a Lope-z. Y la “ -z” de “ Bute” y "L ópez’* substituye también a la “ -s ” originaria de Ibañes, que se convierte en Ibañ es; si bien en otros dialectos españoles (catalán y valenciano) predomina la “ -s” (Pe- ris, Sanchis, etc.), sin duda por atracción de los genitivos de la ter­

cera declinación: Joannis (de Juan), Enneconis (d e Iñigo), Sancio- nis (d e Sancho), (Beila) Latronis, que normalmente hubieran dado Iñigones y Sanchones y Ladrones, o, con la caída de la “ -n -” , Ene- coiz y otras formas semejantes usuales en Navarra (4).

L os patronímicos de Oñate en 1149 llevan “ -s” y no “ -z” , cosa que puede interpretarse com o transcripción p oco diligente de son i­

dos imprecisos en la pronunciación real del pueblo, pero puede tam­

bién representar un estadio de evolución no influido aún p o r la

“ -Z” de R viz y DUiz. De hecho, en esa escritura no tenemos aún ningún Diego ni Rodrigo, nom bre que más tarde llevarán, entre otros, el pastor Rodrigo de Balzategui y el Obispo don R odrigo de Mercado de Zuazola. Podemos, pues, suponer que es la “ -s” de la tercera declinación latina la que, aplicada algo bárbaramente, sue­

na en los patronímicos Garcías, Lopes, Enecos, Dominicos, Velas, que en otras partes y en otras épocas se presentarán también b a jo las form as de Garcés, Enecoiz (o Iñiguez, después de la sonorización castellana de la sorda intervocálica), Vélez, Domínguez, etc.

Un patronímico digno de destacarse, porque se deriva de nom ­ bre de m ujer (¿lo llamaremos “ matronimico” ?), es el de D om m icw Osandes, es decir Domingo Ochándiz u Ochández — más bien que Usandez, que también sería posible— , a saber: Domingo h ijo de

(4 ) M u saco Em usaudo filiu s Sonsenis", lo in terp reto com o “ h ijo d e S a n ch o , o pesar de q u e otra s v e ce s se d ic e "iiliu s S o n c is ", p o r p a r e - cerme^ extra ñ o e l n om bre d e Sansón en esta escritura. En cu an to a “ L a ­ tronis . a u n q u e en la tín íig u r a en g en itiv o e l p a tron ím ico, en c a s t e lla ­ n o s e ha p erp etu a d o la form a Ladión. tanto en se n tid o p a tro n ím ico c o ­ m o e n ca lid a d d e n om bre d e person a, c o s a q u e h a ocu rrid o a sim ism o con Goccia. Beitián, Ochea, y otros, de tal m od o q u e en ciertos c a s o s n o se s a b e si se trata d e n om b re d o b le o d e n om b re p erson a l m ás p a tro ­ n ím ico : IñigO'Ladión de Guevara, Martin>Gaieia de Oñaz y Leyóla, Pe»

dio-Beltcán de Maiiztegni, ]uan-Ochoa de Balzategai, etc.

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Ochanda. JLos antropónim os femeninos n o sólo figuran, pues, al par de los masculinos, com o posesores de fundos o solares (Odkandate- gui, Mariategui, Aíar<fforía=caserío o co rtijo de Ochanda o de M a­

ría), sino también com o radicales de derivados patroním icos (5).

N o tenemos por qué recordar aquí que el patroním ico, que p ri­

mitivamente se tom ó con todo rigor del nom bre del padre (o de la m adre), perdió luego su significado de tal, para convertirse en sim ­ ple apellido; pero la transform ación no se realizó simultáneamentt en todas partes, sino que, mientras en la casa de Loyola, p o r ejem ­ plo, se cüstribuyen según caprichos, cuya ley no conocemos, los pa­

troním icos López y P érez aún antes de San Ignacio, en otros luga­

res los hijos de Miguel seguirán siendo M iguélez y los de L ope, Ló­

pez. En todo caso, Fr. A lonso Getino n o estuvo acertado cuando quiso probar que Santo D om ingo pertenecía al linaje de los Guzm a- nes, y se encontró con el tropiezo de los patroním icos cambiantes.

Después de establecer que el abuelo de Santo Dom ingo se firma D on R odrigo Núñez de G uzm án; y su h ijo m ayor, D on Pedro R odríguez;

y su nieto, D on Guillén P érez; y su biznieto, D on Pedro G uillén;

y su tataranieto, D on A lonso Pérez de Guzm án el Bueno, el de Ta­

rifa, resultando todo tan norm al en la sucesión patroním ica, pues el h ijo de Rodrigo es Rodríguez, el de Pedro, P érez, el de Guilén, G u i­

llén, y otra vez el de P edro, P érez; con tod o esto nuestro buen Pa­

dre G etin o se arma tal lío, que, para salir del atolladsro que él se Imagina, estampa estas explicaciones peregrinas: “ El caso es m ani­

fiesto: don Pedro trueca p or un “ Pérez” el “ Núñez” y el “ G uzm án”

de su padre, sin duda porque algún antecesor “ Pérez” había reali­

zado obras que él tenía p or honrosas. Que es lo que m ovía a esos cam bios patronímicos que hoy parecen incomprensibles... [Pero]

años después, el “ G uzm án” escaló el tron o de don Enrique II... [y ] el “ Guzm án” , que un siglo antes era trocado por un “ Pérez” o por un “ Rodríguez” , pasó a térm ino prim ero y ya no se olvida fácil­

m ente” (6).

(5 ) "O sa n d es" p o d r ía s e r e n rigor "h ijo de üsondci” = Palonui. p ero n os in clin a m os p or l o in terp reta ción "O c h a n d o " p or a n a lo g ia c o n O tóle

= Ochote u Ochelo, y Sanéis = Sánchez, e t c . .., q u e p r u e b a n la fa lta d e g ro U a a p to para rep resen ta r e l so n id o “ tx ", q u e p o r lo m ism o s e es­

c r ib ió " s " .

(6 ) A lon so G etin o, O . P.. Santo Domingo de Guzmán, Pfoloiipo del A póstol medieval, M adrid, 1939, 22-23.

En e l s ig lo XV, e n D uran go, e l h i)o d e Lope de Z u m árra ga s e llam a Juan López d e Z um árraga. En e l s ig lo X V I, e l h iio de M aitín P érez de Ira la es, en V erg a ra , e l ca p itá n D om in go Martínez d e Ira la . Y a ún en

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No, Padre Getino, lo que ocurre es que el G usm ón no quedaba suprimido por el Pérez, sino que, com o invariable, se daba p or su­

puesto; y el P érez no suponía un Pérez antepasado célebre, sino sim- Portugal, A n ton io Redriguez d e Cotrim, es en 1572, h ijo d e Bodtigo Lo­

p e s d e Cotrim, y n ieto d e L ob o o Lepe Martins d e Cotrim .

Los pa tron ím ica s tienen u n a im p ortan cia e s p e c ia l en lo s tiem p os p r i­

m itivos de N a va rra y C astilla, d on d e s e íija este p roced im ien to, frente a i g e n tilic io d e lo s rom anos, h a c ia p rin cip io s d e l s ig lo IX. En la lista g e n e a ló g ic a d e lo s reyes d e N avarra, p or ejem plo, si s e g u im os lo s d a ­ tos d e G a rib a y , desd e el rey Jimeno, a q u ie n e l d o c to g e n e a lo g is ta s e ­ ñ a la e l q u in to lu g a r — y a q u e los cu a tro q u e le p r e ce d e n resu lta n un p o c o n e b u lo s o s — , nos en contram os con :

1. Iñ ig o Xíménez A ritza (82 4 -852), h ijo d e d o n Ximeno y d e la rei­

n a d o ñ a Nuña. Arturo C a m p ió n c o lo c a a con tin u a ción a su h erm an o G a rcía Xíménez (852-860), om itid o p or G a rib a y.

2. G a rci (III) Iñiguez (86 0 -8 8 2), h ijo d e Iñigo X im én ez y d e d oñ a Iñ iga. Sus h ijo s Fortuno e Iñ ig a fu eron lle v a d o s p risio n e ro s a C ó rd o b a , d o n d e Iñ iga , c a s a d a con A b d -A lla h , fu é a b u e la d e A b derram á n III. For­

tuno, vu elto a N avarra en 875, se h izo m on je en Leire, d e s p u é s d e rein a r d e 882 a 905.

3. S a n ch o (II) Gorcés. lla m ad o A b a rca {905-*926), h ijo m en or de Gatcia Iñ ig u e z y d oñ a U rraca. G ran restaurador, d e rro ta d o e n V a ld e - ju n q u era p or A bderram án.

4. G a rci (IV ) Sánchez (92 6 -970), h ijo d e Sanche G a rcés y doñ a Toda. Derrotó a Fernán G o n z á le z en 960 y le d ió m a g n á n im a m en te la li ­ bertad.

5. S a n ch o (III) Gaicés (97 0 -994), h ijo d e G aici S á n ch ez y doñ a Teresa.

6. G a rci (V ) Sánchez, e l T em b loroso (99 4 -9 9 9), h ijo d e Soncho G a rcés y d o ñ a Urraca. V e n ció a A lm a n zor en C a la ta ñ a zor.

7. S a n ch o (IV ) Garcés. el M ayor (999-1035), h ijo d e G aici Sán­

ch ez y d o ñ a X im ena. Tronco d e todas la s ca sa s s o b e ra n a s d e C astilla, León, A ra gón y Navarra.

8. G a rci (V !) Sánchez, e l d e N á jera (10 3 6 -1 05 4 ), h ijo d e Sancho el M ayor y d o ñ a Nuña.

9. S a n ch o (V ) Garcés. e l de P eñ a lén (10 5 4 -1 07 6 ), h ijo d e García e l de N ájera y d e doñ a Estefanía.

10. R am iro Sánchez (10 7 6-1080?), h ijo d e Sancho Q a rcés y doñ a P la cen cia . (A rtu ro C am p ión in terca la a q u í a S a n c h o Bamírez (1076- 1094) y a P ed ro Sánchez (1094-1104) y a A lfo n s o (I) Sánchez (herm a­

n o ?), el BataU ador (1104-1134).

11. G a rci (VID Eamirez, e l R esta u ra dor (1 1 3 4 -1 1 5 0 ), rey d e Pam­

p lon a y A ra gón , hijo d e R am iro S á n ch e z (? ) y d o ñ a E lvira (? ) d a h ija d e l C id ) [R u iz ] d e Vivar.

12. S a n ch o (VID Garcés. e l S a b io (11 5 0 -1 19 4 ), h ijo d e G a rci-R a m í- rez y d oñ a M argarita (p a d res d e d o ñ a B lan ca, in fa n ta d e N avarra, reina d e C astilla).

13. S a n ch o (VIII) Sánchez, e l Fuerte (11 9 4 -1 2 3 4 ), el d e la s N avas, h ijo d e S a n ch o G a rcés y d o ñ a S a n ch a , p a d res d e d o ñ a B la n ca d e Na varra.

(10)

plemente un padre llam ado P edro; y la caída de los patroním icos y su substitución p o r el apellido solariego tuvo lugar, n o sólo con los Guzmanes que ascendieron ai trono, sino también con cualquier La- zarraga, Amundarain o Arabaolaza, pues apenas se han conservado los apellidos dobles, de un nombre solariego y de un prim itivo p a ­ troním ico, reducido ahora a mero apellido, más que en la provincia de Alava, donde se dice aún M artines de ¡barreta, Sácz de Urturi o López de Maturana.

Advirtamos incidentalmente que, aparte del posible prurito no­

biliario, la com binación del patroním ico con el toponím ico solarie­

go tenía que conservarse con más rigor en una provincia com o Ala­

va, donde el caserío solariego, perdiendo su individualidad origina­

ria, se ha convertido en aldea o pueblo. En otros tiempos, cuando Antoñana no era sino la granja explotada por Antonio, la villa an- toniana o el caserto de Antonio, bastaba decir que P ed ro era de A n ­ toñana para distinguirlo de Pedro el de ArrUucea; p ero dísde que Antoñana y Arrilucea son pueblos, y no meros caseríos, se com pren­

de que en cada núcleo de población de éstos puede haber demasia­

dos Pedros y Juanes de Antoñana y Arrilucea, que será preciso ca­

racterizar con sus correspondientes patronímicos, los cuales, por otra parte, fácilmente caerán en desuso donde el apellido solariego con-

F u eta d e la fa m ilia real, a d u cire m o s la g e n e a lo g ía d e l A rz o b isp o d o n R o d r ig o Jiménez d e R ada, co n fo rm e a un estu dio p u b lic a d o e n Pzín>

cipe de Viona, 1955, 411 a l 460.

1. A znar A zn á rez d e R ada, q u e co m ie n z a a fig u r a r a p rin cip io s d e l s ig lo XII, tu v o u n h ijo q u e s e Uamó,

2. Lope A zn á rez [ d e R a d a ], h ijo d e A zn a r d e R a d a , q u ie n v e n d ió a M u za, h ijo d e Juce, su h a c ie n d a d e V altierra.

3. Pedro T izón, a q u ien d o n R o d r ig o llam a "n u e stro a b u e lo " , iu é sin d u d a h ijo d e L op e A zn árez, p o r l o q u e su n om b re o f ic ia l h u b iera ten id o q u e ser "P e d r o L ópez d e R a d a " . L o c u a l s e co m p r u e b a p o r el n om b re d e l p a d re d e d on R od rig o , q u e s e llam ó

4. Jimeno Pérez d e R a da , c u y a e x is te n c ia co n sta d o cu m en ta lm en ­ te d e s d e p rin cip ios d e l s ig lo XIII. T u vo v a r io s h ijos

5. R od rigo Jim énez d e R a da , e l A rz o b isp o d e T o le d o ; P ed ro Ji­

m én ez d e R ada, q u e m urió en u ltram ar: M a ría Jim énez d e R a da , m on ja d e l m on a sterio d e la s H u elga s; y d o s h erm an os h om ón im os, llam ad os B artolom é Jim énez d e R ada, e l m a y o r d e lo s cu a les fu é p a d re d e

6. G il [B a rto lo m á e z ] d e R a d a (1 2 3 5 ), c u y o h ijo se lla m ó a s i m ism o 7. G il [ G íle z ] d e R a d a (12 7 0 ), q u ie n con tra jo m a trim on io c o n M ar­

q u e s a (fem en in o d e M arcos) L ópez d e H aro, herm an o d e D IEG O L ópez d e H aro, por lo q u e e l h ijo d e a m b o s tom ó e l p a tro n im ico DIAZ, lla ­ m á n d ose

8. Lope D IAZ d e R ada, c u y a s h ija s S ib ila y M a rq u e sa lle v a ro n a su v e z , correcta m en te, e l p a tron im ico Xiópes y el to p o n ím ico d e Rada, etc.

(11)

serva m ejor su fisonomía prim itiva y alude, n o a una aldea, sino a un caserío concreto y limitado (7).

De hecho, en Oñate n o se tardará en notar que los patronímicos no bastan para distinguir a las personas con tan poca variedad de nombres aún en círculos tan reducidos com o los primitivos ba­

rrios sedentarios; y así ya en la escritura de 1149 com ienzan a apun­

tar algunos toponímicos, que desde luego no significan “ apellido” o descendencia de un linaje en el actual sentido de la palabra, sino vecindad o procedencia da un solar determinado. Así, en el barrio de Santa M arina, figura "L op e Sancis de B idauneta'' o '‘ L ope Sán­

chez de Bidaurreta". Suponiendo exacta la transcripción en cuantti a las conjunciones, considero Bidaurreta com o com plem ento de Lo­

p e Sancis y no com o enunciación de un nuevo solar o barrio, por faltarle el “ et” que, en caso contrario, debiera haberle unido con el nombre anterior “ Acíbar }ilivs suws” . La misma interpretación hay que aplicar también a “ Lope Eneco sobrinus de Zuloeta", a pesar de la interposición de ese nom bre de parentesco: •'sobrino” . Se tradu­

cirá por lo tanto: "L op e Iñiguez de Zuloeta” . L o mismo digo, y por las mismas razones, de "L op e Garcías de Ibarra” , que quiere decir:

“ Lope G arcés de /b arra ” . Y será asimismo la cosa más natural del mundo que aparezcan com o apellidos solariegos aún nombres de barrios y las advocaciones de ciertas ermitas, si se tiene en cuenta que antes es el solar que el barrio, y que el pueblo y la villa son, entre nosotros, los que reciben el nombre de im solar más impor­

tante o m ás caracterizado, y no a la inversa. De este modo, abun­

darán en Oñate, en el siglo X V I, los apellidos Sant Román, San Lio- rente, Sant Pelayo y Santa Cruz, con referencia a los solares origi­

narios caracterizados por la presencia de las respectivas ermitas, .sin que haya que pensar en la devoción que en otros lugares de Castilla llevó a los judíos conversos a adoptar apellidos com o [P ablo] “ de la Cruz” o [P ed ro] “ de Santa M aría” (8).

(7) S e e x p lic a que íu era d e l País V a sco y d e l Norte d e la Penín­

sula. en reg io n e s d on d e se v iv e en régim en d e p o b la c ió n a g ru p a d a h ayan d e s a p a r e c id o lo s apeU idos top oním icos, d e ja n d o su b sistir lo s p a ­ troním icos y lo s d e m otes y o ficio s .

(8) D on Leonardo Z a b a leta s u p o n e que e l b a rrio S o iii d e 1149, q u e figu ra a con tin u a ción d e L iacibar, es Lecesarri. C o n tod o, n o h a y q u e olvid a r q u e e n e l s ig lo XVI es m uy frecuente en O ñate e l a p e llid o Sarria, q u e sm d u d a a lu d e a l sola r resp ectiv o: "luon de Sarria" "Martlii de Saín a el m o»o ". 'Asencie (sic) de S a m a ", etc. Y o m e in clin o a creer q u e la escritu ra une lo s sola res Liacibai y Sarri p a ra ca ra cte riza r un

(12)

II

Tras el prólogo de 1149 podemos pasar sin más a la R eal Cédula de 1485 por la que se aprueba y confirm a una “ ordenanza y esta­

tuto, que los escuderos, fljosdalgo e omes buenos del condado de Oñate ficieron en su Jimta General” del 18 de noviem bre de 1477 Transcribo tan sólo la parte en que figuran los nombres personales.

“ En el nom bre de Dios todo poderoso e de la Virgen gloriosa San­

ta M aría su Madre, manifiesto sea a todos los que la presente vie­

ren, cóm o nos los escuderos fijos-dalgo e omes buenos del Condado de Oñate, seyendo juntos en Junta General, especialmente Martín M artínez de Asurduy, teniente del Alcalde, por G arcía Ruiz do Murguía, Alcalde ordinario de este dicho condado, e Sancho G ar­

cía de Garibay, presta mero, e Juan de Laharrya, Alcalde de la H er­

mandad, e Martín de Garibay, fiel regidor, e Pedro de Osínaga e Sancho de Qubia, Jurados, e Juan Beltrán de Murguía, e Pedro López de Lazarraga, e Pedro Sanchez de Garibay, e Juan Pérez de Ocáriz, e Juan Ibáñez de Hernani, e Pedro Ibáñez de Leazarra- ga, e Juan Miguelez de Araoz, e M artin de Araoz, e R odrigo de G a­

ribay, e Pedro de Larria, e Pedro de XJrdaneta, e Juan Ibañez de Leazarraga, e Juan Perez de Ugarte, e Pero Ruiz de Otalora, e M artín Ruiz su hijo, e Sancho Díaz de Arroyabe, e Pedro Ibañez de Larria, e Juan Perez de Aguirre, e Pero Ibañez da Anasagastui, e Juan Martínez de Anasagastui, e San Juan de Murguía, e San­

cho de Zañartu, e Juan Perez de Mendiola, e Iñigo de Aguirre, o Juan Ochoa de Garibay, e Juan G óm ez de Verganzo, e Juan de Gasteasoro, e Pero Ibañez de Campiacelay, e G a rcía su hijo, e Juan López de Araoz, e Pero Ruiz de Olalde, e Martín R uiz su hermano, e R odrigo Ibañez de Iturbe, e Lope M artínez de Larri­

naga, e Pero Zuría de Laharria, e Juan de Elorduy, e Miguel de Al- bizu, e Juan de Urdaneta, e Juan R u iz de Landaeta el mozo, e Juan de Espilla, e Ochoa de Azurduí, e M artín de Vidaurreta, e Juan de Sarria, e Juan de Huobíl, e Juan de Orueta, e Juan de Gauna, e Juan García de A ld ba r, e Juan Miguelez de Vidania, e Martín Ochoa de Assurduy, e Juan Fernández de Basaurí, e Fernando de Vidavayn, e Ochoa de Arrazola, e Pero Sanchez de Buruñano e M artín de Aguirre, e Martín de Usoategui, e Lope Barber, e Pedro de Arrieta, e Juan Pérez de Estenaga, e Sancho de Arrazo-

!a, e Juan de Lorregui, e Pedro de Laharria, e M artín de Heraso, b a rrio, com o u n e ta m b ién Olalde y Son Pelayo, si b ie n es v e r d a d q u e entre Liacibai y Satti fa lta la co n ju n c ió n "e t ", q u e ten etaos entre Olalde y San Pelayo. "L iacibai-S arit" s e ria u n a d e n o m in a ció n co m p u e sta a l es­

tilo d e "Zabfd-G ogeask oa" o "AguirTe*<aomez>Coxta" u "Oax^Arteta",

(13)

e Juan de Medradí, e Pedro López de Araoz, e Ochoa Ibañez de Morcado, e Martín de Olazaran, asterò, e Martín de Ocariz, e Juan Pérez de Hernani, e M artín de H em ani, e Juan de Zuazola, e Ochoa de Hercilla, e O choa de Baizateguí, e Juan de Balzategui.

e Juan Pérez de Uria, e Martín de Sagastizábal, e Juan Eros- tegui, asterò, e Juan de Gasteasoro, e Juan Pérez de Alcibar, e Juan Ruiz de Azcue, e Sancho de Garagarza, e Pedro su her­

mano, e Juan de Aosaraza, e Juan de Herdiragasti, e Juan Sán­

chez de Estenaga, e O choa de Maristegui, e Pedro su h ijo, e Pe­

dro de Murguiaiday, e Pascual de Murguiaiday, e Juan de Liad- bar, e Sancho de G uerrico, e Juan de Biayn, e Pedro su hiem o, e Martín de Santa Cruz, e Pedro su hermano, e R odrigo de Ugar- tezabal, e Martin de Alaba, e Juan d3 Hercilla el mozo, e Martín de Arrizuriaga, e Juan de Olalde, e Pedro de Leybar, e Pedro de E^ibay, e Pedro de Valenzategui, e Martin de Unzueta, e Martín de Araoz, sastre, e Juan de Araoz, e Juan González de Marquína, e Estíbaliz de Hernani, e Juan Ortiz de Irazabal, e Lope Arrazola, e M artín de Muñaondo, e Pedro de Elorduy, e Martín Sánchez Huo- bil, e Pedro de Larriaondo, e Martin de Obiaga, e Juan de Sant llórente, e Pedro de Echevarría, e Sancho Ibañez de M alla, e Juan de Muñozategui, e Ochoa de Ugartondo, e Pedro de Pagoa.

e Juan de Sancho-Lopeyztegui, e Juan Atallo, e Juan de Ver- gara, e R odrigo Ibañez de Olabe, e Martín de Garibay, e Martin D íaz de Goribar, e Pedro de Oria, e Martin de Salinas, e Pedro de Huobil, e Martin de Huobil, e S a n d io de Ascoitia, e Juan de Vergara, ferrerò, e Martin Ibañez de Hugalde, e Rodrigo de Olal­

de, e Pedro de Arrazola, e Juan Martínez de Ugalde, e Estíbaliz de zañartu, e Juan de Zañartu, capero, e Pascual de Campia, e M artín de Basauri, e Pedro Ochoa de Basauri, su herm ano, e Pedro Sánchez de Basauri, e Juan Perez de Basauri, e Juan Vi­

llar, e Juan de Ugartezabal, e Juan Martin de Ugarte, e Martin de Arrazola, capero, e Juanes G arcia de Olazarán, e M iguel de Olazaran, e Lope de Arana, e Sancho de Santa Cruz, e Juan de Umerez, e Martin de Murguizur, e Juan Ochoa de Irim o, e Pe dro de Madina, e Juan de Elorriaga, e Pedro de Ayosategui, e Pedro de Echeverría, sastre, e Ochoa Ibañez de Echeverría, e Juan de Orueta, platero,”

Destacaré los nombres de persona, dejando por ahora los ape­

llidos. De los primitivos nombres vascos de 1149, subsisten v a ­ rios, com o García, OcTioa, Sancho, Lope. Iñigo es un p o co má-s ra ro ; lo lleva el conde don Iñigo de Guevara, y además Iñigo de Aguirre. También se encuentra G óm es com o nombre segundo (o

(14)

quizá com o patroním ico) en Juan O óm ez de V ergam o. De hecho, aunque a veces conservan aún su función de nom bres persona­

les independientes (en Ocfioa de Balzategui, Ochoa Ibañez del Mercado o García Ruiz de M urguía), tales nombr>:s, juntamente con G óm ez, van quedando com o segundos elementos del con ju n ­ to denominativo, ya se interpreten com o nombres dobles, ya co mo patroním icos: Juan-Qchoa de Garibay, M artín-Ochoa de Asur- duy, Pedrn-Ochoa de Basauri, Sancho-García de Garibay, Juan- Ochoa de h im o , Juan-Garcia de Alcibar...

Los patronímicos han perdido su significado riguroso. Así te­

nemos “ Pedro-Ruiz de O tólora e M artin-Ruiz su h ijo ", en vez de Martín Pérez su hijo. Parece que en algunos casos com ienzan a form ar parte del apollido com puesto: "P ero-R u iz de Olalde e M artín-Ruiz (se entiende, “ de Olalde” ) su herm ano” . Entre los nom bres del hantoral cristiano abundan, con llam ativo predom i­

nio, P edro, Juan y Martín, y siguen Miguel y R odrigo, que se en­

cuentra tanto en el bando de Garibay com o en el de Murguía, y que, a juzgar p or la frecuencia del patroním ico Ruiz, parece re­

lativamente antiguo. Juan figura una vez precedido del título que distingue a los Santos: “ San-Juan de Murguía” , práctica que en otros lugares se empleó también con los nombres de Pedro y Jor­

ge, y algún otro, que quedaron com o apellidos (Sanjuan, Sampe- dro, S anju rjo y Santurce) y que se unlversalizó en Santiago, cu ­ ya form a Y ago o Y agüe ca yó en desuso com o nom bre personal autónom o (9). D e misterios litúrgicos cristianos, hallamos el n om ­ bre de “ Pascoal de Liacibar” . Del nom bre de Estíbaliz (“ Estíbaliz de H em an i” y “ Estíbaliz de Zañartu” , con toponím ico propio de Oñate el segundo), no creemos que aluda a la advocación de San­

ia María de Estíbaliz, pues en aquel tiem po no hallamos aún co ­ mo nom bres propios de persona ni Iciar, ni A róm a zu, ni Begoña, y p or otra parte, el célebre santuario mariano de Alava estaba atravesando por uno de los períodos más notables de olvido y decadencia. Fuera de las com binaciones ya citadas de nombres d o­

bles con Ochoa, García y G óm ez com o segundos elementos, halla­

mos una vez "Juan-Beltrán de Murguía” y también "Juan-M ar- tín de Ugarte” . "Juan-M artín" será una com binación clásica que

(9 ) N ótese c o n to d o q u e lo s a p e llid o s S a n R om án , S o n jv r g a i, S o n Pelayo, Sont Llórente n o s o n en O ñ a te — n i en a lg u n o s otros lu g a r e s __

prim itivos nom bres p erson a les, co n v e rtid o s e n a p e llid o s c o n c a te g o r ía d e pa tron ím icos, sin o prim itivos apellados to p o n ím ico s , d e r iv a d o s d e las a d v o c a c io n e s d e la s erm itas lo c a liz a d a s en lo s s ola res d e lo s ca s e río s n a ta les. Estíbaliz p o d r ía d e r iv a rs e d e Fcstivalis.

(15)

dará incluso origen al apellido Jnan-M artiñena; y también el nom­

bre de Beltrán seguirá figurando, no sólo en la parentela del con­

de, sino aun en otras familias oñatiarras.

Para com pletar el elenco de los nombres de personas, debemos examinar también los toponímicos formados a base de radicales antropónimos. Desde este punto de vista es claro, por ejem plo, que la terminación "-ain“ , aunque admitamos su polivalencia semán­

tica, designa en general solares originariam ente pertenecientes a personas, cuyos nombres figuran en el núcleo. Paternain o Pater- niain, {o Paternina) hace pensar en la frase "in area Paterniani".

Admito con J. Caro B aroja que la terminación "-a n u ” o ‘*~ana“

(Liquiñano < Liclnianum; [Pero-Sánchez de] Buruñano < Bu- runianu (10), [Salinas de] Añana < Anniana; Antoñana < Anto- niana) basta sin más para significar posesión en género mascu­

lino o femenino, según se supla ‘'fundus” o “ villa” , en relación con las diversas categorías de solares; y aún diré que el genitivo pleo­

nàstico “-a n i” me suena a barbarismo no muy natural en aquel contexto lingüístico; pero con todo, teniendo en cuenta las co­

rrespondencias fonéticas vasco-latinas, es evidente que el vascuen­

ce "-aín ” supone im latino “ -ani” , el cual en rigor podría inter­

pretarse com o genitivo-locativo (Belascoain < Belascoanl = en el íolar de Belasco = en casa de Belasco), aunque también puede ser aceptado com o genitivo-posesivo pleonàstico, equivalente al simple “ -a n o ” o “-an a ” de otros lugares. Desde luego hay casos en que el genitivo-posesivo no ofrece dificultad y es evidente, lo cual sucede por necesidad cuando la term inación “ -anus” funcio­

na com o su fijo derivativo para form ar nombres de persona (11).

ÍIO) ' Pero-Sánchez de Bnrañano” , q u e íigu ra , co m o se h a Tisto. en la lista d e 1477, p u ed e p r o ce d e r d e Bnriivs (q u e d a Botnós, B oam ac, Ber»

noge. Bomate. Bemasce) o d e Bums, d ocu m e n ta d o en GIL. X V II, 10 010, 3.186, d e l q u e p r o ce d e Burós. Bury, Burano.

(11) Y a se s a b e q u e « n el sistem a d en om in a tiv o d e la é p o c a c l á ­ s ica e l su fijo "-a n o s " s ig n ific a b a p r o c e d e n c ia d e fa m ilia : Publie (praene- mea o n om b re p erson a l) Com elie (n om b re g e n tilic io ) Scipión (cegnemen o nom bre d e fam ilia ) Emiliano (agnomea o a p e llid o q u e in d ic a la p r o ­ c e d e n cia d e los Emilios); p e ro ta m b ién es c o n o c id o q u e. d e stru id o e l sistem a clá s ic o , n o ta rd a ron en con v ertirse en n om b res p e r so n a le s los d iv ersos elem en tos in tegra n tes d e u n a ú n ica d e n o m in a ció n d e con ju n to.

A si com en za ren a existir lo s Emilianos, Inlianos, Matcelianos. etc., el ú l­

timo d e lo s cu a le s o fre ce un eje m p lo cu rio s o d e su cesiv a s d e r iv a c io n e s : Marcos / Marcellus / Marcelliaus / Matcellianus.

Para ilu strar la e v o lu c ió n p r o g re s iv a d e l sistem a d e n om in a tiv o ro­

m ano, p u e d e servir d e e je m p lo la g e n e a lo g ía d e la fa m ilia A n id a segú n

(16)

Así existen los nom bres personales Aemilianus, Domitianus, T e- rentimius, Marcelliamis y otros, en los cuales la terminación

“-an u s” no tiene sentido posesivo y en los que por lo tanto habría que recurrir al genitivo para obtener dicho significado. Villa A em i- liana o Domitiana se traducirán G ran ja de Emilio o de Domicio.

Para significar “ Granja de Emiliano" o “ Domíciano“ habría que

Fr. A rn a ld o, c ita d o p o r G a rib a y en Ilnstxaciones genealógicas, 49-50.

P rescin d ien d o d e otros a n te p a s a d o s , co m e n z a ré la s e rie p o r

1. AN ICIO Juliano, prim er cristia n o d e la fam ilia , c ó n s u l d e R om a en e l a ñ o 322, y p retor en lo s a ñ o s 326-328. Su h ered ero fu é

2. SEXTO A N IC IO . Y e l d e éste

3. SEXTO A N IC IO P etron io Probo, p r e fe cto d e l p r e to rio y lu e g o có n su l e n el a ñ o 371. Y e l d e éste

4. SEXTO A N IC IO H erm ogen ia n o O ly b r io , có n su l e n -el a ñ o 395 Y e l d e éste

5. FLAVIO A N IC IO OLYBRIO, c ó n s u l e n 464, y e le c t o em p era d or en e l a ñ o 472, en q u e m urió. Y e l d e éste

6. FLAVIO A N IC IO OLYBRIO (? ), c ó n s u l en 492. A l c u a l sig u e 7. FLAVIO A N IC IO OLYBRIO T erm u llo Junior L e ó n ico , có n su l en 526. A l cu a l s ig u e

8. FLAVIO A N IC IO OLYBRIO L eón ico C e lp h io . Y a éste 9. FLAVIO A N IC IO León C e lp h io O ly b r io . Y a éste 10. AN ICIO PEDRO LEON. Y a éste

11. M agn o FLAVIO A N IC IO PEDRO LEON ( = P ie r le o n i) G ord ia n o, se n a d or, q u e m u rió e n 722. Y a éste

12. FLAVIO A N IC IO PEDRO-LEON Frangepon, q u e m u rió e n 722.

Y a éste

13. Esteban A N IC IO Frangepon PEDRO-LEON, q u e m u rió en 817.

14. M áxim o PEDRO- LEON Fcangepan A N IC IO T ertu lio G o rd ia n o q u e m u rió e n 863.

15. León PEDRO-LEON AN ICIO , q u e m u rió e n 926.

16. M áxim o PEDRO-LEON, q u e m u rió e n 987.

17. Esteban PEDRO-LEON, q u e m u rió en 1030.

18. León PEDRO-LEON, q u e m urió e n 1087.

19. Pedio León d e PEDRO-LEONE, c o n d e d e M onte A v en tin o, m u er­

to e n 1128.

20. León lla m a d o Máxime PEDRO-LEON, m uerto en 1162, etc.

Y a se ve, pu es, e l p r o c e s o d e la fo r m a c ió n d e lo s p a tron ím icos. En Asís, e n tiem po d e S a n F ran csico. en lo s s ig lo s XII y XIII, lo s n om b res p e rson a les se co n cre ta b a n c o n la a lu s ió n a l p a d re ; F r o n cis co (h ijo ) do P edro B ein a rdcn e, C la ra (h ija ) d e F a v a ro n e , A m ata d e M artino C o c c o r o n o , etc.

(17)

decir "V illa Aemüiani” o "D om itiani" > Miriain, Domezain (12).

En Oñate, la ermita de San Román, que da origen al nom bro del solar hom ónim o y al apellido San Rom án, se llama vulgar­

mente, según me informa el P. Marculeta, Urrumain, denom ina­

ción arcaica, que se deriva del genitivo (Ecclesia Sancii} Romani, al estilo de Sani-Uree < (Ecclesia.) Sancii O eorgii (cfr. para la

“ g-” inicial ante “ -e-” , “ -i-” , germ anu > herm ano, genìiculu > hi­

n ojo; y, para la “-gi-” tras “ -r -” , spargis > esparces), Sant-An- der < Sant-Emder < (Ecclesia) Sancii Emeterii. La supresión del apelativo “ San” se da también en otros casos, de los que recuer­

do el de Gastiain, en el valle de Larra (Navarra), donde hay una antigua ermita de San Sebastián, en cuyas paredes se hallan em­

potradas varias lápidas rom anas. Ahora bien, Gasiiain procede sin duda alguna de (Ecclesia Sancii) Sebastiani. Sebastiani se pro­

nunció, con “ -b -” intervocálica espirante, Sevastión y Segastión (como burdi / gurdi), o Uaskonia = Ouaskonia en Estrabón, >

Vasconia Gascuña). La “ Se-” inicial cayó, com o lo prueba el es­

pañol popular Basiiñn, tal vez por tendencias peculiares de los antropónimos, tal vez por interpretarse com o transformación de

“ San” (Sebastián = San Bastián), resultando las formas Bas- iia (n e), Uastia, Ostia, que subsiste en Don-Ostia (13). Queda, pues, suficientemente documentada, también para Oñate, la termina­

ción “ -ain ” a base de radical antropònimo.

(12) Es e l P. Flórez, en España Sagrada, tom o 26, ca p . 9, p 83.

q u ien cita e l texto referente a l a ñ o 801: "in a tea Pofemiani, in te r r ito ­ rio C a s te lla e , in lo c o q u i d ic itu r B u rcenia". Costilla com p ren d ía , pu es, a Barcena y otras p o b la c io n e s va sca s, n o s ó lo en e l a ñ o 801, sin o a ún en 883. c u a n d o e s crib e e l T u d en se: "Eo tem pore pop u la n tu r Prim erias, Lebana, Trasm era, Supporta. Carrenza, Bardulia, q u a e n un c app eU atu r C a s tella ", ürramaín, d e O ñate, p u e d e com p a ra rse c o n Son Bomán. P a ­ trono d e Burceña, d on d e h a y ru inas rom anas, o c o n San B'>mán de 6 ’ >

jane (V a lm a s e d a ), o con Son Román de A lav a, etc. El lu g a r d o n d e en 1256 se fu n d ó la v illa d e S a lva tierra d e A la v a se lla m a b a H agaiain, t o ­ p ón im o q u e a h ora se co n se r v a en e l a p e llid o Agotin, corrien te e n S a l ­ vatierra y a lred ed ores.

(1 3 ) H a y q u e ob serv a r en prim er lu g a r q u e e l n om b re v a s c o d e San Sebastián es Donestia y n o Denesti (Cfr. "D o n o s tia k o G a z te lu p e k o "

o "Iru D a m a txo D o n o s tia k o "); en seg u n d o lu g a r, q u e lo s n om b res p r o ­ pios d e p e rso n a se deriva n c o n frecu en cia d e l v o c a tiv o la tin o (Lloren«

te Lanzenü; Vicente > Vincenti, etc., co m o lo s v a s co s Lonrenti, Bikendi. Lope); en tercer lu g a r, q u e. con la p é r d id a d e la " - n - " in te r v o ­ c á lic a (katea ■< coteno) y la c a íd a d e la *'-e" fin ol. (S^)bostio(ne) d a Bastia o Dastia / Ostia; m ientras q u e Sebastioni d a Bastioin o Gastiain com o bedeni'kata ( < benedictum, con m etá tesis) d a bedeinkatn.

(18)

Una última observación. Los nom bres personales inequívoca­

m ente ídentificables de los topónim os en “ -ain” , “ -a n o ” , “ -ana”

se presentan en general con fisonom ía íonética marcadamente ar­

caica (aunque n o faltan casos de apariencia más reciente, com o Belascoain, Zuriain, Muniain, Garzain, Ansoain), según lo de­

muestran: Derendiain, < Terentiani; Liquiñano < Licinianu;

Gm ndulain < CentuUani, etc. M uchos de los apellidos que L.

Michelena califica de “ formaciones de prim er elemento descono­

cido” , se explican recurriendo a nom bres rom anos co n pronun­

ciación arcaica: Ziriquiain < Siriciani ^Síricio fué nom bre que lle­

vó, entre otros, un Papa del siglo I V ); Azelain < Asellani (Ase- llus es diminutivo de ‘^asimis” y se emplea com o nom bre propio en un marfil rom ánico de San M illán de la Cogolla, donde a la derecha del Santo titular figura “ Sanctus Asellus” ); Zapirain <

Sabbeliani, etc. La “ -s-” resulta normalmente “ -z-” , com o en gau- za < causa (cír. chose < chause, e tc .); la “ -1-” intervocálica es

“ r ” (angelu > aingeru), pero “ -11 ” doble es “ -1-” (ka le < calle);

la “ -b b -” doble es “ -p -” (sabbatum > zapatu; dbbas > apaiz); las sordas inicíales se sonorizan (T erentiani > Derendiain; pacem bake; picem > hike; parcere > barkatu; tvrrem > d o r r e i etc.

Además, ya se ve que en estos derivados se encuentran fosilizados nombres arcaicos posteriormente retirados de la circulación, co­

m o el ya citado Siricio.

No debe, pues, extrañarnos que hallemos en Oñate Biain < Pia­

ni, del nombre de persona Pío, puesto de moda p or los empera­

dores Antoíiino Pío, M arco Pío, etc., y por el Papa San Pío I. del siglo II. La sorda inicial obtiene el mismo tratamiento que la

“ -P -” de bake, bike, barkatu, o la “ t-” de Derendiain, etc. No creo que pueda admitirse la derivación de Bidain < Bidegain, puesto que, en correspondencia co n la actual manera de pronun­

ciar, que distingue sin vacilación el caserío "B ixain'' (= B ia in ), del ’solar do '‘ B idebein", hallamos ya un “ Bidebein” en 1149, v en 1477 se yuxtaponen sin confusión "Fernando de Videvayn“ y

"Juan de B iayn ", que tiene p or yerno a Pedro (14).

(14) G erh ard R oh lfs, en Bevista de Filologia Espoftola, X X X V í 1952, 209-255, a n a liz a c o n su r e c o n o c id a co m p e te n cia u n a s e rie d© a n - tronón im os prerrom á n icos, q u e sirven d e b a s e a d iv e r s o s n om b res d e lu g a r d e A q u ita n ia y re g ió n p ir e n a ic a e s p a ñ ola . Entre e llo s en cu en tro e l ra d ic a l "B e -" (d e Béost, co m p a r a b le a Ardeng>ost, Atti*ost. Aibe-ost.

etc .), q u e b ie n h u b ie ra p o d id o d a r o r ig e n a Beain / Bioin: p e r o n o ten ­ g o argu m en tos d e c is iv o s p a ra in clin a rm e p o r n in g u n a d e la s d o s h ip ó ­ tesis. Bidebein se en cu en tra , si n o m e e q u iv o c o , en e l b a rrio Berexono.

q u e p u e d e e x p lica rs e ta m b ién p a rtie n d o d© form a s ro m a n o -la tin a s com o Felicianu. m ientras q u e Biain está s itu a d o en e l b a rrio d e M u rgu ía.

(19)

Otro sufijo que figura con radicales antropónimos arcaicos es

“ -ica ” , al que conviene que dediquemos un pequeño com entario en este contexto; pues, si bien no lo hemos hallado entre los apelli­

dos de Oñate, tenemos casos de derivados en “ -iz” que lo supo­

nen. Es posible que en ocasiones adopte la forma de “ -eka” (co­

m o en Dom eka de Dominica, con desaparición de la “ -n -” inter­

vocálica), pero creo que debe distinguirse al menos cuidadosamen­

te del supuesto céltico “ -aka” y derivarlo del latín, com o lo prue­

ba su localización en territorio vizcaíno-alavés y su agregación a radicales de procedencia fracuentemente latina. Estoy de acuerdo con J. Caro B aroja y con L. Michelena al relacionar GabaJaika con Gebala y Langarica con Langara o Laucara, y aún Araica con A ia ü filius en A lava; pero opino que se trata del su fijo de- ritativo latino "~icus-ica-icum” , que se emplea también, lo mismo que ‘'-anus-ana-anum", con significado posesivo (15).

No veo la necesidad de recurrir a un Gaviaca o Soniiaca para explicar G ábika o Sondika (16). Araica sería (Villa) Araica = G ranja de Araio; Gabalaica = G ranja de G uevara; Guernica <

G àm ica < (Villa) Cárnica = G ranja o Caserío de Carnio (an­

tropònim o ampliamente atestiguado en derivados geográficos:

Carn-ago, Carn-ate, C am -iola, Carn-ano, Carn-asco, etc.); con so­

norización de la sorda inicial, al estilo de castanea > gasiai'.a, castellu > gaztelu; Allica, de AUus (Corpus inscriptionum Lati- narum, II, 1020); Lesika, de Lessius; Maurika, de Maurus; Ama- rika, de Amalio, con la transform ación norm al de la “ -1-” inter­

vocálica, del mismo modo que BÜorica de Vituius, Barandica, do Palantivs, Lekerika de Licelius, Achirica de Acilius (G labrión), donde tenemos un caso de palatización prim itiva de “ c -” ante “ -i” , com o grado previo para la asibilación subsiguiente, al estilo de txim itxa < cimicem = chinche; G atika de Catttus (GIL, II, 21 y 22221) o Catlus > G ato, nombre que con sufijo aum entativo lo lle­

va el Abad Gat6n en 852; Gabika de Gavius, que figura también (1 5 ) N ótese c o n tod o q u e la term in a ción ” -ic a " n o siem p re su p on e com o b a s e su bstan tiva, e l v o c a b lo villa, sin o q u e a v e c e s p a r e c e con*

certar con gens, civilas. colonia o regio: Segontia Paiamica es Sigüenza del Páramo: Itá lica es (C o lo n ia ) Itálica o ita lia n a ; etc.

D el m ism o tip o s o n la s d en o m in a cio n e s Calagurris Naseica. gens Cantabiica, etc.; y , en tierra a ctu a l v a s ca , G abeloica (c o m a r c a d e Gne- bala o Guevara). Langarica (cír. Langara). Araica. q u e fig u r a Junto a A iaya y a l n om b re p r o p io Arayo d e la in sc rip ció n rom an a "A r a li lilias”.

(1 6 ) Existe, con tod o, un su fijo " -a k a " , q u e tam bién lle v a ra d ica les antropón im os, y q u e s e p u ed e co n sid e ra r co m o la tin o -c è ltic o : Andtaca, Hariaca, Menchaca, Hnndaca (V é a se M ich elen a ).

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