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Elegancia y Traducción. Los "mexicanismos" y "maneras de hablar" en cuatro gramáticas misioneras del náhuatl.

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Elegancia y traducción

Los “mexicanismos” y “maneras de hablar” en cuatro

gramáticas misioneras del náhuatl

Karien van der Mei 5975263

Begeleider: Dr. O.J. Zwartjes Tweede lezer: Dr. J.A. Flores Farfán Universiteit van Amsterdam

Faculteit Geesteswetenschappen

Masterscriptie Linguistics of European Languages (Spaans) 05-08-2014

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1 Agradecimientos

Ante todo debo decir que agradezco mucho las oportunidades que me han dado Dr. Otto Zwartjes y Dra. Pilar Máynez. Les agradezco muchos sabios consejos, ayuda y supervisión en la consecución de este trabajo. Además quería dar mis sinceras gracias a Otto Zwartjes por haberme invitado al

encuentro ROLD (Revitalizing Older Linguistic Documentation) del ACLC de la Universidad de Ámsterdam y a otros congresos de historiografía lingüística, y por haberme inspirado durante los últimos dos años. A Pilar Máynez debo mis sinceros agradecimientos por haberme recibido en el Seminario Permanente de Historiografía Lingüística, que ella coordina en la FES/Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México y por haberme dado la posibilidad de realizar parte de este trabajo en México. Además le estoy muy agradecida por haberme invitado a exponer mi trabajo en las Segundas Jornadas de la Historiografía Lingüística.

Debo además mis gracias a las siguientes instituciones que me prestaron apoyo financiero para realizar mi estancia en México:

- Amsterdams Universiteitsfonds - Bekker-la-Bastide-Fonds

- Horizonfonds Universiteit van Amsterdam - Jo Kolk Studiefonds

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2 Lista de abreviaturas

ABS=absolutivo PRES = presente

APL=aplicativo PRET =pretérito

ART = artículo PRON = pronombre

AUX= auxiliar REFL = reflexivo

CLAUS TEMP= cláusula temporal REL = relativo

DEF = definido SG = SINGULAR

DEMO =demostrativo SUBJ = SUBJUNTIVO

DET = determinado SUF = sufijo

DIR = directo FUT= futuro HON= honorífico IMP = imperfecto INDEF=indefinido IND/INDIC =indicativo INDIR = indirecto OBJ = objeto PART = partícula PERF = perfecto PERS=persona PL = plural POS = posesivo PREF = prefijo

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3 Contenido

1. Introducción 6

2. Los conceptos heredados 13

2.1. De barbarismos & solecismos: los clásicos 13

2.2. De barbarismos & solecismos: Donato 21

2.3. De barbarismos & solecismos: Nebrija 24

2.4. De idiotismos: los clásicos 25

2.5. De idiotismos: Donato 28

2.6. De idiotismos: Edad Media & Renacimiento 30 2.7. De otros “-ismos”: el lenguaje normativo y sus desviaciones 31

3. Los mexicanismos y maneras de hablar 34

4. Los modos y tiempos verbales 37

4.1. Presente de indicativo por pretérito de subjuntivo 37 4.2. Futuro de indicativo por pretérito de subjuntivo 42 4.3. Pretérito de indicativo por pretérito de subjuntivo 44

4.4. Presente de indicativo por infinitivo 46

4.5. Presente de indicativo por pretérito indefinido 48 4.6. Tiempos & modos en subordinadas condicionales 50 4.7. Tiempos & modos en subordinadas finales 53 4.8. Tiempos & modos en oraciones principales 54

5. La concordancia asimétrica en náhuatl 57

5.1. Supresión de la primera o segunda persona singular 57

5.2. La concordancia con cem 58

5.3. “Unos nosotros hombres” 60

6. De otros mexicanismos y maneras de hablar 64

6.1. Olmos 64

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6.3. Vetancurt 67

7. Conclusión 69

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5 Resumen (abstract)

En varios estudios se hace mención de que los misioneros en la Nueva España, hacen uso de los moldes greco-latinos para la composición de sus artes. Sin embargo, en estas gramáticas,

encontramos secciones que se titulan De mexicanismos o De modos de hablar, algo que no se incluía en las obras clásicas. Sin embargo, desde que la retórica y la gramática confluían más y más, los clásicos sí dedicaron unos párrafos a los “vicios contra la latinidad” y al uso de lenguaje elegante. En este trabajo se ha estudiado cómo varios conceptos de esa tradición greco-romana se relacionan con los mexicanismos. Se enfoca sobre todo en los ‘barbarismos’, ‘solecismos’, ‘idiotismos’, ‘verba Graeca’, ‘atecismos, ‘asianismos’ y ‘latinismos’. Además se ha considerado oportuno estudiar hasta qué punto los temas que los frailes clasificaban como ‘mexicanismos’ son clasificaciones

sistemáticas o más bien arbitrarias.

Se ha encontrado una estrecha vinculación con el concepto ‘idiotismo’ tal como fue empleado en el Renacimiento. Además, se ha mostrado que los temas están hasta cierto punto relacionados con los solecismos que describían Quintiliano y sus contemporáneos, especialmente con los solecismos de transmutatio y detractio. Sin embargo, donde los solecismos comprendían errores de sintaxis, los mexicanismos no son errores, sino que son elegancias que hay que tomar en cuenta antes de traducirlas.

A pesar de lo que algunos misioneros ponían en sus gramáticas, los temas que se incluían en la sección de los mexicanismos y modos de hablar han resultado relativamente arbitrarios. Los frailes no sólo describen desviaciones de la norma, sino también construcciones perfectamente regulares en náhuatl. Además, hay muchos temas que no toman en consideración, a pesar de su estrecha relación con la temática descrita.

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6 1. Introducción

Durante más de tres siglos, misioneros de varias órdenes religiosas compusieron artes de las lenguas indígenas con las que se tropezaron en territorios coloniales. Estas artes consistían en una

descripción detallada de la gramática del idioma indígena, comúnmente completada por un vocabulario, el paternóster, sermonarios y el catecismo. La composición de estas artes permitían a los misioneros no fiarse en los intérpretes locales. Así pudieron prevenir que ellos enturbiasen o cambiasen involuntariamente la palabra de Dios (Suárez Roca 1992:15). Sin embargo, los misioneros sí recurrían intensamente a los hablantes nativos, para examinar y confirmar sus interpretaciones de la lengua indígena (Suárez Roca 1992:33).

En el virreinato de la Nueva España, la composición de las gramáticas del náhuatl desempeñó un papel importante. Fue éste el idioma que había sido lingua franca justamente antes de la

colonización española, en el imperio azteca. Consiguientemente, el náhuatl fue la primera lengua que los misioneros estudiaron amplia y metódicamente (Suárez Roca 1992:65). La orden que desde principios de la colonización en 1519 estuvo presente en la Nueva España, fue la franciscana. De ahí que las primeras dos gramáticas del náhuatl fueran redactadas por misioneros de esta orden católica. Andrés de Olmos (c. 1480-1568), que también se dedicaba a componer gramáticas del huasteco y el totonaco, compuso la primera gramática en el año 1547. Sin embargo, su Arte de la lengua mexicana no fue editada hasta 1875 (Suárez Roca 1992:66). También la segunda gramática del náhuatl fue compuesta por un franciscano: en 1571 Alonso de Molina compuso Arte de la lengua mexicana y castellana.

A finales del mismo siglo, en el año 1595, se redactó la primera gramática del náhuatl compuesta por un fraile de otra orden: el jesuita Antonio del Rincón (1556-1601). Los jesuitas habían llegado a la Nueva España en el año 1572 y se habían encargado de la misma tarea que tenían los franciscanos. Cincuenta años después de la gramática de Rincón, en 1645, el italiano Horacio Carochi (c. 1579-1662), también jesuita, compone su Arte de la lengua mexicana con la declaración de los adverbios della. Mientras tanto, los franciscanos seguían componiendo artes por lo que se vio impreso el Arte de la lengua mexicana de fray Augustín de Vetancurt (1620-1700) en la segunda mitad del siglo XVII, en 1673. Además, los agustinos y presbíteros empezaron a hacerse cargo del mismo trabajo en el siglo XVIII. Para una lista completa de las gramáticas misioneras del náhuatl que se editaron, véanse Suárez Roca (1992:65-7).

Se ha subrayado repetidas veces que, en la redacción de estas artes, los misioneros tomaron como punto de partida las gramáticas latinas más prestigiadas de su tiempo (Suárez Roca 1992:72, Esparza Torres 2007:33). Estas obras eran, principalmente, el Ars Maior, compuesto por el gramático romano

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7 Elio Donato en el siglo IV, y las Introductiones Latinae de Elio Antonio de Nebrija, la cual fue compuesta en 1481 y estaba basada en el Ars Maior (Casas Rigall 1997:539). Las obras latinas les daban un molde y un metalenguaje gramatical a los misioneros, para así poder describir la lengua de manera didácticamente más eficaz.

Las gramáticas misioneras del náhuatl están basadas también en estas obras importantes. En la primera gramática misionera del náhuatl se hace referencia directa a las Introductiones Latinae de Nebrija: “La mejor manera y orden que se ha tenido es la que Antonio de Lebrixa sigue en la suya” (Olmos 2002[1547]:15). Alonso de Molina, no sólo menciona la obra de Nebrija, sino también la de Donato: “Lo cual parece claro en Donato, o en Antonio de Lebrixa” (Molina 1945[1571]: f30r). En las últimas secciones del Ars Maior y de las Introductiones Latinae tanto Donato (Donato 1961[s.a.]:392-402) como Nebrija (1481:232-243) incorporaron fenómenos lingüísticos que se desviaban de la norma gramatical, bajo los títulos De barbarismos, De soloecismo, De ceteris vitii, De metaplasmo, De schematibus y De tropis. Estos fenómenos lingüísticos formaban parte de la retórica en la Antigua Grecia, pero confluían gradualmente con la disciplina de la gramática en tiempos romanos. Si en tiempos de Aristóteles la gramática se limitaba solamente al arte de leer y escribir, la retórica era la disciplina que prescribía las normas para el lenguaje con fines persuasivos o estéticos (Arellano 1977:76). Las primeras huellas de una confluencia la encontramos en

Quintiliano (s. I d.C.). El retórico hispanorromano es el primero que describe el traslape sistemático entre la retórica y la gramática (Ueding 1992:1150).

La coincidencia de ambas disciplinas se encuentra sobre todo en la parte de la retórica que establece las reglas para la manera de hablar en un discurso: el elocutio. El elocutio se cumple por medio de cuatro virtutes elocutionis (virtudes de elocución en un discurso): la latinidad (latinitas -la pureza de la lengua empleada en el discurso), la claridad (perspicuitas-la comprensibilidad del discurso), el ornato (ornatus- el uso de figuras estilísticas que embellecen el discurso) y el decoro (aptum-la medida en que las palabras son aptas para el discurso). Contra cada una de las virtudes, al no cumplir sus normas, se puede cometer vitii (vicios).

No obstante, esta dicotomía de las virtudes y vicios no era tan simple, ya que, en ciertos contextos, se ‘excusaba’ la violación de las virtudes por lo que el vicio se consideraba ‘tolerable’. Los contextos en que se aceptaba el error eran, por ejemplo, en la literatura o en las obras de antecesores quienes se consideraban escritores elegantes (cf. Quintiliano 1797[s.a.]:61). En estos casos los vicios hasta podían contribuir al ornatus, o sea que al embellecimiento del discurso. Esto resultó en una subdivisión de vicios: los ‘vicios tolerables’ y los ‘vicios no tolerables’.

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8 En el caso de la virtud latinidad por ejemplo, un error lexical puede violarla y entonces el error se denomina barbarismo. Si el mismo error ocurre en una obra literaria destacada, no se considera el error barbarismo ya que se puede ‘excusar’ el uso del error y entonces se llama metaplasmo. Lo mismo es el caso para el solecismo (un error sintáctico), frente al schema (un error sintáctico

aceptado). En otras palabras, cada virtud está vinculada a un concepto que viola la virtud (el vicio) y cada uno de los vicios se subdivide en ‘aceptado’ o ‘no aceptado’ según su contexto. Estrictamente visto sin embargo, tanto los errores aceptados como los no aceptados formaban parte de los vicios contra el latinitas, el uso de la lengua pura, por lo que no es de sorprender que estén incluidos en la gramática.

Los errores ‘no aceptados’ que incluyó Donato, se subdividen en ‘barbarismos’, ‘solecismos’ y ‘otros vicios’ (ceteris vitii). Después siguen sus homólogos aceptados ‘metaplasmos’, ‘schemata’ y ‘tropos’ (Donato 1961[s.a.]: 392-402). Como también confirma Antonio Roldán Pérez (1994:93), esta parte de la gramática la copió literalmente Nebrija de Donato, por lo menos en el editio princeps del año 1481. En ediciones más tardías se encuentran adaptaciones, entre otras por la influencia de la Gramática de la lengua castellana que Nebrija compuso en el año 1492 (Roldán Pérez 1994:94). En la mayoría de las ediciones1 sin embargo, Nebrija describe los mismos fenómenos ‘agramaticales’ que Donato, con las mismas palabras

Según Donato, un barbarismo es “una pars orationis vitiosa in communi sermone” [una parte de la oración viciosa en el habla común] (Donato 1961[s.a.]:392). El gramático romano distinguía además entre barbarolexis (un término ajeno al latín, o sea un préstamo) y barbarismo (un término en latín pero pronunciado o escrito incorrectamente). Nebrija, en sus Introductiones Latinae copia los términos empleados por Donato y explica que un barbarismo “est vitium en una parte orationis” [un vicio en una parte de la oración] mientras que el término relacionado solecismo “[est vitium en] contexto orationis” [un vicio en el contexto de la oración] (Nebrija 1481:232). Por ende, un solecismo es un error al nivel sintáctico, mientras que un barbarismo se encuentra al nivel de la palabra.

A pesar de que los misioneros generalmente seguían los marcos teóricos greco-latinos, no se encuentran secciones en las gramáticas misioneras del náhuatl que lleven los títulos De barbarismo, De soloecismo, etc., mencionados anteriormente. Por otra parte, en muchas gramáticas misioneras del náhuatl, las últimas secciones se titulan, como también menciona Suárez Roca (1992:192), De algunas maneras de hablar comunes (Olmos 2002[1547]:171), De […] maneras de hablar que esta

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Para un estudio comparativo de esta parte de la gramática de diferentes ediciones, véanse Roldán Pérez (1994: 93-5).

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9 lengua tiene (Molina 1945[1571]:23), De los mexicanismos, que son algunas maneras de hablar propias de esta lengua (Rincón [2005] 1595:59), De algunas maneras de hablar (Galdo Guzmán 1642:200), De los mexicanismos, o maneras de hablar propias de esta lengua (Carochi 1645:84), De algunos modos de hablar que usa el Mexicano (Vetancurt 1673:44), etcétera. Aquí los misioneros describen construcciones típicas del náhuatl, enfatizando que explican sólo algunas y no todas las construcciones que denominaban ‘maneras/modos de hablar’, ‘mexicanismos’ o ‘idiotismos’. Antonio de Rincón, por ejemplo, abre dicha sección con las siguientes palabras:

No es mi intento en este capítulo ponerme a declarar todos los modos de hablar o frases de esta lengua, porque ni eso es de este lugar, donde sólo se trata del arte de la gramática, ni tampoco se puede hacer brevemente, por ser cosa muy larga e inmensa; sino solamente pondré aquí algunos modos de hablar que son propios idiotismos de esta lengua, aunque por otra parte parecen cosas contra las reglas de las concordancias de la gramática (Rincón 2005[1595]:f60r).

El planteamiento de que parecen ser cosas contra las reglas de la gramática, como Rincón expone aquí, sugiere que los términos ‘mexicanismo’ y ‘maneras de hablar’ están hasta cierto punto vinculados a los términos ‘barbarismo’ y ‘solecismo’ que Donato y Nebrija incluían en la sección final de sus gramáticas. Rincón además enfatiza aquí la vinculación al concepto ‘idiotismo’. Covarrubias Horozco (1539-1613), el lexicógrafo español que compuso la más prestigiada obra lexicográfica del siglo XVII, incluye la siguiente definición de ‘idiotismo’:

[Idiotismos] son ciertas frasis y modos de hablar particulares a la lengua de cada nación, que trasladados en otra, no tienen tanta gracia, como hebraísmos los que son de la lengua hebrea y déstos tenemos no pocos en la lengua castellana (Covarrubias Horozco 1996[1611]:1085).

El ejemplo de hebraísmo que Covarrubias aporta aquí, se define en el mismo diccionario histórico: Un término particular propio del lenguage de los hebreos, que muchas vezes

es necessario trasladarle en la lengua latina y griega, y las demás, sin mudarle a nuestro modo de hablar; de lo qual ay muchas exemplos en la Biblia Sacra Vulgata (Covarrubias 1996[1611]:1031).

Los hebraísmos eran frecuentes en las traducciones de la Biblia, ya que para los textos religiosos era importante ser fiel al texto original y emplear un estilo de traducción refinado (Furlan 2002: 204). ‘Idiotismo’, y con ello el ejemplo ‘hebraísmo’, se refiere aquí a dichas idiosincrasias de un idioma

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10 que son problemáticas al traducirlas a otro idioma que carece de este fenómeno lingüístico o que se caracteriza por el uso de otro que expresa lo mismo.

Hasta ahora no se ha analizado profundamente la relación entre los conceptos antiguos y el concepto ‘mexicanismo’ en las gramáticas misioneras del náhuatl. La siguiente observación de Suárez Roca ha sido inspiración para analizar este tema más profundamente:

Las reglas de la gramática no son suficientes para explicar todos los fenómenos que se producen en el habla. Muchos “modos de dezir” hay que se desvían de la norma ideal. Pero se utilizan frecuentemente, y el hablante extranjero debe conocerlos si desea en verdad entenderse con los indios. Se preocupan, pues, los misioneros de reunir y comentar la construcción y el sentido de ciertos “modos de hablar” o “locuciones especiales” que revelan parte del genio e idiosincrasia del idioma indígena. Son en este “propios y elegantes”, y si se traducen

“materialmente” a otra lengua “saldrán disparates y barbarismos (Súarez Roca 1992:192).

Consiguientemente, Suárez Roca explica brevemente algunos temas que los misioneros analizaron en la parte de los mexicanismos (1992:193-5). En esta tesina aspiramos a exponer más en detalle a qué se refiere exactamente con los términos ‘mexicanismos’, ‘maneras de hablar’, ‘modos de hablar’ e ‘idiotismos’ en cuatro gramáticas misioneras del náhuatl en que se dedica una sección a este tema. Se analizarán más profundamente los temas que fueron incluidos en dicha sección y se estudiará cómo los conceptos ‘mexicanismo’ y ‘maneras de hablar’ de arriba se relacionan con los conceptos ‘barbarismo’, ‘solecismo’ e ‘idiotismo’. También se considera oportuno estudiar cómo los conceptos ‘verba Graeca’ y ‘latinismo’ se relacionan con los mexicanismos. El diccionario histórico de la retórica de Ueding revela que los verba Graeca son préstamos de una característica lexical, sintáctica e idiomática de la lengua griega antigua y que desde el punto de vista de la retórica se consideran estos verba Graeca como violaciones del latinitas (Ueding 1992:1188). Lo mismo es el caso con la lengua latina y el concepto ‘latinismo’, el cual hizo su introducción cuando las lenguas vernáculas se usaban más y más (Ueding 1992: 38). Sin embargo, donde los verba Graeca podían desempeñar el papel de elegancia, los latinismos se consideraban más neutrales (Ueding 1992:38). Por lo tanto, es esencial estudiar si los mexicanismos se relacionan más con uno de ellos o si es un concepto totalmente diferente que los verba Graeca y latinismos.

De las cuatro gramáticas que forman el corpus para este trabajo, dos fueron elaboradas por franciscanos y dos por jesuitas en los siglos XVI y XVII respectivamente. De los franciscanos estudiaremos la primera gramática, hecha por Andrés de Olmos en 1547, e intitulada Arte de la

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11 lengua mexicana. Asimismo, se investigará el Arte de la lengua mexicana compuesto por Augustín de Vetancurt en el año 1673. En cuanto a la orden jesuita, se estudia el Arte mexicana de Antonio del Rincón, compuesto en el año 1595 y el Arte de la lengua mexicana con la declaracion de los

adverbios della compuesto por Horacio Carochi en 1645. La elección de estas gramáticas es el resultado del hecho de que las dos órdenes

mencionadas eran las que tenían mayor producción

en cuanto a la composición de artes.

Se pretende descubrir hasta qué punto los mexicanismos fueron considerados idiosincrasias neutrales o hasta positivas que podrían causar problemas de traducción, como hace constatar Súarez Roca (1992: 192) o si más bien fueron considerados vicios contra la norma lingüística. Además, se pretende determinar en qué medida estas clasificacionesde ‘mexicanismos’ y ‘maneras/modos de hablar’ son sistemáticas o si son más bien arbitrarias.

Desde el punto de vista metodológico, se aplicará un conjunto de principios. Se establecerá una comparación entre, por un lado, las definiciones dadas por los misioneros para los conceptos ‘mexicanismo’ y ‘maneras/modos de hablar’ y, por otro lado, las definiciones que se encuentran en las obras de varios autores clásicos y renacentistas (entre los cuales las obras de Quintiliano, Donato y Nebrija son las que mayor atención reciben por su manifiesta influencia de la una a la otra) y diccionarios históricos para los conceptos ‘barbarismo’, ‘solecismo’, e ‘idiotismo’. Asimismo, se estudiarán los temas descritos y se compararán las traducciones de los misioneros con las

descripciones que se encuentran en las gramáticas contemporáneas más prestigiadas del náhuatl clásico, las de Andrews (2003) y Launey (2011). El objetivo de esta comparación es poder concluir a qué fenómenos lingüísticos los misioneros se refieren exactamente. Además, se compararán los temas de los frailes con ejemplos de temas que encontramos para los conceptos clásicos en sus antecesores clásicos y renacentistas.

Después de este capítulo introductorio, se expondrán los conceptos relevantes heredados de la tradición greco-latina y se estudiará su desarrollo a través de los siglos. En el tercer capítulo, se estudia cómo los cuatro misioneros definen los términos ‘mexicanismos’ y ‘maneras/modos de hablar’ en sus gramáticas. Las definiciones de los conceptos de, por un lado, el segundo capítulo, y por otro lado, el tercer capítulo serán comparadas en la conclusión.

Los capítulos cuatro y cinco serán dedicados a analizar los temas que los misioneros incluyeron en la sección de los mexicanismos/maneras de hablar. Los temas a que los frailes del corpus prestan más atención son en primer lugar la diferencia de modos y tiempos entre el náhuatl y el castellano. Proporcionan atención al hecho de que en náhuatl en ciertos casos se usa un presente de indicativo donde en castellano se usa un pretérito de subjuntivo. Esta diferencia de tiempos y modos, y otras

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12 diferencias parecidas, se intentarán relacionar con los temas que fueron descritos por los clásicos y los renacentistas.

En el quinto capítulo se analizará la concordancia asimétrica en náhuatl, otro tema que los misioneros del corpus describen ampliamente. En la lengua mexicana2, se encuentra el uso de construcciones como Pedro nican otihuallaque, que literalmente significa “Pedro venimos aquí”. La concordancia entre el sujeto expresado (tercera persona singular, Pedro) y el verbo (tercera persona plural) es asimétrica. En otras palabras, el sujeto de primera o segunda persona singular no se expresa lingüísticamente, pero sí está presente, ya que Pedro nican otihuallaque se traduce con “Pedro y yo venimos aquí”. Aparte de Olmos, todos los frailes describen esta concordancia asimétrica de modo más o menos explícito y la denominan ‘mexicanismo’ o ‘modo de hablar’. Los temas estudiados en el cuarto y quinto capítulo son los temas que más se repiten en la sección de los mexicanismos/maneras de hablar. Sin embargo, se considera relevante estudiar también los temas que se repiten menos. Por lo tanto, el sexto y último capítulo se dedica al estudio de otros temas relevantes que los misioneros incluyeron en la parte de los mexicanismos/maneras de hablar. Aquí encontraremos, por ejemplo, la observación de Vetancurt de que no corresponde el uso de las preposiciones en castellano y náhuatl3. En el sexto capítulo se estudia el uso del imperativo en el habla indirecta, un tema que incluyó Olmos. Además, se analiza un tema sociolingüístico que aborda Carochi. Se trata de maneras de decir en las que alguien forma parte de la misma nación que la persona que habla.

En la conclusión se pretende comparar todos los temas analizados con los temas descritos en los textos clásicos bajo los términos expuestos arriba. Así se intenta descubrir si los temas descritos como ‘mexicanismos’ o ‘modos/maneras de hablar’, coinciden con los temas clásicos y, en caso de que sí, con cuáles muestran mayor traslape. También hay que tener en cuenta la posibilidad de que los temas no fueron tomados de las obras clásicas y no coinciden. Por lo tanto, es importante determinar también hasta qué punto son sistemáticas o arbitrarias las clasificaciones de los mexicanismos.

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En este trabajo, como sinónimo de náhuatl se usa la denominación ‘lengua mexicana’, un término que los religiosos españoles dieron al náhuatl “clásico” (Suárez Roca 1992:65) ) y que los hablantes contemporáneos usan hasta hoy en día.

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Como se explicará después, en náhuatl no existen preposiciones, sino que se hace uso de una construcción que muchos llaman ‘posposición’.

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13 2. Los conceptos heredados

Como hemos visto en la introducción, los mexicanismos parecen estar estrechamente vinculados con varios conceptos de la tradición greco-latina. En este capítulo se estudia cada uno de estos conceptos más detalladamente, prestando atención a sus orígenes.

2.1. De barbarismos y solecismos: los clásicos

En tiempos de Aristóteles (siglo IV a.C.), los conceptos ‘barbarismo’ y ‘solecismo’ formaban parte de la retórica y se referían ambos a vicios contra el uso del griego puro y elegante. Los barbarismos y solecismos son conceptos que encontramos ya en los textos de Aristóteles sobre la retórica. Sin embargo, ambos conceptos aún no estaban claramente delimitados (Ueding 1992:963). Aristóteles, en su reflexión estética Ars Poetica, definió implícitamente el concepto ‘barbarismo’, poniendo que “procede de la confusión de los dialectos” y advirtió que “se han de usar con discreción en el

discurso” (Aristóteles 1798[s.a.]:69). La cita de Aristóteles, por lo tanto, revela una estrecha relación con la transferencia lingüística, ya que habla de varios dialectos y la confusión en la que resulta el contacto lingüístico (Ueding 1992:963). Ueding sin embargo, añade que Aristóteles, en su De sophisticis elenchis aún no distinguía entre los vicios sintácticos (solecismos) y los vicios lexicales (barbarismos), pero que sí menciona los errores de géneros y los de casos. Este tipo de errores son disparates que no son cometidos necesariamente por hablantes no nativos e implican una definición más amplia de los términos.

Las definiciones de Aristóteles no son muy claras, pero obtienen un valor más específico con los estoicos. Los estoicos formaban parte de un movimiento helenístico que surge a principios del siglo III a.C. Son ellos los que distinguen por primera vez entre los solecismos como errores sintácticos por un lado, y los barbarismos como errores al nivel de la palabra por otro (Ueding 1992: 963). Según Barwick, también son ellos los que determinan por primera vez cuatro tipos de cometer tanto el barbarismo, como el solecismo (Barwick 1922:96 en Ueding 1992: 963). Estas cuatro formas, adjectio, detractio, immutatio y transmutatio, serán retomadas por el romano Quintiliano (siglo I d.C.), quien las demarca y ejemplifica claramente.

Mientras tanto, al transcurrir los siglos, poco a poco se había ampliado el concepto ‘gramática’ por lo que confluye más con la retórica (Arellano 1977:76). Quintiliano expresa explícitamente la dualidad de la gramática, distinguiendo entre, por un lado, la función estética literaria (historice) y, por otro lado, la función lingüística y técnica (methodice) de la gramática (Lucas González 2003:43). La razón por la que la retórica y la gramática se unen, según Quintiliano, la encontramos en su opinión de que hay que saber leer antes de poder escribir o hablar correctamente, y que por lo tanto es

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14 importante entender los recursos retóricos y la normatividad de los clásicos (Quintiliano

1797[.s.a.]:48).

Esta confluencia gradual de la gramática y la retórica también está visible en los apartados sobre las virtutes elocutionis en la obra de Quintiliano. En su Institutio Oratoria subraya la importancia del lenguaje correcto y elegante:

Iam cum omnis oratio tris habeat virtutes, ut emendata, ut dilucida, ut ornata sit (quia dicere apte , quod es praecipuum, plerique ornatui subiiciunt), totidem vitia, quae sunt supra dictis contraria, emendate loquendi regulam, quae grammatices prior pars est examinet (Quintiliano 1920 [s.a.]:78)

Ahora bien, siendo tres las propiedades del lenguaje, corrección, claridad y elegancia (porque el hablar a propósito, que es la principal, los demás la ponen en el ornato), examinaremos con las reglas de hablar bien, que es lo más esencial de la gramática, otros tantos vicios opuestos a las virtudes dichas (Quintiliano 1797[s.a.]:35).

Quintiliano distingue aquí tres de las cuatro virtudes del elocutio que mencionamos en el capítulo anterior: la latinidad (latinitas), claridad (perspicuitas) y el decoro (ornatus). La cita muestra que el lenguaje tiene que ser, en primer lugar, correcto, claro y elegante. Por esta razón, Quintiliano avisa que el gramático haya que advertir contra el uso de palabras y construcciones erróneas, o sea contra los barbarismos y solecismos:

Prima barbarismi ac soloecismi foeditas absit. Sed quia interim excusantur haec vitia aut consuetudine aut auctoritate aut verstutate aut denique vicinitate virtutum (nam saepe a figuris ea separare difficile est), ne qua tam lubrica observatio fallat, acriter se in illud tenue discrimen grammaticus intendat […] (Quintiliano 1920[s.a.]:80).

Evítese la primera la fealtad del barbarismo y del solecismo, pero como estos vicios se disculpan, o con la costumbre, o con la autoridad, o con la antigüedad, o finalmente con la proximidad a las virtudes (porque muchas veces es difícil separarlos de las figuras), para que ninguno ignore tan peligrosa observación, aplíquese atenta y vigurosamente el gramático a esta distinción sutil […] (Quintiliano 1797[s.a.]: 61).

(16)

15 Esta cita de Quintiliano muestra la importancia de evitar cualquier vicio, pero al mismo tiempo subraya la estrecha vinculación de los vicios con los ‘vicios excusables’ que, como hemos visto arriba, pueden contribuir al ornatus.

El romano sigue después con una definición del concepto barbarismo: ”interim vitium, quod fit in singular verbis, sit barbarismus” [mientras que el vicio que está en un verbo singular es barbarismo](Quintiliano 1920[s.a.]: 80) ; y también incluye una subdivisión de los tipos de barbarismos que existen en la escritura, explicando que las posibilidades son: añadir, quitar, trocar y trastocar (Quintiliano 1797[s.a.]:62).Por consiguiente, un barbarismo se puede cometer añadiendo una(s) letra(s)/sílaba(s), quitar una(s), cambiarla(s) o por trastocar el orden de ellas.

Más adelante distingue también entre cuatro tipos de barbarismos en el habla:

[quod] barbarismum pluribus modos accipimus. Unum gente quale est, si quis Afrum vel Hispanum Latinea, orationi nomnen inserat[…]. [nam] mastrucam, quod Sardum est, irridens Cicero ex industria dixit (Quintiliano 1920[s.a.]:82).

[que] hay barbarismos de muchos más modos: el primero, de nación cual es si alguno mezcla con la oración latina nombres africanos o españoles […]. Cicerón burlándose dijo de propósito mastruca, palabra sarda, que significa vestido de pieles (Quintiliano 1797[s.a.]:62).

Alterum genus barbarismi accipimus, quod fit animi natura, ut is, a quo insolenter quid ayut minaciter aut erudileter dictum sit, barbare locutus existimatur (Quintiliano 1920[s.a.]:82).

Tengo por segunda especie de barbarismo la que se comete por mala crianza, como cuando se dice que habló bárbaramente el que dijo alguna palabra arrogante, o con amenazas o sin humanidad (Quintiliano 1797[s.a.] :63).

Tertium est illud vitium barbarismi, cuius exempla vulgo sunt plurima, sibi etiam quisque fingere potest, ut verbo, ciu libebit, adiiciat litteram syllabamve vel detrahat, aut aliam pori alia aut eansdem alio quam rectum, est loco ponat (Quintiliano 1920[s.a.]:82).

Del tercer vicio de barbarismo hay muchísimos ejemplos comunes, que

(17)

16 letra o sílaba, o quitándolas, o una por otra, o poniendo una misma en distinto

lugar del que corresponde. […](Quintiliano 1797[s.a.] :63).

Quid quod quaedam, quae singula procul dubio vitiosa sunt, iuncta sine repehensione dicuntur? Nam et dua et tre (et pondo) diversorum generum sunt barbarismi, at duapono et trepondo usque at nostra, aetatem ab omnibus dictum est, et recte dici Messala confirmat (Quintiliano 1920[s.a.]:84).

Y qué diremos de algunos vocablos que usados simples son ciertamente viciosos, y después de compuestos están admitidos? Pues, dua, tre y pondo de distinto género son barbarismos, y todos dijeron bien que hasta mi tiempo duapondo, trepondo, como lo confirma Mesala (Quintiliano 1797[s.a.]:64-65).

El primer tipo de barbarismo también se indica con el término ‘barbarolexis’. Un barbarolexis es la denominación que en la época clásica se usaba para la pronunciación o el significado de palabras procedentes de otro idioma, a las que también se referían con el término verba peregrina (Ueding 1992:1281). Aunque en muchos documentos el barbarolexis se equivale al préstamo, Lewis & Short presentan una definición que revela un significado más específico:

The perversion of the form of a word, esp. the change or inflection of a Greek word, according to Latin usage (Lewis & Short 1980[1879]:222).

Esta definición implica que en primer lugar se refería al uso de formas griegas en el latín. Es importante tomar en cuenta que a unos dos siglos a.C., se empieza a escribir obras literarias en latín, una tradición que fue inspirada por las obras literarias griegas que eran consideradas elegantes, lo cual puede explicar la presencia de préstamos griegos. Ueding define el concepto más ampliamente: se trata del uso de formas o significados de palabras no latinas, y, que entre estos barbarolexis, se encuentran encontraban por ejemplo los ‘asianismos’ y ‘aticismos’ (1992:1281), conceptos que se explicarán más en detalle en el párrafo 2.7.

El segundo barbarismo de Quintiliano se relaciona con el nivel sociolingüístico, ya que se trata de una palabra expresada con cierta actitud y no precisamente de un error gramatical. El tercer ejemplo es el que corresponde más con los barbarismos escritos y con las maneras de cometer un barbarismo que luego emplearía Donato. La cuarta manera de cometer un barbarismo ya se parece más al solecismo, como veremos después.

Aparte de los barbarismos escritos y hablados, Quintiliano menciona los barbarismos de sonidos y de tenores. Los barbarismos de sonidos son los vicios que están relacionados con la métrica:

(18)

17 Plus exigunt subtilitatis quae accidunt in dicendo vitia, quia exempla eorum tradi

scriptio non possunt, nisi cum in versus inciderunt, ut divisio Europai Asiaï, et ei contrarium vitium quod synaereis et synaloephe Graeci vocant, nos

complexionem dicamos qualis est apud P. Varronem tum te flagrantideiectum filmine Phaeton. Nam si besset prosa oratio easdem litteras enuntiare veris syllabis licebat (Quintiliano 1920[s.a.]:86).

Los vicios que se oyen en el habla son mas sutiles; porque no se pueden manifestar por escrito los exemplos, sino cuando están en los versos como la diéresis de Europai y el vicio contrario que los griegos llaman synéresis, y synalephe y nosotros complexio, cual es la de Varron en este verso Quum, te flagranti deiectum fulmine , Phaeton, palabra disílaba, porque si lo dixera en prosa debería pronunciar Pháeton con tres sílabas determinadas (Quintiliano 1797[s.a.]: 65-6).

Quintiliano implica aquí que en la poesía valen otras reglas que en el habla común, algo que se ve confirmado un poco más abajo:

Praeterea quae fiunt spatio, sive cum syllaba correpta producitur ut Italiam fato profugus, seu longa corriptur, ut unius ob noxam et furias, extra carmen non deprehendas, sed nec in carmine vitia dicenda sunt (Quintiliano 1920[s.a.]:86).

Tampoco se deben reputar por vicios en los poemas los de la cantidad de las sílabas breves usadas largas, como en Italiam fato profugus, ni los de las largas usadas breves, como Unĭus ob noxam et furias (Quintiliano 1797[s.a.]:66).

Por consiguiente, los vicios que en la mayoría de los contextos se consideran barbarismos, no se definen como tales cuando se encuentran en poesía porque en este caso están aceptados. En otras palabras: son ‘vicios tolerables’ que, como hemos visto anteriormente, desempeñan un papel al nivel del embellecimiento.

Según la definición quintiliana, los barbarismos de tenores son todos los errores que se cometen en la prosodia:

Adhuc difficilior observatio est per tenores (quos quidem ab antiquis dictor tonores comperi videlicet declinato a Graecis verbo qui tonus dicunt), vel accentus quas Graeci prosodias vocant, cum acuta et gravis alia pro alia pronuntur […](Quintiliano 1920[s.a.]:88).

(19)

18 Aún es más difícil la observación del barbarismo por los tenores (son los tonos) a

que los antiguos llamaron ciertamente tonores como palabra derivada de la palabra griega tonus, o acentos que los griegos dicen prosodias, el cual se comete cuando las sílabas agudas y graves se dicen unas por otras […] (Quintiliano 1797[s.a.]:67).

Estas palabras muestran que en Quintiliano los barbarismos de tenores existen al trastocar los acentos.

En cuanto a los solecismos, Quintiliano asegura que hay quienes piensan que se pueden cometer solecismos a los mismos niveles que los barbarismos, o sea: añadir, quitar, trocar o trastocar

(Quintiliano 1797[s.a.]:72). Sin embargo, en su Institutio Oratoria no concretiza estos cuatro tipos y destaca que no todos los gramáticos coincidían en sus opiniones sobre los tipos, pero sí sobre la definición de solecismo. Quintiliano expone que un solecismo es “poner una cosa por otra” y que los solecismos “se encuentran en todas las partes de la oración” aunque, según él, se cometen más en los verbos que en cualquier otra parte de la oración, por la gran cantidad de accidentes que tiene (Quintiliano [s.a.]1797:73).

Sin embargo, Ueding sí especifica los diferentes tipos de solecismos distinguidos por los autores clásicos (1992: 961-2). En primer lugar destaca el solecismo de adjectio, que es un error sintáctico que consiste en añadir un elemento. En esta categoría encontramos, por ejemplo, el pleonasmo o la tautología. En segundo lugar existen los solecismos de detractio, que comprenden los erros de sintaxis por omitir un elemento. Un buen ejemplo es la elipsis, que consiste en eliminar un elemento en una parte de la oración, el cual ya se expresa en otra parte de la misma frase. Los solecismos de inmutatio se cometen cuando se desplaza el orden de las preposiciones o conjunciones en una frase. Los encontramos por ejemplo en la anástrofe, la cual se caracteriza por cambiar el orden normal de uno o más elementos en una oración. Por ultimo, el solecismo de transmutatio está en mayor grado relacionado al solecismo de inmutatio ya que también tiene que ver con el orden de partes de la oración. Sin embargo, donde el solecismo de inmutatio es un error que se comete en el orden de las preposiciones y conjunciones, el solecismo de transmutatio ocurre en diferentes niveles sintácticos. Ueding explica que ésta es la categoría del solecismo que más comprende:

Solözismus der Vertauschung bilden die umfangreichste Klasse der S. […]. Sie betreffen den gesamten Satz und beruhen auf dem Auswechseln einzelner Wörter, auf der Abänderung der normierten syntaktischen Abfolge, auf dem Einschub oder der Verschmelzung syntaktischer Konstruktionen oder auf der Veränderung

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19 einzelner grammatischer Formen oder Kategorien im ganzen Satzzusammenhang

(Ueding 1992:962).

El hecho de que los solecismos de transmutatio son el tipo que más errores sintácticos comprende, también queda claro por la subdivisión que se ha hecho para esta categoría. Ueding describe la siguiente categorización, hecha por Lausberg, del cuarto tipo de solecismos. La subdivisión está basada en diferentes teóricos clásicos y en especial en las obras de Quintiliano (Ueding 1992:962). En primer lugar existen dos tipos de solecismos, pero el segundo se puede especificar aún más, lo que resulta en la siguiente lista de posibles solecismos:

1) Los solecismos de las partes de la oración. Estos disparates se cometen por cambiar las partes de la oración, las clases de palabras o por el incorrecto uso idiomático de partículas sintácticamente relevantes. Ejemplos son el uso de un sustantivo en lugar de un adjetivo o del verbo infinitivo en vez de un sustantivo o participio de un verbo.

2) Los solecismos de los accidentes de las partes de la oración. Este tipo de solecismos de transmutatio se subdivide en:

a. solecismos de género [el uso de, por ejemplo, un sustantivo masculino en combinación con un artículo femenino]

b. solecismos de número [el uso de, por ejemplo, un verbo en plural con un sujeto en singular]

c. solecismos de casos [usar una forma que no corresponde con el caso gramatical de la parte de la oración]

d. solecismos de tiempos [usar, por ejemplo, un futuro donde las normas gramaticales prescriben el uso de un presente]

e. solecismos de modos [usar, por ejemplo, el modo indicativo donde las normas gramaticales prescriben el uso del subjuntivo]

f. solecismo de la comparación [la transmutación o la omisión de las formas de comparación, por ejemplo del superlativo]

g. solecismos de personas [usar, por ejemplo, un verbo de tercera persona cuando tiene que ser de primera o segunda persona]

(21)

20 h. solecismos de inconvenientiae [inserción, posición o fusión errónea de partes de

la oración, que resultan en discordancia sintáctica].

Como aclara esta lista de solecismos, no todas las subcategorías están igualmente demarcadas. La última subcategoría, los solecismos de inconvenientiae, está menos específica y delimitada que por el ejemplo la de los solecismos de género, la cual, por naturaleza, contiene una cantidad limitada de posibles solecismos.

Otro problema conceptual es el hecho de que los barbarismos y solecismos pueden traslaparse

parcialmente. Quintiliano explica la delgada línea divisoria entre barbarismo y solecismo, aportando el ejemplo de ciertas palabras que sólo se usan en plural, pero que son erróneamente usadas en singular, lo que también está explicado en el cuarto tipo del barbarismo hablado que incluye el gramático romano:

Absurdum forsitan videatur dicere, barbarismum, quod est unius verbi vitium, fieri per números aut genera sicut solecismus: scala tamen et scopa contraque hordea et mulsa, licet litterarum mutationem, detractionem, adiectionem habeant, non alio vitiosa sunt, quam quod pluralia singulariter et singularia pluraliter efferuntar, et gladia qui dixerunt genere exciderunt (Quintiliano 1920[s.a.]:84-6).

Se tendrá por disparate decir que el barbarismo, que es vicio de una sola palabra, se hace también por números y géneros como el solecismo, sin embargo scala y scopa y al contrario hordea y musta, aunque no padecen trueque, falta, ni aditamento de letras, son palabras viciosas, porque se usan los singulares en plural, y los plurales en singular, y los que dijeron gladia erraron el género (Quintiliano 1797[s.a.]:65).

La división entre barbarismo y solecismo resulta confusa, ya que los solecismos son cualquier tipo de errores que se relacionan con la concordancia en partes de la oración. Sin embargo, si la forma

lingüística usada no corresponde, en cuanto a género o número, con la entidad extralingüística a la que se refiere, también puede ser barbarismo. El hecho de que, al igual que los solecismos, tenga que ver con la concordancia es lo que causa esta confusión. Quintiliano subraya la discusión que existía en su tiempo, sobre la dudosa demarcación de los dos conceptos. Según él, se “suele disputar” sobre el hecho de que al llamar a un solo individuo con la palabra uenite4 es solecismo o barbarismo (Quintiliano 1920[s.a.]:95). Evidentemente es una discordancia de número, lo cual cabe bajo la denominación de solecismo. Sin embargo, al mismo tiempo se expresa una sola palabra, lo cual coincide con la definición

4

(22)

21 de barbarismo. Por ello, hubo una polémica y no siempre estuvo claro a qué se refería exactamente con qué concepto.

Se ha comprobado en este párrafo que Aristóteles menciona que los barbarismos y solecismos, términos que aún no tenían diferentes significados, están parcialmente relacionados con el contacto lingüístico entre diferentes pueblos. Sin embargo, otros ejemplos de estos conceptos que describe, revelan que no sólo se trata de transferencia lingüística. Su uso de la terminología es bastante confuso, algo que ya no vemos en el período helenístico. En el siglo III a.C. los estoicos demarcan los conceptos ‘barbarismo’ y ‘solecismo’, usando el primero para errores lexicales y el segundo concepto para errores sintácticos. Los clásicos romanos, y en particular Quintiliano, extienden los conceptos y dan diferentes tipos para cada uno. En los barbarismos Quintiliano incluye también los barbarolexis, o verba peregrina, que son los barbarismos que proceden de otra lengua y son por lo tanto préstamos. No obstante, la mayoría de los tipos de barbarismos, y todos los solecismos, que distinguen los clásicos no son errores que sólo

cometen los que tengan otra lengua materna. Son errores que tanto hablantes nativos como hablantes no nativos podrían cometer. Además, Quintiliano incluye un tipo de barbarismo que está relacionado con ‘la mala crianza’, o sea con el aspecto sociolingüístico.

Los conceptos barbarismo y solecismo definidos por Aristóteles, los estoicos, y los clásicos romanos como Quintiliano, serían heredados en los siglos posteriores. En el párrafo siguiente prestamos atención a Donato, que usó los conceptos de Quintiliano y que tanto influiría a Nebrija.

2.2 De barbarismos y solecismos: Donato

El gramático romano que más influencia directa tuvo en la obra de Nebrija, fue Elio Donato (siglo IV). La herencia de Quintiliano está reflejada en su definición de barbarismo y en la distinción que hace entre barbarismo y barbarolexis:

Barbarismus est una pars orationis vitiosa in communi sermone; in poemate metaplasmus, itemque in nostra loquella barbarismus, in peregrina barbarolexis dicitur, ut siquis dicat mastruga cateia magalia. Barbarismus fit duobus modis, pronuntiatione et scripto. His bipertitis quattuor species subponuntur: adiectio, detractio, inmutatio, transmutatio litterae, syllabae, temporis, toni, adspirationis (Donato, ed. Keil 1961[1855-1880]:392).

[Barbarismo es una viciosa parte de la oración en el habla cotidiana, en el

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22 el habla de los peregrinos se llama barbarolexis, como diciendo mastruga [piel de

la oveja, una palabra sarda]5, cateia [club, una palabra celto-germana]6, magalia [cabaña, una palabra púnica]7. Los barbarismos se realizan de dos maneras: en la pronunciación y en la escritura. Cada uno tiene cuatro tipos: adición, detracción, inmutación y transmutación de las letras, sílabas, tiempos, tonos y aspiración.] (traducción mía basada en Marchand online)

Destaca que Donato no distingue el barbarolexis como uno de los cuatro tipos de barbarismo, como sí fue el caso con Quintiliano. Al contrario, en primer lugar distingue entre el barbarismo, que no tiene vinculación con la interferencia lingüística, y barbarolexis, que sí tiene esta relación. Después subcategoriza el barbarismo en dos clases y cuatro tipos. Estos cuatro tipos de barbarismo

corresponden con los cuatro tipos de escritura que encontramos en Quintiliano. Destaca que Donato emplea una denominación más amplia que Quintiliano, definiendo todos los barbarismos que no sean de escritura como ‘barbarismos de pronunciación’. Además, une los barbarismos de escritura, de habla, de sonido y de tenores de Quintiliano, lo cual resulta en que distingue los mismos barbarismos para el habla como para la escritura. No incluye los barbarismos de ‘mala crianza’ que sí describía Quintiliano, y por lo tanto con Donato el barbarismo pierde esta vinculación con la sociolingüística. Además destaca el hecho de que incluye ‘tiempos’ en su descripción de los barbarismos, algo que no encontramos en Quintiliano . Sin embargo, no queda claro a lo que se refiere exactamente.

Donato también define el solecismo y aquí asimismo encontramos formas que causan cierta confusión: Soloecismus est vitium in contextu partium orationis contra regulam artis

grammaticae factum. Inter soloecismum et barbarismum hoc interest, quod soloecismus discrepantes aut inconsequentes in se dictiones habet, barbarismus autem in singulis verbis fit scriptis de solecismo vel pronuntiatis, quamquam multi errant, qui putant etiam in una parte orationis fieri soloecismum, si aut demonstrantes virum hanc dicamus, aut feminam hunc […] (Donato, ed. Keil 1961[1855-1880]:393)

5

Esta explicación de la palabra ‘mastruga’ viene de la siguiente versión inglesa del Ars Maior de Donato: http://investigacioneshistoricaseuroasiaticas-ihea.com/files/Donatusarsmaior.pdf

6

Esta explicación de la palabra ‘cateia’ viene de la siguiente versión inglesa del Ars Maior de Donato: http://investigacioneshistoricaseuroasiaticas-ihea.com/files/Donatusarsmaior.pdf

7

Esta explicación de la palabra ‘magalia’ viene de la siguiente versión inglesa del Ars Maior de Donato: http://investigacioneshistoricaseuroasiaticas-ihea.com/files/Donatusarsmaior.pdf

(24)

23 [Solecismo es un vicio en una parte de la oración contra las reglas de la

gramática. La diferencia entre solecismo y barbarismo es que solecismo contiene una discrepancia inconsecuente en las palabras, pero barbarismo ocurre en una sola palabra, aunque muchos cometen errores cuando piensan que solecismos se pueden cometer en una parte del habla, si bien señalamos a ‘esta’ hombre y decimos ‘este’ mujer […] ].

En esta cita de Donato se usa el pronombre demostrativo femenino (del acusativo) con un sustantivo masculino y el pronombre demostrativo masculino (del acusativo) con un sustantivo femenino (cf. Panhuis 2009:35). Por lo tanto, el solecismo se encuentra al nivel de la concordancia entre diferentes palabras. La palabra dictiones (plural de dictiō) que Donato usa aquí es desconcertante ya que significa ‘palabras’. Por lo que sigue se puede asumir sin embargo, que los solecismos no ocurren en una sola palabra, pero así no lo dice literalmente. Pone que el barbarismo se comete en una sola palabra (énfasis mío), implicando que para el solecismo no es así. El ejemplo de ‘esta hombre’ y ‘este mujer’ lo

enfatiza aún más. También Donato explica que palabras como scala o scopa son barbarismos, ya que tratan de formas singulares que deben estar en plural (Donato, ed. Keil 1961[1855-1880]:393). Recuérdense que estos últimos ejemplos son exactamente los mismos que los que aportaba Quintiliano.

La clasificación extensiva de Lausberg (en Ueding 1992: 962) de los diferentes solecismos que se distinguían en siglos anteriores, no se vuelve a encontrar en Donato. Donato sí hace constatar, tal como sus antecesores, que hay dos tipos de solecismo: uno cometido por accidentes, otro por medio de las partes del discurso. De ambos aporta un ejemplo: un solecismo en las partes del discurso es usar foris exeo en lugar de foras exeo (‘voy afuera’), o decir intro sum en lugar de intus sum (‘estoy dentro de’) (Donato, ed. Keil 1961[1855-1880]: 393). El solecismo en ambos ejemplos se encuentra en el hecho de que foris e intus son adverbios locativos que no indican movimiento. Es redundante decir que la combinación de un adverbio de movimiento con un verbo estático o un adverbio estático con un verbo de movimiento es errónea. Los ejemplos de solecismos de accidentes que incluye Donato se relacionan con el género y número. Marchand (online) explica por ejemplo que pars in frusta secant (algunos lo cortan en piezas) es un solecismo ya que pars requiere un verbo en singular y aquí se usa la tercera persona plural del presente de indicativo del verbo secare. Al igual que Quintiliano, también Donato explica que la diferencia entre barbarismo y solecismo a veces es difícil de determinar y aporta los mismos ejemplos que Quintiliano para subrayar la sutil separación de ambos conceptos (scala, scopa, etc.) (Donato, ed. Keil 1961[1855-1880]:393).

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24 Se concluye que Donato copió mucho de Quintiliano, pero que también se perdió una parte de las definiciones empleadas en los siglos anteriores. Como veremos en el siguiente párrafo, Nebrija sí seguiría fielmente la herencia de Donato.

2.3 De barbarismos y solecismos: Nebrija

Nebrija, en el editio prínceps de Introductiones Latinae, copia la sección de barbarismos y solecismos de Donato, a quien menciona explícitamente (Roldán Pérez 1994:93). La sección lleva el título Donati Barbarismus y las definiciones de barbarismos y solecismos en las Introducciones Latinae son

exactamente iguales a las del Ars Maior de Donato. Como Monzón (2000:117) muestra en su estudio, la Gramática de la lengua castellana de Nebrija nunca tuvo influencia en la nomenclatura y el

metalenguaje empleados por los frailes en la Nueva España, por lo que es muy probable que la obra nunca llegara a los territorios mexicanos. Por lo tanto, no se incluyen las definiciones de esta obra de Nebrija del año 1492 en este trabajo.

Sin embargo, sí encontramos una explicación importante de los términos en la Gramática de la lengua castellana que revela algo sobre su etimología y, posiblemente, sobre cómo se definen los conceptos a finales del siglo XV. Nebrija pone que los barbarismos y los solecismos se producen en el habla de los “peregrinos que cometen algún vicio en la lengua castellana” (1989 [1492]:223). Explica además que:

Barbarismo es vicio no tolerable en una parte de la oración, y llámase barbarismo porque los griegos llamaron bárbaros a todos los otros sacando a sí mismos, a cuya semejanza los latinos llamaron bárbaras a todas las otras naciones sacando a sí mismos y a los griegos (Nebrija 1989[1492]:223).

[Solecismo viene] de Solos, ciudad de Cilicia, la cual pobló Solón, uno de los siete sabios, que dio las leyes a los de Atenas, con los cuales, mezclándose otras naciones peregrinas, comenzaron a corromper la lengua griega, y de allí se llamó solecismo aquella corrupción de la lengua que se comete en la juntura de las partes de la oración (Nebrija 1989[1492]: 224).

Estas explicaciones etimológicas muestran que, en la definición de Nebrija a finales del siglo XV, los barbarismos y solecismos están estrechamente vinculados con la transferencia lingüística. Esta relación con la transferencia lingüística ya la encontramos, como expuesta en los dos primeros párrafos de este capítulo, en Aristóteles y después en Quintiliano y Donato. Sin embargo, como también se ha mostrado, los conceptos asimismo se aplican a errores cometidos por hablantes nativos, lo cual sugiere que el significado de los conceptos se ha extendido por el tiempo. Esta extensión debe de haber estado presente

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25 en tiempos de Aristóteles ya, porque, como se ha mostrado, él tampoco usa la transferencia lingüística como sinónimo absoluto de barbarismo o solecismo.

Las definiciones del destacado lexicógrafo Covarrubias Horozco no revelan nada sobre la relación con la transferencia lingüística:

[Un barbarismo es] el uso de alguna dicción o escrita o pronunciada contra las reglas y leyes del bueno y casto lenguage, comunmente recebido; y en esta acepción llamamos bárbaros a los que escriven o hablan la lengua latina grosseramente, careciendo de las buenas letras (1996[1611]:291).

[Un solecismo es] una composición de oración desvaratada, cuyas partes no convienen entre sí (1996[1611]:1447).

Aunque las definiciones de barbarismos y solecismo, y las diferentes maneras de cometer estos errores, difieren en las obras de cada uno de los autores, todos sí mencionan la posibilidad de transferencia lingüística, algo que Covarrubias no toma en consideración.

Lo que sí concuerda con las palabras de Covarrubias, es el hecho de que los barbarismos y solecismos violan las reglas de hēllenismós (la norma lingüística griega) o latinitas (la norma lingüística latina). Esto también fue el caso para el término idiotismo en la Antigüedad. Sin embargo, como se explicará después, el concepto ‘idiotismo’ y la percepción del buen uso de lenguaje fueron sometidos a un cambio importante en la Edad Media.

2.4 De idiotismos: los clásicos

Al igual que los barbarismos y solecismos, el concepto ‘idiotismo’ se remonta a tiempos clásicos. En la Antigüedad fue sumamente importante evitar el uso de lenguaje ordinario, cotidiano - y por lo tanto de poco prestigio - en la poesía. El término ‘idiotismo’ tiene su etimología en esta percepción. En la Antigua Grecia, tó idiōtikón, se refería al lenguaje cotidiano que se consideraba como lenguaje bajo el nivel de la norma estilística (Ueding 1992: 169).

Ueding hace destacar que también los clásicos romanos consideraban los idiotismos como vicios intolerables contra el latinitas o el sermo purus (‘habla puro’) (1992: 169). La diferencia con los barbarismos y solecismos en la época greco-latina se encuentra por lo tanto en que los idiotismos tenían una relación con los diferentes registros, mientras que los barbarismos y solecismos o estaban vinculados a los diferentes dialectos o lenguas, o eran cometidos por toda clase de gente,

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26 independientes de los registros. Además, la vinculación de la cita de Ueding aquí arriba con las definiciones de barbarismos y solecismos expuestos en los párrafos anteriores, deja claro que los barbarismos y solecismos se consideraban errores absolutos contra el latinitas, donde los idiotismos eran aceptados en ciertos registros (bajos) pero simplemente no en el uso literario.

No obstante, la prueba de que los idiotismos no siempre fueron rechazados en el lenguaje literario, la encontramos en diferentes obras. Según Ferri & Probert (2010:31), el término ‘idiotismo’ se

encuentra sobre todo en comentarios a textos cómicos, para referirse a una expresión coloquial familiar, como en un texto de Séneca el Viejo (s. I a.C.):

Hispo Romanius bello idiotismo usus est: dixerunt, inquit, amici: eamus ad raptae patrem, hoc curemus; illud domi est. (Séneca 2.3.21 en Ferri & Probert 2010:32)

[Hispo Romanius usó un buen idiotismo. Mi amigo dijo ‘vamos al padre de la víctima, nos encargamos de esto, está en casa’]

La expresión illud domi est pertenece a un registro social popular, y se supone que Séneca la aprobó porque cabe en el contexto del discurso: el lenguaje corresponde con el tipo del personaje que lo emplea (Fairweather 1981:194). En otras palabras, el lenguaje es adecuado o apto para el personaje, lo cual también se indica con el término ‘decoro’ en la retórica. Esto muestra que, aunque en general los clásicos rechazaban el uso de lenguaje cotidiano por no cumplir con la norma del culto lenguaje (literario), aparentemente sí fue aprobado a veces y hasta fue considerado oportuno. Es importante recordar que, aunque en este ejemplo el idiotismo corresponde a un registro social popular, los idiotismos no pertenecían necesariamente a la clase baja, sino que solamente no cumplían la norma literaria por ser cotidianos.

Lo mismo es el caso en la obra de Quintiliano, que aparece dos siglos más tarde. En su Institutio Oratoria, el romano, hablando de elocutio, enfatiza que los autores elegantes sí podían usar los idiotismos y que a veces los idiotismos daban cierta elegancia a los textos:

An cum dicit in Pisonem Cicero "cum tibi tota cognatio serraco advehatur", incidisse videtur in sordidum nomen, non eo contemptum hominis quem destructum volebat auxisse? XXII. Et alibi: "caput opponis cum eo coruscans". Vnde interim grati idiotismi [de quo], qualis est ille apud M. Tullium: "pusio qui cum maiore sorore cubitabat" […] (Quintiliano 1920[s.a.]:222).

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27 [Cuando dijo Cicerón contra Pisón: “Siendo conducida toda tu parentela en una

carreta”, ninguno le tachará de expresión baja aquella palabra, pues cede en mayor desprecio de Pisón contra quien se dijo. Ya que una frase coloquial a veces da elegancia deseada, como es el caso en “pusio qui cum maiore sorore

cubitabat” de M. Tulio […]] (Traducción parafrástica mía).

Estas citas, y sobre todo la de Quintiliano que muestra claramente la valoración de una expresión del registro popular, refutan el planteamiento de que los idiotismos no podían aparecer en textos literarios. Desde este punto de visto, vale la misma relatividad para el concepto ‘idiotismo’ que para ‘barbarismo’ y ‘solecismo’: cuando aparecen en cierto contexto, pueden contribuir al decoro. Sin embargo, donde el barbarismo y el solecismo tienen sus homólogos aceptados (respectivamente el metaplasmo y el schèma), los idiotismos no los tienen.

En los siglos después de Quintiliano, el empleo de una mezcla de lenguaje de prestigio con lenguaje del registro bajo, o de lenguaje viejo con nuevo y de lenguaje poético con el cotidiano, se consideraría vicioso también (Ueding 1992: 169). En el siglo IV, se ven reflejadas estas normas rígidas en Diomedes, quien menciona el término, pero no califica el idiotismo como lenguaje que puede dar elegancia. Al contrario, enfatiza que se usa la construcción que denomina ‘idiotismo’ por falta de conocimiento y confronta una manera más culta para decir lo mismo:

[hanc] speciem [i.e. relativa, for ‘modal attraction’, or simply ‘subordination’] in consuetudine parum multi observant inperitia lapsi, cum dicunt nescio quid facis, nescio quid fecisti. eruditius enim dicetur nescio quid facias, nescio quid feceris. quo more et Cicero loquitur pro Sexto Roscio […], ‘credo ego vos, iudices, mirari quid sit quod, cum tot summi oratores hominesque nobilissimi sedeant, ego potissimum surrexerim’; non dixit credo vos mirari quid sit quod surrexi, quod est idiotismos (Diomedes s.a.: 1.395.15 en Ferri & Probert 2010:31; énfasis mío).

[Many people adopt this construction [i.e. the use of the subjunctive in the relativa species] little or not at all in current usage, for lack of knowledge, so that they say nescio quid facis, nescio quid fecisti. A more educated way to say this will be nescio quid facias, nescio quid feceris. So Cicero speaks in Pro Sexto Roscio: credo ego vos, iudices, mirari quid sit quod, cum tot summi oratores hominesque nobilissimi sedeant,ego potissimum surrexerim; he did not say credo vos mirari quid sit quod surrexi, which is an idiotism] (Traducción de Ferri & Probert 2010:31; énfasis mío).

(29)

28 Diomedes se refiere aquí a una regla importante en latín en cuanto a las cláusulas

subordinadas:

The relative clause also stands in the subjunctive if it occurs in an indirect speech […]. The subjunctive is also used by modal attraction in relative clauses that depend on infinitives and subjunctives and form an integral part of the thought (Panhuis 2009:176).

En otras palabras, el uso del indicativo en el habla indirecta en estas cláusulas relativas no sólo es ‘poco culto’ sino que, según las reglas gramaticales del latín, es incorrecto. Por lo tanto, Diomedes usa el término para una forma de expresarse que es errónea. No hay indicaciones de que sea un error relativo que, desde el punto de vista de la norma gramatical, sí fuera aceptado en ciertos contextos.

Este párrafo ha aclarado la procedencia del término ‘idiotismo’ y ha demostrado la normatividad de los clásicos en cuanto al uso de ellos. No obstante, también ha evidenciado que los autores clásicos no siempre tenían la misma opinión en cuanto a su posible elegancia. Séneca el Viejo y Quintiliano muestran una actitud positiva ante el empleo de ciertos idiotismos en la literatura. Diomedes al contrario, rechaza el idiotismo y además aporta un ejemplo del concepto de un error absoluto en latín. Como veremos después, Donato emplea el término idiotismo con el significado de ‘fenómeno coloquial’, pero incluye otros elementos que Quintiliano.

2.5 De idiotismos: Donato

Ferri & Probert (2010: 33) subrayan que el idiotismo tal como lo usa Donato comprende más que el ‘idiotismo quintiliano’. Si Quintiliano emplea el término ‘idiotismo’ para referirse a formas lexicales de un registro bajo8 y a neologismos coloquiales, Donato además incluye elementos pragmáticos y enfáticos como el uso de nombres propios para suavizar un anuncio (Ferri & Probert 2010:33). Los ejemplos de idiotismos que Donato encontró al comentar la obra de Terencio (s.II a.C.), son el uso de se duxit foras para decir abiit (‘se fue’), una forma que se encuentra sobre todo en registros más informales (Ferri & Probert 2010:33-4). Es interesante que los autores enfatizan que se duxit es un idiotismo que también encontramos en otras obras y que es una traducción literal del griego

coloquial ϋπαγε (Ferri & Probert 2010:33-4). Donato también incluye el empleo de expresiones

8 Es importante recordar que ‘bajo’ se refiere a ‘bajo la norma estilística’ y no necesariamente a ‘perteneciente

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29 metafóricas que están relacionadas con el lenguaje cotidiano y elementos enfáticos como el uso de nombres propios para suavizar ruegos (Ferri & Probert 2010: 33). A pesar de que Donato incluye más fenómenos que considera idiotismos que Quintiliano, los elementos pragmáticos y enfáticos no necesariamente exceden los límites del registro coloquial. También el ejemplo de la traducción del griego cabe dentro de las líneas demarcadoras del registro coloquial. Por lo tanto, con Donato el término sigue significando, en principio, lo mismo que antes, aunque ahora también comprende una traducción literal de otro idioma.

Sin embargo, Donato no se expresa explícitamente sobre un uso subestándar de la lengua que no cumpla las normas de la literatura. Además, como muestra el siguiente ejemplo, a veces es difícil determinar si los idiotismos son idiosincrasias gramaticalmente correctas o incorrectas, como ilustra el ejemplo que describen Ferri & Probert sobre el uso del adverbio facio:

Some instances of this adverb seem employed to mark more decidedly substandard usage, though Donatus is not explicit on this point, as he is

predictably reluctant to identify incorrect Latin in a school author such as Terence […]. Donatus clearly has a notion that slaves and free men use or ought to use different vocabulary and phraseology, and that badly educated people make mistakes, but comments about idiotisms apply indifferently to all classes of characters involved: all notion of sociolect is lost (2010:35).

Así que Ferri & Probert ponen aquí que los comentarios de Donato en cuanto a los idiotismos, no se limitan a ciertos sociolectos, pero que más bien se trata de variación lingüística al nivel individual, o sea de idiolectos. Además enfatizan que no está cierto si se refiere a una forma correcta o incorrecta. Como veremos en el siguiente párrafo, en la Edad Media las ideas sobre los vicios contra el latinitas cambian drásticamente y con ello, el significado de la palabra ‘idiotismo’.

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30 2.6 De idiotismos: Edad Media y Renacimiento

Se observa que, en el Renacimiento, el término idiotismo ha perdido completamente esta noción de idiolecto que vimos con Donato, y que el idiotismo define más bien ‘el habla de un grupo o una nación’:

Idiotismo es nombre griego […] idiotismus loquendi è vulgo sumptum. Son ciertas frasis y modos de hablar particulares a la lengua de cada nación, que trasladados en otra, no tienen tanta gracia, como hebraísmos los que son de la lengua hebrea y déstos tenemos no pocos en la lengua castellana. Helenismos, los pertenecientes a la lengua griega, y aún ella dividida en atecismos, aeolismos, dorismos, etc. Como también nuestra lengua castellana, los tiene, entre los castellanos, andaluzes y otros, que hablando una mesma lengua se diferencian y se conocen en los modos de dezir y en la pronunciacion y en vocablos

particulares. Como también se devieron de diferenciar entre los judios, aunque hablaban una mesma lengua, y por esta particularidad que fue conocido san Pedro de los ministros del Pontifice y así le dixeron […], notando que era Galileo (Covarrubias Horozco 1996[1611]:1085).

En otras palabras, los idiotismos se han convertido en primer lugar en elegancias que forman problemas de traducción y ya no es importante si cumplen las normas gramaticales de cierta lengua. Idiotismos no son necesariamente idiosincrasias de ciertas lenguas, sino también pueden ser de variedades de idiomas. En esta definición de Covarrubias no se vuelve a encontrar el ‘aspecto vicioso’, pero el lexicógrafo sí menciona la relación con un lenguaje coloquial que los idiotismos tienen: idiotismus loquendi è vulgo sumptum [idiotismos tomados de la lengua vulgar] (Covarrubias Horozco 1996[1611]:1085). Esto revela que originalmente eran formas pertenecientes al lenguaje coloquial, pero que ahora se las consideran elegancias.

La explicación de este cambio importante de la valoración de los idiotismos se puede encontrar en la Edad Media y en la relación que la lengua iba a tener con los fines religiosos. Cuando a principios de la Edad Media, las misiones cristianas se hacían importantes, la lengua se volvía en un instrumento importante para la conversión. Desde el siglo IV, la norma de una lengua pura y culta ya no fue tan estricta como en los siglos anteriores, sino que cambió en algo que dependía del grupo de personas a quien se dirigiera para difundir ‘la palabra de Dios’ Así cambió poco a poco la norma de la retórica clásica y nació una norma más amplia y más dependiente de las circunstancias en que se empleara el lenguaje. Lo que en tiempos clásicos se consideraba ‘vicios’, ahora se aceptó, hasta en la poesía (Ueding 1992:170). En la Edad Media tardía, se originó otra norma poética (con la aparición de la

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