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La Fonología como Comportamiento Humano

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La Fonología como

Comportamiento Humano

La influencia del acento silábico en la distribución fonológica en palabras

castellanas del tipo CVCVCV

Masterscriptie Europese Taalwetenschappen

Rijksuniversiteit Groningen

D.P. van Soeren, BA (s2240726) Supervisor: dr. R. de Jonge

Segunda lectora: prof. dr. J.M. Fuller 03-11-2017

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Resumen

Según la teoría de la Fonología como Comportamiento Humano (Diver 1979), el peso comunicativo de los fonemas (que tiene influencia en la distribución de algunos tipos de fonemas) disminuye a lo largo de la palabra, porque con cada fonema que se pronuncia, más posibles palabras quedan eliminadas y la identificación de la palabra es progresivamente más fácil. Este fenómeno se ha confirmado en esta tesina y además se ha investigado si el acento silábico también tiene influencia en el peso comunicativo. Este es el caso, y después de una hipótesis de trabajo descartada se ha hallado que esto tiene que ver con el hecho de que en el discurso del castellano la mayoría de las palabras comienzan con una sílaba acentuada. Por consecuencia, una sílaba inicial no acentuada es mucho más distintiva; elimina más posibles palabras y, por ello, el peso comunicativo disminuye más después de una sílaba inicial no acentuada.

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Índice

1. Introducción ... 1

2. La Escuela de Columbia y FCH ... 2

2.1 Contribuciones y metodología de FCH 3

2.2 El peso comunicativo 5

3. El acento silábico en castellano ... 7

4. Hipótesis ... 8

5. Metodología ... 10

6. Influencia de la posición de la consonante en el peso comunicativo ... 12

6.1 Distribución fonológica en las palabras del corpus completo 12

6.2 Distribución fonológica en las palabras esdrújulas 14

6.3 Distribución fonológica en las palabras llanas 17

6.4 Distribución fonológica en las palabras agudas 19

7. Influencia del acento silábico en el peso comunicativo ... 22

7.1 Influencia del acento silábico en el peso comunicativo de la consonante 1 22 7.2 Influencia del acento silábico en el peso comunicativo de la consonante 2 24 7.3 Influencia del acento silábico en el peso comunicativo de la consonante 3 26 8. Segunda hipótesis ... 28

8.1 Visualización de las distribuciones fonológicas 29

8.2 Nueva hipótesis 31

9. Corpus adicional ... 33

10. Acento en la primera sílaba o no: cantidades y frecuencias ... 34

11. Discusión e investigación posterior ... 36

12. Conclusión ... 37

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1.

Introducción

En esta tesina, la teoría de la Fonología como Comportamiento Humano (véase Diver 1979; Tobin 1997; Tobin 2011) se aplicará a un corpus de palabras trisilábicas del castellano para analizar la influencia del acento silábico en la distribución fonológica de tres categorías de consonantes: las apicales, las visibles y las plosivas1. Muchos estudios fonológicos escogen palabras monosilábicas o

palabras con un solo tipo de acentuación como objeto de estudio para evitar una posible influencia del acento en la distribución fonológica bajo estudio (por ejemplo en Dreer 2006, p. 108; Diver 2012, p. 304), pero, curiosamente, hasta la fecha nunca se ha investigado si el acento efectivamente tiene influencia en la distribución fonológica de las lenguas, y, si este es el caso, ¿hasta qué punto y de qué manera? Se espera que los resultados de este estudio contribuyan al entendimiento general de la relevancia que tiene la acentuación silábica para la distribución de los fonemas en castellano y quizás incluso en las lenguas en general.

Un fenómeno teórico de la Fonología como Comportamiento Humano que desempeña un papel clave en la distribución de las apicales y las visibles es el peso comunicativo (o la carga comunicativa), cuya fundamentación teórica se explicará detalladamente en el siguiente capítulo (véase también Diver 2012, p. 314). El peso comunicativo de un fonema se ve principalmente determinado por su posición dentro de la palabra, de tal manera que el peso comunicativo de los fonemas disminuye a medida que avanza la palabra. La acumulación de información hace progresivamente más fácil anticipar lo que vendrá después, porque después de cada fonema, el número de posibles palabras se ve reducido. En cualquier contexto, la primera parte de la palabra probablemente provea la información que se necesita para poder identificar la palabra. Así pues, el inicio de la palabra tiene un peso comunicativo mucho más grande que el final.

La cuestión que se intentará resolver en este estudio es si el acento silábico también influye en el peso comunicativo. En castellano, el acento destaca una sílaba en el curso hablado como un “colmo en el discurso”. Llama la atención del interlocutor, lo cual podría hipotéticamente reforzar el peso comunicativo de la sílaba. Por tanto, la pregunta de investigación es ¿qué factor tiene mayor influencia en el peso comunicativo, la posición del fonema dentro de la palabra o el acento silábico? Para poder contestar esta pregunta de investigación, primero se tendrá que analizar la influencia de la posición dentro de la palabra en el peso comunicativo, para ver si coincide con resultados anteriores. A continuación, se analizará el efecto del acento silábico en el peso comunicativo, y se comparará con el efecto que tiene la posición de los fonemas dentro de la palabra. Si es el caso que

1 Las visibles son los fonemas que son tanto audibles como visualmente perceptibles. La elección del análisis de estos tres tipos de fonemas se justificará más adelante.

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el acento efectivamente influye en el peso comunicativo, se analizará cuál es la naturaleza de este efecto.

Nótese que las palabras trisilábicas se prestan muy bien para este análisis. Todas las palabras del corpus tienen una estructura silábica del tipo CVCVCV y se han incluido tanto las palabras que tienen el acento silábico en la primera sílaba como las que tienen el acento en la segunda o la tercera sílaba, como pájaro, ballena y jabalí. De esta manera, no sólo se puede comparar la distribución fonológica de las consonantes bajo estudio en la posición inicial, media y final de la palabra (pájaro), sino que también se puede comparar la distribución de las consonantes en las sílabas acentuadas con su distribución en las sílabas no acentuadas en cada posición dentro de la palabra (el tipo de palabra pájaro se compara con los tipos ballena y jabalí, etc.). Un informe más detallado de la metodología se dará en el capítulo 5.

Para echar más luz sobre los fenómenos bajo estudio, en los siguientes capítulos primero se tratará la base teórica de la Fonología como Comportamiento Humano, el concepto del peso comunicativo y se discutirá la relevancia fonológica del acento silábico. Una vez que esté expuesta toda la teoría relevante para esta investigación, se formulará una hipótesis y se describirá la metodología. A continuación, se hará un análisis profundo del problema para poder contestar la pregunta de investigación, después de lo cual se tratará de sacar conclusiones.

2.

La Escuela de Columbia y FCH

La Escuela Lingüística de Columbia fue fundada por William Diver, catedrático de Lingüística en la Universidad de Columbia en Nueva York, que definió la lengua como un sistema de signos usado por los humanos para comunicarse, combinando así el factor comunicativo de la Escuela de Praga (Mathesius 1929, en Vachek & Dušková 1983, Tobin 1988) con el factor humano de la Escuela Funcional de la Fonología (Martinet 1955). El principio básico de la teoría es que la lengua se considera como un ejemplo de comportamiento humano y un medio de comunicación. Según la Escuela de Columbia, la estructura y la naturaleza de la lengua son un resultado directo de su función comunicativa y reflejan la naturaleza de los seres humanos (Tobin 1997). Las investigaciones típicamente se basan en datos observables como corpus léxicos que se analizan estadísticamente para sacar conclusiones.

La mayoría de las investigaciones en el marco de la Escuela de Columbia se han llevado a cabo en el terreno del léxico y de la gramática, pero eso no quiere decir que sean pocos los estudios sobre la fonología. El ramo fonológico de la Escuela de Columbia se suele llamar la Fonología como

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Comportamiento Humano (que en lo sucesivo será designado como FCH) y tiene su origen en “Phonology as Human Behavior” del ya mencionado Diver (1979).

2.1 Contribuciones y metodología de FCH

La diferencia fundamental entre FCH y otras teorías fonológicas es cómo definen el problema primario de los estudios fonológicos. En FCH, el planteamiento del problema involucra tanto la caracterización óptima de los fonemas como la explicación de la distribución no arbitraria de los fonemas en la lengua (Tobin 1997, pp. 30-31). Con una determinada cantidad de fonemas y un gran corpus de transcripciones fonéticas, bajo circunstancias normales se podría esperar que los fonemas estarían distribuidos simétricamente dentro de las palabras que diferencian, pero no es el caso. Los fonemas no están distribuidos simétricamente y la motivación de esta distribución no arbitraria constituye el problema por resolver (Diver 1979, p. 167-168).

Sin embargo, FCH razona que sólo el factor comunicativo no puede justificar esta distribución no arbitraria. El factor de la comunicación es la orientación crucial para establecer una lista de fonemas como las unidades distintivas más pequeñas de una lengua, pero para explicar las asimetrías en la distribución de estos fonemas en la lengua es necesario introducir orientaciones adicionales. Estas orientaciones son cuatro en total: el factor comunicativo, el factor humano, el medio acústico y la fisiología del tracto vocal. Los últimos dos factores son inherentes al factor humano, con la complicación de que de vez en cuando interaccionan y se contradicen (Tobin 1997, p. 31).

Las cuatro orientaciones son inherentes a la definición de la lengua como un sistema de signos usado por los humanos para comunicarse. El concepto de la fisiología del tracto vocal está relacionado con cómo los humanos aprenden a controlar la musculatura del tracto vocal para la producción de sonidos del habla y el medio acústico se refiere a cómo los humanos perciben estos sonidos (Tobin 2011, p. 170). El factor humano implica que la naturaleza de la lengua refleja la naturaleza de los seres humanos, que son capaces de sacar conclusiones abstractas de pequeñas pistas concretas, infiriendo fonemas de sonidos y deduciendo mensajes de combinaciones de palabras. Sin embargo, el factor humano también tiene algunas limitaciones. Los seres humanos tienen grandes memorias, las cuales a la vez están limitadas. Además, los seres humanos son seres eficientes (como si dijéramos: perezosos), que prefieren invertir un esfuerzo mínimo en un resultado máximo (Tobin 1997, p. 20). Por lo tanto, en la comunicación humana hay un deseo de establecer una máxima comunicación (el factor comunicativo) con un mínimo esfuerzo (el factor humano), una idea fundamental de FCH que forma la base de muchos de sus estudios (Tobin 1997, p. 21; Tobin 2011, p. 170). Hay un conflicto continuo entre el factor comunicativo y el factor humano en la búsqueda de la máxima comunicación con el mínimo esfuerzo.

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Ese “conflicto” entre la máxima comunicación con el mínimo esfuerzo influye en la fonología de las lenguas en su desarrollo diacrónico, es decir, provoca cambios fonológicos (Tobin 2011, p. 190). Puede que los humanos eviten palabras y fonemas difíciles de pronunciar, y a la larga tal evitación puede producir asimetrías en la distribución fonológica (Diver 2012, p. 308). Estas desviaciones se pueden observar; están formadas a través de los siglos en la boca de los hablantes de una lengua, y representan favorecimientos o desfavorecimientos de los mismos hablantes. Posteriormente, se puede deducir cuál es la dificultad que ha motivado el desfavorecimiento (Diver 2012, p. 303; Tobin 2011. p. 173). Cabe mencionar que en grandes líneas, estos favorecimientos y desfavorecimientos no son idiosincrásicos para lenguas particulares, sino que recurren en muchas lenguas. Un ejemplo de ello es la rareza o inexistencia de las combinaciones tl y sr en la posición inicial de la palabra en muchas lenguas (Diver 1975, p. 13).

Otro aspecto de FCH que lo distingue de otras teorías fonológicas es que reemplaza la caracterización tradicional y neotradicional de los fonemas (por ejemplo el lugar y la manera de la articulación, la sonoridad, la nasalidad, etc.), porque las categorizaciones antiguas no ayudaban a entender las distribuciones asimétricas sobre el fondo de las nuevas orientaciones. FCH propone características hipotéticas que reflejan mejor el factor comunicativo y el factor humano, para que sí provean una solución para el problema fonológico. Algunos ejemplos de nuevas caracterizaciones de fonemas son el reemplazo del concepto del lugar de la articulación por el concepto del articulador activo – los labios, el ápice de la lengua y el dorso de la lengua – y la introducción del concepto de la cantidad de articuladores que se utilizan para pronunciar un fonema, una caracterización mucho más relevante para la dificultad con la que se pronuncia un fonema, suponiendo que una articulación múltiple (gesto del ápice + voz, por ejemplo) es más difícil de producir que una simple (gesto del ápice sin voz, por ejemplo) (Tobin 1997, pp. xviii, 31).

No es de sorprender que los fonemas más fáciles de pronunciar se usen más; suponiendo que todos los fonemas contribuyen en la misma medida al signo lingüístico, es más eficiente usar más los que se pronuncian con más facilidad. Pero ¿qué fonemas son fáciles o difíciles de pronunciar? El factor humano considera esta dificultad en términos de precisión de control de la musculatura y los gestos que se hacen con ella para producir los fonemas. Diver suele buscar analogías de comportamiento humano fuera del terreno de la lengua para explicar favorecimientos y desfavorecimientos, y hay un buen ejemplo de comportamiento humano que tiene que ver con la precisión de control. Una persona se llama diestra cuando su mano derecha es más hábil que su mano izquierda: para cualquier tarea que requiere precisión de control, como empuñar una raqueta de tenis o un bolígrafo, la persona diestra usará su mano derecha. Similarmente, entre los ya mencionados articuladores activos (los labios, el ápice y el dorso) el ápice es el más diestro, y Diver señala que,

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efectivamente, por esa ventaja tipológicamente las apicales se usan con más frecuencia (2012, p. 308).

Aparte de los fonemas que se favorecen porque se pronuncian con el articulador más hábil, además hay fonemas que se favorecen por su modo de articulación. Por ejemplo, una plosiva se caracteriza por el cierre total del flujo de aire, acumulando presión que después se relaja con una pequeña “explosión.” En general, hay una alta frecuencia de plosivas en la posición inicial de la palabra, porque allí se necesita producir presión en los pulmones para arrancar la vibración de las cuerdas vocales. De Jonge (2011, p. 79-80) demuestra que en un corpus de palabras españolas bisilábicas, más del 50% de los fonemas en la posición inicial es una plosiva.

2.2 El peso comunicativo

En el apartado anterior se ha expuesto por qué en general se favorecen las apicales, pero queda otra cuestión relevante por discutir. En varios estudios se ha observado que en la posición final de la palabra hay un favorecimiento por las apicales más grande de lo esperado. Para demostrar este fenómeno, en la tabla A se presenta la distribución de las labiales, apicales y dorsales en la posición inicial y en la posición final de palabras monosilábicas inglesas, como pit2, en cantidades absolutas y

porcentajes (adaptado de Diver 2012, p. 314).

Labiales Apicales Dorsales Posición inicial 86/59,3% 72/40,0% 71/53,4% Posición final 59/40,7% 108/60,0% 62/46,6% Total 145/100% 180/100% 133/100% Tabla A Distribución de las labiales, apicales y dorsales entre la

posición inicial y final en palabras monosilábicas inglesas.

En esta tabla se puede ver que las apicales tienen una clara preferencia por la posición final de la palabra, visto que allí se observa una cantidad de 108 apicales, lo cual representa un 60,0% de las apicales en total, frente a un 40,0% en la posición inicial. Las labiales tienen una clara preferencia por la posición inicial y en la columna derecha se observa que las dorsales no tienen una preferencia muy clara. Cuando se comparan las cantidades absolutas de las labiales, apicales y dorsales en la posición inicial, se puede ver que no hay tanta diferencia entre las frecuencias de dichos fonemas, aunque las labiales son un poco más frecuentes (86 labiales frente a 72 apicales y 71 dorsales). Sin embargo, en la posición final se observa un favorecimiento abrumador por las apicales: en esa posición hay 108 apicales, a diferencia de una frecuencia de 59 labiales y 62 dorsales. En español, esta diferencia es

2 Más específicamente, son palabras monosilábicas inglesas del tipo CVC de las que ambas consonantes son plosivas – p t k b d g.

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aún más grande: en un corpus de palabras monosilábicas españolas, usado para una investigación anterior del suscrito3, 139 de las 140 consonantes en la posición final de la palabra son apicales, lo

cual significa que un arrollador 99,3% de las consonantes en posición final de la palabra se pronuncia con el ápice (Van Soeren 2015, p. 18). La destreza del ápice ya se ha descrito anteriormente, pero parece que este factor se realiza mucho más enfáticamente en la posición final, y cabe preguntarse por qué. Según Diver, la respuesta a esta pregunta está en la orientación comunicativa. A medida que avanza una frase en una conversación, la acumulación de información hace progresivamente más fácil anticipar lo que vendrá después. Por ejemplo, cuando hablas con una persona tartamuda, hacia el final de su frase es cada vez más fácil completar las últimas palabras. Lo mismo vale para las palabras: en cualquier contexto, es probable que la primera parte de la palabra provea la información que se necesita para poder identificar la palabra. Incluso para las palabras que sólo se diferencian en la posición final de la palabra, como pan y paz, es poco probable que ambas tengan sentido en un mensaje particular. Similarmente, en la frase “voy a pedir una taza de ca—” no es muy probable que se vaya a decir otra palabra que no sea “café”, porque del contexto se puede deducir que tiene que ser una bebida que se suele servir en una taza y todas las palabras que no empiezan con ca— quedan eliminadas. Así pues, el inicio de la palabra tiene una carga de distintividad mucho más grande que el final. Si distintos gestos presentan distintos grados de dificultad, los gestos más difíciles se desfavorecerán donde hay menos motivación para mantener la distintividad, como en la posición final de la palabra. En otras palabras: se invierte mucho más en la parte más informativa de la palabra, y menos en la parte final. Esto resulta en un inventario extenso de fonemas iniciales, y un inventario reducido (con una preferencia por una articulación relativamente fácil) al final. En el caso del ápice, la facilidad con la que se maneja el articulador más diestro explica la alta frecuencia de las apicales en la posición de bajo peso comunicativo (o carga comunicativa) (Diver 2012, p. 314). Pero ¿qué implicaciones tiene este fenómeno del peso comunicativo para el inicio de la palabra? En la tabla A se ha observado que en la posición inicial de la palabra, las labiales son ligeramente más frecuentes que las apicales y las dorsales. Según la teoría de FCH, esto debería corresponder a alguna ventaja que tiene este tipo de fonemas donde el peso comunicativo es más alto. Como se acaba de exponer, hay una carga más grande en la comunicación al inicio de la palabra y, por consiguiente, en esa posición el inventario fonológico se tiene que explotar al máximo. La característica que le da una ventaja comunicativa a las labiales es que son tanto audibles como visibles, lo cual facilita las conversaciones cara a cara. Esta eficiencia comunicativa explica la alta frecuencia de las labiales donde el peso comunicativo es el más alto (Tobin 1997, p. 45).

3 Dicho corpus contiene palabras monosilábicas españolas de todas las posibles estructuras fonológicas; CV, CVC, VC e incluso palabras que empiezan con grupos consonánticos, tipo fe, pan, en, cruz, etc. (el corpus está disponible a petición.)

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En resumen, la teoría de la Fonología como Comportamiento Humano explica por qué la distribución de los fonemas no es arbitraria sino motivada. Se puede observar que en la fonología se busca una máxima comunicación con el mínimo esfuerzo. Consiguientemente, se desfavorecen los gestos articulatorios más difíciles y se favorecen los gestos que mejoran la diferenciación comunicativa (Tobin 2011, p. 190). Ahora que se han ilustrado los principios más importantes y las contribuciones más relevantes de la Fonología como Comportamiento Humano, toca exponer la relevancia del acento léxico para la fonología de la lengua española.

3.

El acento silábico en castellano

En castellano, el acento es el grado de prominencia relativa que recibe una sílaba en comparación con otras sílabas de una palabra. Dentro de la palabra, el acento primario sólo puede recaer en una sílaba, de tal manera que la palabra /papa/, puede tener acento primario en la primera sílaba (papa) o la segunda (papá) pero no en ambas. Además, en las palabras léxicas, como los sustantivos, adjetivos y los verbos, una de las sílabas necesita llevar acento primario. Nótese que no todas las lenguas conocen el fenómeno de la acentuación y que el acento puede funcionar de otra manera en las lenguas que sí lo tienen (Hualde 2005, p. 220).

Un rasgo muy relevante del acento en español es que tiene una función distintiva. El acento no tiene una posición fija en la palabra y es posible hacer dos o tres palabras con un significado distinto cambiando meramente la posición del acento, como es el caso para término, termino y terminó, tres palabras formalmente casi idénticas que sólo se distinguen por la posición del acento, es decir, el acento es fonológicamente contrastivo. Una restricción considerable es que el acento sólo puede recaer en una de las últimas tres sílabas: en castellano se dan palabras con el acento en la antepenúltima sílaba, como pájaro (palabras esdrújulas), palabras con el acento en la penúltima sílaba, como ballena (palabras llanas) y palabras con el acento en la última sílaba, como jabalí (palabras agudas). Algunas lenguas en las que la acentuación también tiene una función fonológicamente contrastiva son el portugués, el catalán, el italiano, el neogriego, el ruso y el inglés (Alarcos Llorach 1964, pp. 94, 95; Hualde 2005, pp. 220-222).

Además hay lenguas en las que el acento siempre es predecible: en finés y en checo, por ejemplo, el acento siempre está en la primera sílaba de la palabra. Si el acento tiene una posición fija con respecto al inicio o final de la palabra, tiene una función delimitativa, porque sirve para indicar los límites de las palabras en el discurso (Hualde 2005, p. 220). En castellano, el acento no tiene esta función: el acento silábico español tiene una función fundamentalmente distintiva y no sirve como marcador del inicio o final de la palabra. Sin embargo, si toda palabra léxica tiene un acento silábico,

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se puede razonar que el acento destaca las palabras léxicas en el discurso. Esto podría ser relevante para la hipótesis (capítulo 4), porque según el mismo razonamiento, el acento destaca una sílaba en el curso hablado como un “colmo en el discurso”. Llama la atención del interlocutor, lo cual podría reforzar el peso comunicativo de la sílaba.

Ahora que se ha discutido la relevancia fonológica del acento en castellano, toca explicar su realización fonética. Las sílabas acentuadas reciben mayor prominencia por una elevación del tono musical, una mayor duración y una intensidad espiratoria elevada. Mientras que en otras lenguas el acento puede influir en la pronunciación de los fonemas, en castellano, la acentuación o la ausencia de ella en una sílaba apenas afecta a la pronunciación de las vocales y las consonantes (Hualde 2005, p. 239-241; Alarcos Llorach 1964, p. 201). No obstante, al fin y al cabo lo más importante fonológicamente no son los medios fonéticos con los cuales se realiza la intensificación de la sílaba acentuada, sino el hecho mismo de su intensificación (Alarcos Llorach 1950, p. 59).

Anteriormente se ha mencionado que en una palabra española no puede haber más de una sílaba acentuada: frente a ésta, todas las demás tienen el carácter común de no estar acentuadas, aunque entre ellas fonéticamente sean perceptibles diferencias de intensidad (Alarcos Llorach 1964, p. 202). Efectivamente, algunos libros sostienen que hay varios niveles de intensidad, pero según Ladefoged (1993, p. 117), abordar la acentuación en términos de un sistema con varios niveles simplemente no sirve, porque no corresponde con los hechos fonológicos.

En síntesis, en castellano el acento puede recaer en una de las últimas tres sílabas y tiene una función distintiva; palabras segmentariamente idénticas pueden diferenciarse por la posición del acento. Además, se razona que el acento silábico destaca una sílaba en el curso hablado como un “colmo en el discurso”: llama la atención del interlocutor, lo cual podría hipotéticamente reforzar el peso comunicativo de la sílaba. Ahora que se han expuesto los principios teóricos de FCH y los rasgos fonológicamente relevantes del acento en castellano, se puede plantear una hipótesis.

4.

Hipótesis

Un punto de partida muy importante de este estudio es que el peso comunicativo es el factor clave en la distribución fonológica de las apicales y las visibles. Donde el peso comunicativo es alto, el inventario fonológico se tiene que explotar al máximo, y las visibles tienen una ventaja comunicativa, lo que explica su alta frecuencia donde el peso comunicativo es el más alto. Donde el peso comunicativo es bajo, ya no es necesario aprovechar al máximo el inventario fonológico, por lo cual se favorecen los fonemas más fáciles de pronunciar (factor humano), entonces habrá una frecuencia alta de apicales, que se pronuncian con el articulador activo más diestro. Es crucial darse cuenta de

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que esto implica lógicamente que la frecuencia de las apicales y las visibles son, consecuentemente, indicadores del peso comunicativo: una alta frecuencia de visibles indica un peso comunicativo alto y una alta frecuencia de apicales indica un peso comunicativo bajo. Teniendo en cuenta esa posición analítica, ahora se volverán a examinar las preguntas de investigación.

Las preguntas de investigación que se han planteado en la introducción de esta tesina son cuatro en total: la pregunta principal y tres subpreguntas.

¿Qué factor tiene mayor influencia en el peso comunicativo de una sílaba, su posición dentro de la palabra o el acento silábico?

- ¿Coincide el análisis de este estudio sobre la influencia de la posición dentro de la palabra con los resultados de estudios anteriores?

- ¿El acento silábico tiene efecto en el peso comunicativo de la sílaba?

- Si es el caso que el acento influye en el peso comunicativo de la sílaba, ¿cuál es la naturaleza de este efecto?

En principio, en cuanto a la influencia de la posición de las consonantes dentro de la palabra en su peso comunicativo, se esperan resultados comparables con todos los estudios anteriores de FCH sobre este tema: en las palabras trisilábicas del tipo CVCVCV del corpus se espera observar que en la posición inicial de la palabra (la primera consonante, o la primera C de la estructura CVCVCV) el peso comunicativo es más alto que en la posición media de la palabra (la segunda consonante – la segunda C), que a su vez tendrá un peso comunicativo más alto que en la posición final de la palabra (la tercera consonante – la tercera C), como una escala móvil decreciente. En el análisis se referirá a la primera, segunda y tercera consonante de la estructura CVCVCV como C1, C2 y C3.

Aunque hasta la fecha la posición del fonema dentro de la palabra se conoce como el único factor determinante del peso comunicativo, puede ser que haya otro. Como se ha discutido en el capítulo anterior, cada palabra léxica tiene un acento silábico, que destaca la sílaba en cuestión en el curso hablado como un “colmo en el discurso”: llama la atención del interlocutor, lo cual podría reforzar el peso comunicativo de la sílaba. Por lo tanto, se supone como primera hipótesis que el acento sube el peso comunicativo de la sílaba. Concretamente, se espera que todas las palabras muestren una escala móvil decreciente del peso comunicativo con una elevación en la sílaba acentuada.

Conviene indicar ya antes del análisis que las hipótesis iniciales descritas en este capítulo no bastarán para poder explicar todos los resultados: se necesitará una hipótesis adicional que se expondrá en el capítulo 8, posteriormente a los primeros dos capítulos analíticos.

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5.

Metodología

La metodología del análisis será cuantitativa y distribucional: se contarán unidades lexicales, no la frecuencia de las palabras en la lengua hablada (véase también Diver 2012, p. 292). Como ya se ha mencionado anteriormente, el presente estudio se basará en el análisis de un corpus de palabras trisilábicas castellanas con una estructura silábica del tipo CVCVCV con el acento en la primera, segunda o tercera sílaba, que se han sacado de un diccionario español-holandés (Vuyk-Bosdriesz 2014)4 5 6. Todas las vocales en el corpus son monoptongos y no hay grupos consonánticos. Se han

dejado fuera todos los nombres propios y los casos en los que sólo la forma femenina de una palabra era del tipo CVCVCV y la forma masculina no (como duque – duquesa). Además, sólo se han incluido palabras monomorfémicas, puesto que en las palabras polimorfémicas, la yuxtaposición de ciertos fonemas en los límites de los morfemas no está motivada por razones exclusivamente fonológicas, sino principalmente por causas morfotácticas (Diver 2012, p. 301). Es más, si se contara el mismo morfema más veces, provocaría una distorsión en los datos. El corpus sí contiene préstamos y palabras históricamente polimorfémicas que ya no son reconocibles como tales en el español, como la palabra “maleta”. Está incluida en el corpus, porque aquí “-eta” ya no es un morfema activo, aunque sí lo fue originalmente. Abajo se muestran cuatro ejemplos de palabras que se han incluido en el corpus y otras tres que se han excluido, provistas de una explicación.

1. Pájaro Palabra esdrújula de estructura CVCVCV. 2. Ballena Palabra llana de estructura CVCVCV. 3. Jabalí Palabra aguda de estructura CVCVCV. 4. Baguette Los préstamos están incluidos en el corpus.

5. Baviano Se excluye porque en la segunda sílaba hay un diptongo. 6. Bajada Se excluye porque consiste de dos morfemas, “baj-“ y “-ada”.

7. Papisa Se excluye porque la forma masculina, “papa” no es una palabra del tipo CVCVCV.

4 El corpus está disponible a petición.

5 El uso del diccionario como base de datos fue establecido por Davis (1984, en Dreer 2006, p. 108), como la óptima manera de contar cada unidad léxica sin la influencia de factores sintácticas, pragmáticas, semánticas, etc. evaluando sólo su fonología.

6En la tradición española del silabeo, se suele hablar de la última, penúltima y antepenúltima sílaba, no de la primera, segunda y tercera sílaba. Sin embargo, esta tesina se aparta de esta tradición, porque en los estudios de FCH sobre el peso comunicativo se cuenta desde el principio de la palabra.

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En casos dudosos, se ha consultado el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española para averiguar si una palabra cumplía los requisitos. La lista final del corpus está compuesta por 841 palabras que cumplen los requisitos: 180 palabras esdrújulas, 626 palabras llanas y tan sólo 35 palabras agudas.

La posición analítica de este estudio es que las apicales y las visibles se consideran como indicadores del peso comunicativo, y por lo tanto, el análisis de la distribución fonológica de estos dos fonemas se puede considerar como una medición de dicho peso comunicativo. Altas frecuencias de visibles indican un peso comunicativo alto y altas frecuencias de apicales indican un peso comunicativo bajo. Tradicionalmente, por el término “visibles” se entienden solamente las labiales – /p/, /b/, /m/, /f/ – ya que el movimiento de los labios es visualmente perceptible, pero en castellano hay otro fonema que debería estar en esta categoría: la /θ/. Al pronunciarla, el ápice de la lengua va más allá de los dientes superiores, lo cual la hace visible en una conversación cara a cara. Las apicales del castellano son la /t/, /d/, /ʧ/, /l/, /ʎ/, /r/, /ɾ/, /s/, /θ/, /n/ y la /ɲ/.

Aparte del análisis de la distribución fonológica de las visibles y las apicales además habrá un grupo de control: también se analizarán las plosivas, cuya distribución fonológica no está asociada con el peso comunicativo. Como se ha explicado al final del capítulo 2.1, la plosiva se caracteriza por el cierre total del flujo de aire, acumulando presión que después se relaja. Esta característica ayuda a iniciar la vibración de las cuerdas vocales, lo cual las hace necesarias principalmente en la posición inicial de la palabra. Por consecuencia, suelen favorecerse al inicio de la palabra y no necesariamente en otras posiciones (De Jonge 2011, p. 79). Tampoco hay motivos para suponer que su distribución fonológica se vea influida por el acento silábico. Las plosivas en castellano son la /p/, /b/, /t/, /d/, /k/ y la /g/, aunque la /ʧ/ también cumple perfectamente la descripción de “cerrar totalmente el flujo de aire” 7, y por lo tanto también se incluirá en la categoría de las plosivas.

Ahora bien, el análisis consistirá en dos partes: un capítulo en el que se mide la influencia de la posición dentro de la palabra en el peso comunicativo y un segundo capítulo en el que se mide la influencia del acento silábico en el peso comunicativo. En el primer capítulo analítico habrá cuatro subdivisiones: primero se analizará la distribución fonológica entre C1, C2 y C3 (CVCVCV) en todas las palabras del corpus en su totalidad para ver si el peso comunicativo efectivamente disminuye a medida que avanza la palabra. A continuación se analizará la distribución fonológica entre C1, C2 y C3 en las palabras esdrújulas, llanas y agudas, respectivamente, para comprobar si se encuentran otros resultados en estas tres categorías sueltas.

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12

En el segundo capítulo analítico se comparará la distribución fonológica de las consonantes en las sílabas acentuadas con la de las sílabas no acentuadas. Para evitar que la variación del peso comunicativo entre las posiciones C1, C2 y C3 tenga influencia en el análisis de la influencia fonológica del acento silábico, se tienen que hacer comparaciones separadas de las sílabas acentuadas con las sílabas no acentuadas en la primera, segunda y la tercera sílaba. De esta manera, la consonante de la primera sílaba acentuada (como pájaro) se compara con la de las primeras sílabas no acentuadas (como ballena y jabalí), la consonante de la segunda sílaba acentuada (como ballena) se compara con la de las segundas sílabas no acentuadas (como pájaro y jabalí) y la consonante de la tercera sílaba acentuada (como jabalí) se compara con la de las terceras sílabas no acentuadas (como pájaro y ballena). Habrá entonces en este capítulo tres subdivisiones: los análisis en la primera, segunda y la tercera sílaba. En este estudio, el umbral de significancia es de 0.05.

6.

Influencia de la posición de la consonante en el peso

comunicativo

En el primer paso del análisis se medirá la influencia de la posición de las consonantes dentro de la palabra en su peso comunicativo, analizando la distribución de las apicales y las visibles entre la posición inicial, media y final de la palabra (de aquí en adelante se referirá a la primera, segunda y tercera consonante de la estructura CVCVCV como C1, C2 y C3). Como primera hipótesis, se supone que el peso comunicativo disminuirá a medida que avanza la palabra, como una escala móvil decreciente entre C1 y C3. En las sílabas acentuadas se espera una elevación del peso comunicativo.

6.1 Distribución fonológica en las palabras del corpus completo

Primero se analizará la distribución fonológica entre C1, C2 y C3 en todas las palabras del corpus: aún no se considerará la influencia del acento silábico. Según la hipótesis, se debería observar un auge de apicales a medida que avanza la palabra, lo que significaría que se observa un porcentaje más elevado de apicales en la posición C3 que en las posiciones C1 y C2, con el porcentaje de apicales más bajo en la posición C1, o la posición inicial, donde el peso comunicativo debería ser el más alto. En la tabla 1 se comparan las cantidades absolutas y porcentajes de apicales en las posiciones C1, C2 y C3 de todas las palabras del corpus, tanto las palabras esdrújulas como las llanas y agudas. En la fila superior están las apicales y en la segunda fila se encuentran los demás fonemas, no producidos con el ápice (sino con los labios o el dorso de la lengua).

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Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Apicales 311/37,0% 532/63,3% 631/75,0% 1474/100% No apicales 530/63,0% 309/36,7% 210/25,0% 1049/100%

Total 841/100% 841/100% 841/100% 2523/100%

Significancia de C1 – C2: X2=116,2 p<0,001 C2 – C3: X2=27,3 p<0,001 C1 – C3: X2=247,1 p<0,001

Tabla 1 Distribución de las apicales y no apicales en posiciones C1, C2 y C3 en todas las palabras del corpus

En la tabla 1 se puede observar que, efectivamente, hay un porcentaje de apicales relativamente bajo para C1, pero un porcentaje mucho más alto para la segunda consonante, C2, y el porcentaje de apicales más alto para C3. Este aumento de apicales representa una inequívoca disminución gradual del peso comunicativo a medida que avanza la palabra. Los resultados son muy significativos (una p<0,001 para todas las comparaciones) y confirman evidentemente la hipótesis.

Es muy probable que el otro indicador del peso comunicativo muestre una distribución similar: a medida que avanza la palabra se debería observar una disminución de fonemas visibles. En la tabla 2 se observa la distribución fonológica de las visibles en las posiciones C1, C2 y C3 de todas las palabras del corpus. En la fila superior están las visibles y en la fila inferior están los fonemas que no son visualmente perceptibles en una conversación cara a cara.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Visibles 398/47,3% 236/28,1% 111/13,2% 745/100% No visibles 443/52,7% 605/71,9% 730/86,8% 1778/100%

Total 841/100% 841/100% 841/100% 2523/100%

Significancia de C1 – C2: X2=66,4 p<0,001 C2 – C3: X2=56,7 p<0,001 C1 – C3: X2=232,0 p<0,001

Tabla 2 Distribución de los fonemas visibles y no visibles en posiciones C1, C2 y C3 en todas las palabras del corpus

Conforme a las expectativas, en la tabla 2 se puede observar un porcentaje de visibles muy alto en la posición C1, un porcentaje de visibles menos alto en la posición C2 y el porcentaje claramente más bajo para C3, donde sólo un 13,2% de los fonemas es visible. Los resultados de la tabla 2 son otra confirmación de la hipótesis: la disminución porcentual de visibles indica una disminución del peso comunicativo a lo largo de la palabra. Los resultados de la tabla 2 son igual de significativos que los de la tabla 1.

Ahora se analizará el grupo de control, las plosivas, cuya distribución fonológica no está asociada con el peso comunicativo. Se ha formulado la hipótesis de que habrá un favorecimiento de fonemas plosivos en la posición C1, ya que los fonemas que cierran totalmente el tracto vocal crean presión en los pulmones, lo que arranca el flujo del aire. En investigaciones anteriores (como De Jonge 2011,

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por ejemplo) se ha demostrado que las plosivas se favorecen sólo en la posición inicial de la palabra, donde tienen la función de iniciar la vibración de las cuerdas vocales. La tabla 3 muestra la distribución de las plosivas en posiciones C1, C2 y C3 de todas las palabras del corpus. En la primera fila se observan las plosivas y en la segunda se observan los fonemas que no están en esa categoría.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Plosivas 498/59,2% 347/41,3% 341/40,5% 1186/100% No plosivas 343/40,8% 494/58,7% 500/59,5% 1337/100%

Total 841/100% 841/100% 841/100% 2523/100%

Significancia de C1 – C2: X2=54,2 p<0,001 C2 – C3: X2<0,1 p=0,766 C1 – C3: X2=58,6 p<0,001

Tabla 3 Distribución de las plosivas y no plosivas en posiciones C1, C2 y C3 en todas las palabras del corpus

Los resultados de la tabla 3 coinciden perfectamente con la hipótesis: hay un porcentaje de plosivas elevado para C1 y porcentajes de plosivas más bajos para C2 y C3. Las plosivas solamente se favorecen en la posición inicial, en la posición media y final los porcentajes son prácticamente iguales y la diferencia porcentual entre C2 y C3 no es nada significativa (el chi cuadrado es menos de 0,1, con un valor p de 0,766).

En resumen, el análisis de la distribución fonológica entre C1, C2 y C3 en todas las palabras del corpus confirma la hipótesis: la influencia de la posición de las consonantes bajo estudio en el peso comunicativo coincide con la influencia demostrada en estudios anteriores. Ahora que se ha analizado la distribución fonológica sin importar el acento léxico, en los tres siguientes apartados se hará el mismo análisis fonológico, pero ahora se hará distinción entre las palabras con el acento silábico en la primera, segunda y la tercera sílaba. Obviamente se comienza con las palabras esdrújulas, para analizar la distribución fonológica entre las posiciones C1, C2 y C3 si el acento léxico está en la primera sílaba. A continuación, se analizarán las distribuciones en las palabras llanas y agudas, respectivamente. Si la hipótesis es correcta, la posición dentro de la palabra tendrá más influencia en el peso comunicativo que el acento silábico. Esto significa que se supone que en general, las distribuciones fonológicas separadas en las palabras esdrújulas, llanas y agudas no se desviarán mucho de los resultados descritos en este apartado, aunque sí se esperan pequeñas elevaciones del peso comunicativo en las sílabas acentuadas.

6.2 Distribución fonológica en las palabras esdrújulas

Puesto que en el análisis de las palabras esdrújulas se espera encontrar resultados similares a los del apartado anterior con una elevación del peso comunicativo en la sílaba acentuada, el porcentaje de apicales más bajo se debería observar en C1. En C2 se espera un porcentaje de apicales considerablemente más elevado y en C3 debería haber el porcentaje de apicales más alto. En la tabla

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4 está expuesta la distribución de las apicales en las posiciones C1, C2 y C3 en las palabras esdrújulas del corpus, de la misma manera que anteriormente.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Apicales 83/46,1% 90/50,0% 133/73,9% 306/100% No apicales 97/53,9% 90/50,0% 47/26,1% 234/100%

Total 180/100% 180/100% 180/100% 540/100%

Significancia de C1 – C2: X2=0,545 p=0,460 C2 – C3: X2=21,8 p<0,001 C1 – C3: X2=28,9 p<0,001

Tabla 4 Distribución de las apicales y no apicales en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras esdrújulas del corpus

Curiosamente, estos resultados no cumplen con las expectativas. Sí hay un aumento de apicales a lo largo de la palabra, con el porcentaje de apicales más bajo en C1 y el porcentaje de apicales claramente más elevado en C3, pero la diferencia porcentual entre C1 y C2 es bastante pequeña y ni siquiera significativa. Parece que en las palabras esdrújulas el acento silábico no sube el peso comunicativo, sino que lo reduce, visto que el análisis del corpus completo sí demostró un peso comunicativo decreciente con diferencias significativas entre C1 – C2 – C3.

En principio, el análisis de las visibles debería confirmar esta observación, ya que las apicales y las visibles ambas son indicadores del peso comunicativo. En la tabla 5 se muestra la distribución de las visibles en las posiciones C1, C2 y C3 en las palabras esdrújulas del corpus.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Visibles 76/42,2% 70/38,9% 25/13,9% 171/100% No visibles 104/57,8% 110/61,1% 155/86,1% 369/100%

Total 180/100% 180/100% 180/100% 540/100%

Significancia de C1 – C2: X2=0,415 p=0,520 C2 – C3: X2=29,0 p<0,001 C1 – C3: X2=35,8 p<0,001

Tabla 5 Distribución de los fonemas visibles y no visibles en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras esdrújulas del corpus

En esta tabla se observa el mismo resultado divergente a la hipótesis; aunque sí hay una disminución de visibles a medida que avanza la palabra, con el porcentaje de visibles más elevado en C1 y el porcentaje de visibles más bajo en C3, otra vez la diferencia porcentual entre C1 y C2 no es significativa. Mientras que se esperaba una diferencia bastante grande entre C1 y C2, según los análisis de las apicales y las visibles la diferencia del peso comunicativo entre C1 y C2 en las palabras esdrújulas es muy pequeña.

La distribución fonológica de las plosivas no está asociada con el peso comunicativo y según la hipótesis habrá un favorecimiento de fonemas plosivos en la posición C1 sin importar el acento

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silábico. En el análisis de la distribución de las plosivas en en el corpus completo efectivamente se ha observado un favorecimiento de plosivas en la posición C1, y se espera que la distribución de plosivas en las palabras esdrújulas no se desvíe de la distribución en el corpus completo. En la tabla 6 se observa la comparación de los porcentajes de plosivas en C1, C2 y C3 en las palabras esdrújulas del corpus.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Plosivas 93/51,7% 90/50,0% 74/41,1% 257/100% No plosivas 87/48,3% 90/50,0% 106/58,9% 283/100%

Total 180/100% 180/100% 180/100% 540/100%

Significancia de C1 – C2: X2=0,100 p=0,752 C2 – C3: X2=2,9 p=0,09 C1 – C3: X2=4,0 p<0,05

Tabla 6 Distribución de las plosivas y no plosivas en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras esdrújulas del corpus

De nuevo, los resultados no cumplen con las expectativas. Mientras que el análisis de de las plosivas en en el corpus completo demostró un favorecimiento de plosivas en la posición C1, con una diferencia porcentual bastante grande entre C1 por un lado y C2, C3 por el otro, en la tabla 6 la diferencia entre C1 y C2 es nuevamente muy pequeña y no significativa. La diferencia entre C2 y C3 tampoco es significativa, pero eso probablemente se debe al hecho de que la muestra de 180 palabras esdrújulas es demasiado pequeña, ya que la diferencia entre C1 y C3 sí es significativa. Es muy llamativo que en C2 haya un porcentaje de plosivas similar al porcentaje de C1 porque, según la hipótesis, el acento silábico no debería influir en la distribución de las plosivas. Además, este patrón recuerda al de las dos tablas anteriores: parece que la distribución de las plosivas sí se ve influida por el peso comunicativo8.

Hay, pues, dos problemas: en primer lugar, parece que en las palabras esdrújulas el acento silábico reduce el peso comunicativo en vez de subirlo. Se esperaba una disminución del peso comunicativo entre C1 – C2 – C3 con una elevación del peso comunicativo en C1, lo cual resultaría en una considerable disminución del peso comunicativo entre C1 y C2, pero al contrario, se han observado porcentajes similares de apicales y visibles en C1 y C2, lo cual indica que la diferencia del peso comunicativo entre la posición inicial y media en las palabras esdrújulas es muy pequeña y no significativa. Este tema se tratará con más detalle en el capítulo 8. En segundo lugar, cabe preguntarse si la distribución de las plosivas está influida por el peso comunicativo, aunque este fenómeno no está descrito en la literatura. La hipótesis de que el peso comunicativo disminuye a medida que avanza la palabra sí se ha confirmado en este apartado.

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6.3 Distribución fonológica en las palabras llanas

Ahora se comparará la distribución fonológica de las consonantes entre C1, C2 y C3 en las palabras llanas. Si el acento está en la segunda sílaba, se espera un peso comunicativo decreciente como en el primer apartado de este capítulo, pero con una elevación del peso comunicativo en la segunda sílaba. En concreto, según la hipótesis habrá un aumento de apicales a lo largo de la palabra, pero puesto que se supone que la acentuación de la segunda sílaba sube su peso comunicativo, la diferencia porcentual en la distribución de las apicales entre C1 y C2 debería ser relativamente pequeña. La tabla 7 muestra la distribución de apicales en las posiciones C1, C2 y C3 en las palabras llanas del corpus.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Apicales 220/35,1% 417/66,6% 472/75,4% 1109/100% No apicales 406/64,9% 209/33,4% 154/24,6% 769/100%

Total 626/100% 626/100% 626/100% 1878/100%

Significancia de C1 – C2: X2=124,0 p<0,001 C2 – C3: X2=11,7 p<0,001 C1 – C3: X2=205,2 p<0,001

Tabla 7 Distribución de las apicales y no apicales en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras llanas del corpus

En general, los resultados de la tabla 7 cumplen con la hipótesis: hay un porcentaje de apicales bajo para C1, un porcentaje de apicales más alto para C2 y el porcentaje más alto para C3. Este auge de apicales corresponde a la disminución gradual del peso comunicativo a medida que avanza la palabra. Sin embargo, la diferencia porcentual entre C1 y C2 y es mucho más grande que la diferencia entre C2 y C3, lo que implica que la acentuación de la segunda sílaba no refuerza su peso comunicativo, sino que lo reduce, exactamente como en las palabras esdrújulas.

Es probable que el análisis de las visibles muestre el mismo patrón: aunque la hipótesis predice una diferencia relativamente pequeña entre la distribución de las visibles en C1 y C2, es de esperar que las visibles se comporten como las apicales, visto que las apicales y las visibles ambas son indicadores del peso comunicativo. En la tabla 8 se expone la distribución de las visibles en las posiciones C1, C2 y C3 en las palabras llanas del corpus.

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Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Visibles 301/48,1% 161/25,7% 79/12,6% 541/100% No visibles 325/51,9% 465/74,3% 547/87,4% 1337/100%

Total 626/100% 626/100% 626/100% 1878/100%

Significancia de C1 – C2: X2=67,2 p<0,001 C2 – C3: X2=34,7 p<0,001 C1 – C3: X2=186,2 p<0,001

Tabla 8 Distribución de los fonemas visibles y no visibles en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras llanas del corpus

Efectivamente, en la posición C1 el 48,1% de los fonemas es visible, casi el doble del 25,7% en la posición C2. La diferencia porcentual entre C2 y C3 es más pequeña. Estas observaciones son otra confirmación de que la hipótesis sobre el efecto del acento silábico no es totalmente correcta. Parece que el acento sí influye en el peso comunicativo, pero de manera inversa: de alguna manera el peso comunicativo de la sílaba acentuada está reducida. La parte de la hipótesis que sí se ve confirmada en la tabla 8 es que la disminución gradual de visibles corresponde a un peso comunicativo decreciente a lo largo de la palabra.

Ahora se analizará la distribución del grupo de control, las plosivas. Según la hipótesis, las plosivas se deberían favorecer en la posición inicial de la palabra sin importar qué sílaba esté acentuada, entonces se espera un porcentaje de plosivas elevado en la posición C1, y porcentajes de plosivas más bajos para C2 y C3. La tabla 9 muestra la distribución de las plosivas entre las posiciones C1, C2 y C3 en las palabras llanas del corpus.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Plosivas 384/61,3% 245/39,1% 252/40,3% 881/100% No plosivas 242/38,7% 381/60,9% 374/59,7% 997/100%

Total 626/100% 626/100% 626/100% 1878/100%

Significancia de C1 – C2: X2=61,7 p<0,001 C2 – C3: X2=0,163 p=0,686 C1 – C3: X2=55,7 p<0,001

Tabla 9 Distribución de las plosivas y no plosivas en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras llanas del corpus

Los resultados de la tabla 9 coinciden con la hipótesis; se observa un porcentaje de plosivas elevado para C1 y porcentajes de plosivas más bajos para C2 y C3. Las plosivas sólo se favorecen en la posición inicial y en C2 y C3 los porcentajes son prácticamente iguales: la diferencia porcentual no es significativa.

Tanto en los apartados 6.1 y 6.2 como en este, se ha probado que la posición de la consonante en la palabra es el factor clave en el curso del peso comunicativo; en las tablas 7 y 8 se ha observado la disminución del peso comunicativo que se esperaría a medida que avanza la palabra. Dicho esto, el análisis de las palabras llanas ha vuelto a mostrar la peculiaridad que también se ha observado en el

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análisis de las palabras esdrújulas: la sílaba acentuada, que debería tener un peso comunicativo elevado según la hipótesis, tiene un peso comunicativo más bajo de lo que se esperaría. Parece que la influencia del acento silábico no concuerda con la hipótesis. Además, en la tabla 9 las plosivas sólo se favorecen en la posición inicial, lo cual confirma los resultados anteriores de FCH.

6.4 Distribución fonológica en las palabras agudas

En el último análisis de este capítulo se comparará la distribución fonológica entre las consonantes C1, C2 y C3 en las palabras agudas. Cabe mencionar que el corpus contiene tan solo 35 palabras agudas, y una muestra tan pequeña no se presta bien para un análisis detenido; puede que sea difícil sacar conclusiones meticulosas. Ahora bien, se espera observar un peso comunicativo decreciente a lo largo de la palabra, con una elevación en la sílaba acentuada, en este caso la tercera. En los dos apartados analíticos anteriores el acento no subía el peso comunicativo de la sílaba, pero a lo mejor en las palabras agudas sí. En la distribución de las apicales, la hipótesis predice un aumento a lo largo de la palabra con una elevación en C3, puesto que se espera que la acentuación de la tercera sílaba suba su peso comunicativo, lo cual correspondería a una bajada del porcentaje de apicales en C3. La distribución de las apicales en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras agudas del corpus se expone en la tabla 10.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Apicales 8/22,9% 25/71,4% 26/74,3% 59/100% No apicales 27/77,1% 10/28,6% 9/25,7% 46/100%

Total 35/100% 35/100% 35/100% 105/100%

Significancia de C1 – C2: X2=16,6 p<0,001 C2 – C3: X2<0,1 p=0,788 C1 – C3: X2=18,5 p<0,001

Tabla 10 Distribución de las apicales y no apicales en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras agudas del corpus

La distribución de las apicales en las palabras agudas parece estar completamente conforme la hipótesis: en la tabla 10 se observa un auge de apicales a medida que avanza la palabra, con una diferencia muy pequeña (y no significativa) entre C2 y C3, lo cual podría indicar una disminución del porcentaje de apicales en C3, pero en realidad no es así. El porcentaje del 74,3% de apicales en la posición final en la tabla 10 coincide con el porcentaje de 73,9% de apicales en la posición final de las palabras esdrújulas y con un porcentaje de 75,4% de apicales en la posición final de las palabras llanas (las mínimas diferencias no son significativas). Parece que en cada tipo de las palabras trisilábicas, el bajo peso comunicativo en la posición final de la palabra resulta en aproximadamente el mismo porcentaje de apicales en C3. Entonces, el hecho de que en la tabla 10 los porcentajes de apicales en C2 y C3 son prácticamente iguales tiene más que ver con un porcentaje muy alto de apicales en C2: parece que el peso comunicativo cae fuertemente entre C1 y C2. Esto no parece

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lógico, por lo que primero se comparará con la distribución de las visibles en la siguiente tabla. Lo que sí se puede deducir con certeza de la tabla 10 es que hay una diferencia muy significativa entre el bajo porcentaje de apicales en C1 por un lado, y un alto porcentaje de apicales en C2 y C3 por el otro, lo cual representa un peso comunicativo decreciente.

Las apicales y las visibles son ambas indicadores del peso comunicativo y por lo tanto el análisis de las visibles debería confirmar los resultados de la tabla 10: se espera una disminución gradual del porcentaje de visibles a lo largo de la palabra, con poca diferencia entre C2 y C3. La tabla 11 muestra el análisis de las visibles en las posiciones C1, C2 y C3 en las palabras agudas del corpus.

Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total

Visibles 21/60,0% 5/14,3% 7/20,0% 33/100%

No visibles 14/40,0% 30/85,7% 28/80,0% 72/100%

Total 35/100% 35/100% 35/100% 105/100%

Significancia de C1 – C2: X2=15,7 p<0,001 C2 – C3: X2=0,402 p=0,526 C1 – C3: X2=11,7 p<0,001

Tabla 11 Distribución de los fonemas visibles y no visibles en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras agudas del corpus

En la tabla 11 se observa una disminución significativa de visibles entre C1 por un lado y C2, C3 por otro lado, lo cual representa un peso comunicativo decreciente. De nuevo, la diferencia entre C2 y C3 no es significativa, exactamente como en la distribución de las apicales. Cuando se compara el porcentaje de visibles en la posición final (un 20,0%) con los porcentajes en la posición final de las palabras esdrújulas y llanas (un 13,9% y un 12,6%, respectivamente), no se encuentran diferencias significativas, entonces otra vez los porcentajes parecidos de visibles en C2 y C3 tienen que ver con un porcentaje muy bajo de visibles en C2. Tanto en la distribución de las apicales como en la distribución de las visibles en las palabras agudas el peso comunicativo cae fuertemente entre C1 y C2. Este es otro problema que necesita explicación.

Según la hipótesis, las plosivas se deberían favorecer en la posición C1 sin importar qué sílaba esté acentuada, entonces se espera que en el análisis de las palabras agudas también haya un favorecimiento de plosivas en la posición inicial de la palabra. En la tabla 12 se expone la distribución de las plosivas entre las posiciones C1, C2 y C3 en las palabras agudas del corpus.

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Consonante 1 Consonante 2 Consonante 3 Total Plosivas 21/60,0% 12/34,3% 15/42,9% 48/100% No plosivas 14/40,0% 23/65,7% 20/57,1% 57/100%

Total 35/100% 35/100% 35/100% 105/100%

Significancia de C1 – C2: X2=4,6 p<0,05 C2 – C3: X2=0,543 p=0,461 C1 – C3: X2=2,1 p=0,151

Tabla 12 Distribución de las plosivas y no plosivas en posiciones C1, C2 y C3 en las palabras agudas del corpus

Los resultados de la tabla 12 están bastante enturbiados por una falta de significancia entre C2-C3 y C1-C3; esto se debe al hecho de que la muestra de 35 palabras agudas es demasiado pequeña. Se podría decir con un poco de cautela que la tabla 12 muestra un favorecimiento de plosivas en la posición inicial, porque en C1 hay un porcentaje de 60,0% de plosivas, que es significativamente más alto que el porcentaje en C2: un 34,3%. Sin embargo, la diferencia porcentual entre C1 y C3 no es significativa, y por ello en realidad no se pueden sacar conclusiones meticulosas.

El análisis de las apicales y visibles en las palabras agudas del corpus ha demostrado un peso decreciente a lo largo de la palabra, conforme la hipótesis. No obstante, en comparación con las palabras esdrújulas y llanas, que no tienen la última sílaba acentuada, los porcentajes de apicales y visibles en la posición final de las palabras agudas no indican una elevación del peso comunicativo. Sí se ha observado un descenso fuerte del peso comunicativo entre C1, C2, lo cual necesita una explicación.

En resumen, todos los apartados analíticos de este capítulo han probado que la posición de la consonante es el factor clave en el curso del peso comunicativo: tanto en las palabras esdrújulas como en las llanas y agudas se ha observado que la distribución de las apicales y visibles indica una clara disminución del peso comunicativo entre C1 y C3. Sin embargo, en las palabras esdrújulas y llanas se ha observado que el acento silábico no sube el peso comunicativo de la sílaba sobre la que recae, sino que parece reducirlo. En las palabras agudas el peso comunicativo de C3 coincide con el peso comunicativo de C3 en las palabras esdrújulas y llanas, mientras que se esperó una elevación del peso comunicativo. Este problema requiere una solución, pero antes de intentar resolverlo, en el capítulo 7 se comparará la distribución fonológica de las consonantes en las sílabas acentuadas con su distribución en las sílabas no acentuadas en la posición inicial, media y final.

Además hay dos problemas más que resolver: primero, en el análisis de las palabras esdrújulas, la distribución de las plosivas era parecida a la distribución de las apicales y las visibles, que indicaba un peso comunicativo elevado en la posición C2. Curiosamente, la distribución de las plosivas también mostraba porcentajes similares en las posiciones C1 y C2, mientras que se suponía que las plosivas

(28)

22

sólo se favorecían en la posición inicial. Puede ser que la distribución de las plosivas esté más influida por el peso comunicativo que era generalmente conocido. Otra cuestión que requiere explicación es la disminución fuerte del porcentaje de visibles y el aumento fuerte del porcentaje de apicales entre C1 y C2 que se ha observado en las palabras agudas.

7.

Influencia del acento silábico en el peso comunicativo

En el segundo paso del análisis se medirá la influencia del acento silábico en el peso comunicativo, analizando la distribución de las apicales, visibles y plosivas no entre las tres posibles posiciones de la palabra, sino entre las sílabas acentuadas y las sílabas no acentuadas. Para evitar que la variación del peso comunicativo entre las posiciones C1, C2 y C3 influya en el análisis de la influencia fonológica del acento silábico, se harán comparaciones separadas de las sílabas acentuadas con las no acentuadas en la primera, segunda y la tercera sílaba. Según la hipótesis, esta comparación debería demostrar que las sílabas acentuadas tienen un peso comunicativo más alto que las sílabas no acentuadas. Traducido a la distribución de las consonantes, el porcentaje más bajo de apicales se debería encontrar en las sílabas que llevan acento y el porcentaje más alto de apicales se espera observar en las sílabas no acentuadas. De la misma manera, el porcentaje de fonemas visibles debería ser más alto en las sílabas acentuadas y el porcentaje más bajo de visibles en las sílabas no acentuadas. No obstante, en el capítulo anterior la hipótesis sobre el efecto del acento silábico al peso comunicativo no se cumplió: pareció que el acento silábico reducía el peso comunicativo de las consonantes en vez de subirlo. En este capítulo este fenómeno se verificará.

7.1 Influencia del acento silábico en el peso comunicativo de la

consonante 1

Primero se compararán las sílabas acentuadas con las no acentuadas en la primera sílaba: las C1 de las palabras esdrújulas se comparan con las C1 de las palabras llanas y agudas. Según la hipótesis, las consonantes en las sílabas acentuadas deberían tener un peso comunicativo más alto que las consonantes en las sílabas no acentuadas. Por consecuencia, el porcentaje de apicales en las sílabas acentuadas debería ser más alto que el porcentaje de no apicales. La tabla 13 muestra la distribución de las apicales entre las sílabas acentuadas y las sílabas no acentuadas en la posición C1 de la palabra.

(29)

23

Sílaba acentuada Sílaba no acentuada Total

Apicales 83/46,1% 228/34,5% 311/100%

No apicales 97/53,9% 433/65,5% 530/100%

Total 180/100% 661/100% 841/100%

Significancia sílabas acentuadas – no acentuadas: X2=8,2 p<0,01

Tabla 13 Distribución de las apicales y no apicales entre las sílabas acentuadas y no acentuadas en la posición C1

Exactamente como se ha observado anteriormente, la tabla 13 muestra un porcentaje más alto de apicales (un 46,1%) en las sílabas acentuadas y un porcentaje más bajo de apicales (un 34,5%) en las sílabas no acentuadas, lo cual indica un peso comunicativo más bajo en las sílabas acentuadas que en las sílabas no acentuadas en la posición inicial, contrario a la hipótesis.

Este resultado debería verse reflejado en la distribución de las visibles entre las sílabas acentuadas y las sílabas no acentuadas en la posición C1 de la palabra, mostrada en la tabla 14. Aunque la hipótesis prediga que habrá más visibles en las sílabas acentuadas que en las sílabas no acentuadas, probablemente sea al revés, en concordancia con los resultados anteriores.

Sílaba acentuada Sílaba no acentuada Total

Visibles 76/42,2% 322/48,7% 398/100%

No visibles 104/57,8% 339/51,3% 443/100%

Total 180/100% 661/100% 841/100%

Significancia sílabas acentuadas – no acentuadas: X2=2,4 p=0,122

Tabla 14 Distribución de los fonemas visibles y no visibles entre las sílabas acentuadas y no acentuadas en la posición C1

Se observa otro resultado contrario a la hipótesis: la tabla 14 muestra un porcentaje más bajo de visibles en las sílabas acentuadas y un porcentaje más alto en las sílabas no acentuadas, lo cual indica un peso comunicativo más bajo en las sílabas acentuadas que en las sílabas no acentuadas en la posición inicial. Sin embargo, la diferencia entre el 42,2% y el 48,7% no es lo bastante grande como para ser significativa.

Ahora se analizará la distribución de las plosivas entre las sílabas acentuadas y las sílabas no acentuadas en la posición C1 de la palabra, mostrada en la tabla 15. En principio, no hay motivos para suponer que el acento silábico tenga influencia en esta distribución y, tradicionalmente, la distribución fonológica de las plosivas tampoco está asociada con el peso comunicativo. Por lo tanto, no se esperan diferencias significativas entre las sílabas acentuadas y no acentuadas.

(30)

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Sílaba acentuada Sílaba no acentuada Total

Plosivas 93/51,7% 405/61,3% 498/100%

No plosivas 87/48,3% 256/38,7% 343/100%

Total 180/100% 661/100% 841/100%

Significancia sílabas acentuadas – no acentuadas: X2=5,4 p<0,05

Tabla 15 Distribución de las plosivas y no plosivas entre las sílabas acentuadas y no acentuadas en la posición C1

Curiosamente, sí se observa una diferencia significativa: en las sílabas no acentuadas aparecen más plosivas que en las sílabas que llevan acento. Aparentemente, el acento silábico sí influye en la distribución de las plosivas y esto hace sospechar que la distribución de las plosivas sí está relacionada con el peso comunicativo por dos motivos. Primero, en el análisis de las palabras esdrújulas (capítulo 6.2) también se observó que la distribución de las plosivas coincidía bastante con la distribución de las apicales y las visibles, los indicadores del peso comunicativo. Además, la observación en la tabla 15 coincide con la de la tabla 13, donde se observó un porcentaje más alto de apicales en las sílabas acentuadas, lo cual indicó un peso comunicativo más bajo en las sílabas que llevan acento. Si un alto porcentaje de plosivas también es un indicador de un alto peso comunicativo, la tabla 15 confirma las observaciones anteriores que parecen indicar que el acento silábico reduce el peso comunicativo.

En síntesis, el análisis de la distribución de las apicales entre las sílabas acentuadas y las sílabas no acentuadas en la posición C1 parece haber demostrado nuevamente que el acento silábico reduce el peso comunicativo de la sílaba sobre la que recae. Además se ha vuelto a observar que la distribución de las plosivas parece estar relacionada con el peso comunicativo. Ahora que se ha descrito la influencia del acento silábico en el peso comunicativo en la posición inicial de la palabra, se analizará la distribución de las apicales, visibles y plosivas entre las sílabas acentuadas y las sílabas no acentuadas en la posición media de la palabra.

7.2 Influencia del acento silábico en el peso comunicativo de la

consonante 2

En este apartado se compararán las sílabas acentuadas con las sílabas no acentuadas en la posición media. La segunda consonante (C2) de las palabras llanas se comparará con la segunda consonante (C2) de las palabras esdrújulas y agudas. Aunque la hipótesis prediga un peso comunicativo más alto en las sílabas acentuadas que en las sílabas no acentuadas, resultando en un bajo porcentaje de apicales en las sílabas acentuadas y un porcentaje de apicales más alto en las sílabas no acentuadas, probablemente sea al revés, en armonía con los resultados anteriores. La tabla 16 muestra la

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