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ÍNDICE

1 INTRODUCCIÓN ... 2

1.2MÉTODO DE TRABAJO... 5

2 LA HISTORIA DE LA LEYENDA NEGRA ... 6

2.1EL INICIO DE LA LEYENDA NEGRA EN ESPAÑA... 6

2.2LOS ORÍGENES DE LA LEYENDA NEGRA EN HISPANOAMÉRICA... 9

2.3LA CONTROVERSIA ENTRE LOS LASCASISTAS Y LOS ANTILASCASISTAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO VEINTE... 12

2.4LA POSTURA DE LOS HISTORIADORES CONTEMPORÁNEOS RESPECTO A LA LEYENDA NEGRA... 17

3 EL NACIMIENTO DEL HISPANISMO EN HOLANDA ... 24

3.1LA HISTORIA DEL HISPANISMO EN HOLANDA... 24

3.2LOS HISPANISTAS HOLANDESES DURANTE EL PERÍODO DE ENTREGUERRAS... 27

3.3 G.J.GEERS 1891-1965... 28

3.4 J.A. VAN PRAAG 1895-1969... 30

3.5 JOHAN BROUWER 1898-1943... 33

3.6 C.F.A. VAN DAM 1899-1972 ... 37

4 EL ANÁLISIS... 39

4.1 EL ANÁLISIS DE LOS TEXTOS DE BROUWER... 40

4.2 EL ANÁLISIS DE LOS TEXTOS DE GEERS... 66

4.3EL ANÁLISIS DE LOS TEXTOS DE VAN DAM... 80

4.4 EL ANÁLISIS DE LOS TEXTOS DE VAN PRAAG... 85

5 CONCLUSIÓN FINAL... 91

6 BIBLIOGRAFÍA ... 94

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1 Introducción

En el siglo XIX el imperio colonial de España se desintegró paulatinamente ya que las colonias se separaron sucesivamente de la madre patria. La debilitación de la España de aquel entonces, tanto en sentido político como económico, hizo que las críticas difundidas entre los antagonistas del imperio español, desde el siglo XVI hasta siglo XVIII, empezaran a surgir en el debate interno de la propia España. Los españoles examinaron las causas del declive de España. Los liberales atribuyeron la decadencia de España a la intolerancia religiosa que llevó a la expulsión de los judíos y los moros en los siglos XV y XVII, lo que había contribuido a un retroceso económico, social y político. Los católicos reaccionarios, al contrario, opinaron que la influencia negativa de la Ilustración había contribuido en gran medida al declive de España.

Cuando, en 1898 y debido a la derrota aplastante de la armada española contra los Estados Unidos, España perdió sus últimas colonias, Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, el país se vio sumergido en una crisis de identidad. Al dejar de ser una potencia colonial no sólo perdió su prestigio internacional, sino que también le quitó la confianza en sí misma.

Los españoles se dieron cuenta de que España en todos los aspectos estaba atrasada con respecto al rápido desarrollo del resto de Europa. Se preguntaron si, por su carácter nacional, serían aptos para la industrialización y la modernización del país y si España en el fondo era una nación europea. Había respuestas diferentes a estas preguntas: los liberales y los católicos conservadores coincidieron en que era menester la regeneración de la grandeza de la España de antaño, pero discreparon sobre la manera en que tendría que realizarse ésta. Los liberales atribuyeron el proceso de decadencia de España, que según ellos comenzó después del gobierno de los Reyes Católicos, a los monarcas ‘extranjeros’

de la Casa de Austria, a saber, Carlos I y Felipe II y de la Casa de Borbón, a excepción del

monarca ilustrado Carlos III. La gestión represiva de aquellos monarcas en que la Iglesia y

la Inquisición desempeñaron un papel importante, había conducido a un estancamiento del

desarrollo de España. Por eso opinaron que España tendría que poner límite a la influencia

de la Iglesia en la política interior y tratar de relacionarse con Europa. Los católicos

conservadores, convencidos del hecho de que la unidad de la fe había sido la fuente de la

gloria de la España de antaño, consideraron como un medio adecuado para su recuperación

volver a los valores políticos, religiosos y culturales españoles del siglo dieciséis.

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Menéndez Pelayo, el filósofo e historiador decimonónico, se mostró un defensor de la vuelta al glorioso pasado español glorificándolo en su obra.

La confianza en sí misma quebrantada a causa del ‘desastre nacional’ hizo que hubiera españoles, sobre todo entre los católicos conservadores, que estaban obsesionados por la crítica desde el extranjero. Ejemplo de la preocupación por la fama de España en el extranjero fue un concurso, organizado por una revista española prestigiosa, La Ilustración Española y Americana, que invitaba a los participantes a escribir un estudio documentado sobre algún hecho histórico que enfatizara la grandeza de la España de antaño, o bien a refutar algún prejuicio contra España. El ganador del concurso Julíán Juderías, discípulo de Menéndez Pelayo, acuñó en su estudio el término ‘Leyenda Negra’ para designar una (por él supuesta) duradera “crítica negativa sistemática, feroz y unánime, intencionadamente destructiva contra España y los españoles” (García Cárcel, 1998: 14).

El éxito que tuvo su obra (una amplificación del estudio premiado) en España, muestra que una parte considerable de los españoles compartió su idea respecto a la visión de España desde el extranjero. Ésta consiste en los llamados ‘defensores de la Leyenda Negra’

1

, o sea, los que están plenamente convencidos de la existencia de una ‘leyenda’ negativa sobre España y que, como ya indica el empleo del término ‘leyenda’, la califican de falsa y la impugnan. Son los que generalmente rechazan cualquier crítica contra España o los españoles. Defienden la existencia de la Leyenda Negra pero no su contenido. El otro campo consiste en los que son de la opinión de que hay críticas justificadas contra España y por eso no relacionan la crítica antiespañola con una Leyenda Negra y tampoco creen en su existencia. Este campo acusa a los defensores de la Leyenda Negra de que, cantando alabanzas de España, crean una Leyenda Blanca

2

.

1 En la definición empleada en esta investigación, el término ‘defensor’ se refiere a la forma de la crítica, la

‘leyenda’ y no a su contenido.

2 Con la Leyenda Blanca o Rosa se entiende una leyenda propagandista de la actuación española en Europa y en el Nuevo Mundo, es por lo tanto la contracara de la Leyenda Negra. Henrichs explica el fenómeno como sigue:

Las naciones poderosas tienden a forjarse una imagen de sí mismas que, en la mayoría de los casos, se fundamenta sobre un mito de orígen y una misión en el mundo. La propagación de esta imagen suscita a menudo imágenes contrarias en los adversarios de dichas naciones poderosas. [….] España, la primera potencia en hacerse con un imperio mundial, constituye asimismo el primer ejemplo de esa tensión entre imagen propia e imagen contrapuesta internacional en la historia moderna.

Simplificando se podría decir que la imagen que tenía España de sí misma coincidió durante mucho tiempo con la llamada Leyenda Blanca.

(Henrichs, 2006: 65-66)

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En este contexto es interesante mencionar que, justo en la época en que en España había españoles muy afectados por las críticas desde el extranjero, el país se hizo objeto de una auténtica admiración ya nacida durante el Romanticismo pero prolongada durante el siglo veinte por otros viajeros hispanófilos. Se trata de personas que, sobre todo después de la Gran Guerra, habían sufrido un desengaño respecto a las posibilidades de la modernidad, la razón y la democracia y que proyectaron su ‘ilusión colectivista’

3

en España, la Tierra Prometida por su población y economía principalmente agrarias y por su larga tradición católica.

Ahora, al comienzo del siglo XXI, es el momento adecuado, por excelencia, para considerar la cuestión de la Leyenda Negra. Después de todo, volviendo la vista atrás al siglo XX, es llamativo que tanto al principio como al final de este siglo la Leyenda Negra seguía siendo un tema de debate actual. La controversia, que hubo después del desastre nacional, entre los conservadores y los partidarios del ideario de la generación del 98, o sea, entre los defensores de la Leyenda Negra y sus adversarios, fue signo del principio del siglo XX, mientras que el Quinto Centenario del descubrimiento de América en 1992, que hizo regenerar la discusión sobre la Conquista española, una parte esencial de la Leyenda Negra, fue signo del final del siglo XX

A juzgar por la aceptación considerable que tuvo la obra de Julián Juderías en España, la cuestión de la Leyenda Negra debió de ser sumamente actual allí durante el período de entreguerras. Por eso me he preguntado cuáles eran por aquel entonces las opiniones de los hispanistas holandeses con respecto a este fenómeno. Después de todo, éstos fueron los pioneros, la primera generación de hispanistas nombrados en las universidades holandesas para explorar la lengua y la cultura españolas en todas sus facetas e informar al público sobre el tema.

4

Era de esperar que estos hispanistas académicos de la primera hora iban a acentuar el objeto de su investigación tomando una posición clara con respecto a una cuestión tan actual en España en aquel tiempo, como la de la Leyenda Negra.

El objetivo de esta investigación es, por lo tanto, comprobar cuál era la postura de los hispanistas holandeses del período de entreguerras con respecto a la Leyenda Negra.

¿Había sido influenciada su visión de la Leyenda Negra por el punto de vista romántico, a

3 La ilusión que “se atribuye a aquellas personas que albergaban la ilusión de poder escapar a la modernidad mediante un nuevo concepto de sociedad y autoridad” (Henrichs, 2006: 69)

4 Uno de estos cuatro hispanistas, Johan Brouwer, ciertamente enseñó sólo unos meses en la Universidad debido a sus antecedentes penales que databan de sus años de estudiante.

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propóstito de España, de los hispanistas alemanes? También es interesante en el marco de esta investigación, comparar la visión de dichos hispanistas holandeses acerca de la Leyenda Negra con la de los historiadores contemporáneos al respecto.

Investigaciones de las bibliografías de los hispanistas holandeses del período de entreguerras han revelado textos interesantes que dan una buena idea de las posturas que adoptaron con respecto a la Leyenda Negra. El estudio de estos textos ha conducido a la hipótesis de que las opiniones de estos hispanistas holandeses dicen más sobre sus personas que sobre la Leyenda Negra en sí.

1.2 Método de trabajo

Para empezar daré la información de fondo del tema de la tesina al esbozar la historia de la Leyenda Negra.

Luego introduciré a los cuatro hispanistas cuyas visiones de la cuestión de la Leyenda Negra son objeto de esta investigación. Discutiré de manera concisa sus cursos de vida y la significación que han tenido para el hispanismo en general y particularmente para el hispanismo holandés.

Después llegaré a la parte esencial de esta investigación. Para comprobar cuál era la visión de cada uno de los cuatro hispanistas en el período de entreguerras, he seleccionado los textos en los que éstos implícita o explícitamente se pronuncian sobre la cuestión de la Leyenda Negra. Daré un análisis de estos textos mostrando y discutiéndo las palabras más significativas con respecto al tema de la Leyenda Negra.

Concluiré esta investigación intentando demostrar la exactitud de la hipótesis con ayuda de los resultados del análisis de texto.

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2 La historia de la Leyenda Negra

2.1 El inicio de la Leyenda Negra en España

Oyendo hablar a un hombre fácil es acertar donde vió la luz del sol si os alaba Inglaterra, será inglés, si os habla mal de Prusia, es un francés y si habla mal de España, es español.

BARTRINA. “Algo” (Juderías, 1943: 265)

La Leyenda Negra y la verdad histórica.- España ante Europa, era el envío de Julián Juderías, funcionario del ministerio de Estado, con ocasión de un concurso anunciado en 1913 por la revista La Ilustración Española y Americana para premiar un “Estudio histórico, documentado, de asunto español ó hispano-americano, que descubra, analice ó esclarezca alguna gloria ó merecimiento de España, ó refute o destruya algún error extendido contra ella”. (Revista de archivos, bibliotecas y museos, 1914:137) El libro, mencionado arriba y publicado en 1914, es una amplificación y una ratificación del estudio premiado de Juderías.

En su obra Juderías denuncia la crítica escrita, en su opinión, sistemática, mordaz y unánime contra España y los españoles, durante los siglos, por parte de los autores procedentes del extranjero. El mismo Juderías define dicho fenómeno como sigue:

Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra Patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y como colectividad; la negación, o, por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto nos es favorable y honroso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte; las acusaciones que en todo tiempo se ha lanzado contra España, fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la Prensa extranjera, que de nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas.

(Juderías, 1943:16) Según Juderías la Leyenda Negra tiene dos aspectos principales: el aspecto social, en cuanto al carácter y las costumbres de los españoles y, sin duda más interesante y más importante, el aspecto político.

Referente al aspecto social Juderías opina que son los fantásticos relatos de los viajeros

(los que, según él, confirman la imagen caricaturesca que había de España), sobre todo

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muy abundantes en los siglos XVI y XVII, y las invenciones de los novelistas y poetas extranjeros los que han causado mucho daño a España. Menciona especialmente a los filósofos franceses del siglo XVIII, Saint Simon, Montesquieu y Voltaire, que no desperdiciaron ninguna ocasión para dar una imagen intolerante y atrasada de España y de los españoles. Luego son sobre todo los novelistas franceses del romanticismo, Hugo, Dumas, Musset, Gautier etc., los que se complacieron en bosquejar la estereotipada imagen folclórica de España y de los españoles, existente en el extranjero: la España de los bandidos, de los toreros, de la guitarra, del sombrero, de los frailes, de la intolerancia y de la crueldad, de la miseria y de la holgazanería.

Las bases del aspecto político de la Leyenda Negra las sentaron los escritos antiespañoles del siglo XVI, tanto del lado de los extranjeros como del lado de los españoles. Juderías considera como principal culpable de la formación de la Leyenda Negra acerca de Felipe II y de los españoles, a Antonio Pérez, el antiguo secretario de Felipe II, y a Guillermo de Orange, autor de la famosa Apología

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, que, gracias al primer auge de la imprenta, difundió por toda Europa las más calumniosas acusaciones contra Felipe II, las que vinieron bien a las potencias rivales europeas, Holanda, Francia, Inglaterra y Alemania, que o bien estaban en guerra o bien estaban enemistadas con el entonces poder mundial.

La Apología de Orange y las Relaciones de Antonio Pérez, sirvieron de base, en efecto, a los retratos que en Europa se hicieron de Felipe II y de los españoles, de suerte que un príncipe traidor a su señor natural, de conducta no muy recomendable moralmente, y que tomó la insurrección de los Países Bajos como medio de crearse una gran posición política y un funcionario más traidor aun y de conducta moral menos recomendable todavía, fueron los propagandistas de la leyenda negra, [….]

(Juderías, 1943: 210) Juderías considera al Padre de las Casas como el promotor de la vertiente hispanoamericana de la leyenda negra, al publicar en Sevilla en 1552 la Brevísima relación de la destrucción de las Indias en la cual se muestra muy crítico sobre el gobierno y el comportamiento de los colonizadores en América. “Ya tenemos aquí las bases de nuestra colonización: crueldad implacable, e insaciable sed de riquezas. Bién fácil es suponer el efecto que producirían las denuncias del Padre de las Casas en una época en que los españoles comenzaban a ser terriblemente odiados.” (Juderías, 1943: 229)

5 El panfleto político en el cual el pastor francés, Pierre Loyseleur de Villiers, pone por escrito la justificación de Guillermo de Orange concerniente a su oposición contra la dominación española en los Países Bajos.

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El autor se pregunta si es justa toda esta crítica contra España y llega a la conclusión de que España sí fue un país intolerante y fanático, pero “en una época en que todos los pueblos de Europa eran intolerantes y fanáticos” (Juderías, 1943: 393).

De hecho, según Juderías, por aquel entonces, España salió mejor parada en el sentido moral que los demás países Europeos. Defendió a sangre y fuego la unidad de su fe católica, mientras que los demás países europeos fueron azotados por las guerras de religión. Respecto a la colonización procedió con más miramientos que los demás países colonizadores (Juderías, 1943: 393-394).

Juderías constata que lo más triste es que son los mismos españoles los que tienen la culpa principal de la formación de la Leyenda Negra. Da dos razones para ésto:

[….] la primera, porque no hemos estudiado lo nuestro con el interés, con la atención y con el cariño que los extranjeros lo suyo, y careciendo de esta base esencialísima, hemos tenido que aprenderlo en libros escritos por extraños e inspirados, por regla general, en el desdén a España; y, la segunda, porque hemos sido siempre pródigos en informaciones desfavorables y en críticas acerbas.

(Juderías, 1943: 19) Opino que la obra de Juderías es un estudio detenido y interesante pero muy defensivo. Por supuesto Juderías señala con razón que la crítica de los demás países europeos acerca de la actuación cruel española durante su Siglo de Oro era injustificada, en el sentido de que éstos también se habían hecho culpables de crímenes contra la humanidad. Sin embargo, habría sido una obra más fuerte si Juderías primeramente hubiera entrado en el contenido de la crítica y hubiera reflexionado sobre ella, antes de presentar el argumento de que los demás países europeos tampoco fueron de conducta irreprochable.

Además es de resaltar que, a pesar de la aceptación considerable de la obra de Juderías

en España, solamente en los años cuarenta ésta empezó a recibir alguna respuesta en la

literatura española. Probablemente hay que buscar la causa de este fenómeno en el hecho

de que el ambiente represivo de los años veinte, a causa de la dictadura de Primo de

Rivera, no era justamente ideal para el nacimiento de un debate sobre un asunto tan

delicado desde el punto de vista político, como la Leyenda Negra. Luego es evidente

suponer que, en los años treinta, los españoles estaban absorbidos demasiado por la

agitación social, que trajo consigo la política de la Segunda República, para preocuparse de

la cuestión de la Leyenda Negra.

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2.2 Los orígenes de la Leyenda Negra en Hispanoamérica

Según Molina Martínez “la Leyenda Negra tiene una doble vertiente: la europea y la americana. Es decir, la valoración crítica de la actuación española en Europa y en el Nuevo Mundo”. (Molina Martinez, 1991:14) Treinta años después de la aparición de la obra de Juderías sobre la Leyenda Negra, salió a la luz un estudio de Rómulo Carbia, historiador argentino y catedrático en las universidades de La Plata y Buenos Aires, llamado Historia de la leyenda negra hispano-americana, que trata exclusivamente de los aspectos hispanoamericanos de la Leyenda Negra. En la obra el autor intenta averiguar los hechos históricos verdaderos acerca de la cuestión de la crueldad durante la conquista española de América en el siglo XVI.

Aunque la obra de Juderías fue muy popular en España, donde evidentemente cubría una necesidad nacional, fue la obra de Carbia la que tuvo más influencia en otras partes.

“Juderías inventa el término ‘Leyenda Negra’ para designar a este fenómeno. Carbia le da el espaldarazo definitivo”. (Molina Martínez , 2004: 9).

A pesar de que no a todos los lectores les gustaba el tono defensivo de Carbia con respecto a España, en cuanto a la cuestión de la conquista y de la colonización españolas, una parte esencial y todavía actual de la Leyenda Negra, la obra de Carbia probablemente es la más citada.

Una de las ideas centrales que se pueden deducir del estudio antes mencionado de Carbia es que Bartolomé de las Casas y su Brevísima son los responsables directos de la aparición de la Leyenda Negra (Molina Martínez, 2004: 24,25).

Aunque Carbia era un científico concienzudo y, según Molina Martínez, “su libro responde a un verdadero ejercicio de crítica histórica sobre la base de lo que hasta entonces se había publicado” (2004: 18,19), su orgullo de España, país de sus antepasados, y sus profundas convicciones religiosas hacían que su juicio definitivo concerniente a la persona de Las Casas y su obra más polémica, la Brevísima relación, saliera negativo. Reconocía que la doctrina de Las Casas era justa pero le criticaba su manera de ponerla en escena:

“Las Casas no se detiene ante nada, y lo mismo mutila un texto o interpola en él pasajes

fraudulentos, que agiganta pequeñeces para generalizar, en un sofisma, fenómenos

esporádicos de un lugar o de una zona” (Molina Martínez, 2004: 19).

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Desde 1578 hasta la segunda mitad del siglo XVII la obra más influyente respecto a la formación de la Leyenda Negra americana, la Brevísima relación de Las Casas, fue traducida a seis lenguas europeas en más de cincuenta ediciones y contribuyó en gran medida a la propaganda antiespañola en aquel tiempo. No fue casualidad que la primera traducción fuera holandesa y apareciera en 1578 en plena lucha por la independencia de los Países Bajos.

Bartolomé de las Casas, hijo del comerciante Pedro de las Casas, nació en Sevilla en 1484

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. Allí visitó la academia catedralicia y por eso, como era usual en la Edad Media, se le consideró clérigo aunque no pertenecía al clero. En 1493 el padre de las Casas viajó a las Indias, siendo miembro de la tripulación con la que Colón emprendió su segundo viaje al Nuevo Mundo. Se quedó allí hasta 1498. En 1502 padre y hijo de las Casas partieron para la isla Española (Haití), donde el virrey le asignó a Bartolomé tierras e indígenas según el sistema de las encomiendas

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, entonces vigente. Llevó una vida cómoda como los otros colonizadores “preocupándose más de sus bienes materiales que de la doctrina cristiana: porque estaba tan cegado como los colonizadores seculares” (Enzensberger, 1969: 21, trad. A.v.G.).

En 1512 fue ordenado sacerdote y en 1513 se mudó a Cuba donde continuó su vida de colonizador acomodado. Poco después, preparando un sermón, se topó con un texto bíblico

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que le hizo darse cuenta de que la dominación española en América contradecía el espíritu de la doctrina cristiana. Según la formulación de Enzensberger, este segundo descubrimiento del Nuevo Mundo (1969: 22) hizo que Las Casas cambiase radicalmente el rumbo de su vida: renunció a sus bienes, concedió la libertad a los indios a él encomendados y, durante el resto de su vida, se esforzó por un tratamiento más humano de los indios. Para alcanzar su objetivo desarrolló actividades distintas: profundizó en la

6 Aunque los biógrafos de Las Casas suelen mencionar el año 1474 respecto a su nacimiento, Consuela Varela, en su edición de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, menciona la nueva fecha propuesta por H.R. Parish y HE. Weidman S.J. en La verdadera fecha de nacimiento de las Casas.( Varela, 1991:10)

7 El sistema de la encomienda implicó que un número arbitrario de indígenas, en tiempo de la colonización de América, fue repartido por los gobernantes locales entre los colonizadores, para que éstos aprovechasen su trabajo y percibiesen los tributos, a cambio de instruirles en la religión católica y protegerles. Lo que, según Enzensberger, significaba que, de hecho, los protegidos eran siervos que estaban a la merced de sus nuevos amos y que, sin derecho ni a pago ni a entretenimiento, estaban obligados a trabajar para su principal, el encomendero (Enzensberger, 1969:15).

8 Se trata del texto del Eclesiástico (34,18) “Aquel que hace sacrificio de una cosa torcidamente adquirida hace ofrecemiento ridículo y las ofrendas de los injustos no serán aceptadas”. ( Varela, Consuela, 1999: 13- 14)

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cultura indígena; emprendió más de diez viajes a España para abogar en la corte por una legislación que garantizara a los indios un tratamiento más digno de un ser humano y en América intentó mejorar las circunstancias de la vida de los indios. En 1523 ingresó en la orden Dominicana y permaneció allí, durante siete años, para dedicarse al estudio. En 1542, durante una estancia en España escribió la Brevísima relación de la destrucción de las Indias para enfatizar su defensa poniendo al rey Carlos I al corriente de las prácticas inhumanas de sus súbditos para con los indios. La defensa apasionada de Las Casas llevó a la aparición de las Leyes Nuevas, las que, entre otras cosas preveían la anulación de la encomienda. Sin embargo, tres años después, en el año 1545 el rey se vio obligado a derogarlas bajo la presión de los colonizadores que se beneficiaron del sistema económico basado en la encomienda.

En 1543 Las Casas fue ordenado obispo de Chiapas (Nueva España). Paulatinamente disminuía su influencia, empezó a ser considerado como un agitador. En 1547 volvió a España y se estableció en el convento de su orden en Madrid, donde se dedicó a defender su tesis con respecto al tratamiento de los indios, por escrito o de viva voz, hasta su muerte en 1556. Las acciones más espectaculares durante este período eran la publicación de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias y su participación en el gran debate en que cruzó las armas con Juan Ginés de Sepúlveda, jurista e historiógrafo de Carlos I, ante el Real Consejo de Indias y ante una “Junta de teólogos y juristas” en Valladolid para

“determinar si contra las gentes de aquellos reinos se podía lícitamente y, salvo justicia, mover guerras que llaman conquistas” (Pereña, 1999: 39). En este debate Las Casas salió en defensa de la libertad y de la cultura propia de los indios. Después de cinco años de polémica, aquel duelo dialéctico terminó en la decisión de la “Junta de los catorce”,

“sancionada por Real Provisión de 1556, por la que se prohibían las guerras de conquista y hasta el empleo del mismo término” (Pereña, 1999:39).

Desde el punto de vista científico, la apresuradamente escrita Brevísima relación no se

puede comparar con los estudios históricos detenidos de Las Casas, Historia de las Indias

y Apologética Historia de las Indias, los que, además, no fueron publicados hasta 1875 y

1909. Sin embargo, o probablemente por eso mismo, la Brevísima relación tuvo un éxito

resonante a juzgar por las muchas traducciones en las lenguas diferentes europeas que,

desde 1578, siguieron a la primera edición sevillana de 1552. Según el historiador belga,

Werner Thomas, una explicación del éxito inmediato de la Brevísima relación podría ser el

hecho de que el espíritu antiespañolista de la época fuera aparejado con la descripción del

Nuevo Mundo. Luego señala que entre las versiones originales y las traducidas de la

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Brevísima relación surgió un cambio importante con respecto al objetivo de la publicación.

Las Casas escribió la obra para defender a los indios mientras que en las ediciones traducidas el acento ya no estaba puesto en los indios sino en los españoles. Solamente les interesaba a los enemigos de España el indio para demostrar la crueldad y la inhumanidad del español. (Thomas, 1993: 410,411)

Lo que aboga a favor de la tesis de la propaganda antiespañola respecto a la función de las versiones posteriores de la Brevísima relación (generalmente traducidas), son las oleadas de reediciones de la misma que surgieron desde el siglo XVI, y que tienen que ver todas con la disposición antiespañola del momento. La primera oleada surgió a finales del siglo XVI como signo de la rivalidad entre Inglaterra y España en aquel tiempo, la segunda la trajo la Ilustración francesa, probablemente relacionada con el ambiente poco ilustrado de la España de la época y la tercera se manifestó en Latinoamérica entre 1810 y 1830 durante las guerras de independencia contra el dominio colonial español.

Tampoco las ediciones ilustradas con los grabados del flamenco, Theodore de Bry, que hacen una descripción plástica de los horrores denunciados por Las Casas, dejan poco lugar a dudas sobre los motivos propagandísticos en los que se basan estas obras.

Desde los años setenta del siglo veinte, las muchas reediciones de la obra de Las Casas indicaron un mayor interés por el hombre y su obra y esta vez no tuvo que ver con la propaganda antiespañola sino con el reconocimiento de la situación neocolonial en Latinoamérica y con las noticias concernientes al genocidio de los indios brasileños (Lemaire, 1986:74). Ésto muestra de manera embarazosa que la denuncia de Las Casas de los excesos del comportamiento colonial sigue siendo actual, siendo aplicable tanto a la política de las potencias occidentales contemporáneas para con los países del Tercer Mundo como a la política colonial española del siglo dieciséis.

2.3 La controversia entre los lascasistas y los antilascasistas en la segunda mitad del siglo veinte

Como se ha podido leer en el apartado precedente, la Brevísima relación tuvo más

resonancia en el extranjero que en España. Allí, a lo largo de los siglos hasta el siglo veinte

inclusive, los historiadores hicieron sospechoso a Las Casas acusándole tanto de haber

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falsificado los hechos como de haber exagerado la tasa de mortalidad de los indios debida a la conquista española

9

.

Desde los años cincuenta del siglo pasado, los historiadores, reaccionando ante la obra de Carbia en que critica duramente a Las Casas y su obra, desarrollaron una visión matizada de éste y de su obra. Le defendieron de sus críticos absolviéndole de los cargos que le imputaban. Sin embargo había unos continuadores de la “línea antilascasista”

(Molina Martínez, 2004: 19) tan ampliamente cultivada por Carbia.

Un continuador famoso, oponente ferviente de Las Casas y su obra, era el filólogo e historiador Ramón Menéndez Pidal, presidente de la Real Academia Española. En 1963, a la edad de noventa y cinco años, expresó otra vez

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su visión antilascasista interpretando la personalidad de Las Casas en su obra El padre Las Casas. Introduce la obra comunicando que duda de la fiabilidad de los escritos de Las Casas, y no solamente por el tono arrogante del autor: suele denunciar a los colonizadores en la misma medida que se ensalza a sí mismo. A Menéndez Pidal le molestaba la credulidad de los numerosos biógrafos de Las Casas, los que, basándose casi exclusivamente en los datos que proporciona Las Casas acerca de sí mismo, escribían meras hagiografías. Con el objetivo de escribir una historia crítica sobre la vida y la obra de las Casas, se basó en la comparación de las noticias y de las actuaciones de Las Casas con las de otros clérigos contemporáneos, también en el Nuevo Mundo. Su investigación llevó a la conclusión de que la obra de Las Casas, sobre todo la Brevísima relación está llena de exageraciones y de falsificaciones, lo que no atribuyó a un defecto moral de Las Casas sino a un defecto mental: su doble personalidad:

“Siempre debemos considerar no dos Las Casas diacrónicos sino sincrónicos, convivientes:

un Las Casas normal en toda la vida ordinaria y un Las Casas anormal poseído por una idea fija” (Menéndez Pidal, 1963: 340). Según la teoría del autor, esta idea fija estuvo relacionada con todo lo referente a América y condujo a las enormes exageraciones: desde las de la geografía y de los fenómenos naturales hasta las de los crímenes de los españoles y de las virtudes de los indios: “no se puede decir que exagera sino que enormiza toda noción que puede servirle para la idea fija que él cultiva; ante todo dato utilizable siente el vertigo de la enormización” (Menéndez Pidal, 1963: 107). Según Menéndez Pidal no se

9 A este propósito es digno de mención que la investigación demográfica reciente, acerca de la población indígena en el Nuevo Mundo del siglo dieciséis, confirma en su mayor parte el cálculo de las Casas (Lemaire, 1986: 74).

10 En El padre Las Casas el autor profundiza en el tema acerca de la personalidad de Las Casas, un tema ya abordado en su libro Una norma anormal del Padre Las Casas, aparecido en 1957.

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trató de exageraciones inocentes, según sus admiradores debidas a su origen sevillano, sino de exageraciones sistemáticamente aplicadas a todos los relatos acusatorios: “Así recargando de continuo las crueldades llega al tremendismo desorbitado que ocupa todas las páginas de la Destrucción de las Indias” (Menendéz Pidal, 1963: 107).

Aunque en la introducción de la obra Menéndez Pidal expresa la esperanza de no ser juzgado como antilascasista sino como crítico, viendo la conclusión final del autor, es difícilmente imaginable de que no ha sido un antilascasista el que ha hecho uso de la palabra:

Debemos mirar con grande y compasiva simpatía al Las Casas que se mostró el más activo, el más tenaz de todos los procuradores de indios, el más exaltado apologista de ellos, el más violento acusador de abusos antiindianos; pero a la vez debemos poner, con ecuanamidad, junto a ése, al Las Casas que despreciaba la civilización occidental, el de las disparatadas concepciones históricas, el de la idea fija de que los indios eran los únicos dueños soberanos del Nuevo Mundo, el que apoyaba esa idea con incendiarias imposturas difamatorias, el que se movía fuera de toda realidad.

(Menéndez Pidal, 1963: 392) La tesis osada de Menéndez Pidal con respecto a la personalidad de Las Casas provocó

una tempestad de protestas entre los historiadores del período colonialista de la historia latinoamericana como Giménez Fernández, Lewis Hanke, Manuel Martínez y Bataillon.

No era de extrañar, según Bataillon, que estos investigadores prestigiosos y competentes que se habían esforzado tanto por comprender el comportamiento de Las Casas, tomando en consideración las circunstancias específicas en las que se encontraba Las Casas, se escandalizaron cuando Menéndez Pidal les dio a entender que habían desperdiciado su tiempo al intentar explicar con ayuda de las teorías de la psicología regular un caso que pertenecía a la categoría de la psicopatología. Bataillon reprochaba a Menéndez Pidal el acusar a Las Casas, el querellante, mientras que los acusados salían bien parados (Friede, 1971: 519). Además culpaba a Menéndez Pidal de antilascasismo patriotista, Las Casas

“no fue un fracasado ni un amargado” (García Cárcel, 1998: 326). Su radicalismo era producto de una evolución, pero esto no impedía que fuera realista: hasta el final de su vida reconoció la autoridad de la Corona española (García Cárcel, 1998: 326).

Giménez Fernández opinó que la última obra crítica antilascasista de Menéndez Pidal

mostraba los mismos defectos que sus obras anteriores sobre el tema: la falta de una base

documentada y un conocimiento insuficiente del material publicado y de los documentos

no publicados (Friede, 1971: 519)

(15)

Al comentar la obra de Menéndez Pidal, el padre Venancio Diego Carro escribía que, aunque también él mismo tenía algunas objeciones a Las Casas y su obra, desaprobaba la obra del erudito a quién, por lo demás, estimaba por ser muy competente en su terreno profesional. Opinaba que la obra era una diatriba tosca y que Menéndez Pidal cometía la misma falta que le reprochaba a Las Casas denunciándole duramente (Friede, 1971:

519,520).

También Lewis Hanke opinaba que la obra de “Don Ramón, el erudito veterano que niega indignadamente ser antilascasista” (Friede, 1971: 521, trad. A.v.G.), exhibía algunos de los peores defectos, idénticos a los que atribuía a las Casas: la inconsistencia, la exageración y el dogmatismo (Friede, 1971: 521,522)

Juan Friede, el historiógrafo colombiano de origen ucraniano, se preguntaba si se podía echar la culpa a Las Casas porque los enemigos de España aprovecharon su obra para fines no intencionados por el autor. Opinaba que denigrar a Las Casas presentándole como un maníaco o como un loco entusiasta, no era una medida efectiva para luchar contra la Leyenda Negra, porque esta imagen no correspondía a la realidad histórica. Al juzgar a Las Casas, según el historiógrafo, se debería tomar en consideración que las generalizaciones, las exageraciones y el estilo exaltado de los escritos de Las Casas eran las características comunes del estilo retórico de la época (Friede, 1971: 525)

Lo que llama la atención, según Molina Martínez, es que estos defensores de Las Casas “no pueden ser incluidos entre los apologistas de la Leyenda Negra”

11

(Molina Martínez, 1991: 20). Lewis Hanke da muestra de esta toma de posición ponderada abogando por una evaluación crítica pero matizada de Las Casas y su obra:

Es por lo tanto, positivamente injusto hacer al P. Las Casas responsable, en gran parte, de lo que se ha llamado leyenda negra. Bien está reaccionar contra las evidentes exactitudes cultivadas por los historiadores fomentadores de esta leyenda, para procurar el descrédito de la obra colonizadora de España. Bien está también que en esta labor depuradora se analice con una crítica rigurosa el testimonio de Las Casas para separar de él lo verdadero de lo erróneo, pero evidentemente exagerado y escrito al calor de la enconada controversia. Pero que no se llegue a formar otra verdadera leyenda negra alrededor del nombre insigne de Las Casas como pretenden algunos historiadores de hoy, impulsados por un exaltado nacionalismo, que no es admisible en el campo de la pura investigación histórica…Y sobre todo, que no se llegue nunca a presentar como falsario y mal español a un hombre como Las Casas, que encarnó una conciencia tan gloriosa y arrebatadamente española.

11 Al contrario de la definición de ‘defensor de la Leyenda Negra’, empleada en esta investigación, en que la palabra ‘defensor’ se refiere a ‘leyenda’, la forma de la crítica, en la definición de ‘apologista de la Leyenda Negra’, que emplea Molina Martínez, la palabra ‘apologista’ se refiere al contenido de la crítica.

(16)

(Lewis Hanke en: M.Martínez, 1991: 20) También los anticolonialistas y lascasistas latinoamericanos como el poeta y ensayista cubano contemporáneo, Roberto Fernández Retamar, saben combinar su apreciación y su admiración por Las Casas y su obra con un discernimiento agudo del contenido hipócrita de la Leyenda Negra.

Aparentemente, según Fernández Retamar, la Leyenda Negra fue provocada por la indignación sobre los crímenes monstruosos cometidos por los conquistadores españoles, y, de hecho, había tales crímenes. Sin embargo, poco después de la conquista española, la Leyenda Negra perdió su razón de existencia porque durante los siglos siguientes las potencias coloniales europeas y los Estados Unidos se hicieron culpables de crímenes que no diferían, ni en crueldad ni en proporción, de los cometidos por los colonizadores españoles. Pero sí había una diferencia en cuanto a la proporción de los escrúpulos: debido a la obra de hombres como Las Casas, que incitaron polémicas internas en medios gubernamentales españoles sobre la legitimidad de la conquista, la gestión colonial España contrastaba favorablemente con la de los otros países. Fernández Retamar concluía que la verdadera razón de la creación y de la difusión de la Leyenda Negra antiespañola fue la sustracción de la ocupación de América a la perspectiva universal a la cual pertenece (Fernández Retamar, 1995: 95 - 98).

Un compatriota ya fallecido de Retamar, el etnólogo y antropólogo de Latinoamérica, Fernándo Ortiz, lo formuló como sigue:

[….] no había una leyenda negra española, sino solamente las realidades feas, las que acompañaron todas las conquistas de un pueblo por otro, sea bajo el pretexto del mando sobrenatural, de la predestinación, de las guerras santas, de las cruzadas, [….], de lebensraum, de superioridad de raza, sea so otra capa de depredación.

Ortiz en: Friede, 1971: 525 (trad. A. v G.) En la actualidad Las Casas es comúnmente considerado como pionero del anticolonialismo

europeo. Lo que, entre otras cosas, se manifiesta en las referencias frecuentes a la persona de Las Casas que hacen los intelectuales latinoamericanos. Pablo Neruda, por ejemplo, se dirige al dominicano difunto en su Canto general.

La historiadora francesa, Mahn Lot, ha subrayado la eficacia y la influencia de las ideas

de Las Casas (García Cárcel, 1998: 326,327).

(17)

2.4 La postura de los historiadores contemporáneos respecto a la Leyenda Negra

Hoy en día la Leyenda Negra sigue siendo un tema actual viendo, entre otras cosas, el interés por “el foro de discusión en Internet con el título La leyenda negra a debate, propiciado por el portal de Historia Moderna Mundos Modernos y coordinado desde la Universidad Autónoma de Barcelona por Ricardo García Cárcel (García Cárcel, 2004: 10).

Un artículo en La revista de historia de América

12

en que el autor refiere a un debate, que tuvo lugar en los Estados Unidos a finales del siglo veinte, en que un grupo de escritores norteamericanos dedicaron su atención a la cuestión de la culpabilidad respecto de los malos tratos de los indígenas americanos en el pasado, es otra indicación de que la discusión sobre la Leyenda Negra todavía no ha terminado. Trataré este tema más adelante.

Esta actualidad de la Leyenda Negra no vale tanto para la vertiente europea de la Leyenda Negra, o sea la actuación española en Europa, ello se debe a dos motivos. En primer lugar, la imagen de Felipe II que fue ejemplo de la crueldad y la intolerancia religiosa españolas se ha revisado viendo el planteamiento de Feliciano Páez-Camino Arias en un artículo escrito en 1998

13

: “Por eso hoy podemos decir que el tiempo en el que predomina la mitificación – positiva o negativa – de Felipe II ha concluido…al menos por lo que se refiere a la producción de obras de Historia […]”. En segundo lugar, porque hoy día todo el mundo gradualmente está convencido del hecho de que la Inquisición española no tuvo el monopolio en Europa de las persecuciones de los heterodoxos y de los procesos de brujería. A esto se añade que, partiendo de la base de estudios históricos recientes, parece quedar claro que la Inquisición no fue el instituto satánico que se creyó durante siglos. Según las publicaciones científicas del hispanista francés Bartolomé Benassar, aparecidas en 1979, las ejecuciones notorias de la Inquisición ya no tuvieron lugar desde el siglo XVI (Lechner, 1987:13). El hispanista inglés, Koenigsberger, no precisamente un defensor de la Inquisición, dice sobre el tema:

Recent research on the Spanish Inquisition, for example, has shown that, at least after the reign of Ferdinand and Isabella, it used torture as an exception rather than as a rule and that it imposed the death penalty only rarely and than against heretics, of whom there were very few in Spain. Its main function was rather didactic and many of those hauled before its judges were merely admonished.

12 Peck, D. (2001)“Revival of the spanish “Black Legend” the American repudiation of their spanish heritage”.

13 Páez- Camino Arias, F. (1998) “La imagen de Felipe II y los estereotipos sobre los Españoles en la historia”

(18)

Koenigsberger en: Lechner, 1987:13 Las conclusiones de los investigadores mencionados arriba muestran que la actuación española en Europa ha sido menos reprensible que lo que se dio por supuesto hasta hace poco. Una explicación corriente de la persistencia de la mala fama de Felipe II y de la Inquisición española es que la propaganda antiespañola escrita en el siglo XVI sirvió, durante largo tiempo, de fuente para la historiografía oficial. Es por eso que los hechos contados en pro de esta propaganda habían recibido el status de hechos verdaderos.

Los argumentos que desvirtúan la Leyenda Negra europea son también aplicables a la americana: tanto el argumento de la influencia de la propaganda antiespañola en la historiografía sobre la conquista española de América como el hecho de que los países acusadores no fueron, y ni son libres de culpa. Sin embargo, en contraste con la Leyenda Negra europea, la discusión sobre la Leyenda Negra americana suele surgir de vez en cuando:

La leyenda negra consiste en que, partiendo de un punto concreto - supongamos que cierto -, se extiende la condenación y la descalificación a todo el país a lo largo de toda su historia, incluida la futura. Esto es lo que se inicia para España desde el siglo XVI y se condena en el siglo XVII y adquiere nuevo ímpetu a lo largo de todo el XVIII y reverdece con cualquier pretexto, sin prescribir jamás.

Julián Marías en: M. Martínez, 1991:25

La exactitud de esta observación se demuestra en el debate antes mencionado, que tuvo lugar en los Estados Unidos a finales del siglo pasado, en el marco de la evaluación del papel que jugó el gobierno norteamericano con referencia a los malos tratos de los esclavos negros y de los indios, en tiempos pasados. Según Douglas Peck la conclusión de los participantes (los escritores de obras populares en el terreno histórico y humanista) estuvo fuertemente influida por la obra La conquête de L’Amérique

14

del respetado filósofo búlgaro domiciliado en Francia, Tzvetan Todorov. En la obra, según Peck, el autor se mostró un intelectual, filósofo y humanista sagaz pero un historiador poco profesional.

Sobre la base del estudio poco crítico de las relaciones acerca de la conquista y de la colonización española de América llegó a la conclusión de que la motivación principal de Colón con el descubrimiento del Nuevo Mundo fue la difusión del cristianismo. Por eso no

14 La obra, aparecida en Francia en 1982, fue traducida al inglés y publicada en 1984. La última edición de la obra, The conquest of America, fue publicada por University of Oklahoma Press en 1999 (Peck, 2001: 128).

(19)

fue Colón el responsable de la violación de los derechos de los indios generada por la conquista y la colonización españolas, sino que fueron los españoles quienes con sus decadentes valores morales pervirtieron el noble fin de Colón. Esta conclusión poco matizada de Tzvetan Todorov les vino de perillas a los escritores políticamente correctos;

les ofreció la oportunidad de distraer la atención de la responsabilidad nacional norteamericana con respecto al tratamiento inmoral de los indios en el pasado, señalando al gobierno y a los colonizadores españoles como chivos expiatorios de los malos tratos para con los indios (Peck, 2001: 26-29).

No obstante, la mayoría de los historiadores académicos norteamericanos están de acuerdo con el hecho de que faltan los argumentos racionales que justifican la existencia de la Leyenda Negra americana antiespañola. Consideran de manera matizada la conquista y la colonización españolas y son de la opinión de que en cuanto a la gestión colonial España, en algunos aspectos, ha salido mejor parada que las demás potencias coloniales.

Según L.B. Simpson el comportamiento de los colonizadores españoles ofrecía diferencias internas: los que se habían propuesto volver a España después de hacerse ricos solían tratar brutalmente a los indios mientras que otros, que consideraban el Nuevo Mundo como la patria nueva y a los indios como a sus futuros clientes, normalmente los trataban bien. (Cerio, 1991:3)

Philip Powell enfatiza el hecho de que en las colonias españolas hubiera servicios de atención sanitaria y de enseñanza que no eran menos que los en España. Se construyeron escuelas, universidades y hospitales, accesibles a todo el mundo, tanto blancos como mestizos como indios (Cerio, 1991:3)

15

Woodrow Borah, el famoso especialista de la historia latinoamericana fallecido a finales del siglo pasado, afirmó que, en contraste con los norteamericanos que en muchos casos sencillamente exterminaron a los indios, los españoles se mezclaron con los indios.

Según el poeta mexicano, Homero Aridjis, “los españoles a su vez fueron conquistados por los que conquistaron”. La mezcla de sangre y cultura creó ‘la raza’, el pueblo mestizo, que en su mayor parte compone la población latinoamericana actual (Cerio, 1991: 4).

A pesar de que en círculos científicos se tiene ya el convencimiento de que la Leyenda Negra no hace justicia a la realidad, todavía se cree en ella en otros sectores de la sociedad.

En su artículo Cerio refiere al hecho de que, a principios de los años noventa del siglo pasado, España invirtió veinte billones de dólares en proyectos relacionados con el Quinto

15 En este contexto es digno de mención que en la práctica no eran los indios, sino las gentes procedentes de las capas más altas de la sociedad, las que se aprovechaban más de estas facilidades.

(20)

Centenario del descubrimiento de América, con la esperanza de que esto contribuyera a la rectificación de la imagen de España surgida como efecto de la Leyenda Negra. El autor reconoce que los españoles cometieron crueldades terribles en nombre de la fe cristiana pero constata que no fueron los únicos en este sentido. Señala el hecho de que a lo largo de los siglos y hasta el día de hoy se cometen crímenes en nombre de los ideales de índole religiosa, social, política o económica (Cerio, 1991: 4)

Susan Milbrath, curadora de un museo en Florida, organizó una exhibición con motivo del Quinto Centenario del descubrimiento de América que dio lugar a las manifestaciones de los críticos que proclamaron la Leyenda Negra antiespañola. Se preguntaba por qué, a lo largo de los siglos, resulta ser tan persistente la tendencia de examinar a fondo exclusivamente la moral ética de Colón y de los españoles. Esto le lleva a transformar el problema específico español acerca de la Leyenda Negra en un problema universal suspirando: “The big question to me is, are human beings good?” (Cerio, 1991: 4)

Según Cerio, la Leyenda Negra proyecta una sombra sobre todos nosotros (Cerio,1991:4).

Son los escritores latinoamericanos y caribeños, o los que se identifican con el pueblo latinoamericano, los que han adoptado una actitud menos relativista en el debate sobre la Leyenda Negra americana. Y, opino que son los únicos que en este sentido hablan con conocimiento de causa, porque sus antepasados no fueron los responsables, sino las víctimas de la colonización. Dichos escritores aprovecharon el entonces próximo Quinto Centenario del descubrimiento de América para hacer unas observaciones críticas sobre la celebración de éste, que pondría en el centro de la atención la conquista y los conquistadores españoles, mientras que prestaría poca atención a la conquista desde la perspectiva de los indígenas, las víctimas de la empresa española. Para compensar esta parcialidad del enfoque de la conquista española de América, han puesto su atención en las consecuencias que tuvo aquella para los pobladores autóctonos del continente que vino a llamarse América. Característico del hecho de que los españoles tienen una visión egocentrista respecto a la conquista de América es el empleo del término ‘descubrimiento del Nuevo Mundo”, que completamente pasa por alto la posición y la historia de los indígenas. Después de todo, según Benedetti

16

, “ en realidad América fue descubierta (mucho antes de ser así nombrada) por sus primitivos pobladores, y en todo caso fueron los aborígenes quienes descubrieron a los Conquistadores [….]” Además se ha preguntado si a

16 Mario Benedetti, escritor uruguayense.

(21)

los españoles les hubiera gustado una celebración, en 1998, del primer Centenario de la pérdida de sus últimas colonias: un hito en la historia de los colonizados (Benedetti, 1989:18).

Cardoza y Aragón, el poeta guatemalteco, ha fijado la atención en las consecuencias aniquiladoras para la civilización indígena que tuvo la conquista española:

Desvanecer hasta la noche la conciencia histórica, destruir aun sin imaginario, apagar sus mitologías, arrasar las culturas, para obtener la más efectiva explotación de las riquezas naturales bajo implacable régimen de esclavitud. Los fines y los medios etcétera. Quisieron que los indios no tuvieron ni sombra a la luz del sol.

(Cardoza y Aragón, 1989: 37-38) Opina que incluso si tenemos en cuenta el pensamiento español de aquel entonces, esto no resulta ser una excusa suficiente porque ya en el siglo dieciséis había hombres como Las Casas que se dieron cuenta de la inmoralidad de la dominación de los indígenas.

Gutiérrez, el filósofo y teólogo peruano, lucha con la discrepancia entre el espíritu de la fe católica, expresado por Las Casas (“Ha de saberse claramente con la fe que donde está el pobre está el mismo Jesucristo, donde está Dios está la justicia”: en Gutiérrez, 1989:

130) y la práctica cotidiana de la conquista y la colonización españolas, esencialmente inspiradas por el ideal de la difusión de la fe católica. Según el autor, esta práctica cotidiana resulta ser sustancialmente inspirada y legitimada por la visión del oponente de Las Casas, Ginés de Sepúlveda, concerniente al derecho del hombre ‘civilizado’ de dominar al hombre ‘incivilizado’:

Con perfecto derecho los españoles ejercen su dominio sobre esos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia e ingenio y todo género de virtudes y de humanos sentimientos son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los varones. Este concepto es muy respetable, los crueles e inhumanos a los más extremadamente mansos, los exageramente intemperantes a los continentes y moderados finalmente, cuando estoy por decir los niños a los hombres.

(Ginés de Sepúlveda en: Gutiérrez, 1989: 125)

Según Gutiérrez, a finales del siglo veinte en el Perú y en el resto de América Latina

todavía existía la tendencia de utilizar la religión para justificar las vigentes injusticias

sociales. Sin embargo, ha sacado esperanzas de una reunión importante para la Iglesia en

América Latina en la ciudad colombiana de Medellín, que tuvo lugar en los años setenta,

en que se fijó la atención en el hecho de que “sólo la solidaridad con los más pobres podía

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darle sentido a la sociedad latinoamericana y a la Iglesia que vive en ella [….]” (Gutiérrez, 1989: 133). Ha considerado como un paso en la buena dirección el hecho de que, a pesar de la resistencia de un sector de la sociedad latinoamericana, los puntos de vista de los pobres entraron en la comprensión del continente y que empezaron a ser considerados como una parte digna de la sociedad. (Gutiérrez, 1989: 132-133).

El filósofo latinoamericano, nacido en Argentina, Enrique Dussel, se ha preguntado qué se tendría que festejar al conmemorar el Quinto Centenario del descubrimiento de América

¿el agravio a los indígenas y sus descendientes o la agresividad de los conquistadores? Ha abogado por un desagravio histórico al ‘indio americano’ como un acto central de la Celebración:

Esto significaría comenzar a integrarlos (los representantes de la sociedad indioamericana, A. v. G.) sistemáticamente en todas las comisiones, encuentras, actos preparatorios, etc… De lo contrario, será sólo ocasión para reivindicar la gloria de los que causaron tales agravios.

(Dussel, 1989: 87)

Los comentarios anteriores muestran la aversión a una celebración egocentrista, por parte de España, del Quinto Centenario. Según Molina Martínez: “No hay motivo para la celebración ni para vanales reiteraciones folklóricas; [….] Por el contrario, es pertinente una conmemoración crítica de lo sucedido que sirva para cimentar las bases de un mejor entendimiento”. (Molina Martínez, 1991:141)

Por otra parte hay también historiadores españoles quienes opinan que no hay argumentos racionales para legitimar la Leyenda Negra. El historiador García Cárcel va tan lejos que afirma que no ha existido la Leyenda Negra. Es decir, que a su juicio “no ha habido crítica negativa, sistemática, feroz, unánime, intencionadamente destructiva hacia España o los españoles” (García Cárcel, 1998: 14). Esto no significa que no sean reales los elementos conformadores de la supuesta Leyenda Negra: las publicaciones del siglo XVI que sirvieron de propaganda ideológica contra la política de la entonces potencia mundial.

Sin embargo, García señala el hecho de que España en los siglos XVI y XVII no solamente

fue objeto de duras críticas sino también de admiración. La influencia cultural de España

fue enorme en aquel tiempo (García Cárcel, 1998: 250). Según García, a lo largo de los

siglos los españoles se han inclinado a preocuparse mucho de la opinión que se tenía de

(23)

ellos en el extranjero, lo que ha hecho que, sobre todo en situaciones de crisis

17

, regularmente haya habido personas famosas españolas que han defendido a capa y espada unos valores nacionales que creían cuestionados desde otros países, lo que finalmente ha resultado en la idea paranoica de la Leyenda Negra (García Cárcel, 1998: 14-15)

En líneas generales coincido con la opinión de García Cárcel. Estoy de la opinión de que la idea de la Leyenda Negra, en su mayor parte se debe a la postura de una parte de los españoles hacia la crítica contra España o los españoles. Opino que la manera adecuada de juzgar la supuesta Leyenda Negra no es combatirla rechazándola en su totalidad, sino distinguir entre la crítica fundada y la crítica no fundada. Son los “autocríticos”, que generalmente pertenecían a la parte liberal de la nación, los que a lo largo de los siglos han demostrado esta capacidad dándose cuenta de los errores cometidos en el pasado. Es por eso que no han luchado contra el fantasma de la Leyenda Negra. Esta postura de los autocríticos les iba a costar el reproche, por parte de los defensores de la Leyenda Negra, de la corresponsabilidad del nacimiento y de la subsistencia de la Leyenda Negra. Los autocríticos, a su vez, han reprochado a sus oponentes el haber creado una “Leyenda Blanca” al combatir la Leyenda Negra glorificando la historia de España. Un ejemplo extremo de este fenómeno es La Leyenda Blanca, una obra que data de los años cincuenta del siglo pasado en que el autor nacionalista, Ignacio Escobar, hizo grandes elogios del glorioso pasado de España (incluida la política monárquica, en tiempos de la Segunda República y la Guerra Civil, que, según el autor, habría sido una bendición para el país, si no hubiera sido entorpecida por los progresistas) al defenderla contra toda crítica.

18

García Cárcel expresa de manera impresionante cómo se debería tratar con el pasado nacional: “En definitiva, la historia no sirve para descalificar, pero tampoco para legitimar gratuitamente. Sólo puede servir para aprender a evitar errores pretéritos. Lo que no es poco” (García Cárcel, 1998: 252).

17 A saber, las crisis, debidas a los acontecimientos políticos, que hubo en España en los siglos XVII y XVIII;

en el período de la Restauración; a finales del siglo XIX y en la época de la guerra civil y la posguerra, durante las cuales respectivamente, entre otros, Quevedo, Cadalso, Menéndez Pelayo, Julián Juderías y Rómulo Carbia se preocuparon de la reputación de España en el extranjero (García Cárcel, 1998: 15).

18 Lo que llama la atención es que este defensor de la Leyenda Negra empleó el término Leyenda Blanca para designar la verdadera historia sobre el pasado glorioso de España (lo que no trata con justicia el significado de la palabra leyenda), mientras que sus oponentes emplearon el mismo término para indicar una versión favorecedora y falsa de la historia de España (el sentido en que se suele emplear el término).

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3 El nacimiento del hispanismo en Holanda 3.1 La historia del hispanismo en Holanda

Entendemos por el término hispanismo: el estudio por los extranjeros de la lengua, la literatura, la historia y la cultura de España y de los demás países hispanohablantes. Es evidente suponer que el hispanismo suele ir acompañado de “una afición a España y sus cosas”, lo que es el primer significado de la palabra ‘hispanismo’ que da el Diccionario de uso del español (Moliner, 1998). Francisco Carrasquer

19

iba tan lejos que entendía el hispanismo como una pasión que, según él “viene, generalmente, inspirada por una fuerte impresión estética, un barrunto de misterio y una cierta dosis de originalidad” (Carrasquer, 1960: 7). Éstos elementos, en su opinión, coinciden con los atractivos de una mujer y también con los de una ciencia, de un arte y de una afición. Sin embargo, según Carrasquer:

[….] no hay pasión duradera sin afinidad. Y, como en todas las relaciones pasionales el término “hispanista” ha de sentir alguna afinidad con el otro término “mundo hispánico”. De modo que, aparte de los valores estéticos, éticos, esotéricos y prototípicos que es susceptible de presentar objetivamente, el mundo hispánico tiene una frecuencia especial para el selector de ondas que es el hispanista, tiene como un magnetismo subjetivo. Y, como todo lo subjetivo, rigurosamente incontrolable. Así, pues, podríamos aventurar que, en principio, el fenómeno “hispanismo” tiene un factor objetivo, generador, como el contraste, por ejemplo. Y que, luego, al contacto operado por este inductor, si se produce la afinidad, sale el hispanista.

(Carrasquer, 1960: 7-8) Del siglo dieciséis hasta el siglo veinte la afición holandesa por España mostró una tendencia a la baja. Aunque en Holanda, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, se traducían bastantes obras al holandés, el interés en este país, durante aquel período, por la cultura española paulatinamente disminuyó a favor de un interés por la cultura francesa y la alemana. A finales del siglo diecinueve, sobre todo entre los intelectuales y los artistas holandeses, se dibujó un nuevo interés por España. Algunos de ellos, que solían visitar Italia, como van Looy, Israels, Verwey, Emants y Couperus, pasaron una temporada en España. El turismo hacia España empezó a marchar bien desde 1923, fomentado por Primo de Rivera. En 1933, por ejemplo, Marsman viajó por España. Según Henrichs:

19 Francisco Carrasquer, poeta y escritor español que, en 1949, decidió abandonar España para residir en Francia y Holanda hasta su regreso en 1985.

(25)

Met dit (elite) toerisme hing samen een toenemende belangstelling voor de Spaanse cultuur, die vaak gezien werd als een verre, geheimzinnige, enigszins ruige en wilde tegenhanger van de bezadigde Westeuropese civilisatie.

De schilderkunst van El Greco begon sterk tot de verbeelding te spreken: de schilder en zijn werk komen voor in boeken als Het vijfde zegel van Vestdijk en Of human bondage van Somerset Maugham. Gerald Brenan, een goede bekende in

“Bloomsbury”- kringen, vestigde zich vanaf 1920 op het spaanse platteland, ook al weer om zich af te wenden van de West-europese civilizatie. Zowel Brouwer als Brenan meenden in Spanje iets essentieels te kunnen terugvinden, dat in West-Europa verloren was gegaan.

20

(Henrichs, 1982:81)

El hispanismo en Holanda es una ciencia relativamente joven que nació alrededor de los años treinta del siglo pasado al concederle, en 1927, una cátedra al hispanista, Dr. C.F.A.

van Dam en la universidad de Utrecht. En el mismo año se había nombrado a Dr. J.A. van Praag como “privaatdocent”

21

en la Universidad municipal de Amsterdam y en 1928 a Dr.

G.J. Geers como “privaatdocent” en la Universidad estatal de Groninga (Hermans, 2004:

54).

Según Schouten, las escuelas de comercio han sido de gran importancia para el nacimiento del hispanismo en Holanda. Alrededor de la Primera Guerra Mundial, América del Sur entró en imagen como un continente de importancia económica. Desde luego, en la enseñanza comercial la asignatura de español comercial se hizo muy importante. En las grandes ciudades holandesas surgieron los institutos donde se enseño el español. Aunque esta enseñanza se limitaba exclusivamente a la lengua española, en muchos suscitó el interés por el mundo español. Por lo tanto, la enseñanza de español se extendió gradualmente: el curso para la formación de profesores de español comercial, generalmente se consideraba como una preparación para el curso “M.O. Spaans”

22

, lo que, a su vez,

20 Traducción de la cita de Henrichs

Este turismo (de la élite) estaba relacionado con un interés creciente por la cultura española, a menudo considerada como un componente lejano, misterioso, un poco rudo e impetuoso de la sosegada civilización europea occidental. La pintura de El Greco empezó a apelar a la imaginación. El pintor y su obra aparecen en los libros Het vijfde zegel de Vestdijk y Of human Bondage de Somerset Maugham.

Desde 1920, Gerald Brenan, relacionado con los ‘círculos Bloomsbury’, se estableció en el campo español para dar la espalda a la civilización europea. Tanto Johan Brouwer como Brenan creyeron que en España podían volver a encontrar algo que se había perdido en la Europa occidental.

(Henrichs, 1982: 81, trad. A.v.G.).

21 Por aquel entonces el programa de un “privaatdocent incluía: cuatro clases a la semana en las que se enseñaban: el español para novatos, el idioma, la lectura del teatro moderno y la historia literaria (Lechner, 1987: 192).

22 “M.O. akte es un título no universitario de profesor de español de enseñanza secundaria.

(26)

frecuentemente iba a funcionar como una preparación para la enseñanza universitaria de la lengua y de la cultura españolas. En el caso de los dos hispanistas de primera hora, Van Dam y Van Praag, fue la enseñanza de español comercial la que había suscitado el amor al español y dado el impulso a sus carreras científicas.

Hermans indica que el hecho del “renaciente interés entre artistas y escritores a finales del siglo XIX” había sido otro factor importante para el nacimiento del hispanismo.

Habla, en este contexto, de “la otra, la segunda raíz del árbol hispánico holandés”

(Hermans, 2004: 54), la artística científica.

El primero de los científicos que han allanado los caminos para el hispanismo en Holanda fue Reinhart Dozy (1820-1883), un arabista de Leiden. Su terreno de investigación trataba de la dominación musulmana en la Península Ibérica. Investigó la historia de reino de taifas de Sevilla en el siglo XI e hizo un estudio introductorio sobre los arabismos. El holandés Fonger de Haan (1859-1930) se doctoró en Los Estados Unidos con la tesis doctoral An outline of the history of the novela picaresca in Spain (Un esbozo de la historia de la novela picaresca), que todavía se considera como una obra fundamental en este terreno. Ocupó la cátedra de literatura española de la Universidad de Boston. En su vejez regresó a Holanda y regaló su biblioteca hispanística a la Universidad de Groninga. En la obra extensa de siete volúmenes Ontwikkelingsgang der Nederlandse letterkunde (El desarrollo de la literatura holandesa) el historiador de literatura y filólogo, Jan Te Winkel (1847-1927), trató la influencia que ejerció la literatura española sobre la neerlandesa en el siglo XVII. De importancia eminente para el hispanismo incipiente en Holanda fueron los dos romanistas, catedráticos de Filología Románica en la Universidad de Groninga, Salverda de Grave (1863-1947) y Sneyders de Vogel (1876-1956). Aparte de que publicaron sobre temas españoles siendo una parte de su especialidad, fomentaron la creación de la especialidad del español, primero en el marco del curso M.O. y más tarde como carrera universitaria.

Geers, Van Praag, Brouwer y Van Dam, los cuatro hispanistas del período de entreguerras y los fundadores del hispanismo en Holanda, se apoyaron en los gigantes del siglo XIX, los precursores mencionados. Sin los esfuerzos de estos científicos que, cada uno desde su propia especialidad, se habían ocupado de la cultura española, la obra de la primera generación de hispanistas en Holanda hubiera sido inimaginable.

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