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Espacio sagrado y geometría : herencia de México Ruiz Ortíz, V.H.

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Espacio sagrado y geometría : herencia de México

Ruiz Ortíz, V.H.

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Ruiz Ortíz, V. H. (2010, November 30). Espacio sagrado y geometría : herencia de México.

Retrieved from https://hdl.handle.net/1887/16185

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CAPITULO 2. GEOMETRÍA Y HERMENÉUTICA

La investigación aquí reportada busca comprender mediante la arquitectura y el contexto natural que la rodea, las motivaciones y las emociones de una civilización. El arte mesoamericano es testimonio de la construcción de un mundo ordenado e inteligible, que se enfrenta con la realidad cotidiana y consigo mismo, un mundo de humanos insertos en un orden de cuya razón, conocimiento y entendimiento, origina su propio pensamiento filosófico. Debemos reconstruir y entender este pensamiento a partir de la poesía, de las plegarias que hasta el día de hoy se cantan, de las historias que se cuentan, de la religiosidad, comportamiento y actitud de los pobladores de las diversas comunidades de México, de los antiguos documentos, códices y lienzos, de la astronomía propia, del muralismo mesoamericano y de la expresión contemporánea de los llamados artesanos que yo llamo artistas plásticos. El tema central es una arqueología del espacio sagrado, que consiste en entender el contexto natural en el que se encuentra inmersa la arquitectura sagrada o ceremonial mesoamericana. Este contexto lo definieron los antiguos mesoamericanos como parte de un cosmos armónico, de acuerdo con su pensamiento filosófico.

Para interpretarlo ahora se requiere captar sus espacios con imaginación, más allá de sus medidas, con una actitud abierta y sensitiva, buscando la razón humana así como sus principios, causas y valores intrínsecos.

Para ello nos apoyaremos de lo que podemos denominar hermenéutica arquitectónica o hermenéutica geométrica (cf. Arriarán & Sanabria 1995; Schökel & Bravo 1997; Jones 2000).

Vamos a interpretar los “textos visuales” sagrados que representan la arquitectura y urbanismo mesoamericano, además de interpretar los documentos antiguos antes mencionados hermenéuticamente. Esto es, tratar de dar comprensibilidad a los lienzos, códices, pintura mural, esculturas, etc., no sólo como descripción de los años, nombres y genealogías de los personajes pintados y de los materiales con que fueron realizados, sino buscando el “significado profundo”, es decir desde un enfoque sobre el ser humano como parte del engranaje de la naturaleza y el cosmos del cual forma parte. Los restos materiales son reflejos de sus ideas, reflexiones, pensamientos, de lo racional, de lo lógico de su cultura. Tratamos de entender la filosofía de esta civilización a partir de los valores humanos depositados en lienzos, códices, pintura, escultura, arquitectura, haciendo consciencia que hasta el día de hoy seguimos plasmando gran parte de esta visión en nuestra expresión artística y que aun no logramos reconocerla como propia.

Acercamiento a la filosofía mesoamericana

Seguramente existieron antes de la invasión europea muchos más documentos pintados y escritos que los pocos códices que hoy conocemos, pero se han perdido - en parte por el paso del tiempo, en parte porque fueron destruidos y quemados por los invasores europeos. Como consecuencia ahora ya no tenemos registros mesoamericanos que específicamente hablen de los adelantos de sus ciencias ni del alcance de sus reflexiones filosóficas, como lo hacen los documentos existentes de la cultura China, de la India o de Grecia. Pero encontramos indicios en los restos

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materiales, concretamente en el lenguaje de la arquitectura y urbanismo mesoamericano. Por ejemplo: no se ha conservado un manual mesoamericano que describa cómo calcular un ángulo recto o generar un edificio piramidal, pero los restos concretos de los Templos mesoamericanos demuestran que los arquitectos tuvieron un conocimiento cabal de esta materia. Una mirada comparativa a otras culturas nos enseña que las estructuras matemáticas y geométricas fueron muchas veces interpretados como principios rectores y ordenadores del universo simbólico. Lo mismo tenemos que suponer en el caso de Mesoamérica, y efectivamente tenemos indicios fragmentarios de ello. Para explorar la extensión de este fenómeno, tenemos que recurrir a postular e investigar ciertos paralelismos filosóficos generales mesoamericanos y griegos. Con este método podemos identificar áreas en que las culturas antiguas de México deben haber desarrollado su propia y profunda filosofía. Insistimos: por la destrucción colonial mucho se desconoce y por ello se dice que la cuna de la filosofía es Grecia, de hecho sí para la cultura occidental, pero no para las culturas antiguas de México y por ende de nosotros los mexicanos de hoy.

IMAGEN 1a. Mitla (travel.webshots.com) - Zona arqueológica de Teotihuacan (archaeology.about.com)

Sabemos que el interés por el estudio de las culturas de Mesoamérica ha sido en gran medida de investigadores extranjeros y en menor escala de mexicanos, de quienes a través de sus valiosas investigaciones hoy sabemos algo del pensamiento y religión, de las narrativas y simbologías, del conocimiento astronómico antiguo y contemporáneo de lo que han llamado culturas

“indígenas”, de la arquitectura y urbanismo, poesía, historia, escultura, de la interpretación de códices y lienzos, etc. Hoy estas fuentes primarias y secundarias son de consulta obligada, como los escritos de Fr. Bernardino de Sahagún, de los soldados Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés, del P. Fray Diego Durán, P. Hernán Ruíz de Alarcón, Fr. Toribio Motolinía, Fr.

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y motivada por emociones irracionales (“idolatría”). La religión mesoamericana se presenta como una mezcla de miedo, ideas fantasiosas, crueldad etc. Para ilustrar el desarrollo del pensamiento científico al respecto y ubicar mi propia posición, selecciono una serie de citados representativos de varios autores “clásicos”, muy influyentes en México.

El padre Ángel María Garibay, por ejemplo, nos presenta en el libro Épica Náhuatl la siguiente introducción:

“La concepción de la historia, sin embargo, en los pueblos indígenas tiene que ser totalmente distinta de la occidental y, con mayor razón, de la fría, descarnada y sistemática de tenor científico de nuestros tiempos.

Más que historia, contienen leyenda y mitología: los dioses y los hombres se entremezclan, los dioses se hacen hombres, o se revisten de caracteres antropomórficos, los hombres se elevan a la apoteosis y de todo ello resulta una síntesis que, poco útil para la historia, es del pleno dominio de la creación poética, en su estricto sentido etimológico.

Va la fantasía siempre en pos del mito y la historia misma se pierde en una niebla dorada de belleza.

Error ha sido tomar como base perfecta de historia lo que es precioso documento de creación de la fantasía, con bases en los hechos ciertamente, pero que no reproduce los hechos, sino la concepción de ellos. Entran, por lo mismo, en el campo de la creación artística y son documentos literarios...

Cuando el alfabeto salvador conquistó a los indios, más que las armas derruidoras, los cantares fueron recogidos en su lengua; algunos fueron aprovechados para la narración del pasado. Y pinturas y cantares, como un lugar común, son siempre citados en las antiguas escrituras como fuentes de la narración.

Si son de valor histórico o no, no es el punto que ahora estudiamos: nadie puede negar que sean documentos que nos guardan, ya en la lengua original, ya en la lengua castellana, vertidos de su primitiva redacción, los conceptos legendarios de los hechos que la fantasía había revestido de belleza, y, elevando en la creación estética la realidad humana, había hecho entrar en el dominio de lo que no muere la humilde vida de los indios, hecha heroica por el canto. Tenemos derecho a hablar, por consiguiente, de una épica prehispánica.

En este lugar sólo vamos a concentrar nuestro estudio a la que se guardo en lengua nahuatl, o de ella se trasvasó al castellano”.

De manera similar el arqueólogo Alfonso Caso en su libro El pueblo del Sol, en el apartado de

“Magia y Religión” escribe:

“El temor y la esperanza son los padres de los dioses, se ha dicho con gran verdad. El hombre, colocado ante la naturaleza, que le asombra y anonada, al sentir su propia pequeñez ante fuerzas que no entiende ni puede dominar, pero cuyos efectos dañosos o propicios sufre, proyecta su asombro, su temor y su esperanza fuera de su alma y, como no puede entender ni mandar, teme y ama, es decir adora”.

Algo distinta es la voz de Laurette Séjourné, quien en el año de 1957 publicó su libro Pensamiento y religión en el México Antiguo:

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“¿Qué fue lo que permitió a los toltecas alcanzar su grandeza incomparable? Evidentemente esto es un problema sin respuesta posible, porque aunque tuviéramos referencias precisas en cuanto al origen de sus rasgos culturales – lo que desgraciadamente ni es el caso – no saldríamos de la ignorancia, ya que ningún análisis lógico es susceptible de explicar la chispa espiritual que, sola, puede encender una civilización. Pero, como debemos tratar de comprender, alejaremos los límites del misterio para observar los hechos disponibles.

Existe un personaje que, por estar indisolublemente ligado a la vida de los toltecas, nos proporciona un hilo conducto: Quetzalcoatl…. Su imagen –la serpiente emplumada- poseyó para los pueblos precolombinos la misma fuerza de evocación que el Crucifijo para la Cristiandad. En Tenochtitlan continuaba siendo objeto de la más profunda veneración.

Además de ser invocado como creador del hombre y de sus obras, era tenido con el patrón de dos instituciones que representaban la base misma de la vida social y religiosa azteca: el sacerdocio y los colegios de los príncipes.” (Séjourné, 1957:31)

“El principio de unicidad inherente a la religión – principio que tiene muy poco que ver con la calidad y el número de los dioses – significa que el hombre ha descubierto un centro en sí mismo y que concibe el universo a partir de ese centro.

Es decir, que la esencia de todo sistema religioso reside en la revelación de un alma individual estrechamente ligada al alma cósmica: se trata, en una palabra, de la divinización del hombre. No siendo sino perecederas producciones del intelecto sometidas a las circunstancias sociales, los dioses son secundarios y, considerados como un fin en sí, no pueden inducir más que a error. Así pues, si no queremos que una religión se nos oculte bajo el amontonamiento de inertes detalles técnicos, es necesario esforzarnos por redescubrir la revelación que, inevitablemente, está en su origen…. (Séjourné, 1957:63-64)

Al término del Arcaico, durante el período llamado formativo por estar situado en la víspera de la eclosión de las altas culturas, aparece el dios más antiguo de la religión nahuatl, el Dios del Fuego tal como será venerado todavía por los aztecas: un hombre viejo, de rostro muy arrugado, llevando un brasero en la cabeza. Las imágenes de esta divinidad han sido encontradas en el primer templo conocido de Mesoamérica –un edificio circular, a las puertas mismas de la ciudad de México- asociado a figurillas y a una cerámica típicamente arcaicas.

Estas primeras expresiones del espíritu religioso quedarán bastante tiempo aisladas, porque el templo y Huehueteotl (huehue: viejo, y teotl, dios) constituyen en Cuicuilco los únicos elementos del culto divino…. Se ignora la duración de este centro ceremonial, destruido por la erupción de un volcán. Con la ayuda de estudios comparativos ha sido posible establecer que su fin debe remontarse aproximadamente a los últimos siglos anteriores a nuestra era: 1 como todos sus rasgos culturales –cerámica y figurillas arcaicas, Dios del Fuego y sistema de construcción- no se encontraron más que en Teotihuacan (a 50 kms. de la ciudad de México D.F.), se dedujo que esta última debió seguir directamente a la que fue sepultada bajo ocho

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Los orígenes de esta alta cultura constituyen el más hermético de los misterios. Basándose sobre la existencia de ciertos motivos tomados de los países tropicales –serpiente, quetzal, caracoles marinos o tortuga-, se ha hablado de un aporte cultural del Sur; pero, si bien procedentes de otras zonas, estos motivos están tan fuertemente integrados al conjunto espiritual teotihuacano, que es imposible suponer que hayan podido ser trasplantados ya convertidos en símbolos.

Esto indica, naturalmente, el conocimiento de estas especies, lo que es muy natural puesto que la arqueología ha demostrado la facilidad con que viajaron siempre las poblaciones de estas comarcas, pero de ningún modo el trasplante de rasgos culturales elaborados. Además está comprobado que el simbolismo, tal como lo revivieron los aztecas siglos más tarde, no se encuentra, por esta época, en ninguna otra parte.” (Séjourné, 1957:91-92)

Fue Miguel León-Portilla quien, siguiendo a Garibay y basándose en sus propios detallados estudios filológicos, divulgó el término “filosofía náhuatl” en un libro muy influyente que tuvo precisamente este título y varias otras publicaciones posteriores. Pero duró hasta tiempos bastante recientes para que investigadores comenzaran a considerar los aspectos científicos y filosóficos de la civilización mesoamericana, en el inicio todavía desde una visión plagada por los paradigmas y prejuicios coloniales heredados de los frailes españoles.

Así tenemos que en 1994 se llevó a cabo un Simposio sobre ‘Arqueoastronomía y Etnoastronomía en Mesoamérica’, del que se publicó la memoria de las ponencias de los conferencistas participantes. Particularmente interesante es la ponencia de la investigadora Johanna Broda, titulada “Cosmovisión y observación de la naturaleza: el ejemplo del culto de los cerros”, donde la autora revisa los avances en estos campos de estudio:

“La arqueoastronomía y la etnoastronomía estudian las observaciones exactas sobre la astronomía en relación con la cosmovisión tales como existían en las civilizaciones arcaicas, y se pueden conocer en las sociedades campesinas indígenas actuales. La posición de estas disciplinas con respecto a lo que construye la ciencia, necesariamente tiene que ser muy general. La ciencia de las civilizaciones arcaicas se ve históricamente determinada como parte de un todo social, al igual que la ciencia moderna es el producto histórico de la evolución cultural occidental, pero no representa el único parámetro para definir lo que es la ciencia….

Las fuentes para la investigación sobre calendarios y astronomía son códices y crónicas históricas referentes a la época prehispánica. Además, la nueva disciplina de la arqueoastronomìa deriva su principal fuente de información del estudio de las orientaciones en la arquitectura y en los sitios arqueológicos. Estas orientaciones expresan la coordinación que existía entre el tiempo y el espacio en la cosmovisión mesoamericana, y pueden ser relacionados, en la mayoría de los casos, con las fechas de la salida o puesta del sol en días específicos del ciclo solar, mientras que algunas de ellas se conectan también con fenómenos estelares.

El interés del estudio de las orientaciones de sitios arqueológicos consiste, precisamente, en el hecho de que constituyen un principio calendárico diferente a aquél representado en las estelas y los códices. Se trata, sin duda, de un principio ajeno al pensamiento occidental. La

“escritura” con la cual se escribe es, en este caso, la arquitectura y la coordinación de ésta

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con el ambiente natural. Un sistema de códigos se plasma en el paisaje.

Edificios aislados, conjuntos de edificios y planos de asentamientos de sitios enteros muestran ciertas orientaciones particulares; en muchos casos, estos sitios están coordinados con puntos específicos del paisaje: con cerros y otros elementos naturales, o también con marcadores artificiales en forma de símbolos o de edificios construidos en estos lugares. A lo largo de los últimos años se han hecho mediciones de muchos sitios, lo cual permite concluir que un gran número de estas orientaciones estaban diseñadas intencionalmente para marcar la dirección de la salida o puesta del sol y/o la de estrellas y constelaciones en determinadas fechas.

En algunos casos las tablas de fenómenos estelares del pasado nos permiten sugerir la fecha de construcción del edificio en cuestión. El testimonio arqueológico plasmado en las orientaciones comprueba que se observaban determinados fenómenos astronómicos sobre el horizonte, y que los pueblos prehispánicos tenían la capacidad tecnológica de diseñar y construir edificios en la coordinación exacta con el fenómeno natural que querían hacer resaltar. El estudio de las orientaciones abre, pues, nuevas perspectivas de investigación donde las inscripciones en estelas, los códices y las demás fuentes históricas guardan silencio. A través de las mediciones de campo es posible seguir ampliando este nuevo tipo de documentación.” 1

En un artículo de la misma Johanna Broda, publicado en la revista Arqueología Mexicana (enero-febrero de 2009, p. 40) bajo el título “Simbolismo de los volcanes-los volcanes en la cosmovisión mesoamericana” encontramos lo siguiente:

“Los volcanes, las altas cumbres nevadas y el fuego que contienen en su interior, han desempeñado un papel importante en la cosmovisión de los pueblos indígenas que han habitado el Altiplano Central de México desde tiempos inmemorables. Así, se ha sugerido que la primera deidad importante que los pueblos de la Cuenca de México representaron en esculturas e incensarios fue Xiuhtecuhtli-Huehuetéotl, el anciano dios del fuego, en clara referencia al vulcanismo como fuerza amenazante de la naturaleza.

Al estudiar la cosmovisión como visión estructurada en la cual los antiguos mesoamericanos combinaban de manera coherente sus nociones sobre el medio ambiente en que vivían, y sobre todo el cosmos en que situaban la vida del hombre, partimos de la ubicación de estas creencias en el mundo real. Aquí se propone estudiar la cosmovisión a partir del entorno geográfico y aplicar un enfoque histórico que reivindica los numerosos y sofisticados conocimientos y observaciones acerca de la naturaleza que desarrollaron los pueblos mesoamericanos.

Simultáneamente, en la construcción de su cosmovisión, estos pueblos mezclaron

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fechas del año a la salida o la puesta del sol en el horizonte, fenómenos que fueron observados desde puntos escogidos del paisaje, desde cerros o desde estructuras prehispánicas deliberadamente construidas en ciertos lugares. Estos alineamientos entre los volcanes fueron establecidos en términos del calendario mesoamericano.

Se derivaban de la observación de los astros, lo que a su vez permitió la construcción del calendario.”

Este interesantísimo acercamiento nuevo debe conectarse con una sensibilidad para los aspectos simbólicos y filosóficos, a que ya se refirió Sejourné en sus trabajos pioneros.

“El jeroglífico náhuatl más familiar es una figura que, bajo infinitas variantes, está formada siempre por cuatro puntos unificados por un centro, disposición llamada quincunce. Como lo demostró Eduard Seler, el cinco es la cifra del centro y éste a su vez, constituye el punto de contacto del cielo y de la tierra. Para mayor exactitud, el quincunce designa además la piedra preciosa que simboliza el corazón, lugar de encuentro de los principios opuestos. He aquí entonces reunidos en un signo todas las características del Quinto Sol –el corazón del Cielo-, expresadas por la mitología…..

Parecería que el quincunce no es más que una estilización del cuadrilátero y del triangulo, figurando su centro el vértice de la pirámide reducido a una figura plana. [Si se levantan líneas a partir de cada uno de los vértices de un cuadrilátero hacia un punto central situado encima del mismo, se obtendrá un cuerpo piramidal.] Así como los mitos, la simbología teotihuacana expresa entonces el concepto de los cuatro elementos primordiales salvados por un centro unificador, concepto que constituye el núcleo mismo del pensamiento nahuatl y que determinó sus más importantes expresiones….

Modelo perfecto de concisión, el quincunce es de una complejidad más rica todavía. Se ha demostrado ampliamente que la revolución sinódica de Venus, de 584 días, tenía en Mesoamèrica un papel primordial. Los cálculos que recubren las estelas y los códices mayas, por ejemplo, tienen por fin principal registrar las conjunciones, pasadas y futuras, del planeta y del sol sobre lapsos considerables.…

Todo está admirablemente estructurado. ¿No es, en efecto, el Quinto Sol el del hombre-dios cuyo corazón se convirtió en el planeta Venus? ¿Y no es justamente Quetzalcoatl quien inauguró la Era del Centro revelando la existencia de una fuerza capaz de salvar la inercia?

Pero hay más. El quincunce acompaña también al dios del fuego –igualmente dios del centro y llamado por este hecho “ombligo de la tierra” –, que, bajo el nombre de Xiuhtecutli, representa al Señor del Año o el Señor de la Piedra Preciosa. Esto viene a confirmar que el principio de la ley del centro, simbolizado por el Quinto Sol, está concebido como el elemento calor-luz en unión dinámica con la materia.

A pesar de la triste insuficiencia de las exploraciones, la arqueología hace posible entrever que Teotihuacan refleja al infinito imágenes de ciclos en el interior de los cuales la Ley del Centro ha abolido la fragmentación de los contrarios. Basados sobre las revoluciones de los astros y sobre arduos cálculos, estos ciclos van, partiendo del más simple –el de la muerte y resurrección anual de la naturaleza-, hasta englobar unidades inmensas que tienen por fin la búsqueda mística de los momentos de liberación suprema, es decir, las concordancias entre el alma individual y el alma cósmica, el tiempo y la eternidad, lo limitado y lo infinito.

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Es probable que ni un detalle de la Ciudad de los Dioses haya sido dejado al azar y que los cómputos astronómicos que los mayas se complacieron en inscribir sobre sus monumentos y en sus libros, están implícitos en cada una de sus medidas, de sus líneas, de sus ornamentos.

La rigurosa precisión con la cual la mitología y el simbolismo expresan el pensamiento náhuatl sería imposible sin la existencia previa de una ciencia exacta: piénsense en las especulaciones que habrán sido necesarias para llegar a formular todo un tratado de metafísica en una sola figura.”

Los cinco puntos en cruz o quincunce – La cruz de Quetzalcoatl llevada por un Dios del Fuego – La Cruz de Quetzalcoatl – El símbolo de Venus (Séjourné 1957: 102, 104, 106, 107)

Estos textos muestran la búsqueda de un nuevo acercamiento al pensamiento mesoamericano como ciencia y arte, como elemento civilizatorio, como universo simbólico, que tiene mensajes relevantes para hoy. Además es importante tomar en cuenta que la civilización mesoamericana no es algo solamente del pasado: aunque fue muy dañada por la invasión colonial, una parte de su pensamiento y simbología sigue viva hoy en día - observación que fue el punto de partida para los estudios interpretativos en la serie Códices Mexicanos, publicada por Ferdinand Anders, Maarten Jansen, Luis Reyes García, Gabina Aurora Pérez Jiménez y su escuela en el Fondo de Cultura Económica (1991-1997). De ahí que podemos encontrar el pensamiento mesoamericano vivo en los discursos ceremoniales, narrativas profundas y plegarias religiosas de hoy. Carmen Cordero Avendaño de Durand realizó una investigación sobre la cultura chatina actual y explica en la introducción a su libro Stina JO ´O Kucha-El Santo Padre Sol (1986) lo siguiente:

“Al adentrarme en el conocimiento del derecho consuetudinario chatino, me dí cuenta que utilizaban un sistema similar, en el fondo, al de todos los grupos indígenas...Al mismo tiempo, me encontré atraída por sus ceremonias y rituales tanto de la vida cotidiana y cívica, como de la religiosa, porque através de ellos resulta más accesible el estudio de sus costumbres, se puede apreciar gran parte de su realidad social y religiosa, la originalidad de su cultura se presenta como un hecho contundente, ya que a pesar de la influencia ejercida por la cultura europea, ha prevalecido gran parte de sus creencias. Por lo anterior mi trabajo evolucionó hacia los diferentes aspectos de lo que considero las facetas del alma chatina,

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preceptos, esas reglas de conducta que los hacen definirse como un grupo original, como chatinos, para poder hacer frente a la sociedad que los domina, esa lucha que para ellos es sin fin como lo dice el anciano: ....’el que nos sucede va a seguir haciendo lo mismo, no debe hacer interrupción, esa es la fuerza, no deben detenerse siempre debe hacer una continuidad, para que siga viva la costumbre, la creencia. Ustedes Señores son los conservadores de ellas’.”(Cordero 1986: 13).

Estas investigaciones y planteamientos dan pie a diversos cuestionamientos y consideraciones que quisiera desarrollar aquí con respecto al paisaje ritual, o mejor dicho al espacio sagrado mesoamericano. Mi pregunta principal enfoca la posible conexión del simbolismo religioso con observaciones y planeaciones geométricas, de las cuales podemos encontrar indicaciones sugerentes hasta hoy día en las orientaciones y posiciones de los edificios ceremoniales.

El paisaje de Oaxaca

Para adentrarnos en el paisaje mesoamericano, debemos resumir y recordar los datos más importantes al respecto (que tomo de García Mendoza, Ordoñez y Briones-Salas 2004).

Mesoamerica se extiende desde el trópico de Cáncer, hacia la frontera con Colombia como una cadena de cerros de poca elevación que a medida que avanza hacia el sur, sus alturas se elevan cada vez más, lo que pone de manifiesto la gran actividad geológica. El punto más sobresaliente de toda esta actividad geológica y más cercana al centro de Mesoamérica es el eje de las mayores elevaciones del país, como el Pico de Orizaba o Citlaltépetl (5.610 m), el Popocatépetl (5.462 m), la Iztaccíhuatl (5.286 m), el Nevado de Toluca (4.690 m), La Malinche (4.461 m) y el Nevado de Colima (4.340 m). Este delimita numerosos valles de tierras altas, entre ellos los de Toluca, México y el Cholula Tlaxcalteca (Poblano-Tlaxcalteca). Todos estos volcanes y montañas son de gran trascendencia en el pensamiento filosófico Mesoamericano.

Al sur de las serranías transversales se encuentra la fértil región del Bajío y numerosos valles de tierra fría o templada, como la Meseta Tarasca, los valles de Toluca, México, y el de Cholula (hoy conocido como Poblano-Tlaxcalteca) – lugares de los más importantes asentamientos de la civilización mesoamericana.

Al sur del Eje Neovolcánico rodeada por altas montañas que dificultan su comunicación se localiza la región más baja de todo el país conocida como Depresión del Balsas, esta corresponde al cauce medio del río Balsas- Atoyac, las prolongaciones al sureste de la sierra Madre Oriental son conocidas como Sierra Madre de Oaxaca o de Juárez, que concluye con la Sierra Madre del sur en el istmo de Tehuantepec. Al oriente de ella se encuentran la Sierra Madre de Chiapas y las serranías del Soconusco, que enmarcan la Mesa Central de Chiapas, una zona de unos 1200 msnm de clima frío en plena zona tropical. La Sierra Madre de Chiapas tiene su pico culminante en el volcán Tacaná, a 4117msnm, en la frontera Chiapaneca con Guatemala, ya en lo que hoy conocemos como Centroamérica. Esta región contiene varios niveles montañosos unidos a las estructuras de América del Norte y de América del Sur, y por estar dominado por dos sistemas geológicos, es uno de los grandes ejes volcánicos de la Tierra. Cuenta con unos 60 volcanes en el

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interior (casi todos apagados) y 31 sobre la costa del océano Pacífico (la mayoría activos); y algunos se elevan a más de 4.000 msnm. La superficie terrestre asciende abruptamente desde la región costera del océano Pacífico a las crestas de las montañas, y desciende gradualmente en la región que se extiende a lo largo del mar Caribe, su corteza terrestre es especialmente inestable, ya que se encuentra en el borde occidental de la placa tectónica del Caribe. La subducción de la corteza oceánica de este borde, que empezó de acuerdo con los investigadores hace aproximadamente unos 25 millones de años, elevó la tierra desde el mar.

El Nudo Mixteco es donde se unen la Sierra madre Oriental y la Sierra Madre occidental, también es el lugar donde nacen los ríos Papaloapan y Balsas, los ríos de México se agrupan en tres vertientes. La vertiente del Pacífico, la del Golfo y la vertiente interior, la mayor parte de ellos tienen poco caudal, y casi ninguno es navegable.

México alberga numerosos lagos y lagunas en su territorio siendo uno de los 18 países megadiversos del mundo. Con alrededor de 200,000 especies diferentes, México es hogar de 10–

12% de la biodiversidad mundial. México califica primer lugar en biodiversidad de reptiles con 707 especies conocidas, segundo en mamíferos con 438 especies, cuarto en anfibios con 290 especies, y cuarto en flora, con 26,000 diferentes especies. México es también considerado el segundo país en el mundo en ecosistemas y el cuarto en total de especies, esta gran biodiversidad en su mayoría la encontramos en el territorio que conforma el actual estado de Oaxaca que está de cierta manera, directamente relacionado con su fisiografía y con la composición de su sustrato; estos, a su vez, han sido originados por una evolución geológica compleja que registra más de mil millones de años de historia.

Particularmente la región de la Mixteca, al igual que América Central, es una de las zonas más biodiversas del mundo. Principalmente se encuentran: venados, jaguares, pumas, colibríes, torogozes, quetzales, zopilotes, tapires, guacamayas, vibóras de cascabel, etc., fauna representada en el arte visual y en los documentos antiguos.

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Oaxaca es uno de los estados de la república mexicana con mayor variedad geológica. En sus montañas y valles se pueden observar los diferentes tipos de roca que forman su sustrato. La naturaleza de estas rocas, su composición y el tipo de fósiles que contienen son piezas clave para la reconstrucción de la geografía del planeta en el pasado.

Las rocas más antiguas del estado de Oaxaca son rocas metamórficas precámbricas, que actualmente forman una gran porción de la región nórtica y céntrica. Estas fueron originadas de una zona de colisión continental que ensambó el super-continente Rodinea hace 900 millones de años. Las evidencias sugieren que durante un periodo prolongado estas rocas se encontraban en Sudamérica, hasta que en el paleozoico tardío fueron transferidas a Norteamérica por otro evento de choque entre continentes. En el paleozoico medio se forman las rocas metamórficas en la región occidental del estado. A partir del paleozoico tardío y durante la mayor parte del mesozoico se sucedieron en el territorio oaxaqueño al menos tres periodos alternados de invasión del mar y de emersión de las tierras, con erosión y formación de rocas continentales. Su paleogeografía sufrió cambios importantes en el jurasico, cuando la región oriental y el istmo fueron desplazados a su posición actual ya que se encontraban a mayores latitudes. Al final del mesozoico y principios del cenozoico, un evento de deformación cambia radicalmente el paisaje:

los mares se retiran permanentemente y en su lugar queda uno formado por montañas y valles aunque existen relictos de este paisaje. La mayoría de los elementos fisiográficos que observamos actualmente fueron originados por la actividad volcánica y la formación de montañas asociadas al movimiento de grandes fallas, ocurridos en los últimos 65 millones de años.

IMAGEN 2a. Panteón Mesoamericano en la región de Yucuhiti - Nuyoo

Hasta la fecha, en Oaxaca se han descubierto seis terrenos tecto-estratigráficos. Los terrenos Oaxaca o Zapoteca y Maya contienen las rocas más antiguas del estado. Sus rocas originalmente se encontraban distribuidas en una configuración geográfica distinta, formando el bloque Oaxaquia, un micro continente que probablemente existió durante el precámbrico y el paleozoico, ya que fue fragmentado durante el mesozoico.

El territorio mixteco es formado por rocas oceánicas que quedaron atrapas en una zona de choque entre continentes; el terreno Juchatengo, también originado por rocas del fondo oceánico, y los terrenos Juárez (también conocido como Cuicateco) y Xolapa, constituido por rocas mesozoicas, y tal vez paleozoica, que quedaron atrapadas en zonas de desplazamiento lateral de

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grandes bloques.

Aparentemente es en los últimos 65 millones de años cuando se moldea el paisaje de Oaxaca como lo conocemos hoy. Hay dos procesos principales que seguramente originaron la fisiografía que se observa actualmente:

1) La emisión de grandes volúmenes de lava que dieron lugar a montañas de origen volcánico, 2) Formación de montañas y valles debido al movimiento de grandes fallas regionales.

Las montañas que se formaron después de la Orogenia Larámide fueron erosionadas hasta quedar a poca elevación con respecto al nivel del mar. En el Eoceno-Oligoceno (56-23 Ma), en el estado existieron grandes extensiones cubiertas de los productos de un magmatismo activo; en ellas se formaron probablemente edificios volcánicos, domos y derrames en forma de mesetas que cerraron el drenaje dando lugar a la formación de lagos.

Restos de estas rocas se encuentran en la región de Huajuapan-Tamazulapan, Yanhuitlán- Nochixtlán y los valles centrales.

IMAGEN 2b. Restos marinos fósilizados sobre la roca en la Estancia Oax.

Existen una gran cantidad de evidencias geológicas que muestran que los continentes se han movido y han cambiado de forma en el pasado. Para saber cuál era la posición geográfica de los continentes en el pasado, los geólogos se basan en una serie de pruebas obtenidas de una serie de rocas y fósiles. En el caso de Oaxaca, han estudiado dichas rocas fósiles para reconstruir su evolución geográfica a lo largo de más de mil millones de años de historia natural.

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desempeña un papel muy importante en la reconstrucción de la historia de la diversidad biológica actual, en la evolución de la fisiografía y de los cambios climáticos; estudios que podrían arrojar datos interesantes y que permanecen abiertos se relacionan con entender y modelar la interacción de la geología, el suelo, la biosfera y la atmósfera del estado con la diversidad cultural. Por ejemplo, la Sierra Mazateca y la Sierra Madre del Sur, que fueron originadas por grandes fallas representan barreras orográficas, que dan lugar a la diversidad de climas actuales, que van de húmedos en sus vertientes costeras a árido en la zona central y oriental del estado generando una respuesta cultural específica.

IMAGEN 3a. Panteón mesoamericano en Santiago Apoala Oax.

La composición mineralógica de las rocas desempeña un papel muy importante en el origen y composición de los suelos, y es un factor determinante en el tipo de flora, fauna y cultura que se desarrolla sobre ellas, por lo cual es recomendable considerar la geología y ecología muy rica y diversa a partir de las cuales nace el panteón mesoamericano y las montañas sagradas que encontramos referidas en códices y lienzos e incluso en las Relaciones Geográficas de Oaxaca (Acuña 1984), donde los frailes las señalan como "lugares embrujados". (IMAGEN 1)

IMAGEN 3b. Cerro del Catrín en San Jerónimo Otla Oax.

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Todos los datos anteriores nos permiten comprender la influencia del contexto geográfico en el desarrollo de la civilización mesoamericana. Arriba vienen citados de acuerdo con el paradigma de la geología moderna. Para los mesoamericanos los elementos de este espacio natural eran – y son – seres vivos de enormes fuerzas, deidades que nos permiten vivir.

IMAGEN 4. Yucucuy en el Lienzo de Otla – Yucucuy en el Lienzo de Tlapiltepec – Yucucuy en el Lienzo de Nativitas

Pero las antiguas civilizaciones de México, no eran meros adoradores de la lluvia y de los montes sólo por obtener buenas cosechas ni generaron su pensamiento y religión (con sus calendarios agrícola y ritual) sólo por temor a lo que no entendían, preocupados por la fertilidad de la tierra.

Observadores muy precisos de su contorno natural, desarrollaron un concepto del mundo a partir del profundo conocimiento de la biodiversidad que los rodeaba, es decir conocían la flora y la fauna así como de minerales y de las montañas que conformaban parte de su contexto natural.

Esto les llevó a interpretar lo que pasaba en la bóveda celeste y en la Madre Tierra en términos de números y ciclos calendáricos. Así descubrieron la astronomía y la geometría que es la forma más concreta y sin embargo más abstracta de razonamiento, que rige el movimiento de los astros y las estaciones, y que se observa en las formas geométricas cuadradas, triangulares y circulares así como en las proporciones y la armonía, al igual que el crecimiento se expresa mediante la repetición de patrones, es decir la repetición de las mismas proporciones.

Todo esto resultó en un conocimiento matemático, geométrico, astronómico, arquitectónico y urbano. Las partes de un todo ni siquiera necesitan estar en la misma proporción, sino que pueden ser un armónico de dicha proporción. Estas proporciones están regidas por la proporción áurea, que aparece una y otra vez en las obras de las antiguas civilizaciones de México, así como en el crecimiento de los seres vivos como la víbora de cascabel, es por eso que en Mesoamérica la geometría es sagrada como la de los seres vivos. (IMAGEN 5)

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Estos enormes procesos de formación durante millones de años - la emisión de grandes volúmenes de lava que dio lugar a montañas de origen volcánico y la formación de montañas y valles debido al movimiento de grandes fallas regionales – se reflejan en el carácter del Panteón Mesoamericano, y generan conceptos como el Lugar donde moran los ancestros, el camino de los ancestros; pero ¿quiénes son los ancestros?

La causa primera de nuestro planeta nos remonta al tiempo de las erupciones volcánicas que fueron estructurando la arquitectura continental que la tierra presenta en la actualidad. Los volcanes arrojan chispas ardiendo y fuego que forma ríos de lava al rojo vivo. Las chispas son representadas por las abispas o luciérnagas. La lava llega a cubrir kilómetros a su alrededor, conforma grandes bancos de piedra volcánica de diferentes tamaños - al enfriarse muchas de ellas presentan formas de apariencia estriada o rugosa, y se convierten en espacios sagrados, lugares donde la piedra volcánica es la manifestación de la Madre Tierra, lugares que fueron dedicados a los dioses. De estos procesos nace el panteón mesoamericano, que también es la representación más antigua de nuestros ancestros. Por eso los antiguos mexicanos construyeron templos en honor a Huehueteotl, "Dios viejo", el Dios del Fuego. Por las características que presenta Huehueteotl lo entendemos como la divina fuerza del origen, que simboliza al Santo Padre Sol y las Sagradas Montañas. Como en el caso de muchas otras deidades mesoamericanas encontramos en su carácter e imagen aspectos duales, que permiten verlo como masculino y femenino a la vez. Esta característica dual la comparte, por ejemplo, con otro ser primordial: el Ñuhu o Espíritu de la Tierra en la religión mixteca, que hasta hoy es invocado como "San Cristobal, Santa Cristina, Santo Lugar".

Existe una serie de antiguas obras de arte en que Huehueteotl es representado por la imagen de un personaje con el rostro arrugado, como una de las tantas formas que adquiere la lava al solidificarse. En una estatua de Cerro de las Mesas, que data de la época clásica, lo vemos sentado con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas en actitud de sapienza y experiencia. (IMAGEN 6a)

A la altura del ombligo presenta un anillo rodeando la parte media del cuerpo como significando el cuerpo de una mujer cuando ha dado a luz y los pechos de una mujer de edad que amamantó a sus hijos. (IMAGEN 6b)

En ambos lóbulos de las orejas tiene un arete con forma circular en bajo relieve rodeando una parte plana pintada con un color más claro y al centro un punto pintado con un color igual al bajo relieve que lo enmarca, sobre la frente carga un rectángulo dividido en cuatro partes en bajo relieve en cuyo centro tiene un pequeño círculo. (IMAGEN 6c)

Sobre la cabeza presenta un volumen circular; la cubierta de la parte baja es plana y en la superior es cóncava, sugiriendo que se trata de la bóveda celeste. Es decorado por una serie de bajo relieves en forma de cruz en cuyo centro tiene un círculo, estas cruces se encuentran delimitadas entre ellas por un par de líneas verticales. Esta cruz como esquema simbólico puede representar las cuatro direcciones, connotando el recorrido del Sol durante las 4 estaciones. Las dos líneas verticales que delimitan cruces iguales nos hacen pensar en el sentido conceptual de la cruz como el espacio sagrado donde moran nuestros ancestros que nos dieron vida, el origen

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mismo del universo convirtiéndose en el principio filosófico que encontramos en los asentamientos sagrados mesoamericanos. (IMAGEN 6d)

Pero esta secuencia de motivos a la vez hace un juego con nuestra percepción, ya que también podemos leerlos como signos que representan una cancha para el juego de pelota (tlachtli) y los círculos intercalados pueden representar pelotas.

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IMAGEN 6b. A la altura del ombligo presenta un anillo rodeando la parte media del cuerpo como significando el cuerpo de una mujer cuando ha dado a luz y los pechos de una mujer de edad que amamantó a sus hijos

IMAGEN 6c. Aretes con forma circular y en la frente presenta un rectángulo dividido en 4 partes en bajo relieve en cuyo centro tiene un pequeño círculo

IMAGEN 6d. Volumen circular; la cubierta de la parte baja es plana y en la superior es cóncava

Analizando el significado de esta deidad tenemos que el fuego destruye pero también provoca que la tierra reverdezca por lo que es dual, es decir el Fuego purifica y el Sol provoca que la tierra sea nuevamente fértil. En el caso de los volcanes después de hacer erupción todas las tierras a su alrededor se vuelven fértiles. Las cuevas y nacimientos de agua podemos considerarlos como lugares sagrados dedicados a nuestra Santa Madre Tierra y nuestro Santo Padre Sol; es decir representa simultáneamente a la vida y el fenecer. Este principio femenino se conoce en lengua náhuatl como Tonantzin (nuestra venerada madre) y Toci (nuestra abuela): es la señora que crea el origen y el principio, provoca temblores. Por eso el movimiento del corazón de la Santa Madre Tierra simboliza el constante movimiento de la vida con el desollamiento de la tierra, sus senos flácidos simbolizan que ha amamantado como la Madre Tierra que es. De ella nacen el Aire, el Agua y el Fuego: Huehueteotl en la advocación de la Madre Tierra y el Santo Padre Sol que son los que propician la vida y el renacer cíclico de todos los seres vivos. Esto es lo que podríamos llamar el panteón primordial mesoamericano.

Con este análisis de las asociaciones simbólicas del Dios Huehueteotl encontramos que el rostro arrugado puede simbolizar el origen, la causa primera de nuestro planeta: nos remonta al tiempo de las erupciones volcánicas que fueron estructurando la arquitectura continental que la tierra presenta en la actualidad. Por eso el personaje es representado como una persona mayor que ostenta todo el conocimiento ancestral sentado con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas.

Esquemas mentales y geométricos: un posible paralelismo con la filosofía griega

Encontramos en tales imágenes formas geométricas y proporciones que nos guían a explorar cómo las civilizaciones antiguas de México pueden haber formado su pensamiento filosófico a través de los paralelismos con la naturaleza ("arquitectura divina") y cómo lo pueden haber expresado en el lenguaje geométrico de la arquitectura. Las imágenes antiguas tienen su significado que se puede leer a través de estudios iconográficos. A la vez son composiciones complejas, en que formas fundamentales se repiten y se relacionan, generando referencias

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"intertextuales" y estructuras de asociaciones, a veces mas allá de sus significados primarios y objetivos. La forma circular de las orejeras de Huehueteotl simplemente es propia de estos artefactos que sirven para embellecer la persona, pero en un nivel de uso sobredeterminado de elementos geométricos, remite a la vez a otras formas circulares, como la del sol o la de la superficie redonda de la tierra, que en este contexto de una figura divina, obtienen una carga religiosa adicional.

Para demostrar las posibles implicaciones filosóficas del uso simbólico de la geometría quiero referirme a un ejemplo del antiguo mundo griego. Un texto fundamental para la historia de la arquitectura es el diálogo Timeo o de la naturaleza, del filósofo griego Platón.2 No pretendo ser especialista pero encuentro en este texto una gran inspiración, ya que nos permite relacionar cosmología, filosofía y arquitectura de una manera profunda a través de una doctrina acerca de las relaciones espaciales. La herencia tangible e intangible de Mesoamérica sugiere que en esta parte del mundo igualmente se estableció tal interrelación como base de la arquitectura. Se trata de una materia compleja, cuya aplicación en el contexto mesoamericano es novedosa, por lo que me veo obligado a reproducir gran parte de la clásica síntesis de Miguez (1966).

“El Timeo comienza por afirmarnos escuetamente que el Mundo necesita explicarse por una dualidad: el Mundo visible ha de estar hecho, forzosamente, sobre un modelo. Ahora bien:

es posible concebir dos modelos opuestos. Uno, el que siempre ES, jamás deviene; otro, el que nunca ES, siempre nace y deviene, sin cesar...” (Miguez 1966:1110).

En Mesoamérica se explica un principio similar en términos de varias dualidades: el señor del brillo solar y la señora del brillo del Fuego, nuestra madre y nuestro padre, abstracción conceptual donde se sintetizan la creación y el fenecer, el transcurrir del tiempo.

“En efecto, como veremos, las dos esencias de la formación del Alma del Mundo, la que es y no deviene, la que deviene y no es, se convierten en partes integrantes del Alma del Mundo...” (Miguez 1966:1110).

“El Viviente en sí se nos dice que abarca las esencias eternas de todos los vivientes... Por su parte, también el Devenir viene a ser como un sistema, si bien incoherente e imperfecto. A él se le aplicará la acción ordenadora del Demiurgo...” (Miguez 1966:1110).

El término ‘Demiurgo’ se usa para referir a un principio que se invoca como causa creadora del mundo, a una divinidad artesana que crea el mundo a semejanza de la realidad ideal y utilizando una materia informe y resistente que Platón denomina “la madre del mundo”. La obra creadora del Demiurgo no reviste los principios constitutivos de la naturaleza misma, pero los presupone.

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de la traza urbana de centros ceremoniales mesoamericanos como por ejemplo la ciudad de Teotihuacan como veremos más adelante.

Seguimos citando el comentario de Miguez en su edición de la obra de Platón (1966).

“Platón continua diciendo, el Alma del Mundo se compone de dos esencias: una, indivisible y siempre idéntica; otra, divisible y corporal. El Demiurgo, a partir de ellas dos, hace una tercera esencia mixta, que participa de lo indivisible y de lo divisible. Y luego hace aún una cuarta esencia, mezcla de las tres anteriores. Con esta hace el Alma del Mundo...” (Miguez 1966: 1112). (IMAGEN 7)

“Cuando el Demiurgo, tiene ya en sus manos la cuarta sustancia, puede ya proceder a la construcción del Alma del Mundo. Con esto pasamos de la metafísica... a una exposición cosmogónica de una rigurosa precisión...” (Miguez 1966: 1112).

IMAGEN 7. Fuego, Agua, Aire, Tierra, cuatro sustancias que proceden a la construcción del alma del mundo

“Constituida ya el Alma del Mundo, el Demiurgo atiende a la construcción de la esfera celeste...Tomo para ello la composición de lo mismo y lo otro, se puso a formar una realidad visible y concreta, la bóveda del Cielo. Así, Platón trata separadamente de las leyes matemáticas que rigen el movimiento de los astros y de esos mismos astros. Esta audacia expresa más que otra cosa la confianza absoluta que tiene Platón en el poder de las Ideas.

Con su mezcla de lo Mismo y lo Otro, dividido según las leyes matemáticas y armónicas, el Demiurgo formo dos tiras o fajas, que cruzó una sobre otra como los dos palos de la letra x.

Una de la tiras queda necesariamente fuera y otra adentro. Curvó luego esas dos tiras de manera que sus extremos se tocaran en el lado opuesto al de su intersección, con lo que obtuvo dos círculos concéntricos. Ahora bien: se ha observado antes en el mismo diálogo que la composición de la mezcla no era totalmente homogénea... Según el Timeo, el universo es exactamente esférico y en su centro se halla en estado de reposo la Tierra...Platón no solamente afirma enérgicamente la esfericidad del Mundo en su conjunto, sino que admite implícitamente que la misma Tierra imita la figura del Todo, en cuyo centro se encuentra. Aristóteles, por su parte, en el Del Cielo, se inspira

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constantemente en las conclusiones del Timeo...” (Miguez 1966: 1113).

En toda esta explicación del origen y formación del universo no se ha hablado de la materia y el espacio. Platón continúa sus razonamientos abstractos:

“se enfrenta Platón con el problema de la naturaleza del lugar a propósito de la naturaleza de los elementos y, más generalmente, a propósito de los efectos o consecuencias de la necesidad. La existencia de los elementos va a darnos cuenta de las particularidades de la percepción. La existencia de la necesidad va a explicar la presencia, lógicamente incomprensible, del lugar...” (Miguez 1966:1114).

“Platón ha introducido en estos momentos un nuevo concepto: el de la necesidad... Desde un punto de vista lógico, la idea de lo Otro, expresión de lo necesario, garantiza a la vez la separación y trabazón de los géneros, mientras que, desde el punto de vista físico, la naturaleza del lugar va a permitir la distinción de los objetos y sus alteraciones en un mismo sitio... La demostración de la existencia del lugar no puede ser lógica, puesto que se trata de una esencia a la que se une un ser percibido por los sentidos; y no puede tampoco deducirse de la experiencia, la cual, aún cuando tuviera autoridad para Platón, no podrá nunca revelarnos el lugar en sí mismo... al razonar acerca del lugar nunca llegamos a formular con claridad nuestro pensamiento. La premisa mayor en nuestro razonamiento es que todo está en un lugar, o que fuera del Cielo no hay nada... La consecuencia a que finalmente llega Platón es la de que no podemos representarnos el lugar sin recurrir a la metáfora. Son muchas las expresiones que ha empleado Platón para designar lo mismo. Y muchas de ellas bien ambiguas por cierto. <<Aquello en que las cosas aparecen>>, << aquello sobre lo que>> se manifiestan, el <<receptáculo>> , la <<matriz>>, la <<madre>>, la <<nodriza>>:

estas frases nos hacen pensar en el espacio que recibe y contiene las cosas...” (Miguez 1966: 1114).

En Mesoamérica Nuestra Abuela (Toci) de senos flácidos, la Diosa de las viejas enaguas, Cihuacoatl (“Mujer Serpiente”) que es la Vía Láctea, y Coatlicue (“La de la falda de serpientes”) que es la superficie terrestre, sintetizan las fuerzas del espacio celeste y de la Tierra.

Como indica Miguez, la filosofía de Platón acerca de los elementos, expresado en el Timeo, se puede sintetizar en fórmulas que se pueden representar gráficamente en forma de dibujos esquemáticos. Los elementos contienen algo que tiene su origen en la necesidad, y la presencia de esta realidad necesaria es la que explica que los elementos se transformen unos en otros.

(IMAGEN 8)

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Los primeros elementos son el fuego y la tierra. Estos dos constituyen como dos extremos, y el Demiurgo va a proceder primero a enlazarlos entre sí. Ahora bien: el lazo más fuerte para unirlos es el que resulta de la media geométrica, es decir de una proporción continua, de manera que la relación que une el primer término con el término medio sea la misma que una el término medio con el otro extremo. En otras palabras, siendo F el fuego y T la tierra, que F/x = x/T, de donde FT = X2. o con terminología geométrica: x es el lado de un cuadrado y F y T son los lados de un rectángulo equivalente. (IMAGEN 9a)

IMAGEN 9a

Sin embargo, dice Platón, si bien para unir dos planos es suficiente un solo término medio, para unir dos sólidos se necesitan dos términos medios. Dejando de lado las dificultades que entraña esta afirmación, el hecho es que estos dos términos medios que hay que obtener, como consecuencia de este artificio matemático, son el aire y el agua, de tal forma que la proporción continua venga a ser F/ Ai = Ai/Ag = Ag/T. (IMAGEN 9b)

IMAGEN 9b

Por otra parte, puesto que los elementos son sólidos y poseen por ello una tercera dimensión, la profundidad, esos cuerpos elementales han de estar limitados por planos. Ahora bien: todo plano esta constituido por triángulos o se resuelve en triángulos - ¡Platón aplica aquí el principio de la medición práctica de superficies! -.Todos los triángulos, a su vez, tienen su origen en dos tipos,

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que poseen ambos un ángulo recto y dos agudos, y uno tiene sus catetos iguales, mientras que el otro los tiene desiguales.

El primero, isósceles, no admite ninguna variedad y es idéntico a sí mismo. (IMAGEN 9c)

IMAGEN 9c

En el segundo son posibles muchas variedades: es el triangulo escaleno. Platón lo escoge así: un triangulo rectángulo escaleno, cuyo cateto menor sea igual a la mitad de la hipotenusa. (Fig. E) De esta forma, uniéndolos por su cateto mayor a otro triangulo igual, obtendremos una tercera especie de triangulo, el triangulo equilátero. (Fig. F)

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“En el Demiurgo existe el orden del Mundo como realidad lógica; pero el Demiurgo piensa el Mundo porque contempla las Ideas y de esta forma el verdadero ejemplar son estas, un cosmos noético que es una realidad en sí. Y el Demiurgo es el que enlaza entonces los dos mundos opuestos...” (Miguez 1966: 1121).

“La bondad del Demiurgo viene a ser así uno de los principios metafísicos del mundo... El Demiurgo da una finalidad al mundo sensible: el asemejarse lo más posible al mundo inteligible. Engendrado aquel por una necesidad moral, porque el Demiurgo es esencialmente Bueno, el orden moral no es ya nada accidental al cosmos, sino su sustancia y su principio...” (Miguez 1966: 1122).

“El Demiurgo da las formas en cierto orden, y refleja en la formación del cosmos aquel sistema orgánico que es el contenido de su Mente. Esta organicidad de las formas la expresa o <<simboliza>> Platón en términos matemáticos y relaciones numéricas, de forma que el mundo quede ordenado según unas proporciones armónicas. Las formas se reflejan no solo como tales, sino también con su orden y proporciones: el cosmos sensible es un todo orgánico, como lo es el pensamiento del Demiurgo y lo es el cosmos noético...” (Miguez 1966: 1121).

Las civilizaciones mesoamericanas expresan con la estética de la arquitectura, la escultura, la pintura mural, la pictografía de los códices en términos geométricos, matemáticos y relaciones numéricas, el orden del mundo según las proporciones armónicas; es decir la organicidad de las formas con la que reflejan la formación del cosmos entendido este como el universo concebido como un todo armonioso y ordenado, opuesto al caos. Es decir con lo que hoy reconocemos como expresión artística (el lenguaje del arte), reflejan la formación del cosmos.

En el desarrollo de la filosofía griega desde sus orígenes hasta Platón, encontramos que este último vinculado a la persona de Sócrates y al pensamiento de los filósofos presocráticos culmina y supera a sus antecesores.

El diálogo Timeo es una de las obras más significativas de Platón:

“Aristóteles, que lo cita a menudo, lo considera una de las más fieles y completas

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expresiones del modo de pensar platónico……alejandrinos y eclécticos le tributan un culto y veneración particulares….. No disminuye en nada este interés con el paso de la civilización antigua a la cristiana medieval. Sabios cristianos, árabes y judíos veneran este texto casi lo mismo que sus libros canónicos. Los autores medievales aluden constantemente al Timeo, que conocieron en la traducción latina de Calcidio, del siglo VI. Una de las escuelas más personales del medievo, la escuela de Chartres, intenta conciliar la cosmogonía del Timeo con los textos del Génesis que hablan de la creación. En las bibliotecas de los clérigos se hallan juntas la versión latina del Timeo, las categorías de Aristóteles y las obras del Seudo- Dionisio Areopagita. Esa influencia del Timeo llega ininterrumpidamente hasta el siglo XVII. Filólogos, matemáticos, astrónomos, se esfuerzan inútilmente por llegar a penetrar lo misterioso del Alma del Mundo.

Así, cuando la erudición y el estudio del siglo XIX se enfrentan con el Timeo, se encuentra ante un vasto conjunto de tradiciones, que remonta a través de numerosos intermediarios hasta la misma escuela de Platón” (op. cit.).

Como podemos ver en el caso de Platón tenemos un texto explícito sobre las consideraciones filosóficas del espacio y por lo tanto de la posible aplicación en la arquitectura; en Mesoamérica por la destrucción que causaron los invasores (bibliotecas enteras quemadas etc.) solamente tenemos los testigos en el espacio sagrado mismo (contexto natural), en la arquitectura, la escultura, la pintura mural, la pictografía de los códices entre otros, pero estos testigos son tan elocuentes y trascienden en el tiempo de modo que nos permiten reconstruir una parte importante de la filosofía que generó Mesoamérica como explicaremos en seguida.

Espacio Sagrado

La arqueología del espacio sagrado consiste en entender el contexto natural en el que se encuentra inmersa la arquitectura sagrada mesoamericana como parte del todo armónico que postula su pensamiento filosófico. Para analizar la arquitectura, el paisaje y el espacio sagrado de Mesoamérica debemos entender la relación entre los siguientes términos: espacio sagrado, forma, conocimiento, filosofía, religión, concepto, expresión y arquitectura.

Lo que es totalmente cierto permanece fijo, eterno e inmodificable; por lo tanto está allí en el espacio (que no admite generación ni destrucción y que es la sede de todo lo que se genera como plantea Platón en su diálogo Timeo). El pensamiento mesoamericano reconoce la misma idea y la sitúa en sus montañas, en su paisaje, en su arquitectura divina.

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IMAGEN 10. Espacio sagrado en Santiago Apoala, Oax.

En el caso de esta investigación son importantes las siguientes dimensiones:

a) Psicología: las montañas son entes vivos; los cerros sagrados son puntos de orientación religiosa y psicológica – como tal guiaron a los arquitectos y a la gente en general.

b) Concepto de organización social: las montañas como entes vivos dan las pautas y los modelos para la organización de los asentamientos humanos, conectando las comunidades fundadas con el origen del mundo.

c) Expresión formal en un lenguaje geométrico que refleja la cosmovisión. Aquí está más involucrada la razón que la experiencia sensorial: por ello aparecen las percepciones intelectuales ciertas, universales, como referencias a las formas o sustancias eternas que constituyen el mundo.

Por lo mismo podemos jugar con los paralelismos del mundo mesoamericano y el resto del mundo. La esencia misma del pensamiento mesoamericano se visualiza como una estructura espacio-temporal, definido y plasmado en términos geométricos que a la vez sirven para organizar las relaciones del hombre y la naturaleza.

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IMAGEN 11a. Panorámica de la zona arqueológica de Monte Alban

Propongo que la interpretación humana del espacio tiene un fondo geométrico que permite comparar la filosofía de Platón con el lenguaje de las fuentes primarias como la arquitectura, códices, espacio sagrado lienzos, etc. Esta comparación genera el método de la hermenéutica geométrica.

Las mismas medidas y proporciones nos remiten a un espacio cargado de sentido religioso y filosófico. Esto implica, como dice Mircea Eliade en su obra Tratado de Historia de las Religiones, una toma de consciencia de la existencia de lo sagrado cuando este se manifiesta a través de los objetos de nuestro cosmos habitual.

“Ciertas experiencias religiosas superiores identifican lo sagrado con el universo entero. Para muchos místicos, la integralidad del cosmos constituye una hierofanía -del griego hieros = sagrado y faneia = manifestar-, es decir es el acto de manifestación de lo sagrado. Las hierofanías sacralizan el cosmos; los ritos sacralizan la vida. Esta sacralización puede obtenerse por la transformación de la vida en un ritual….El hambre, la sed, la continencia son en el hombre (lo que es) la consagración (en el sacrificio), diksha... La mortificación (tapas), la limosna, la honestidad, el respeto de la vida (ahimsá) y de la verdad son en él las donaciones (hechas a los sacerdotes oficiantes)... el ideal del hombre religioso es

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lo divino. En términos mesoamericanos son tierras de los nahuales - de los "animales compañeros" que son alter ego de los humanos y que permiten la experiencia visionaria y la colaboración del ser humano con las fuerzas divinas del universo. Particularmente relevantes son obviamente los lugares de origen, los lugares de la Santa Madre Tierra y del Santo Padre Sol (dadores de vida), las cumbres de los cerros, las cuevas y manantiales (casas de Agua o de Lluvia, casas de Aire), los lugares donde moran los ancestros difuntos, los volcanes que demuestran la actividad de Huehueteotl. Es lógico que en el trazo de la arquitectura humana de ciudades y centros ceremoniales se buscaba la orientación hasta tales puntos de la "arquitectura divina", generando líneas visuales, que hasta hoy son observados por los habitantes cuando dicen de un cerro (con zona arqueológica) que "se comunica" con otro.

IMAGEN 11b. San Miguel Achiutla

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IMAGEN 11c. San Mateo Macuilxochitl

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IMAGEN 11e. Zona arqueológica de Cuicuilco (panoramio.com)

Aplicación heurística del Demiurgo en el análisis del espacio mesoamericano

Presentamos seis ejemplos de una posible aplicación del demiurgo: en Teotihuacan, Achiutla, Otla, Macuilxochitl, Yucuhiti-Nuyoo y Cuicuilco. Al ser repetitiva la explicación del demiurgo en estos asentamientos mesoamericanos, solo explicaremos la aplicación de esta en Teotihuacan y en las demás solo haremos el trazo geométrico.

Aplicando la teoría platónica sobre la formación y constitución de los elementos en la Ciudad Sagrada de Teotihuacan encontré que los arquitectos teotihuacanos parecen haber seguido principios del trazo urbano-arquitectónico en paralelo con lo que Platón explica en el Timeo.

Hago hincapié en que cuando presento aquí los resultados de ese ejercicio, obviamente no quiero implicar que los mesoamericanos conocieron la teoría platónica, pero pienso que la observación de relaciones espaciales de este tipo nos puede servir como un método heurístico para descubrir que los antiguos filósofos, arquitectos y planeadores de asentamientos humanos pudieron haber aplicado alguna doctrina geométrica que tuvo un grado de sistematización similar. En otras palabras, considero que el modelo del demiurgo de Platón nos permite observar regularidades significativas en los vestigios arqueológicos, sugerentes de proyectos urbano-arquitectónicos planeados de acuerdo a ideas filosóficas y experiencias religiosas.

A partir del Cerro Gordo –que es un volcán- (Platón: Fuego - un extremo), se genera un eje visual sobre el plano (valle de Teotihuacan), que al cruzarse con el eje cardinal Norte-Sur les permite ubicar al Templo del Sol. De la misma manera sobre el mismo valle, si seguimos la directriz del eje cardinal Norte-Sur, encontramos que se cruza con el eje visual que se genera a

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partir del punto intermedio entre los cerros Chiconquiaco y Tlaltzincan / Tlatzincan / Tlaxincan3 (que en el planteamiento que hace Platón equivale a la Tierra-otro extremo): allí ubican el Templo de la Luna. Este eje visual es lo que hoy conocemos como la calzada de los muertos que bien podría renombrarse como la calzada de los ancestros. De esta manera como plantea Platón:

“Estos dos constituyen como dos extremos, y el Demiurgo va a proceder primero a enlazarlos entre sí”. (plano1)

Plano 1

Ahora bien, siguiendo los preceptos del filósofo griego: “el lazo más fuerte para unirlos es el que resulta de la media geométrica [en el caso que nos ocupa sería el Templo de Quetzalcoatl], es decir de una proporción continua, de manera que la relación que une el primer término [el Volcán Cerro Gordo que equivale al elemento Fuego], con el término medio [Templo de Quetzalcoatl], sea la misma que una el término medio [Templo de Quetzalcoatl], con el otro

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Chiconquiaco y el Cerro Tlatzincan], que F/x = x/T, de donde FT = X2. o con terminología geométrica: x es el lado de un cuadrado y F y T son los lados de un rectángulo equivalente”

(plano 2). En resumen tenemos que en Teotihuacan el lazo más fuerte para unirlos que resulta de la media geométrica es el Templo de Quetzalcoatl.

Seguimos refiriéndonos a la teoría de Platón de acuerdo con el comentario de Miguez en la edición de sus obras:

“Sin embargo, dice Platón, si bien para unir dos planos es suficiente un solo término medio, para unir dos sólidos se necesitan dos términos medios. Dejando de lado las dificultades que entraña esta afirmación, el hecho es que estos dos términos medios que hay que obtener, como consecuencia de este artificio matemático, son el aire y el agua, de tal forma que la proporción continua venga a ser F/ Ai=Ai/Ag=Ag/T -. Por otra parte, puesto que los elementos son sólidos y poseen por ello una tercera dimensión, la profundidad, esos cuerpos elementales han de estar limitados por planos”. (cf. plano 3)

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Siguiendo este planteamiento encontramos que Quetzalcoatl simboliza el aire, el agua y el inframundo como tercera dimensión a la que hace alusión Platón, o sea la profundidad. Es importante señalar que el Templo de Quetzalcoatl presenta en sus tableros una decoración con dos motivos diferentes de serpientes, una de ellas emplumada y representada en el agua en la que se ven conchas y caracoles además de la representación de Tláloc que interpreto como símbolo de la humedad que hay bajo la superficie de la tierra. (IMAGEN 12)

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IMAGEN 12

Platón continua su planteamiento del Timeo diciendo “Ahora bien: todo plano esta constituido por triángulos o se resuelve en triángulos” ¡Platón aplica aquí el principio de la medición práctica de superficies! (Miguez op. cit.) Todos los triángulos, a su vez, tienen su origen en dos tipos, que poseen ambos un ángulo recto y dos agudos, y uno tiene sus catetos iguales, mientras que el otro los tiene desiguales (cf. plano 4). El primero, isósceles, no admite ninguna variedad y es idéntico a sí mismo. En el segundo son posibles muchas variedades.

Plano 4

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