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El uso de los marcadores conversacionales en el lenguaje juvenil: un estudio comparativo de un corpus oral y un corpus televisivo

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EL USO DE LOS MARCADORES

CONVERSACIONALES EN EL

LENGUAJE JUVENIL:

ESTUDIO COMPARATIVO DE UN CORPUS ORAL Y UN CORPUS

TELEVISIVO

Rembert Kegels

Stamnummer: 01605660

Promotor: Prof. dr. Renata Enghels

Copromotor: Prof. dr. Linde Roels, Prof. dr. Fien De Latte

Masterproef voorgelegd voor het behalen van de graad van Master in de richting Taal- en Letterkunde Frans - Spaans

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Agradecimientos

Ante todo, quiero agradecer a todo corazón a la Prof. Dr. Renata Enghels, por su ayuda inigualable con la escritura de este trabajo, por responder rápida y claramente a mis preguntas, por corregir mis textos sometidos y proponer posibles mejoramientos. No solo quiero agradecerle por su ayuda con la redacción de la tesina, sino también por haberme guiado durante mi carrera académica y en el aprendizaje de la lengua maravillosa que es el español.

Además, quiero expresar mi mayor agradecimiento a Linde Roels y Fien De Latte, por su apoyo, sus correcciones y sugerencias y su ayuda con el uso del CORMA.

Asimismo, quiero dirigir mis sinceras palabras de agradecimiento a mis colegas de la formación ‘Filología francesa y española’, no solo por apoyarme con la redacción de mi tesina, sino también por hacer mi carrera académica tanto más agradable con su amistad.

Por último, agradezco a mi familia. A mi padre, un filólogo de formación, por las conversaciones filosóficas sobre el tema de la lengua. A mi madre, quien siempre me ha soportado incondicionalmente con el cariño que es propio de ella. A mis hermanos, Janne y Wout, por los muchos momentos de risa. A mi novia, Emmelie, con quien he pasado mucho tiempo trabajando, por su humor y el apoyo que me ha dado.

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Tabla de contenidos

Agradecimientos ... 0 Lista de tablas ... 4 Lista de gráficos ... 5 Lista de abreviaturas ... 6 0. Introducción ... 7 1. El lenguaje juvenil ... 10

1.1. La lengua hablada en general ... 10

1.2. El habla juvenil ... 11 1.2.1. Definición ... 11 1.2.2. Rasgos conversacionales ... 13 1.2.2.1. Habla de contacto ... 14 1.2.3. Rasgos léxicos ... 16 1.2.3.1. Jerga ... 17

1.2.3.2. Palabras tabú y palabrotas ... 18

1.2.4. Rasgos sintácticos ... 18

1.2.5. Rasgos pragmáticos ... 19

2. Los marcadores discursivos ... 20

2.1. Definición ... 21

2.1.1. Gramaticalización ... 23

2.2. Marcadores conversacionales ... 25

2.2.1. Marcadores de modalidad epistémica... 25

2.2.2. Marcadores de modalidad deóntica ... 26

2.2.3. Enfocadores de la alteridad ... 27

2.2.4. Metadiscursivos conversacionales ... 30

2.3. Marcadores conversacionales en el lenguaje juvenil ... 30

2.4. Marcadores por analizar ... 31

2.4.1. Vocativos ... 33 2.4.1.1. Tío/tía ... 33 2.4.1.2. Chaval ... 34 2.4.1.3. Hombre ... 34 2.4.2. Interjecciones ... 36 2.4.2.1. (H)ostia(s) ... 36 2.4.2.2. Joder ... 37

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2 2.4.2.3. Coño ... 37 2.4.3. Marcadores epistémicos ... 38 2.4.3.1. Sabes ... 38 2.4.4. Marcadores metadiscursivos ... 39 2.4.4.1. O algo (así) ... 39 2.4.4.2. En plan ... 40 2.5. Resumen ... 42

3. Sobre la propia serie ... 43

3.1. Clasificación de los personajes ... 44

4. El lenguaje audiovisual ... 46

4.1. Definición ... 46

4.2. Lenguaje cinematográfico ... 47

4.2.1. Variación sociolingüística en el lenguaje cinematográfico ... 49

4.2.2. La representación del lenguaje juvenil: un estudio de caso ... 53

4.3. Conclusión ... 54

5. Metodología ... 55

5.1. Los corpus ... 55

5.1.1. Corma ... 55

5.1.1.1. Los códigos de los hablantes ... 56

5.1.2. Corpus de Élite ... 56

5.1.3. AntConc ... 57

5.2. Colección de los datos ... 57

6. Análisis de los datos ... 58

6.1. Panorama general ... 58

6.2. Análisis de las frecuencias ... 59

6.2.1. Los vocativos ... 59

6.2.1.1. Tía ... 60

6.2.1.2. Tío ... 66

6.2.1.3. Chaval ... 72

6.2.1.4. Hombre ... 76

6.2.1.5. Observaciones generales sobre los vocativos ... 79

6.2.2. Interjecciones ... 79

6.2.2.1. (H)ostia(s) ... 80

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3

6.2.2.3. Coño ... 86

6.2.2.4. Observaciones generales sobre las interjecciones ... 91

6.2.3. Marcadores epistémicos ... 91

6.2.3.1. Sabes ... 91

6.2.4. Metadiscursivos ... 95

6.2.4.1. En plan ... 96

6.2.4.2. O algo (así) ... 97

6.2.4.3. Observaciones generales sobre los marcadores metadiscursivos ... 99

6.2.5. Punto de vista sociolingüístico general ... 100

7. Conclusión ... 103

Bibliografía ... 107

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4

Lista de tablas

Tabla 1: los marcadores por analizar...32

Tabla 2: la clase social de los personajes de la serie Élite...44

Tabla 3: las frecuencias absolutas y relativas de los MMCC en el CORMA y en Élite...59

Tabla 4: las frecuencias absolutas y relativas de los vocativos en el CORMA y en Élite...59

Tabla 5: las funciones discursivas de ‘tía’ en Élite y en el CORMA...60

Tabla 6: la posición de ‘tía’ en Élite y en el CORMA...63

Tabla 7: el uso de ‘tía’ en Élite según clase social...64

Tabla 8: el uso de ‘tía’ en Élite y en CORMA según género...64

Tabla 9: las funciones discursivas de ‘tío’ en Élite y en el CORMA...66

Tabla 10: la posición de ‘tío’ en Élite y en el CORMA...68

Tabla 11: el uso de ‘tío’ en Élite según clase social...68

Tabla 12: el uso de ‘tío’ en Élite y en CORMA según género...70

Tabla 13: el género de los usuarios de ‘tío’ en todo el CORMA...71

Tabla 14: las funciones discursivas de ‘chaval’ en Élite y en el CORMA...72

Tabla 15: la posición de ‘chaval’ en Élite y en el CORMA...73

Tabla 16: el uso de ‘chaval’ en Élite según clase social...74

Tabla 17: el uso de ‘chaval’ en Élite y en CORMA según género...75

Tabla 18: las funciones discursivas de ‘hombre’ en Élite y en el CORMA...76

Tabla 19: la posición de ‘hombre’ en Élite y en el CORMA...77

Tabla 20: el uso de ‘hombre’ en Élite según clase social...78

Tabla 21: el uso de ‘hombre’ en Élite y en CORMA según género...78

Tabla 22: las frecuencias absolutas y relativas de las interjecciones en el CORMA y en Élite...79

Tabla 23: la posición de ‘(h)ostia(s)’ en Élite y en el CORMA...81

Tabla 24: el uso de ‘(h)ostias’ en Élite según clase social...82

Tabla 25: el uso de ‘(h)ostia(s)’ en Élite y en CORMA según género...82

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5

Tabla 27: el uso de ‘joder’ en Élite según clase social...84

Tabla 28: el uso de ‘joder’ en Élite y en CORMA según género...85

Tabla 29: las funciones discursivas de ‘coño’ en Élite y en el CORMA...86

Tabla 30: la posición de ‘coño’ como marcador en Élite y en el CORMA...87

Tabla 31: la posición de ‘coño’ como taco en Élite y en el CORMA...88

Tabla 32: el uso de ‘coño’ en Élite según clase social...89

Tabla 33: el uso de ‘coño’ en Élite y en CORMA según género...90

Tabla 34: las frecuencias absolutas y relativas ‘sabes’ en el CORMA y en Élite...91

Tabla 35: las funciones discursivas de ‘sabes’ en Élite y en el CORMA...91

Tabla 36: las macrofunciones de ‘sabes’ en Élite y en el CORMA...92

Tabla 37: la posición de ‘sabes’ en Élite y en el CORMA...93

Tabla 38: el uso de ‘sabes’ en Élite según clase social...94

Tabla 39: el uso de ‘sabes’ en Élite y en CORMA según género...94

Tabla 40: las frecuencias absolutas y relativas de los marcadores metadiscursivos en el CORMA y en Élite...95

Tabla 41: la posición de ‘o algo (así)’ en Élite y en el CORMA...98

Tabla 42: el uso de ‘o algo’ en Élite según clase social...99

Tabla 43: el uso de ‘o algo’ en Élite y en CORMA según género...99

Lista de gráficos

Gráfico 1: Los marcadores conversacionales más frecuentes en CORMA...32

Gráfico 2: la representación de los sexos y las clases sociales en la serie ‘Élite’...45

Gráfico 3: Comparación de las frecuencias de los MMCC en CORMA y en ‘Élite’...58

Gráfico 4: El uso de ‘tío’ por los personajes de Élite...69

Gráfico 5: El uso de ‘joder’ por los personajes de Élite...85

Gráfico 6: El uso de los MMCC estudiados por los personajes de Élite...100

(8)

6

Lista de abreviaturas

MD: marcador discursivo MMDD: marcadores discursivos MC: marcador conversacional MMCC: marcadores conversacionales T(x)E(y): Temporada (x) Episodio (y)

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0. Introducción

El servicio de entretenimiento por streaming Netflix se ha convertido los últimos años en una de las empresas de entretenimiento más importantes del mundo, con 193 millones de personas con membresías de pago (sitio web de Netflix). Una parte considerable de su oferta consta de series televisivas, entre las cuales el objeto de estudio del presente trabajo, Élite. Visto que tantas personas entran en contacto con estas series, conviene estudiar el lenguaje que se adopta en ellas. Sin embargo, aunque desde el principio del siglo XX el interés por las series televisivas ha aumentado y, además, se ha sostenido (Picard & Barrette 2005), el diálogo ficcional sigue siendo un tema poco tratado en el campo lingüístico (Bednarek 2010). Es decir, los estudios que tratan películas, por ejemplo, parten de un punto de vista narratológico y se enfocan en adaptaciones de obras literarias (Bednarek 2010). Sin embargo, Abecassis (2008) explica que el estudio del lenguaje audiovisual puede ser interesante porque los guiones, a pesar de no ser representaciones exactas del lenguaje real, sí muestran lo que los actores, productores y escritores consideran como los rasgos típicos de la variante lingüística que ponen en escena. Por lo tanto, Bednarek (2010) argumenta que es imperativo incluir el diálogo televisivo (no solo las noticias y entrevistas políticas, sino también lenguaje ficcional) en las investigaciones lingüísticas.

Así pues, el presente estudio pretende hacer precisamente esto. En concreto, su objetivo es comprobar en qué medida el uso de marcadores conversacionales en una serie televisiva coincide con el de un corpus coloquial oral. Una investigación parecida ya se hizo para el inglés, con base en la serie Friends (Tagliamonte & Roberts 2005). En concreto, se investigaron los intensificadores very, so, really, pretty y totally. Tagliamonte y Roberts (2005) constataron que, tanto en el lenguaje coloquial inglés como en la serie, really, very y so eran los intensificadores más usados. Además, el intensificador so, usado frecuentemente por los personajes en la serie, destronó really en aquel período como intensificador más usado en el inglés norteamericano. Encima, la serie y el lenguaje real coincidieron en que so constituía un intensificador usado sobre todo por mujeres. Todo esto llevó a los autores a la conclusión que, por lo menos en cuanto al uso de intensificadores, una serie puede representar las evoluciones actuales del lenguaje coloquial (Tagliamonte & Roberts 2005). Coupland (2007:185) comparte esta opinión cuando dice: “As part of the mass media, television helps to shape the ‘sociolinguistic environment’.”

No obstante, es importante recordar que, como destaca Bednarek (2019:43), “TV dialogue is not the same as ordinary conversation and should not be treated as such. Rather, it needs to be approached as an instance of scripted media language.” Además, Kozloff (2000:19) afirma: “linguists who use film dialogue as accurate case studies of everyday conversation are operating on mistaken assumptions.” Entonces, se notan dos puntos de vista a primera vista opuestos sobre el diálogo televisivo. Por consiguiente, merece la pena investigarlo con base en datos empíricos.

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8 Ahora bien, tal investigación aun no se ha efectuado sobre una serie televisiva española. Por lo tanto, esta obra investigará el lenguaje de una serie española de Netflix, a saber Élite. Esta serie relata los acontecimientos que se producen en una escuela secundaria exclusiva, Las Encinas, con una importancia particular de la oposición entre jóvenes de la clase alta y la clase baja. Este trabajo intentará, pues, tener en cuenta ambos puntos de vista mencionados anteriormente. Esto es, se investigará cuáles son los niveles en que el lenguaje planificado de una serie televisiva y el lenguaje espontáneo coloquial coinciden, sin olvidar que existen diferencias entre ambos que pueden ser motivadas. Por ejemplo, se tiende a incluir menos solapamientos, falsos comienzos y frases no acabas en el diálogo ficticio porque estos podrían comprometer la buena comprensión de la conversación escenificada (Bednarek 2010). Tomando esto en consideración, pretendemos encontrar el valor del lenguaje cinematográfico como corpus lingüístico.

Pues bien, sería un trabajo enorme investigar la representación de todos los rasgos del lenguaje juvenil en una serie de televisión. Por lo tanto, se indagará el rasgo más saliente del lenguaje juvenil, que es, según Stenström (2014), el uso de marcadores discursivos (MMDD). Sin embargo, las palabras que caben en la clase de MMDD son numerosas. Entonces, el enfoque se centrará en el subtipo más importante de MMDD en el lenguaje juvenil, a saber los marcadores conversacionales (MMCC) (Jørgensen & Martínez López 2007). Aun así, es necesario seleccionar los MMCC que más caracterizan el lenguaje juvenil actual. Así, tras comparar una larga serie de lecturas sobre el tema, se han seleccionado 10 formas, a saber tío, tía, chaval, hombre, hostia, joder, coño, sabes, en plan y o algo. La pregunta de investigación central de esta investigación es, por tanto, ¿en qué medida la representación de los marcadores conversacionales en una serie televisiva que protagoniza adolescentes es comparable al uso de los mismos en el lenguaje juvenil espontáneo? Con el fin de responder a esta pregunta, se necesita un corpus que sea apto para una comparación con una serie como Élite, que protagoniza la juventud madrileña contemporánea. Así, se utilizará el corpus CORMA, creado por la universidad de Gante, grabado entre 2016 y 2019 en la capital española (De Latte & Roels 2019).

Además, la respuesta a esta pregunta núcleo implica una serie de preguntas más detalladas, como ¿son el uso funcional y el posicionamiento de los MMCC en la serie representativos del lenguaje real? Asimismo, cabe analizar los datos desde un punto de vista sociolingüístico. Así, surge la pregunta si el uso de los MMCC difiere según la clase social de los personajes en la serie. Además, cabe investigar si se observan diferencias en el uso de los MMCC según el sexo del personaje. Así, Andersen (2001) mostró que los marcadores ingleses innit y like se usan sobre todo en el habla femenina. Asimismo, innit se observa sobre todo en el habla de la clase baja, mientras que like es más frecuente en el lenguaje de la clase alta. Se controlará, pues, si los marcadores investigados en esta obra manifiestan una adhesión a un género o clase social en el lenguaje real, y si se la representa también en la serie.

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9 Con el fin de responder exhaustivamente a estas preguntas, nos profundizaremos en tres campos teóricos. En un primer capítulo, el enfoque se centra en la definición del lenguaje juvenil y la pregunta de qué lo difiere de otros tipos de lenguaje coloquial. En el segundo capítulo, se estudiarán los marcadores discursivos y, más específicamente, los marcadores conversacionales. Además, se justifica la elección de los 10 marcadores mencionados anteriormente y los discutiremos brevemente. Por último, se estudiará el lenguaje cinematográfico para saber cuáles son los niveles en que este lenguaje difiere típicamente del lenguaje espontáneo. Este paso se efectuará en dos capítulos. El tercer capítulo trata la propia serie, Élite, y sus personajes. Es necesario introducir la serie antes del cuarto capítulo, en que se describen los rasgos generales del lenguaje de televisión, porque en dicho capítulo se usan ejemplos de la serie para ilustrar las estrategias cinematográficas. Este capítulo termina la parte teórica de esta investigación.

La parte empírica comienza con una explicación de la metodología aplicada (capítulo 5), seguida por el propio análisis (capítulo 6). Este empieza por un panorama general de las frecuencias de los 10 MMCC en ambos corpus, después del cual se analizará cada marcador individualmente. Esta parte está compuesta de cinco capítulos, en que se tratan sucesivamente los vocativos (tío, tía, chaval y hombre), las interjecciones (hostia, joder y coño), los marcadores epistémicos (sabes) y los marcadores metadiscursivos (en plan y o algo). Terminamos el análisis con un panorama sociolingüístico general, en el que se suman los datos sobre todos los MMCC, con el fin de sacar unas conclusiones generales.

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1. El lenguaje juvenil

En este trabajo tratamos un campo de estudio que ha ganado mucho interés las últimas décadas, a saber, el lenguaje juvenil (Zimmermann 2002). Como veremos, es un tema muy amplio que está presente en todos los niveles de la lengua, por lo cual nos enfocaremos en un aspecto particular de dicho lenguaje, en concreto, los marcadores discursivos. Sin embargo, ante todo, es necesario tener una idea clara de lo que es el lenguaje de los jóvenes. Con este fin, este primer capítulo comienza con una vista muy amplia, y define lo que se considera como el lenguaje hablado en general (§1.1.), luego especifica el foco hacia lenguaje juvenil (§1.2.). Dentro del lenguaje juvenil, después de haberlo definido, se tomarán en consideración los más importantes rasgos conversacionales (§1.2.2.), léxicos (§1.2.3.), sintácticos (§1.2.4.) y, por último, pragmáticos (§1.2.5.).

1.1. La lengua hablada en general

Como explica Briz (1998), se distinguen dos tipos de lenguaje, concretamente el lenguaje hablado y el lenguaje escrito. Sin embargo, no son dos fenómenos estrictamente separados, sino que existe un continuum gradual entre el polo de lo hablado y el de lo escrito (Briz 1998). Es decir, por una parte, los textos literarios y periodísticos a veces imitan el lenguaje coloquial y argótico con el fin de enriquecer expresivamente el mensaje (Briz 1998). Por otra parte, un discurso político, por ejemplo, es preparado de forma escrita lo que lo acerca al polo de lo escrito. La idea de un continuo que se extiende entre dos polos extremos es altamente relevante para el presente estudio, porque el lenguaje hablado en una serie de televisión como Élite, objeto del análisis empírico, está a medio camino entre los dos polos (cf. capítulo 4).

Ahora bien, dentro de tanto el lenguaje escrito como el lenguaje hablado, hay otro continuum, en concreto entre lenguaje formal e informal (Briz 1998). El polo informal – o coloquial – se define por una relación de alta proximidad social entre los interlocutores, una alta cantidad de saber compartido, un mayor grado de cotidianidad, la inexistencia de planificación y una finalidad interpersonal (Briz 1998). Esta última característica significa que la conversación tiene como fin el refuerzo de los contactos sociales (Herrero 2002). Cuanto más de estas características cumpla una conversación, más se acercará al polo informal. Entonces, a fin de estudiar la lengua en la serie Élite, es importante hacerse la pregunta hacia cuál de los registros orales tenemos que dirigir la vista. Dado que estudiamos el lenguaje juvenil, marcado por tener un tono informal, por producirse entre hablantes que mantienen relaciones próximas, por tener una finalidad interpersonal, y por girar en torno de temas del ámbito cotidiano (Herrero 2002:70), es de suponer que se trata de un registro informal o coloquial1.

1 Briz (1998) insiste en la distinción entre coloquial y conversacional, explicando que, al lado de conversaciones

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11 Beinhauer (1991:9) define el habla coloquial como “el habla tal como brota, natural y espontáneamente en la conversación diaria, a diferencia de las manifestaciones lingüísticas conscientemente formuladas.” Entonces, una característica clave del lenguaje coloquial es su espontaneidad. Ahora bien, es precisamente esta espontaneidad que el lenguaje de televisión no tiene (Bedijs 2017). Sin embargo, en series de televisión, se intenta imitar la espontaneidad propia del lenguaje coloquial (Agost Canós 1999). Otra característica importante del habla coloquial es que se la adopta en una conversación diaria (Beinhauer 1991, Briz 1998). Por eso, a continuación, nos enfocaremos en el lenguaje conversacional. Un principio fundamental de la conversación informal es la colaboración entre el hablante y su interlocutor (Vigara Tauste 1990, Stenström 1994, Briz 1998). Esto es, el hablante intenta transmitir su mensaje de tal manera que sea entendido fácil e inmediatamente por el interlocutor. Otro aspecto de la conversación es la toma de turno (Vigara Tauste 1990, Stenström 1994) es decir, los dos interlocutores alternan sus contribuciones a la conversación. Lo que es un turno, sin embargo, puede variar mucho. Puede ser una sola palabra, pero asimismo puede ser una contribución tan larga que se convierte casi en un monólogo (Stenström 1994). La alternancia regular y fluida de los turnos, sin embargo, es idealizada y poco común (Stenström 1994). Dicho de otra forma, una conversación coloquial generalmente está llena de solapamientos e interrupciones.

Al lado de esos principios fundamentales, otras características del lenguaje hablado valen la pena ser mencionadas. Según Stenström (1994), por el hecho de que se produzca “on the spot”,se observan en el habla coloquial fenómenos de duda (eh..., muletillas etc.), falsos comienzos, repeticiones, hesitaciones (porque el hablante busca sus palabras), un vocabulario sencillo y enunciados incompletos. Vigara Tauste (1990) distingue, además, la característica de las apelaciones constantes a la atención del interlocutor, con las cuales el hablante quiere hacer entender su ‘ego’ al interlocutor. Esas expresiones de relleno se encuentran sobre todo en conversaciones de confianza, entre personas de baja instrucción, quienes no saben reemplazarlas por otras expresiones (Vigara Tauste 1990). Tienen como función la autorreafirmación del hablante o el relleno de los vacíos en la conversación (Vigara Tauste 1990).

1.2. El habla juvenil

1.2.1. Definición

Después de haber definido el lenguaje coloquial, conviene mirar de más cerca un tipo de habla que comparte los rasgos expuestos anteriormente, pero que es aun más específico, el lenguaje juvenil (Herrero 2002, Zimmermann 2002). Precisamente por el hecho de que compartan tantos rasgos, puede resultar difícil distinguir los dos tipos de lenguaje (Zimmermann 2002). La diferencia entre ambos es, según Rodríguez (2002), que el lenguaje juvenil es sistemáticamente más agresiva e informal que el

tienen más que ver con el nivel social (en concreto la clase media-baja y baja). Vulgar tiene la connotación de ser erróneo, y al margen de la norma estándar.

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12 lenguaje coloquial general. Además, los jóvenes crean expresiones propias que – en principio – solo ellos utilizan (por ejemplo: en plan chunga o tirarse a alguien) y que, por lo tanto, no se consideran como lenguaje coloquial general (Zimmermann 2002:153-154).

Aun así, es importante notar que – como señalan varios lingüistas (Herrero 2002, Zimmermann 2002, Jørgensen & Martínez López 2007) – el lenguaje juvenil no es unitario, es decir que no existe una koiné que hablen todos los jóvenes hispanohablantes. Está sometido a un espacio social y comunicativo, lo que resulta en una gran variedad de lenguajes juveniles (Jørgensen & Martínez López 2007). Es decir, la variación entre ‘lenguajes juveniles’ es generalmente de tipo diastrático (lo que tiene que ver con el nivel social) y de tipo diafásico (dependiente de la situación en que se produce el discurso) (Herrero 2002). Zimmermann (2002) añade también como factores influyentes el sexo y el origen étnico del hablante. Herrero (2002:68) menciona algunos ejemplos de variantes del lenguaje juvenil, como el lenguaje juvenil femenino, el lenguaje juvenil rural, el lenguaje juvenil pijo, el lenguaje juvenil pasota etc. Además, hay que tener en cuenta que existe una diferencia entre el lenguaje de jóvenes menores (10-13 años) y mayores (17-19 años) (Stenström et al. 2002). El presente estudio se enfocará en los jóvenes mayores, puesto que la serie Élite solo pone en escena los jóvenes de este grupo.

Entonces, como ya hemos dicho, el lenguaje juvenil no es unitario, lo cual complica la definición del fenómeno. Herrero (2002: 68) propone la siguiente definición:

“Con el término lenguaje juvenil se designa un conjunto de rasgos lingüísticos presentes en las manifestaciones lingüísticas de los jóvenes, producidas de forma oral (o por escrito, como reflejo de lo oral), en situaciones coloquiales informales.”

Así pues, la cita confirma lo que constatamos anteriormente, es decir que el lenguaje de los jóvenes es un tipo de lengua coloquial. Varios lingüistas (Herrero 2002, Rodríguez 2002, Stenström 2014, Tagliamonte 2016) están de acuerdo que, para los jóvenes, la lengua es un medio para forjarse una identidad, y para distinguirse no solo de los adultos, sino también de los niños (Zimmermann 2002). Además, por medio de la lengua, la juventud se opone a la norma escolar y el estilo culto (Zimmermann 2002). Es con este fin que la juventud tiende a, por una parte, crear términos propios (Catalá Torres 2002) y, por otra, a usar más términos disfemísticos (cf. 1.2.3.2.). Mediante estas estrategias, el registro adquiere un tono peyorativo y, al mismo tiempo, humorístico (Herrero 2002, Rodríguez 2002). Todas esas maneras de rebeldía contra la norma forman parte de lo que Zimmermann (2002:158) llama el antinormativismo2.

2 Con respecto a esto, Zimmermann (2002) menciona también – basándose en una conversación del corpus

Val.es.co (Briz 1995:53-75 apud Zimmermann 2002)– los eructos como símbolo del antinormativismo. Es decir que la norma prescribe que hay que intentar de disimularlos lo más posible, y si no se logra en ello, disculparse, así que los jóvenes lo hacen abiertamente como modo no verbal de oponerse a la norma.

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13 Entonces, la lengua es un símbolo de la solidaridad social, una marca de pertenencia a cierto grupo que se marca por un vocabulario particular. Las palabras creadas en el lenguaje juvenil pueden caer en desuso muy rápidamente, pero a veces una forma sigue usándose y es adoptada por otros grupos generacionales, o incluso introducida en la lengua estándar (Zimmermann 2002, Tagliamonte 2016). Por lo tanto, la juventud se considera como una mayor fuerza en el cambio lingüístico (Herrero 2002, Tagliamonte 2016).

A modo de ejemplo de una forma que se introdujo en el lenguaje juvenil y fue adoptada por otros grupos generacionales, proponemos el caso de tío y tía. Cascón Martín (2000) explica que tío, originalmente un término de parentesco, pasó primero al lenguaje juvenil, y que ahora es usado por varias generaciones como vocativo. Es más, tío se usa – en las palabras de Cascón Martín (2000:67) – “de un modo tan compulsivamente reiterado que se convierte en la muletilla por excelencia”.

Además, cabe añadir que el lenguaje juvenil es un fenómeno extremadamente efímero (Rodríguez 2002). Es decir, todo tipo de lengua cambia constantemente, pero en el lenguaje juvenil, los cambios se producen a una velocidad muy alta (Rodríguez 2002, Zimmermann 2002). Como señala Zimmermann (2002), la alta velocidad del cambio lingüístico se explica así: los jóvenes quieren – como hemos dicho anteriormente – oponerse a la norma por medio de la lengua. Ahora bien, los adultos, por querer ‘rejuvenecerse’, a veces adoptan la jerga juvenil (Zimmermann 2002). Cuando tal evolución se produce, las formas jergales ya no funcionan como rebeldía contra la cultura adulta, por lo cual los jóvenes tienen que crear nueva jerga para oponerse otra vez. Para la creación de nuevas formas de expresarse, pues, no hay limitaciones por intervenciones normativas, ya que la autocensura no tiene ventaja social en la cultura de los jóvenes (Zimmermann 2002). Por lo tanto, se observa una gran creatividad léxica en el lenguaje juvenil.

Definido el lenguaje juvenil, podemos pasar a las características más salientes de la lengua de los jóvenes. Como lo dice Zimmermann (2002), los rasgos del lenguaje juvenil se manifiestan en todos los niveles lingüísticos3. Sin embargo, en este trabajo no pretendemos tratar cada una de las disciplinas lingüísticas en que se manifiesta la lengua juvenil. Por lo tanto, en lo que sigue, se dedica más atención a las facetas del lenguaje juvenil que serán pertinentes para el estudio empírico posterior. En concreto, se tratan los rasgos conversacionales, léxicas, sintácticas y pragmáticas.

1.2.2. Rasgos conversacionales

Herrero (2002:70) propone algunas características generales de la conversación juvenil, que ya han sido mencionadas brevemente, a saber:

3 Este lingüista menciona el léxico, la morfología, la sintaxis, la fonética, la fonología, la prosodia, el ritmo de

habla, las reglas pragmáticas, la estructuración textual, los gestos, la expresión mímica, las reglas proxémicas y hasta la ortografía (Zimmermann 2002:145-146)

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14 1) Un tono informal, entre hablantes que mantienen relaciones próximas.

2) Una finalidad interpersonal, es decir con el fin de fortalecer las relaciones sociales. 3) Temas del ámbito cotidiano (estudios, salidas nocturnas etc.).

4) El modo de transmisión es generalmente oral. Si no lo es (en mensajes SMS, por ejemplo) sí se adopta el estilo oral de una conversación física.

Se nota que las características que propone Herrero (2002) solapan mayoritariamente con las de la conversación coloquial. Ya hemos señalado que una diferencia entre ambas se encuentra en el tono agresivo y aun más informal del lenguaje de los jóvenes (Rodríguez 2002). Sin embargo, cabe profundizar el tema un poco más. Así, nos enfocaremos en los rasgos específicos de la conversación juvenil cotidiana, que se marca por el habla de contacto.

1.2.2.1. Habla de contacto

La función del habla de contacto – o, en inglés, smalltalk – es “crear y mantener contacto a través de una conversación fácil, acerca de temas sin transcendencia.” (Stenström 2008:208) Con el fin de mantener el contacto con el interlocutor, se usan constantemente elementos fático-apelativos (Herrero:2002) y comprobativos de contacto (Stenström 2008:209). Algunos ejemplos de elementos fático-apelativos son oye y mira (1a) (Herrero 2002). Dentro de esa clase caben también los vocativos (1b-d) (chaval, colega, tío, tronco (o tron), beibi, macho, bodi, pibe (o piba), titi etc.) (Rodríguez 2002:48)

(1) a) FP2F1: Oye, ¿no me he traído un... tenedor como hiper mega tocho? b) AM2F2: Tronco, ¿mi bocadillo dónde está?

c) AM2M10: Chaval, me estoy quedado sin batería.

d) IR2F13: Buah qué frío hace, macho. (CORMA4)

A veces – ya sea menos frecuentemente – pueden ser palabras tabú, como es el caso con las formas cabrón (2), cerdo, gilipollas, hijo de puta, o zorro (Stenström 2008:211). Estos son, sin embargo, apelativos cariñosos, ya que no tienen la intención de insultar al interlocutor – al contrario – pese a su significado insultante, tienen la función de expresar familiaridad (Zimmermann 2002:150).

(2) AM2M8: Eso está guapo, cabrón. (CORMA)

Con respecto a los vocativos, Leech (1999) explica que pueden adherirse libremente a la estructura sintáctica, por lo cual se comportan de la misma manera que las interjecciones o los marcadores del

4 Un corpus, creado por la universidad de Gante, que consiste en conversaciones informales de español coloquial

(17)

15 discurso. La función específica de un vocativo depende de su posición en la oración (Stenström 2008). Es decir, un vocativo puede aparecer en posición inicial, media o final. Ahora bien, según Leech (1999) un vocativo en posición inicial se usa para pedir la atención del interlocutor (3a). En posición media (3b) o final (3c), tiene la función de identificar al destinatario previsto del mensaje, o la de mantener la relación social entre hablante y oyente, o bien las dos a la vez.

(3) a) AM2M10: Chaval, me estoy quedado sin batería. b) AM4M7: Javier no ha perdido macho, está aguantando.

c) CFLOR3M1: Si yo te entiendo pero es que nooo, no doy más abasto tronco. (CORMA) Los comprobativos de contacto, por su parte, sirven para comprobar si el interlocutor todavía sigue, y si está de acuerdo con lo que se dice, o, dicho de otra forma, solicitan alguna reacción del interlocutor (que puede ser verbal o no) (Herrero 2002, Stenström 2008). Esto podría relacionarse con la inseguridad que, como lo dicen Jørgensen y Martínez López (2007), es inherente a los adolescentes. Algunos comprobativos de contacto que proponen Herrero (2002:89) y Stenström (2008:213) son ¿eh?, ¿verdad?, ¿no?, ¿entiendes?, ¿sabes? (4a), ¿vale? (4b) y ¿no te parece?

(4) a) AM2F1: No quería hacer grafiti, quería haceer, en plaan, gra- eh arte urbano que cambiara

mentes, ¿sabes? (CORMA)

b) IR2F4: Bueno pues vamos al bus y vemos ya cuál cogemos, ¿vale? (CORMA) Otro aspecto del habla de contacto entre adolescentes es el lenguaje vago, cuyos marcadores más importantes son los marcadores atenuantes y de categoría imprecisa5 (Stenström 2008). Los marcadores atenuantes hacen que el hablante evite comprometerse por lo que dice, es decir que no quiere que sus palabras se interpreten literalmente (Stenström 2008). Un marcador atenuante importante es en plan.

(5) les tiene que dar lástima ¿sabes? / en plan como en plan ... de ese estilo ¿sabes? / en plan sí, pobrecita (MAOREJ02)

(Stenström & Jørgensen 2011:264) Los marcadores de categoría imprecisa presuponen un conocimiento compartido con el interlocutor, lo que permite referencias vagas por medio de formas como y todo (6a) y o algo (6b) sean entendidas (Stenström 2008).

(6) a) CON4F9: También Extremadura tiene fama de, de pobre, de que habla mal y todo

b) CON4F6: ¿Que tenía viaje pa' irse a algún sitio o algo? (CORMA)

(18)

16 En la descripción del habla de contacto, Stenström (2008) incluye también las palabras tabú y las palabrotas6. Estas, sin embargo, describiremos en el siguiente apartado, que trata los rasgos léxicos del lenguaje juvenil (que, de hecho, ya abordamos parcialmente en este apartado.)

1.2.3. Rasgos léxicos

La juventud es muy creativa en la creación de nuevas formas en su lenguaje. Henne (1986:208 apud Catalá Torres 2002) lo pone de la siguiente manera: “[e]l lenguaje juvenil presupone al lenguaje estándar, lo transforma de manera creativa y lo vuelve estereotípico a la vez”. Entonces, al explicar lo que es el lenguaje juvenil, es importante exponer la vertiente léxica ya que, como afirma Rodríguez (2002), las diferencias entre el lenguaje juvenil y la norma estándar se manifiestan sobre todo, junto con la morfología7, en el léxico. Es decir, los referentes de los que se habla son muchas veces los mismos, pero es el significante que difiere, a veces con una connotación peyorativa (Rodríguez 2002). Rodríguez (2002) atribuye este comportamiento lingüístico al alto grado de inseguridad y a la menor competencia lingüística de la juventud. Esto resulta, entre otras, en un mayor empleo de muletillas, y por lo tanto un vocabulario empobrecido. La idea de que la juventud tiene un léxico ‘pobre’ es también expresada por Gómez Torrego (1995:9-10):

“La pobreza léxica de los jóvenes es hoy patente. [...] [L]os temas de que hablan [...] están salpicados de “palabras cliché” (cosa, rollo, chisme, tío, colega, mogollón, chorrada, tema, haber, hacer, pasar de...), de adjetivos semánticamente descoloridos (divino, precioso, fantástico...), de locuciones o frases hechas (lo típico, dar corte, osea —casi siempre osá—), de “tics” interjectivos o fáticos, de muletillas, repeticiones innecesarias, etc.”

Sin embargo, los resultados de un estudio de Tagliamonte (2016) contradicen esta afirmación. En una comparación entre dos muestras de lenguaje hablado – una de hablantes jóvenes, otra de hablantes adultos – no se encuentra una clara distinción en cuanto a la riqueza del vocabulario de los dos grupos. Entonces, ¿cómo se explica esa mala reputación del lenguaje juvenil? Zimmermann (2002) dice que los jóvenes muchas veces son vistos como marginales y distingue dos razones importantes por ello. Primero, no tienen mucho poder en la sociedad, por ser menor de edad y por su dependiencia económica de los adultos. Segundo, el lenguaje juvenil es de corta supervivencia, o, dicha de otra forma, sus características cambian rápidamente (Zimmerann 2002). Además, según Pinker (1994 apud Catalá Torres 2002), los expertos de la lengua a veces muestran poca sensibilidad ante las sutilezas que puede tener una variante

6 También menciona la intensificación por medio de formas como mazo, guay, y súper, pero visto que esto no

tiene vínculo con el tema de esta obra, no lo tratamos.

7 Los procedimientos morfológicos más importantes son la prefijación, la sufijación y el truncamiento. Sin

embargo, ya que estos procedimientos no se aplican en los marcadores discusivos (porque estos suelen ser invariables, cf. capítulo 2), no los tratamos en el presente trabajo. Para más informaciones sobre estos procedimientos, véase Casado Velarde y Loureda Lamas (2012)

(19)

17 como el lenguaje de los jóvenes, que reside, por ejemplo, en la entonación, la retórica y los principios de organización del discurso. Catalá Torres (2002) insiste, por lo tanto, en que un argot como el lenguaje juvenil no es necesariamente incorrecto y que, además, no puede corromper el lenguaje estándar, sino que es una manifestación de creatividad e ingenio. Es más, parece que, los últimos años, la variedad juvenil ha ganado prestigio. En un artículo más reciente de Casado Velarde y Loureda Lamas (2012:55) se afirma que “muchas de las voces que los jóvenes ponen en circulación pasan luego al léxico común, gracias al prestigio que, desde hace algún tiempo, tiene el valor de lo joven, y a la facilidad de difusión que proporcionan los nuevos medios.” Rodríguez (2002) incluso pone que los roles se han invertido. Esto es, en vez de despreciar la variante juvenil, los adultos hoy en día quieren imitarla.

Según Stenström (2008), las carácterísticas léxicas más salientes del lenguaje juvenil son las palabrotas, las palabras tabú y la jerga. Esta lingüísta incluso pone que el lenguaje juvenil sin esas es inconcebible. Sin embargo, es difícil separarlas, porque una palabra tabú puede al mismo tiempo considerarse como jerga o palabrota (Stenström 2008). Como solución a este problema, la lingüista noruega explica que una palabra tabú se considera como jerga cuando reemplaza otra palabra de la lengua estándar, porque refleja mejor el sentimiento que quiere expresar el hablante y como palabrota cuando refiere a algo estigmatizado culturalmente (Stenström 2014). En los siguientes apartados, se explicarán esos tres términos.

1.2.3.1. Jerga

Con respecto a la jerga, Tagliamonte (2016) explica que es un lenguaje informal, con rasgos particulares. En concreto, se atribuye el término jerga a aquellas palabras que se asocian con grupos que desvían de la norma o a la identidad de ciertos grupos de pares (Tagliamonte 2016).

El uso de una palabra que se considera como jerga es una elección consciente: se puede utilizar la palabra estándar, pero se decide no hacerlo para manifestarse como miembro de un grupo (Tagliamonte 2016). En otras palabras, la jerga se usa para establecer una propia identidad social del grupo, frente a otros grupos sociales, (Herrero 2002, Rodríguez 2002, Stenström 2014, Tagliamonte 2016). Es un fenómeno muy frecuente en la conversación juvenil, hasta un 10% de las palabras en tal conversación son de jerga (Stenström 2008). Cabe señalar, sin embargo, que, por ser joven, uno no siempre se sirve de la variante jergal. Por ejemplo, en una misma conversación, un mismo hablante puede utilizar primero la palabra jergal bocata, y poco después hacer uso de la palabra bocadillo (Zimmermann 2002:153).

Algunos procedimientos para la creación léxica de la jerga juvenil son la metaforización (es decir usar palabras en un sentido metafórico, como trompeta para referirse a un porro), préstamos de otras lenguas (shit, what the fuck, fucking (CORMA)), y recurso a disfemismos y groserías. Este último procedimiento es, pues, entonces lo que se considera como el uso de palabras tabú y palabrotas.

(20)

18

1.2.3.2. Palabras tabú y palabrotas

Múltiples lingüistas (Stenström et al. 2002, Jørgensen & Martínez López 2007, Stenström 2014) ponen que igualmente las palabras tabú y las palabrotas son características del lenguaje juvenil. Jørgensen & Martínez López (2007) explican que esto se debe a que los jóvenes tienen, al hablar, otros valores que los adultos, desplazando así la frontera de lo admisible en el espacio social. Es decir, las palabras disfemísticas también se usan en otras variedades, pero la diferencia es que jóvenes los usan de manera más recurrente, incluso en contextos en que otros grupos sociales no los usarían (Zimmermann 2002). Como definición de tabú, Stenström (2014:13) propone “cosas de las que no se habla8”, como sexo (joder), partes genitales (coño) etc. Las palabrotas, a su vez, “son dichos ofensivos, indecentes o groseros” (Diccionario de la Lengua Española9). Entonces, lo que diferencia las palabrotas de las palabras tabú es que estas no necesariamente son ofensivos, sino que simplemente forman parte de un campo semántico que se debería evitar por razones sociales, mientras que aquellas sí tienen – en principio – el objetivo de insultar al receptor. No obstante, como ya señalamos, las palabrotas no necesariamente son negativas en el lenguaje juvenil, sino que pueden crear un ambiente íntimo (Stenström 2014, Bednarek 2019). Cabe señalar que el uso de voces insultantes no significa que no existan reglas de cortesía entre jóvenes: rechazan ciertas reglas de etiqueta normativa, pero sí aceptan los principios de la constitución de identidades y de relaciones interpersonales, que forman la base de la cortesía (Zimmermann 2002).

1.2.4. Rasgos sintácticos

Vigara Tauste (1990) pretende que, en el estudio del lenguaje coloquial, la sintaxis es el nivel más interesante como objeto de estudio. Herrero (2002) aplica esta observación al lenguaje juvenil, afirmando que uno de los elementos más importantes de dicho lenguaje es el cambio de estructuras sintácticas. Sin embargo, este estudio se enfoca en los marcadores discursivos que, precisamente, no tienen una función sintáctica (Martín Zorraquino y Portolés 1999). Por lo tanto, no se discutirán en esta obra los rasgos sintácticos del lenguaje juvenil.

No obstante, un rasgo sintáctico del lenguaje juvenil sí se incluirá en este estudio, a saber el taco. Esto es la inclusión de elementos expresivos en estructuras sintácticas (Zimmermann 2002). Un ejemplo de esto es propuesto por Herrero (2002:84): ¿Qué coño quieres? El taco se encuentra sobre todo en el lenguaje juvenil, aunque también se observa en el lenguaje coloquial en general. Al respecto, cabe añadir que hay una teoría de Beinhauer (1978:215 apud Herrero 2002), quien dice que se usa un taco cuando el hablante no encuentra la palabra adecuada para expresarse.

8 Traducción mía

(21)

19 Argumentamos que un taco se puede considerar como un marcador del discurso, ya sea un tipo menos prototípico. Volveremos sobre esto en el apartado §2.4.2.3.

1.2.5.

Rasgos pragmáticos

Con el objetivo de definir los rasgos pragmáticos del lenguaje juvenil, es importante saber qué exactamente es la pragmática. Sin embargo, es una disciplina lingüística que no se deja definir fácilmente. Nuyts (1987) incluso pretende que no existe una idea unitaria de lo que es la pragmática, excepto que trata el uso del lenguaje. La define como “el proceso de vincular estructuras semánticas y sintácticas en circunstancias concretas”10 (Nuyts 1987:730). En una obra más reciente, Bublitz & Norrick (2011:v) lo explican de la siguiente forma:

“Unlike syntax, semantics, sociolinguistics and other linguistic disciplines, pragmatics is defined by its point of view more than by its objects of investigation. The former precedes (actually creates) the latter.”

Así pues, la pragmática es más bien un punto de vista, o un marco de estudio, que una parte delimitada de la lingüística.

No obstante, este punto de vista pragmático es importante en el presente estudio, ya que, según Herrero (2002), al lado de la inmediatez del discurso, el hecho de conseguir la eficiencia pragmática es el elemento que más determina la organización de la conversación juvenil. Como afirma Andersen (2001), el término pragmático sugiere un bajo grado de especificidad léxica y un alto grado de sensibilidad contextual. Ahora bien, en el lenguaje juvenil, el contexto desempeña un papel importante en la comunicación (Catalá Torres 2002).

No obstante, poco se ha escrito específicamente sobre los rasgos pragmáticos del lenguaje juvenil, salvo sobre los llamados ‘marcadores pragmáticos’. En cuanto a ellos, Stenström (2014:25) opina que “[a]mong the most prominent features disparaged in teen language are a host of forms that are often referred to as pragmatic markers.” Jørgensen y Martínez López (2007) señalan, además, que los marcadores pragmáticos se usan y se repiten tan frecuentemente en el lenguaje juvenil porque sirven para suplir la vaguedad que es propia de él. En concreto, tienen la función de organizar el discurso (Stenström 1994, Herrero 2002) y la de comprobar si el oyente ha comprendido el mensaje y si sigue atento (Jørgensen & Martínez López 2007) (cf. capítulo 2).

Con respecto a la terminología de dichos marcadores, Andersen (2001:38) muestra que varios términos existen para designarlos: “‘marcador pragmático’, ‘marcador del discurso’, ‘partícula pragmática’,

(22)

20 ‘señal interaccional’, ‘smallword’ u otro.11” En el presente estudio, sin embargo, se utilizará el término

marcador del discurso, puesto que es el término más presente en la bibliografía.

En conclusión, a lo largo de este capítulo hemos observado que el lenguaje juvenil obtiene una parte considerable de su significado por el uso de elementos expresivos y apelativos. Entonces, para comprobar la representatividad del lenguaje juvenil en una serie televisiva, tales elementos constituyen un tema muy interesante como campo de estudio. En el siguiente capítulo, profundizaremos esas formas, analizándolas como marcadores pragmáticos, o, dicho de otra manera, como marcadores del discurso.

2. Los marcadores discursivos

Como hemos señalado en el capítulo anterior, los marcadores del discurso12 constituyen uno de los rasgos más prominentes del lenguaje juvenil (Stenström 2014). Además, según Stenström y Jørgensen (2011:254), el abuso de los marcadores es “lo que más choca y parece molestar a los adultos.” Así pues, forman el campo de estudio del presente trabajo. En este capítulo se estudiará el tema de los MMDD, aplicado específicamente al lenguaje juvenil. Esto no es una tarea fácil porque, como advierte Fischer (2006:1):

“For a newcomer to the field, it is furthermore often very difficult to find the bits and pieces that constitute an original model of the meanings and functions of discourse particles. Moreover, the studies available so far are hardly comparable.”

Por lo tanto, no pretendemos ser exhaustivos en el presente capítulo. El objetivo es esencialmente de esbozar un marco teórico en el que podemos llevar a cabo nuestro estudio. Eso es, indagar los MMDD, para descubrir cuáles son los marcadores más pertinentes para incluir en un estudio sobre los mismos en una serie que protagoniza la juventud. El capítulo comienza con la definición de los marcadores (§2.1.) y una explicación de la noción de gramaticalización (§2.1.1.). Luego, proponemos una de las varias clasificaciones de los MMDD, en concreto la de Martín Zorraquino y Portolés (1999) (§2.2.). Después, se enfoca en los marcadores conversacionales (§2.3.), que constituyen el tipo de marcadores que más nos interesa, puesto que se investiga el lenguaje juvenil coloquial y el contexto prototípico en que aparece el lenguaje coloquial es la conversación (Briz 1998). Además, constituyen el tipo de marcadores más recurrentes en el lenguaje juvenil (Jørgensen & Martínez López 2007). Un cuarto apartado trata los marcadores conversacionales típicos del lenguaje juvenil (§2.4.) y, por último, se seleccionarán y se explicarán brevemente los marcadores que incluimos en el análisis (§2.5.).

11 Traducción mía.

(23)

21

2.1. Definición

Wilson y Sperber (2012) pretenden que, en cualquier enunciado, se puede encontrar dos tipos de información, a saber información conceptual y procedimental. Para ilustrar lo que significa esto, proponemos el siguiente ejemplo:

(1) - ¿Quieres venir al cine? • Tengo mucho trabajo, (2) - Tengo mucho trabajo.

• Lo siento, no puedo ayudarte. He quedado y me tengo que marchar.

(Martín Zorraquino & Portolés 1999:4057) Se nota que en las dos situaciones, se usa dos veces la misma frase: Tengo mucho trabajo. Entonces, el significado conceptual es exactamente el mismo en los dos casos. Sin embargo, puesto que el contexto es diferente, su significado procedimental no es idéntico. Es decir, en (1), el hablante quiere decir que tiene demasiado trabajo para ir al cine. Entonces, es un rechazo de una propuesta. En el ejemplo (2), al contrario, el hablante quiere que su interlocutor le ayude con su trabajo, por lo cual es una solicitud. Los dos enunciados son, pues, muy diferentes en su significado pragmático.

Entonces, ¿cómo sabemos los oyentes cómo tenemos que interpretar un mensaje? Martín Zorraquino y Portolés (1999) explican que un mensaje es un estímulo, que el oyente tiene que interpretar correctamente por medio de inferencias. La inferencia consiste en la deducción de lo realmente comunicado sobre la base de lo literalmente dicho (Loureda Lamas 2010). Estas inferencias pueden tener lugar teniendo en cuenta no solo el propio mensaje, sino también el contexto en que se lo pronuncia (Martín Zorraquino & Portolés 1999). Por lo tanto, concluyen Martín Zorraquino y Portolés (1999:4057), “la comunicación no constituye únicamente un proceso de codificación y descodificación de enunciados, sino también, y muy principalmente, una labor de inferencia.” Ahora bien, los MMDD sirven para facilitar el procesamiento de la información procedimental. Cabe añadir que, aunque se usen MMDD, el proceso de inferencia no siempre es exitoso. Esto es, no impiden que a veces haya malentendidos (Loureda Lamas 2010).

En breve, una palabra con significado conceptual contribuye al contenido de una afirmación, porque refiere a un elemento que se puede conceptualizar. Una palabra con significado procedimental, al contrario, sirve para indicar cómo ha de procesarse esta información conceptual (Urgelles-Coll 2012). Los MMDD pertenecen a esta segunda categoría. Esto se nota en la definición que proponen Martín Zorraquino y Portolés (1999:4057):

“Los marcadores del discurso son unidades lingüísticas invariables -no ejercen una función sintáctica en el marco de la predicación oracional -son pues, elementos marginales- y poseen un

(24)

22 cometido coincidente en el discurso: el de guiar, de acuerdo con sus distintas propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas, las inferencias que se realizan en la comunicación” Entonces, los MMDD tienen la función de guiar al oyente hacia las inferencias correctas al recibir un mensaje, con un mínimo de esfuerzos (Urgelles-Coll 2012).

Varios lingüistas señalan, sin embargo, que no existe acuerdo sobre una definición correcta y exhaustiva de los MMDD (Jucker & Ziv 1998, Martín Zorraquino y Portolés 1999, Fischer 2006, Urgelles-Coll 2012). Además, como ya hemos dicho, existen muchos términos para describir estos elementos13, lo que refleja la multitud de tanto los enfoques lingüísticos usados para su estudio como de las funciones que estos elementos pueden cumplir (Jucker & Ziv 1998, Andersen 2001, Urgelles-Coll 2012). En el presente estudio, utilizaremos el término marcador del discurso, puesto que este es el término que utilizan Martín Zorraquino y Portolés en su capítulo en la Gramática descriptiva de la lengua española, que constituye para el español la clasificación generalmente aceptada de los MMDD (Loureda Lamas & Acín-Villa 2010)14. Por lo tanto, es la obra en que nos basamos para el análisis de los MMDD. Además, como explica Pons Bordería (2006), el término marcador discursivo incluye todos aquellos elementos que no llevan significado proposicional, como conectores, marcadores modales y marcadores interaccionales. En suma, pues, como pretenden Jucker & Ziv (1998), marcador del discurso es el término más habitual y menos restringente. Al lado del desacuerdo sobre la denominación, tampoco existe acuerdo sobre qué formas caben en la clase de MMDD y qué formas no (Jucker & Ziv 1998). Además, no todos los MMDD cumplen todos los rasgos que se consideran típicos de ellos. Por tanto, se puede considerar los MMDD como una categoría radial, con miembros más y menos prototípicos (Jucker & Ziv 1998, Martín Zorraquino y Portolés 1999, Fischer 2006).

Cabe añadir que, ya que son elementos marginales, los MMDD pueden omitirse sin que esto resulte en la agramaticalidad de la frase, pero tal omisión sí puede influir el significado de la frase (Urgelles-Coll 2012). Loureda Lamas (2010:84) compara la necesidad de los MMDD con la de las señales de tráfico. Esto es, los marcadores son prescindibles como lo son las señales de tráfico: si uno sabe conducir (o inferir) muy bien, no necesita ninguna guía para hacerlo de manera exitosa. Sin embargo, las guías facilitan tanto el proceso de conducir (o inferir) que su uso es evidente. Esto se observa, por ejemplo, en las siguientes frases:

(3) a) Ha sido un accidente. Se pueden pedir responsabilidades,

b) Ha sido un accidente. Sin embargo, se pueden pedir responsabilidades,

13 Los términos que Andersen (2001:38) propone son marcador pragmático, marcador del discurso, partícula

pragmática, señal interaccional, y smallword. Loureda Lamas (2010:20) añade operadores (pragmáticos o discursivos), enlaces extraoracionales, conectores, partículas (discursivas) y enlaces textuales.

14 Loureda Lamas y Acín Villa (2010:23) mencionan también las demás propuestas de clasificaciones por Briz

(25)

23 c) Ha sido un accidente. Por tanto, se pueden pedir responsabilidades,

(Loureda Lamas 2010:93) La frase (3ª) es perfectamente gramatical, pero ambigua. La relación entre las dos oraciones podría ser opuesta (3b) o no (3c). Un oyente podría saber cuál es el mensaje que se quiere comunicar, pero la probabilidad que la interpretación del mensaje sea errónea es mucho mayor. Por lo tanto, se añaden MMDD. Así, se sabe que en (3b) el hablante considera que en el caso de un accidente no se suelen indicar responsabilidades pero que sí lo hacen, mientras que en (3c) el hablante supone en caso de accidente es normal buscarse un responsable (Loureda Lamas 2010).

Además de su redundancia, según la definición de Martín Zorraquino y Portolés (1999:4057), los MMDD no ejercen una función sintáctica o, dicho de otra forma, ya no tienen capacidades sintácticas. Así, no permiten modificación (4a), ni negación (4b), ni coordinación (4c), como se observa en los siguientes ejemplos de Tanghe (2016).

(4) a) * Muy venga, dame un beso. (p.38) b) * No venga, dame un beso. (p.39) c) * Vamos y venga, dame tu mano. (p.39)

Además, se separan muchas veces del resto de la oración por una pausa (Tanghe 2016).

Definido el concepto de marcador del discurso, el objeto de estudio del presente trabajo, cabe añadir una explicación del concepto de gramaticalización. La procurará el siguiente apartado.

2.1.1. Gramaticalización

Como observamos en la definición de Martín Zorraquino y Portolés (1999:4057), los MMDD no permiten variación formal. Por ejemplo, de este modo no es un marcador discursivo porque las formas de ese modo o de esta manera se aceptan también. Al contrario, hombre es un marcador muy fijado formalmente, en la medida que no se permite – en su función como marcador – el plural hombres y que se puede usar también al dirigirse a una mujer (Martín Zorraquino y Portolés 1999). Este hecho es íntimamente ligado a los procesos de gramaticalización, como se puede deducir de la siguiente cita:

“Los marcadores del discurso proceden de la evolución de una serie de sintagmas que, de una parte, van perdiendo sus posibilidades de flexión y combinación, y, de otra, van abandonando su significado conceptual y se especializan en otro de procesamiento.” (Martín Zorraquino y Portolés 1999:4060)

En otras palabras, se explica aquí que los MMDD originan de sintagmas que perdieron progresivamente su variabilidad morfosintáctica y su significado conceptual. Son dos aspectos del proceso que se

(26)

24 entiende bajo el nombre de gramaticalización15 (Azofra & Enghels 2017). Debido a este proceso, además de perder significado conceptual, adquieren otro tipo de significado, concretamente significado gramatical (Garachana 2008). A partir de este significado gramatical, pueden contribuir a la construcción del texto y, además, reflejar la opinión del hablante (Garachana 2008).

No obstante, la afirmación de que el proceso que subieron los MMDD cabe bajo la denominación de gramaticalización es un punto de debate dentro del estudio de la misma. Se oponen dos puntos de vista: por una parte, el punto de vista que considera la gramaticalización como un proceso de reducción y, por otra, el que la considera como un proceso de expansión16 (Enghels & Garachana 2020). Según aquel punto de vista, los MMDD no caben en el marco de la gramaticalización, mientras que en este sí. Como alternativa, Aijmer (1996:2) propone hacer la distinción entre gramaticalización por una parte, y pragmaticalización por otra. Como ya dice el término, la pragmaticalización refiere a un proceso parecido a la gramaticalización, con la diferencia que, en vez de obtener un significado gramatical, la forma obtiene uno o más significados pragmáticos. En tal esquema, los MMDD que expresan la actitud del hablante se aplican a ese segundo término (Aijmer 1996). Otra distinción importante entre las dos es, según Aijmer (1996), que las condiciones de verdad de la frase no están influidas en el caso de la pragmaticalización. A pesar de la propuesta de Aijmer, seguiremos utilizando el término gramaticalización para referirnos al proceso explicado anteriormente, porque es el término que más se usa en la bibliografía.

Ahora bien, un problema con respecto a la gramaticalización de los MMDD es que no todos están igualmente gramaticalizados (Martín Zorraquino y Portolés 1999). Por ejemplo, no obstante todavía permite algún tipo de complemento, mientras que sin embargo no lo permite, como se nota en los siguientes ejemplos:

(5) a) No obstante todo lo anterior, en los últimos años la crítica al PRI se ha vuelto más y más acerba, hasta llegar al denuesto y a la diatriba. (Martín Zorraquino y Portolés 1999:4061) b) ? Sin embargo17 de todo lo anterior, en los últimos años la crítica al PRI se ha vuelto más y más acerba, hasta llegar al denuesto y a la diatriba.

Se nota que no obstante puede aparecer con un complemento, lo que los MMDD normalmente no aceptan (Martín Zorraquino y Portolés 1999, Meneses 2000). Por lo tanto, se puede decir que no obstante es un marcador menos prototípico que sin embargo.

15 Este proceso también puede ocurrir en la dirección contraria, como en caso de la forma léxica desde, que

proviene de la combinación de tres preposiciones, a saber de, ex y de (Enghels & Garachana 2020:9)

16 Para una explicación extendida sobre las dos corrientes, véase (Enghels & Garachana 2020)

17 La expresión sin embargo de existía en el siglo XIX, pero se ha perdido en el español actual (Martín Zorraquino

(27)

25 En suma, los MMDD prototípicamente tienen las siguientes características:

1) Tienen la función de guiar las inferencias que se realizan en la comunicación 2) Tienen un significado procedimental

3) Son invariables y no permiten complementos 4) No tienen función sintáctica y pueden ser omitidas

5) Han subido un proceso de gramaticalización o pragmaticalización

Sin embargo, como ya hemos señalado, no todos los MMDD cumplen todas estas características, por lo cual constituyen una clase radial.

2.2. Marcadores conversacionales

Según la clasificación de Martín Zorraquino y Portolés (1999:4080-4081), los MMDD se pueden dividir en cinco grupos: los estructuradores, los conectores, los reformuladores, los operadores argumentativos y los marcadores conversacionales. Ahora bien, como ya hemos señalado, los marcadores conversacionales18 constituyen la clase más presente en el lenguaje juvenil. Por lo tanto, el análisis se enfocará en esta clase de MMDD. En la clasificación de Martín Zorraquino y Portolés (1999), el grupo de los MMCC comprende aquellas partículas discursivas que aparecen más frecuentemente en una conversación. Añaden que, puesto que todo tipo de discurso es hasta cierto punto dialógico, los MMDD de los demás grupos también pueden aparecer en la conversación. Martín Zorraquino y Portolés (1999) dividen los MMCC en cuatro subtipos: los marcadores de modalidad epistémica, los marcadores de modalidad deóntica, los enfocadores de la alteridad y los metadiscursivos conversacionales. Cada tipo de marcador conversacional se discutirá en los siguientes apartados.

Cabe subrayar que las fronteras entre dichos subtipos no necesariamente son estrictas. Dicho de otra forma, gracias a la polifuncionalidad de los MMDD, un mismo marcador puede cumplir dos o más funciones conversacionales, incluso simultáneamente (Martín Zorraquino y Portolés 1999).

2.2.1. Marcadores de modalidad epistémica

El primer grupo es el de los marcadores de modalidad epistémica, que “señalan el grado de certeza, de evidencia, etc., que el hablante atribuye al miembro – o miembros – del discurso con los que se vincula cada partícula” (Martín Zorraquino y Portolés 1999:4081). Dicho de otra forma, los marcadores de modalidad epistémica expresan que lo dicho está considerado como evidente o seguro por el hablante. Se usan sobre todo en enunciados declarativos (tanto positivos como negativos), en que desempeñan un

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26 papel marginal, en concreto, el de reflejar un juicio metalingüístico (Martín Zorraquino y Portolés 1999). Un ejemplo de un marcador que pertenece a esta clase es claro (7a-b).

(6) a) Pero si tenían miedo de cualquier cosa! De un encierro de doscientos estudiantes en la universidad, de una huelga en una gran empresa. Tenían verdadero pavor, se ponían en crisis interna. Eran muy frágiles, pero tenían unas apariencias que no eran de fragilidad. Ni mucho menos. Claro, estas son cosas que uno ha sabido después.

(Martín Zorraquino y Portolés 1999:4157) b) A: Fuimos de noche y no encontramos la casa.

B: Claro, siendo noche cerrada, en ese sitio, no se ve nada.

(Martín Zorraquino y Portolés 1999:4150) En ambos ejemplos, claro expresa la evidencia de lo dicho. Difieren, sin embargo, en la medida que el hablante de (6a) comenta su propio enunciado (con el fin de adelantarse a la posible respuesta de su interlocutor), mientras que el hablante de (6b) comenta el enunciado de su interlocutor. Esos dos usos de los marcadores epistémicos facilitan el avance de la conversación. Mejor dicho, constituyen una forma de cooperación entre los interlocutores (Martín Zorraquino y Portolés 1999). Cuando los marcadores epistémicos son pronunciados por el oyente, funcionando como enunciados enteros, pueden mostrar el interés por lo que comunica su interlocutor, y su disponibilidad de seguir escuchando (Loureda Lamas 2010).

(7) FP2M4: Bueno, te ponen- si tienes el 4 asterisco te lo ponen en plan- Ni idea. FP2M5: Yo tenía... Entonces claro, no tengo ni idea de qué nota tenía. FP2M4: Claro, claro.

FP2M5: Y este segundo también me salió bien... (CORMA)

Otra función pragmática que pueden tener los marcadores epistémicos es la de reforzar pragmáticamente una oración, en cuyo caso pueden aparecer con que (Martín Zorraquino y Portolés 1999).

(8) FP2M4: Y le he traído un poster, se lo tengo que dar. FP2F3: ¿Se lo has traído?

FP2M4: Claro que se lo he traído. (CORMA)

Entonces, se lo he traído queda enfatizadobajo la influencia de claro que.

2.2.2.

Marcadores de modalidad deóntica

Los marcadores de modalidad deóntica constituyen el segundo subtipo de MMCC en la clasificación de Martín Zorraquino y Portolés (1999). Tienen como función general de “indica[r] diversas actitudes volitivas del hablante respecto del miembro o miembros del discurso en que aquellos comparecen” (Martín Zorraquino y Portolés 1999:4081). Prototípicamente aparecen en respuestas a enunciados

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27 directivos, de forma que permiten al hablante de valorarlos, ya sea aceptándolos (9-10), ya sea rechazándolos (11) (Martín Zorraquino y Portolés 1999). Así, algunos marcadores que pertenecen a esta clase son bueno (9) y vale (10).

(9) Paula: Siéntese aquí..., conmigo...

Dionisio: (Sentándose a su lado.) Bueno. (Martín Zorraquino y Portolés 1999:4163) (10) A: Aquí te dejo los libros.

B: Vale, vale. (Martín Zorraquino y Portolés 1999:4170)

Los ejemplos 9 y 10 muestran una aceptación de lo dicho. Sin embargo, es posible que el hablante solo acepte parcialmente lo que el interlocutor acaba de decir o, aun más, que lo rechace (Sainz 2006). Bueno, por ejemplo, puede tener la función de expresar desacuerdo de manera suavizada (11).

(11) Enc.: Para usted, entonces, tienen que ser sagradas las amistades.

Inf: Bueno, las amistades, amistades, ciertamente sí, claro. Es que hay amistades y amistades

¿no? (Martín Zorraquino y Portolés 1999:4166)

2.2.3. Enfocadores de la alteridad

El tercer grupo de marcadores conversacionales es el de los enfocadores de la alteridad. Estos “orientan sobre la forma como el hablante se sitúa en relación con su interlocutor en la interacción comunicativa” (Martín Zorraquino y Portolés 4081). Mejor dicho, influyen la manera en que los interlocutores se relacionan entre ellos en una situación comunicativa. Un ejemplo de tal marcador es hombre.

(12) FP2M5_AN [v]: La sopa lleva fideos y el caldo no. CAFF1: Sí, el caldo no.

FP2M4: Con fideos.

CAFF1: Con fideitos [sic], hombre. (CORMA)

Este ejemplo se desarrolla en una cafetería. CAFF1 es la camarera y FP2M4 está ordenando. Así, hombre constituye una manera para CAFF1 de acercarse socialmente a FP2M4 y expresar su apreciación por la sopa, probablemente porque intenta vendérsela. En suma, hombre negocia la relación entre la camarera y el cliente.

Además, como afirman Stenström y Jørgensen (2011), los marcadores derivados de verbos, como oye y mira, resultan muy útiles para otra función de los enfocadores de la alteridad, a saber la de captar la atención del oyente. Oye y mira, sin embargo, se usan sobre todo en el lenguaje adulto (Stenström & Jørgensen 2011). Añaden que dichas formas pueden ir seguidas por un nombre u otra forma apelativa, como en este ejemplo:

Afbeelding

Gráfico 1: Los marcadores conversacionales más frecuentes en CORMA
Gráfico 2: la representación de los sexos y las clases sociales en la serie ‘Élite’
Gráfico 3: Comparación de las frecuencias de los MMCC en CORMA y en Élite
Tabla 3: las frecuencias absolutas y relativas de los MMCC en el CORMA y en Élite.
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