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La ciudad ausente y Plata quemada de Ricardo Piglia La globalización, el posmodernismo y la posdictadura argentina: Una comparación entre Tesina de máster

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Tesina de máster

La globalización, el posmodernismo y la posdictadura argentina:

Una comparación entre La ciudad ausente y Plata quemada de Ricardo

Piglia

Marcelo Spakman Agosto 2013

Prof. dr. H.L.M. Hermans

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Iba a escribir la historia de un tipo que se purificaba porque sólo piensa en el dinero. “Si me ofrecen 100.000 pesos y los rechazo entonces no soy un ser humano.” Era más o menos la tesis. La metafísica al revés: el crimen económico como camino de santidad. San Agustín mezclado con Otto Bemberg.

(Ricardo Piglia, Nombre falso (1975/1994): 120)

Me sentía como el detective de una novela policial que llega al final de su investigación: siguiendo rastros, pistas, yo había terminado por descubrirlo.

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Contenido

1. Introducción ... 4

2. Marco teórico y método ... 10

2.1.1 La globalización cultural ... 10

2.1.2 Cuatro modelos teóricos de la globalización cultural ... 11

2.1.3 Globalización vs. fragmentación ... 13

2.2.1 ´La lógica cultural del capitalismo tardío´ ... 15

2.2.2 El posmodernismo como otra manera de pensamiento ... 17

2.2.3 Impacto del posmodernismo en América Latina ... 18

2.3.1 Características de la ficción posmoderna ... 20

2.3.2 El juego con los géneros ... 23

2.3.3 El espacio urbano en la ficción posmoderna ... 24

3. El contexto específico de Argentina durante los años 90 ... 27

3.1.1 La situación socio-económica de Argentina de la década de los 90 ... 27

3.1.2 Dos antecedentes históricos importantes ... 29

3.1.3 La memoria en la posdictadura ... 31

3.2 El campo literario de Argentina en la década de los 90 ... 33

4. Análisis de La ciudad ausente ... 38

4.1 La(s) historia(s), su espacio y su situación narrativa ... 38

4.2 Los personajes ... 41

4.3 Intertextualidad ... 47

5. Análisis de Plata quemada ... 54

5.1 La historia, su espacio y su situación narrativa ... 54

5.2 Un juego entre la ficción y la realidad ... 56

5.3 El Gaucho Dorda ... 58

5.4 Conspiración, sociedad y dinero ... 60

5.5 La cuestión de la novela popular ... 62

6. La comparación detenida entre La ciudad ausente y Plata quemada ... 66

6.1 Elementos policiales y testimoniales ... 66

6.2 Los personajes en su relación con el espacio narrativo ... 68

6.3 La instancia narrativa ... 70

7. Conclusión ... 72

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1. Introducción

Las obras literarias de Ricardo Piglia no pueden ser comprendidas sin tener en cuenta el contexto temporal en que éstas fueron escritas y publicadas y, a la vez, la historia literaria de Argentina. En una moda literaria posmoderna, este escritor es capaz de redefinir el canon literario argentino. Como esta tesina demostrará, en sus obras hay muchas alusiones intertextuales a una variedad de literatos ilustres del país sudamericano. Partimos de la idea de que la obra de Piglia está relacionada a lo argentino, un concepto que siempre ha sido problemático definir.

Desde la independencia, concebida como el punto de partida de la historia argentina, hasta hoy en día, ha habido un gran número de literatos ilustres como, por ejemplo, Domingo Faustino Sarmiento, José Hernández, Macedonio Fernández, Roberto Arlt y Jorge Luis Borges. Los escritores decimonónicos como Sarmiento y José Hernández apelaron a la temática del gaucho, que es considerado por ellos mismos como el símbolo de la nacionalidad argentina. Por otra parte, Macedonio Fernández, Arlt y Borges son escritores típicos del clima literario internacional de los inicios del siglo XX, por su temática de la vida metropolitana, aunque sobre todo por su estilo literario innovador y experimental. A pesar de las diferencias grandes entre estos escritores, puede afirmarse que la literatura argentina -hasta la obra de Ricardo Piglia- siempre se ha caracterizado por su tentativa de (re)definir lo argentino. De una manera concisa puede comprenderse lo argentino como una discordia entre lo foráneo y lo regional, entre la experimentación formal (Florida) y el compromiso social (Boedo)1.

Siguiendo a Jorge Luis Borges, la fuente de inspiración más importante de Ricardo Piglia, lo argentino consistiría solamente en lo ´occidental´. Borges explica esto en su discurso de 1953, titulado ´El escritor argentino y la tradición´, mediante “un análisis de los argumentos que se emplean para constituir un discurso legitimista de lo argentino que él va refutando punto por punto” (Toro, 2008: 128). Su opinión es que la mencionada discordia en la literatura argentina, incluso en la literatura gauchesca, justamente es típica de la tradición literaria occidental. A fin de cuentas, la literatura argentina siempre toma o apropia tanto elementos temáticos como formales de la literatura occidental. Según Borges, el criterio de la temática gauchesca en la literatura

1 Durante la década de los 20 del siglo XX, hubo polémicas intensas entre el Grupo Florida y el Grupo Boedo respecto a la

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no es suficiente para definir lo argentino: “La conclusión de Borges es que las obras gauchescas son tan artificiales como cualquier otra obra literaria” (Toro: 129).

La carrera literaria de Ricardo Piglia, nacido en Adrogué en 1941, empezó en 1969 y se extiende hasta nuestros días. En toda su carrera, Ricardo Piglia ha escrito cinco novelas, además de algunas ´nouvelles´ y sobre todo relatos. En general, sus narraciones cortas se caracterizan por una estética literaria experimental, parecida a la obra de Jorge Luis Borges. Piglia dejó inspirarse por la obra de Borges, principalmente en cuanto a su mezcla de ensayo (o realidad) y ficción. Un ejemplo importante de una narración corta, imprescindible para la comprensión del resto de la obra de Piglia, es ´Nombre falso´, una ´nouvelle´ de la antología homónima (una publicación de 1975). En la edición de 1994 el mismo Ricardo Piglia afirmó que esta ´nouvelle´ es lo mejor que ha escrito. En ´Nombre falso´ se nota una alusión clara a Jorge Luis Borges y Roberto Arlt. Esta ´nouvelle´ trata del intento del protagonista, el mismo Ricardo Piglia, para solucionar los misterios de un manuscrito escrito por Roberto Arlt. La ´nouvelle´ tiene dos partes. En la primera parte, que se llama ´Homenaje a Roberto Arlt´, ficción y ensayo están entretejidas. Puede comprenderse esta parte como un reempleo de un procedimiento literario que le ganó la fama a Jorge Luis Borges, es decir la mezcla de ensayo y ficción. La segunda parte consta del manuscrito misterioso de Roberto Arlt, llamado ´Luba´2. ´Nombre Falso´ contiene muchos de los rasgos recurrentes en toda la obra de Ricardo Piglia, como la intertextualidad, el juego entre ficción y realidad y el juego entre originalidad y falsificación.

Otra obra paradigmática en la carrera literaria de Ricardo Piglia es su primera novela,

Respiración artificial, publicada en 1980. Como ´Nombre falso´, esta novela también se

caracteriza por su estética literaria autónoma. La realidad creada en esta novela no guarda una relación directa y explícita con la realidad político-social del tiempo en que fue publicada esta novela, es decir la dictadura militar (1976-1983). A pesar del carácter literario autorreferencial de esta novela (la discusión literaria dentro de la novela), puede afirmarse que en Respiración artificial hay alusiones implícitas a este hecho político sanguinario. En esta novela hay una trama que trata sobre la búsqueda del protagonista Emilio Renzi -el alter-ego de Ricardo Piglia que regresa en toda su obra- a

2 El narrador de la primera parte de ´Nombre falso´ engaña al lector por afirmar que ´Luba´ es un manuscrito inédito verdaderamente

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su tío, que desapareció de una manera misteriosa. Este aspecto de la desaparición puede ser relacionado al hecho de los arrestos fatales en la dictadura militar.

Respiración artificial es una novela en que se mezcla el compromiso político-social con

el experimento literario vanguardista. Quizá mejor dicho, el compromiso político-social está ocultado bajo la estética literaria experimental. Lo mismo puede afirmarse sobre la segunda novela de Ricardo Piglia, La ciudad ausente de 1992. Mientras que

Respiración artificial se sitúa en la dictadura argentina, La ciudad ausente debe ser

situada más bien en la posdictadura de este país. Podría definirse la posdictadura como una época en que la dictadura todavía está presente en el ´espíritu´ de la sociedad. En este sentido, la dictadura se manifiesta como un trauma colectivo. Las manifestaciones artísticas de la posdictadura argentina pretenden recuperar esta memoria colectiva sobre la dictadura, la cual fue reprimida institucionalmente por las ´políticas de olvido´ del gobierno nacional (Fabry y Logie, 2003: 9).

Además del trauma colectivo, en La ciudad ausente la globalización cultural parece desempeñar un papel muy grande. El caso es que esta novela presta bastante atención a la cultura de masas, desarrollada gracias a los cambios globalizantes y tecnológicos. Por otra parte, se pueden notar numerosas alusiones a la literatura del canon nacional e inclusive internacional (sobre todo anglosajón). Por lo tanto, en La ciudad ausente se trata de una mezcla de la cultura de masas con la cultura popular y la cultura alta del (pos)modernismo3.

Las dos novelas más recientes de Ricardo Piglia4, Plata quemada de 1997 y Blanco

nocturno de 2010, pueden ser categorizadas dentro del género literario policial. En vez

de una narración experimental y fragmentada, Piglia apela en estas novelas a una narración cronológica y clara. Plata quemada está basada en una historia verdadera de 1965 sobre un robo de banco por una banda criminal en Buenos Aires y su detenimiento final en Montevideo. En Blanco nocturno el ambiente urbano es reemplazado por una zona rural donde se narra una historia ficticia sobre un acto criminal. Parece que en estas dos novelas policiales lo popular y lo masivo tienen una presencia predominante frente a lo culto, contrariamente a sus obras anteriores donde más bien se trata de una presencia equilibrada de estos tres campos. Por eso, la publicación de estas dos novelas

3 Partiendo de la teoría de García Canclini, puede hablarse de una confluencia entre tres campos: lo culto, lo popular y lo masivo.

Pueden asociarse la cultura alta del (pos)modernismo o la vanguardia con lo culto, la cultura del regionalismo, por ejemplo lo gauchesco, con lo popular y la cultura desarrollada gracias a los cambios globalizantes y tecnológicos con lo masivo. Admitimos que a veces se confunde lo popular con lo masivo. La división de los tres ´campos´ será explicada en el marco teórico (véase 2.2.3).

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policiales sugiere un cambio significativo en toda la obra literaria de Piglia. Es, de todas formas, la publicación de Plata quemada que le llevó fama a Ricardo Piglia, con el resultado de que sus obras anteriores fueron publicadas nuevamente por editoriales interesadas (Link, 2003: 15).

Esta tesina se concentra en un análisis comparativo de dos novelas de Piglia de la década de los 90, La ciudad ausente y Plata quemada. Otra obra importante suya de esta década fue una antología personal de los relatos de Piglia, titulada Cuentos morales (1995). En esta tesina también se analizan algunos cuentos de esta antología, justamente aquellos que están encajados en La ciudad ausente.

Tenemos varias razones por las cuales hemos escogido las dos mencionadas novelas para formar el corpus de esta tesina sobre la literatura de Ricardo Piglia. Primero, ambas novelas son de la misma década. Puede considerarse la década de los 90 como una época turbulenta con un carácter específico respecto de la historia argentina. Como es sabido generalmente, se trata de una década en que el gobierno argentino ejecutó sus proyectos neoliberales. Por lo tanto, la influencia de la globalización en todos sectores de la sociedad argentina fue grande. En esta tesina, partimos de la idea de que tanto La

ciudad ausente como Plata quemada pueden ser relacionadas al contexto

histórico-cultural de los años 90 de Argentina. Este contexto necesariamente será explicado en un capítulo aparte.

Otra razón es que ambas novelas son de la posdictadura, o sea la época posdictatorial. La época posdictatorial empieza con el fin de la dictadura militar argentina en 1983 y puede comprender toda la década de los años 90. Las manifestaciones artísticas de la época posdictatorial son indisolubles de los aspectos como el ya mencionado trauma colectivo y la amenaza de un nuevo tipo de dictadura en la sociedad argentina.

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¿Hasta qué punto pueden compararse La ciudad ausente y Plata quemada, dos novelas de Ricardo Piglia de la misma década, que aparentemente parecen tan diferentes?

Para poder responder esta pregunta central partimos de la idea de que varios rasgos narrativos de tanto La ciudad ausente como Plata quemada deben ser relacionados a los tres fenómenos ya indicados anteriormente: la globalización cultural, el posmodernismo y la posdictadura. Por lo tanto, formulamos las siguientes hipótesis:

La primera hipótesis es que La ciudad ausente y Plata quemada se sitúan dentro de un mismo marco literario-estético, un marco en que se trata de una confluencia de lo nacional y lo foráneo, siempre una característica fundamental en la historia literaria argentina. No obstante, esta característica obtuvo extra dimensión con la influencia del fenómeno de globalización cultural, relacionado íntimamente con la corriente filosófica y cultural de posmodernismo. Por eso, la expectativa es que tanto en La ciudad ausente como en Plata quemada se encuentran rasgos narrativos que pueden ser asociados con la globalización cultural y el posmodernismo. Relacionada a esta cuestión, Piglia aprovecha no sin razón un género de moda, es decir el género policial. Este aprovechamiento debe ser considerado como un juego posmoderno, que será explicado en el marco teórico.

Además de esta hipótesis sobre el impacto del fenómeno de la globalización cultural y de la teoría del posmodernismo en las dos novelas de Ricardo Piglia, también podemos formular una hipótesis alrededor del ya mencionado carácter específico de la década de los 90 y la época posdictatorial en Argentina. Se puede presuponer que ambas novelas de su propia manera literaria dan una reflexión del ´espíritu´ de la sociedad argentina de aquella época. En este sentido, aspectos más bien socio-culturales que literarios, como por ejemplo el trauma colectivo y los sentimientos ´resistentes´ contra el sistema hegemónico del neoliberalismo, deben desempeñar un papel fundamental en las novelas estudiadas.

En los análisis narratológicos de las novelas se va a poner énfasis especial en la representación literaria de las metrópolis rioplatenses (Buenos Aires en La ciudad

ausente, Buenos Aires y Montevideo en Plata quemada). La manera en que una ciudad

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configura el espacio narrativo urbano. Además, es necesario analizar cómo varios personajes se relacionan con este espacio. Finalmente se discute el vínculo eventual entre La ciudad ausente y Plata quemada a partir de, sobre todo, los personajes y las instancias narrativas.

Mediante el estudio comparativo de La ciudad ausente y Plata quemada, esta tesina pretende ser una contribución al campo de los estudios críticos sobre la literatura de la contemporaneidad argentina. Estamos conscientes de que este campo es influenciado por un entretejimiento complejo de factores, como el fenómeno de la globalización cultural, la teoría del posmodernismo y el compromiso con la específica historia político-cultural de Argentina. En los dos capítulos siguientes se da una discusión en que se sintetizan varias fuentes bibliográficas para abordar este entretejimiento complejo.

Lo original de la tesina será la comparación profunda entre La ciudad ausente y Plata

quemada. Es nuestra tarea describir en qué sentido dos géneros tan distintos como el

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2. Marco teórico y método

2.1.1 La globalización cultural

Para realizar el análisis de obras literarias posmodernas, como las de Ricardo Piglia, consideramos útil discutir la globalización, aunque este concepto es principalmente económico. La globalización implica el tráfico libre de productos entre países diferentes, por lo cual las fronteras nacionales son superadas (Osterhammel y Petterson, 2005). Se puede hablar de la globalización cultural si estos productos vienen del sector cultural, por ejemplo los mass media, el cine y el teatro. Por supuesto, también obras literarias pueden ser consideradas como productos culturales en los que la importancia económica desempeña un papel influyente. Según el estudio de Diana Crane (2002: 1), la globalización cultural significa que la transmisión o difusión de varias formas de mass media y arte transciende las fronteras nacionales.

Inicialmente, en el campo cultural ha habido sobre todo actitudes escépticas sobre este fenómeno. Según los escépticos de la globalización cultural, los países más avanzados, económica y tecnológicamente, son más capaces de difundir sus propios productos culturales y promover su patrimonio cultural. En este sentido, la cultura de los países dominantes, como los Estados Unidos, contribuye a la aculturación en los países menos avanzados. En el proceso de aculturación, estos países son obligados a adoptar la cultura del país dominante, con la consecuencia de que desaparece su identidad cultural.

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también un documento de barbarie” (Martín-Barbero, 2001: 122). Aquí Benjamin no se refiere necesariamente a la cultura de masas, que surgió en la primera mitad del siglo XX gracias a las nuevas invenciones tecnológicas (como la radio y el cine), sino a la historia cultural en general. Reconoce las obras artísticas geniales que ha generado la historia. Mientras tanto, Benjamin parte de una perspectiva histórico-materialista y explica que también es necesario comprender que estas mismas obras fueron posibilitadas por, entre otros, la explotación de los esclavos. Esta idea de Benjamin ilustra que el campo cultural regular (del Occidente) siempre ha sido dependiente de las ganancias económicas, mientras que ha ocultado frecuentemente las historias de los marginalizados.

En otras palabras, los marxistas-culturales del siglo XX criticaron el sistema capitalista operante en el campo cultural. Según ellos, la consecuencia de este sistema es la homogeneización cultural. El teórico norteamericano Marshall McLuhan, en los años 60, utilizó su término propio para referirse a esta consecuencia eventual de la globalización cultural: el ´global village´ (Crane: 1). Anticipándose a nuestra época de internet, él describe la situación en que, gracias al desarrollo de la nueva tecnología, el mundo se está disminuyendo. Según McLuhan, hoy en día, en el ´global village´, la gente de un lado del mundo tiene acceso fácil al otro lado del mundo. De esta manera, el ´global village´ trata de la homogeneización cultural, perjudicial eventualmente para una determinada identidad cultural nacional.

No parece suficiente partir solamente de esta descripción de McLuhan sobre el ´global village´, ni tampoco de las ideas de la Escuela de Francfort, para la comprensión de la situación (compleja y contemporánea) de la globalización cultural. La sección siguiente muestra más enfoques para comprender este fenómeno complejo.

2.1.2 Cuatro modelos teóricos de la globalización cultural

En ´Culture and Globalization´, Diana Crane demuestra que no hay nada menos de cuatro consecuencias de la globalización cultural: ´homogeneización de cultura´, ´resistencia´, ´hibridización de cultura´ y ´competición´ (Crane: 3). Son consecuencias que pertenecen a respectivamente cuatro modelos teóricos: ´imperialismo cultural´, ´teoría de la recepción´, ´redes culturales´, y ´política cultural´. Resumamos estos cuatro modelos teóricos, expuestos por Crane:

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la primera mitad del siglo XX. En este modelo el mundo está dividido en dos regiones a base de sus niveles económicos: el centro (el primer mundo) y la periferia (el tercer mundo). Por lo tanto, se trata lógicamente de un proceso unidireccional entre el centro y la periferia, en cuanto se refiere a la transmisión de los bienes culturales. Esto significa que la civilización Occidental influiría la cultura de los países menos desarrollados y nunca al revés. Está claro que el modelo del ´imperialismo cultural´ no tiene en cuenta, por ejemplo, el hecho de que la periferia es capaz de resistir las imposiciones homogeneizadoras provenientes del centro.

2.1.2.2 El modelo, ´teoría de la recepción´, también parte de la idea de que el mundo cultural consiste en un centro y la periferia. Contrariamente al ´imperialismo cultural´, este modelo teórico implica que el centro y la periferia pueden influir entre sí mutuamente. En otras palabras, se trata de un proceso multidireccional en la transmisión de los bienes culturales. En la ´teoría de la recepción´ se enfoca la respuesta del público a los bienes culturales. Por lo tanto, Crane explica que las actitudes del público frente a la transmisión de los productos foráneos y globalizantes son muy diversas (Crane: 11). La resistencia a la imposición de estos productos o la receptividad no crítica y pasiva son sólo algunos ejemplos de tales actitudes. Según Crane, estas actitudes son dependientes de tanto las características sociales de un determinado público como la medida en la que los productos culturales son transmitidos. El motivo principal para la aplicación de la ´teoría de recepción´ es la investigación de la influencia final de estos productos culturales en la identidad nacional y cultural.

2.1.2.3 El modelo teórico de las ´redes culturales´ no se basa en la dicotomía centro-periferia, sino más bien en una dinámica compleja entre las diferentes partes del mundo. Como el modelo de ´teoría de la recepción´, en las ´redes culturales´ se trata de un proceso multidireccional. Este modelo es bastante optimista para el mantenimiento de las culturas minoritarias en el contexto de la globalización cultural. Según el modelo de ´redes´, la globalización no es perjudicial para las identidades culturales, sino al contrario, la globalización contribuye al fortalecimiento de las identidades.

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mayor e internacional. Por lo tanto, Crane hace uso de la siguiente definición: “este modelo concibe la globalización como un proceso que está aumentando el diálogo internacional, fortaleciendo minoridades y construyendo solidaridad progresiva” (una definición proveniente de Curran y Park (2000: 10) en Crane: 9).

2.1.2.4 Al fin, el cuarto modelo teórico es el de la ´política cultural´. En cierto sentido, este modelo es comparable con la ´teoría de la recepción´. Mientras que en la ´teoría de recepción´ se estudia la actitud del público frente a la globalización, en este modelo se estudian más bien las estrategias de las agencias y las instituciones5, como los gobiernos nacionales y locales y las organizaciones culturales, para enfrentarse a la globalización. Mejor dicho, se trata de las estrategias utilizadas por las instituciones para preservar, proteger y fortalecer sus recursos culturales. Crane hace una distinción entre exactamente tres estrategias: la preservación y protección de las culturas nacionales y locales, la ´globalización´ de las mismas y la resistencia a la cultura global (Crane: 13-15). Un término interesante, que se asocia con la segunda estrategia, es ´glocalización´, también fundamentada en la teoría de García Canclini. Este término se refiere al proceso en que la cultura global asimila aspectos de la cultura local. El proceso de la ´glocalización´ hace que la dicotomía entre lo global y lo local finalmente sea superada (Crane: 17).

2.1.3 Globalización vs. fragmentación

Es también posible afirmar que en la época contemporánea se nota al mismo tiempo un fenómeno contradictorio de la globalización, es decir la fragmentación. Mientras que Diana Crane afirmaría que la fragmentación forma parte de todo el fenómeno complejo de la globalización, teóricos como David Morley (1998) y John Fiske (1996) afirman que la globalización y la fragmentación (o localización) son dos fenómenos separados que están ocurriendo al mismo tiempo. Morley explica la distinción entre estos dos fenómenos de la siguiente manera:

Por un lado vemos el ascenso de las culturas regionales a lo largo de toda Europa (un proceso de localización y fragmentación). Y, por otro lado, vemos un proceso contradictorio de globalización, en el cual las fronteras geográficas de la nación

5 Segun Pierre Bourdieu en Las reglas del arte, el espacio de las relaciones entre agencias u entre instituciones constituyen el campo

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son superadas por la publicidad, por el marketing y por la televisión por satélite, con su flujo transnacional de información y cultura (Morley, 1998: 94).

Según Morley, comprendida en un sentido artístico-cultural la globalización implica el poder económico de las empresas de la ´industria cultural´ para diseminar sus productos culturales. Por otra parte, para él la fragmentación es más bien un concepto socio-cultural: la existencia de diferentes culturas regionales dentro de una región enmarcada. Podría decirse que la fragmentación es la consecuencia de la inmigración de la gente perteneciente a diferentes culturas, especialmente la del tercer mundo, en los países del primer mundo.

Por lo tanto, la fragmentación también puede ser relacionada a la idea del multiculturalismo. Los críticos del multiculturalismo argumentan que las diferentes culturas dentro de un mismo país tienen poco contacto entre sí. Según ellos, el multiculturalismo contribuiría a un mosaico cultural, ya que las culturas coexisten de una forma fragmentada (Benessaieh, 2010). Además, el multiculturalismo confirmaría la definición esencialista de que ´cultura´ es una entidad aislada que pertenece a una colectividad humana específica. En su estudio sobre el multiculturalismo en los Estados Unidos de la contemporaneidad, el ya mencionado John Fiske afirma que esta situación fragmentada, bajo condiciones de intolerancia, puede resultar en separatismo, en relaciones humanas de sospecho, hostilidad y conflicto (Fiske, 1996: 3).

Según Fiske, el fenómeno de la localización es precisamente provocado por el de la globalización. En este sentido, en la época contemporánea se trata de un enfrentamiento entre la globalización y la localización (la fragmentación). Fiske argumenta que una de las consecuencias de este enfrentamiento es la erosión del estado-nación, realizada desde el exterior por la globalización y desde el interior por la localización (ibíd.). Por lo tanto, para combatir los conflictos provocados por la globalización él achaca un papel crucial a la diseminación de la cultura popular (Fiske: 13). Su opinión es que las manifestaciones (artísticas) de la cultura popular se caracterizan por ser híbridas, por lo cual pueden servir a un proceso de hibridización o ´glocalización´ en que confluyen harmónicamente diferentes culturas.

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interacción entre lo global y lo local: “Lo que la globalización nombra ya no son movimientos de invasión sino transformaciones que se producen desde y en lo nacional y aun en lo local. Es desde dentro de cada país que no sólo la economía sino la cultura se mundializa” (Martín-Barbero, 2001: 103).

El apartado siguiente explica qué impacto la globalización tiene en algunas teorías posmodernas sobre la cultura.

2.2.1 ´La lógica cultural del capitalismo tardío´

Ya hemos tenido en cuenta varios factores que contribuyen al fenómeno de globalización, como el cambio demográfico, las innovaciones tecnológicas y las diferencias económicas entre regiones. También hemos hecho referencia a la crítica marxista-cultural de mediados del siglo XX sobre la dominancia capitalista en el campo cultural. No obstante, todavía no hemos reflejado completamente la cuestión de la relación íntima entre el campo cultural y el sistema capitalista dominante del fin del siglo XX.

Siguiendo a varios teóricos culturales, el surgimiento del capitalismo tardío y el fin de la utopía en las manifestaciones culturales están íntimamente ligados. Por ejemplo, Martín-Barbero afirma que la victoria del capitalismo al final de la guerra fría, frecuentemente concebida como el inicio de la globalización, produjo ´el desdibujamiento del lugar de las utopías´ (Martín-Barbero: 12). También el filósofo norteamericano Fredric Jameson piensa que existe una relación entre el fracaso del socialismo en la Unión Soviética y “el fin de la ideología y de la Utopía”6 (1991: 159). Esta idea es también ejemplificada por la novela famosa 1984 de Orwell (1949), que hace una representación distópica de un estado totalitario socialista.

Jameson hizo un análisis crítico del campo cultural de la corriente del posmodernismo que, según él, tiene sus raíces ya en los años 50 cuando algunos ideólogos conservadores norteamericanos promulgaron “el fin de la ideología y de la Utopía” (ibíd.). El núcleo de su análisis fácilmente puede ser comprendido con la ayuda del título de uno de sus libros: Posmodernismo, o la lógica cultural del capitalismo tardío. A través de este análisis, Jameson argumentó que la ruptura del posmodernismo con el modernismo es inherente al cambio económico que genera el último estadio del capitalismo (el capitalismo tardío).

6 En conexión con esta idea, el politólogo norteamericano Francis Fukuyama expresó a principios de los años 90 su idea del fin de la

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Antes -en la época de la crítica-marxista de la Escuela de Frankfort- el capitalismo se caracterizaba por su mercado imperialista, en la época contemporánea por el posindustrialismo. Contrariamente a la fase anterior, en la fase del posindustrialismo ya no se trata de la producción fábrica masiva y de lucha de clases. En la cosmovisión del posindustrialismo, y por ende del posmodernismo, se pone el énfasis en la sociedad consumista.

De acuerdo con Jameson, este cambio del sistema capitalista tenía un impacto profundo en las manifestaciones culturales. En los inicios del siglo XX, varios artistas del modernismo rechazaron las manifestaciones de la cultura de masas, ya que opinaban que éstas favorecieron solamente la ´industria cultural´. El arte modernista es elitista y cree en el progreso social y científico, o sea en la utopía. Esta creencia fue reforzada aún más por el desarrollo tecnológico de aquella época, como las invenciones del teléfono, del avión y de la radio. En cambio, el posmodernismo ha abandonado esta creencia. Martín-Barbero afirma que la época posmoderna se caracteriza por ´el desafío a la hostilidad modernista hacia la cultura de masas´ (Martín-Barbero: 11).

Por eso, el rasgo fundamental del posmodernismo es la superación de la distinción entre la cultura alta y la cultura popular de las masas en las manifestaciones artísticas. En este sentido, el comportamiento del consumidor común se refleja especialmente en el arte y la literatura del posmodernismo. Este comportamiento puede ser considerado como ´esquizofrénico´, ya que el consumidor colecciona una combinación de los productos más dispares. El aspecto ´esquizofrénico´ de la vida consumista se reencuentra en la fragmentada estructura de la obra artística posmoderna. Es, por ejemplo, de ahí que el posmodernismo Jameson lo denomine la lógica cultural del capitalismo tardío.

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2.2.2 El posmodernismo como otra manera de pensamiento

Queda claro que Fredric Jameson, en su crítica a la hegemonía del capitalismo en el campo cultural, parte del marxismo, una de las esperanzas utópicas del modernismo que ha sido declarada inoperante por el posmodernismo. Morley explica lo siguiente alrededor de estas esperanzas:

Esas grandes esperanzas, asociadas a las formas globalizadoras y totalizadoras de la teoría social, han quedado empequeñecidas. Lyotard (1986) incluso sugiere que las principales narrativas sobre la teoría social moderna y la filosofía se han vuelto inoperantes y han perdido su credibilidad (Morley: 88).

El francés Jean-Francois Lyotard, en su estudio de la condición posmoderna de 1979 (The postmodern condition, 1984), tiene un enfoque diferente de aquello de Jameson. De acuerdo con el filósofo francés, el posmodernismo no es necesariamente una etapa posterior al modernismo (alto), sino una manera nueva de pensamiento en relación con el modernismo. El posmodernismo cuestiona la utilidad de los pensamientos totalizadores que ha generado el mundo occidental. Por lo tanto, Lyotard utiliza el término de la metanarrativa para explicar estos pensamientos, o mejor discursos. Ejemplos de metanarrativas pueden ser discursos del marxismo, del fascismo, del cristianismo o de la ciencia exacta. Para Lyotard, el posmodernismo significa el decaimiento de estas grandes narrativas que pretenden abarcar la verdad total de la condición humana.

Hebdige propone la interpretación del posmodernismo como un rechazo a las tres negaciones que son el núcleo de los discursos modernistas o, en términos de Lyotard, metanarrativas (Hebdige en Morley: 97-98). Estas negaciones son la totalización (ya mencionada), la teleología (=la pretensión de descubrir una ´verdad oculta´) y la utopía (ya mencionada). Los posmodernistas las rechazan porque no pueden “creer en totalitarismos, verdades ocultas o utopías, mientras van dando tumbos en esta ´sociedad del espectáculo” (Morley: 100).

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realidad representada, de imágenes deformadas y espejos deformantes en las que las mayorías no podían reconocerse” (Martín-Barbero: 194).

Esta postulación de Baudrillard del reemplazo total de la realidad por medio de la simulación y la hiperrealidad debe estar relacionada con el rechazo posmoderno de la creencia occidental en la equivalencia entre el signo y la realidad. Es el mundo occidental que siempre ha mantenido la idea utópica de que detrás los signos -detrás de lo que se ve- existe un cierto ´sentido profundo´. El teórico literario Alfonso de Toro, en su obra Borges infinito. Borgesvirtual: Pensamiento y saber de los siglos XX y XXI, lo clarifica:

La cultura occidental siempre ha conservado y cultivado la creencia (el mito) del ´sentido profundo´ (lo que también criticaba Robbe-Grillet en el contexto del

nouveau roman), es decir, de lo que se esconde detrás de las representaciones, de

los íconos y de los símbolos, quizás para ocultar que detrás del ícono de dios no existe nada (Toro, 2008: 45).

Según la teoría de signos de Peirce (1839-1914), los íconos y los símbolos pertenecen a dos diferentes tipos de signos (Saénz Ludlow, 2007: 213). Su teoría habla de un ícono si el signo mantiene una relación directa con el objeto a que refiere presupuestalmente (como una imitación), mientras que habla de un símbolo si la relación entre el signo y el objeto es indirecta y determinada convencionalmente (ibíd.). Puede decirse que el posmodernismo rechaza el uso de estos conceptos de la semiótica aplicados a la descripción de la cultura (religión) occidental. Es en el discurso del posmodernismo en el que, por medio de la simulación, se ha anulado el principio de equivalencia entre el signo y la realidad. Según Toro (45), por lo tanto se trata de una radical negación del valor de los signos tanto icónicos como simbólicos.

2.2.3 Impacto del posmodernismo en América Latina

El teórico argentino Néstor García Canclini, en algún momento de su obra Culturas

híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad (1990), se pregunta qué

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número de analfabetos en las diferentes sociedades latinoamericanas. García Canclini afirma lo siguiente sobre la modernidad en América Latina: “La modernidad es vista entonces como una máscara. Un simulacro urdido por las élites y los aparatos estatales, sobre todo los que se ocupan del arte y la cultura, pero que por lo mismo los vuelve irrepresentativos e inverosímiles” (García Canclini: 20).

Es evidente que García Canclini aboga por una democratización del campo cultural en América Latina. En su obra se teorizan estrategias para superar las grandes diferencias entre la modernización y la democratización, entre lo culto y lo popular. Él tiene en cuenta el hecho de la dominancia de las empresas de multimedia transnacionales de la posmodernidad o de la época globalizada. Es curioso que en América Latina tanto sus representantes artísticos de lo culto como los de lo popular (la cultura folklórica latinoamericana) se sientan amenazados por esta dominancia económica. En otras palabras, la producción simbólica sería afectada por la lógica del mercado7.

Actualmente en América Latina, se trata de ´tensiones´ entre, por lo menos, tres diferentes campos culturales (lo culto, lo popular y lo masivo). Para su teoría cultural García Canclini propone procesos en los que estos campos culturales pueden confluir, con el objetivo del surgimiento de ´culturas híbridas´. Él habla de la hibridización, su término núcleo entendido por él mismo como “procesos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas, que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas” (García Canclini: iii).

García Canclini rechaza la concepción occidental u euro-centrista de que la posmodernidad implica que las modernizaciones ya han logrado su fin. Teniendo en cuenta el desarrollo (económico, social y cultural) que en el continente latinoamericano aún falta, él resiste a considerar la posmodernidad como una etapa o tendencia que reemplazaría el mundo moderno (García Canclini: 23). Por otra parte, García Canclini sabe apreciar la teoría posmoderna por su rechazo de las metanarrativas, su antievolucionismo y su valoración de la heterogeneidad multicultural y transhistórica (García Canclini: xii). El posmodernismo le ayuda a cuestionar las ´tensiones´ entre lo culto, lo popular y lo masivo:

La relativización posmoderna de todo fundamentalismo o evolucionismo facilita revisar la separación entre lo culto, lo popular y lo masivo sobre la que aún simula

7 Bourdieu distingue dos tipos de producción cultural: uno destinado para el mercado, otro destinado para la apropiación simbólica.

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asentarse la modernidad, elaborar un pensamiento más abierto para abarcar las interacciones e integraciones entre los niveles, géneros y formas de la sensibilidad colectiva (García Canclini: 23).

Alfonso de Toro, ya mencionado anteriormente, también tiene una actitud matizada sobre la utilidad de la teoría del posmodernismo en el subcontinente latinoamericano. Señala que inicialmente en el continente latinoamericano había mucha oposición frente a la imposición de esta teoría que nació fuera de América Latina. La globalidad de esta teoría y las discontinuidades tempoculturales en América Latina (la situación sociocultural diferente frente a Europa y EE.UU.) son los argumentos comunes utilizados por los oponentes latinoamericanos del posmodernismo (Toro: 31).

A pesar de este impacto pequeño del posmodernismo en el ambiente intelectual de América Latina, en muchas manifestaciones culturales y literarias de este continente sí se demuestran varias premisas del posmodernismo: “No menos válido es que estos fenómenos también se dan en la práctica cultural en Latinoamérica” (ibíd.). En su obra Toro se centra en el estudio de la obra literaria de Borges para ejemplificar las premisas del posmodernismo. Él explica que Borges contribuyó a una lectura que es abierta para múltiples interpretaciones individuales. En este sentido, el escritor argentino puede ser considerado como el precursor del posmodernismo: “Borges nos ha impuesto un tipo de lectura, un tipo de saber y de pensamiento que se viene denominando postmoderno” (Toro: 50).

Toro también señala concisamente que la novela famosa del otro escritor argentino Julio Cortázar, Rayuela (1963) es ejemplar para el posmodernismo en América Latina. Esta obra literaria también le ofrece al lector una lectura abierta, lo cual ocurre de una manera concreta en el nivel de la narración. El lector puede elegir entre dos opciones: leer la novela en forma lineal (lo que implica que basta con leer hasta el capítulo 56) o leer saltando los capítulos según las indicaciones al final de cada capítulo. Por lo tanto, esta novela argentina se caracteriza por una estructura fragmentada y por la diversidad de lecturas (como lector hembra o como lector macho respectivamente), por lo cual posibilita una pluralidad de interpretaciones (Toro: 32). En el apartado siguiente se enfocan más detenidamente la ficción del posmodernismo y sus características.

2.3.1 Características de la ficción posmoderna

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subcultura, describió los elementos fundamentales de la ficción posmoderna (estadounidense). Según Fiedler, la literatura posmoderna tiene el objetivo de superar las barreras entre las culturas de élite y las culturas populares. Por lo tanto, en la literatura posmoderna se oscila entre varios criterios contradictorios, como por ejemplo: Entre la cultura establecida y canonizada y la subcultura, entre seriedad y risa, entre las belles lettres y el pop art, entre elite y cultura de masa, entre crítica y arte, entre artista y crítica, entre arte y público, entre profesionalismo y diletantismo y aficionado, entre lo real y lo real maravilloso (Toro: 30) Según Toro, de esta manera se tiende a abolir finalmente las categorías normativas en la literatura. En este sentido se puede afirmar que la literatura posmoderna hace la tentativa de romper con el canon literario, para que luego pueda introducir un nuevo canon en la literatura. Toro opina que se trata de un proceso que fue iniciado por Borges ya en los años veinte (Toro: 31).

Para la comprensión de la ficción posmoderna, es muy importante tener en cuenta su tentativa de la superación de las distancias entre la obra literaria y el público lector. Inherentemente a ese proceso que inició Borges, las tareas del público lector también empezaron a cambiar. El lector posmoderno ya no lee una obra literaria de una manera pasiva (lector hembra) para entretenerse, sino de una manera activa (lector macho) para participar durante su lectura. Es la tarea del lector detectar cuáles son las conexiones entre los diferentes fragmentos que son diseminados en la narrativa posmoderna. Por lo tanto, la lectura se ha convertido en un arte en sí. Dentro de la ya mencionada novela

Rayuela puede notarse esta abogacía posmoderna por el lector activo. Aquí el narrador

expresa su preferencia para el lector macho, que es activo y cómplice, frente al lector hembra, que es pasivo (Cortázar, 1963: 611).

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literarias. Por lo tanto, la novela posmoderna se caracteriza por ser transtextual, autorreferencial y metatextual (Toro: 33).

Estas tres características pueden estar relacionadas con la conciencia del posmodernismo sobre la imposibilidad de la lengua (literaria) para representar toda la realidad, o sea con su rechazo de la equivalencia presupuesta entre el signo y la referencia. Por ejemplo, en una novela histórica la construcción histórica siempre es dependiente de la escritura. En la novela histórica posmoderna, se señala su concientización de la deficiencia en construir la historia verídica a través de (entre otros) la transtextualidad, autorreferencialidad y metatextualidad. Toro da las siguientes definiciones de estas tres características:

- Transtextualidad: “la intertextualidad en su forma deconstruccionista, transformadora de referencias que lleva a otra, nueva subversiva interpretación de hechos históricos”. - Autorreferencialidad (o autoreflexión): “la concientización de que el proceso está ligado a y es dependiente de la escritura, como tal, es producto de un proceso de semiosis.”

- Metatextualidad: “la reflexión, los comentarios y las consecuencias sobre y del proceso de construcción histórica” (Toro: 30)

En su estudio específico sobre el género de la nueva novela histórica latinoamericana, la teórica María Cristina Pons se refiere al poder cuestionador de ésta. Según ella, las nuevas novelas históricas cuestionan la versión oficial de la Historia, o sea “la verdad, los héroes y los valores abanderados por la Historia oficial” (Pons, 1996: 17). Pons relaciona esta característica fundamental de la nueva novela histórica Latinoamericana con varios rasgos narrativos que contribuyen a una relectura y reescritura de la Historia y que nos recuerdan a la no neutralidad del lenguaje. Sumémoslos:

-la ausencia de un narrador omnisciente y totalizador

-la presencia de diferentes tipos de discursos y sujetos de dichos discursos -la presencia de evidentes anacronías históricas

-la creación de efectos de inverosimilitud -el uso de la ironía, la parodia y lo burlesco

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2.3.2 El juego con los géneros

Pons explica que en la posmodernidad, vistas estas características, el concepto de género de la novela histórica se ha ampliado (Pons: 26). De acuerdo con ella, puede vincularse la nueva novela histórica latinoamericana con otros géneros y subgéneros, como el de la novela testimonial, política y periodística, y también la novela policial. Esta vinculación de la novela histórica con otros géneros puede ser comprendida con la ayuda de la idea del rechazo posmoderno de las metanarrativas. Por lo tanto, en la novela posmoderna se problematiza la noción de género.

Después de todo, el género es un concepto que generaliza y categoriza. Contribuye a una lectura específica de la novela, por lo cual surge una interpretación predispuesta del lector. Además, el uso de un género específico nunca puede contribuir a la tentativa (del posmodernismo) de la recuperación de lo marginal, sino siempre a su exclusión. Con una referencia al filósofo Derrida en “The law of genre”, Pons aclara que el rechazo del uso del concepto de género “podría estar determinado por una noción de género como forma pura y normativa que no considera la posibilidad de que un texto pertenezca a más de un género al mismo tiempo o que pueda manifestar rasgos de varios géneros literarios y no literarios” (Pons: 28). De esta manera, en la ficción posmoderna puede hablarse de un juego con géneros.

Este juego con géneros de la ficción posmoderna también tiene su repercusión en la novela policial. Contrariamente a la novela histórica, la novela policial ha sido concebida más bien como un género ´subliterario´, lo cual no le ha llamado la atención a la academia seria (Colmeiro, 1994: 21). En cambio, en la posmodernidad se empieza a reconocer la novela policial como ´verdadera´ literatura (aunque la misma posmodernidad rechaza cualquier etiquetación sobre la literatura). En este sentido, puede notarse un ´switch´ desde el menosprecio del campo literario hasta su reconocimiento para la novela policial.

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El escritor español Vázquez Montalbán, que como Ricardo Piglia obtuvo bastante fama por sus novelas generalmente consideradas posmodernas, afirma que la actitud lectora postmoderna está íntimamente relacionada con la escritura posmoderna:

Esta actitud lectora postmoderna se corresponde con la libertad de escribir y por lo tanto de leer que caracteriza el por algunos considerado impasse creativo entre dos oleadas de vanguardismo, la ya agotada y despiadadamente engullida por el metabolismo de la sociedad de consumo y una futura que llegara a lomos de quién sabe qué jinetes salvadores de la tesis del crecimiento continuo del espíritu (Vázquez Montalbán en Colmeiro: 11).

Con esta cita Vázquez Montalbán aclara que tiene una actitud matizada frente al posmodernismo. Es decir, él reconoce la utilidad del posmodernismo literario por su eclecticismo formal, proveniente del vanguardismo. Por otra parte -comparable con la idea de García Canclini -no reconoce la ahistoricidad que es abogada en el discurso posmoderno. Según Vázquez Montálban, en el reclamo por el fin de la historia puede encontrarse un interés político del capitalismo tardío que excluye sistemas políticos alternativos (ibíd.). Igualmente, en esta tesina partimos de la idea de que la literatura de la época posmoderna no es condicionada solamente por el capitalismo tardío, sino también por varios factores socio-históricos específicos (que serán tratados en el capítulo siguiente).

2.3.3 El espacio urbano en la ficción posmoderna

En esta sección última se discute brevemente el impacto que tiene la teoría posmoderna en la representación narrativa del espacio urbano. Aquí también se tiene en cuenta la relación que tiene el espacio con los personajes que se sitúan allí.

Ya se ha explicado que la cultura posmoderna -partiendo de teorías como la de Fredric Jameson- es condicionada principalmente por el capitalismo tardío y, por ende, por la creciente sociedad de consumo. Por lo tanto, se trata de una cultura que se centra en la ciudad contemporánea -la metrópolis- donde predomina el comercio. La realidad de la metrópolis implica que predominantemente en cada sitio de la ciudad se encuentran imágenes publicitarias. En términos de Baudrillard, esta realidad es una hiperrealidad, o realidad virtual, construida por los simulacros. En la ficción posmoderna generalmente se expresa esta hiperrealidad.

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comportamiento ´esquizofrénico´ del consumista contemporáneo es evocado en el nivel de personajes (McHale en: Harvey, 2011: 14). No existe una coherencia lógica en la narrativa. Es decir, los espacios de diferentes tipos de ambientes y (sub)culturas están superpuestos, por lo cual la novela puede ser considerada como un ´collage´. Además, los personajes de la narrativa posmoderna frecuentemente se caracterizan por ser distraídos y aturdidos.

Según el teórico literario norteamericano, McHale, en el espacio urbano de la ficción posmoderna se trata de “un paisaje ontológico que es anárquico y ecléctico y que tiene una pluralidad de universos” (ibíd.). Por lo tanto, él argumenta que en cierto sentido la ficción posmoderna es mimética. Según él, rasgos literarios como el ´collage´, la fragmentación y lo efímero contribuyen a la mimetización de la metrópoli hiperrealista, que abarca la condición posmoderna de la acumulación flexible (ibíd.).

En su estudio, The City in Literature, Richard Lehan relaciona el espacio urbano de la literatura posmoderna con el misterio (Lehan, 1998: 266). Él explica que la realidad urbana posmoderna consiste en un sistema inestable de signos autorreferenciales. De esta manera -en concordancia con la idea de Baudrillard sobre el simulacro y la hiperrealidad- en la realidad urbana se ha eliminado el significado detrás de estos signos. Según él, es por eso que surge una narrativa compleja que se caracteriza por un tipo de laberinto misterioso. Aquí puede hablarse de un rompecabezas que es imposible solucionar.

Según Lehan (267), también hace falta tener en cuenta el cuestionamiento posmoderno de la idea del sujeto. Antes se consideraba al sujeto como la fuente de la conciencia independiente que es capaz de controlar el significado detrás de los signos. En el posmodernismo se pregunta sobre la posibilidad de un universo sin subjetividad. En tal universo, la conciencia humana no es independiente ni personal, sino indisoluble de una cultura específica. Por lo tanto, la consecuencia es que la ciudad se torna en un ´state of mind´ (268). Es de ahí que en la novela posmoderna se encuentren frecuentemente narradores impersonales o diferentes tipos de discursos con diferentes sujetos (véase las características de la ficción mencionadas arriba).

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una ciudad invisible “La ciudad visible, un dominio de la maestría y el control, está en la superficie, mientras que la ciudad invisible, un dominio del misterio y el tumulto, es clandestina y oculta” (Lehan: 273). En la posmodernidad esta división aún es válida, pero en el sentido de que prevalece la ciudad invisible que es condicionada por el capitalismo tardío.

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3. El contexto específico de Argentina durante los años 90

En este capítulo se trata de una discusión alrededor del contexto socio-cultural específico (geográfico), dentro del cual fueron escritas y -tal vez más importante- fueron publicadas La ciudad ausente y Plata quemada. No nos parece suficiente discutir solamente los factores socio-económicos que caracterizan la Argentina durante la década de los años 90 del siglo XX. Para una comprensión mejor del contexto específico de Argentina de esta década seguramente hace falta tener en cuenta algunos precedentes históricos importantes, como el surgimiento del peronismo y la dictadura militar que gobernó entre 1976 y 1983. Es decir, estos precedentes históricos forman parte de la memoria en la época posdictatorial de Argentina.

La segunda parte de este capítulo se centra específicamente en el campo literario de Argentina. Nos preguntamos en qué sentido exactamente responde el campo literario de la década de los 90 a esas problemáticas socio-políticas que ha generado la historia reciente del país sudamericano. A pesar de la presencia del posmodernismo en la cultura mundial, partimos de la idea de que la literatura argentina de la época posdictatorial queda en estrecha relación con la problemática política nacional. En su estudio sobre la literatura en la Argentina posdictatorial, Jorge Bracamonte habla de una hermenéutica política (2003: 155). Según él, el contexto de enunciación de cada texto es siempre político, “aquel que de acuerdo con Fredric Jameson define la hermenéutica más acabada de una producción simbólica” (ibíd.). Compartimos este punto de vista.

En coherencia con la presencia fundamental de lo político en la literatura argentina posdictatorial, también describimos su modo de reconfigurar el canon literario nacional, al que ya nos hemos referido en la introducción. Esta descripción ocurre de una manera concisa, con la ayuda de referencias a obras como las de Juan José Saer y César Aira, algunos de los escritores más representativos para la literatura argentina de los 90, además de Ricardo Piglia.

3.1.1 La situación socio-económica de Argentina durante la década de los 90

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de industrialización sustitutiva. En general este modelo económico se caracteriza por una política proteccionista del Estado, que interviene fuertemente en la economía. La hiperinflación en 1989 en Argentina hizo que el gobierno siguiente tomara medidas para terminar definitivamente con el modelo de industrialización sustitutiva.

Este gobierno, del presidente Carlos Menem (1989-1999), instauró el modelo del neoliberalismo, que tendría un impacto grande en todos los sectores de la economía, inclusive el cultural. Al inicio de la década de los 90, el Estado de Argentina empezó a desvincularse en procesos de producción y de regulación económica y a privatizar empresas estatales y servicios públicos. Debido a estas medidas neoliberales se podía hablar de un fuerte crecimiento económico en la década menemista (Floria y Belsunce, 2004: 1049). Sin embargo, gran parte de la sociedad argentina nunca ha podido aprovechar este crecimiento económico, ya que esto contribuyó principalmente a la estabilidad macroeconómica. Es posible admitir que el mismo crecimiento económico también contribuyó a una degradación de la democracia y de la estructura social de Argentina (Vilas, 2005: 237).

La pobreza se disminuyó hasta mediados de la década de los 90, pero no tan proporcionalmente. A fin de cuentas, las cifras de la desocupación y de la desigualdad en los ingresos siempre se mantuvieron muy altas y, durante los finales de la década, aumentaron (Vilas: 240). En épocas anteriores de los gobiernos democráticos, las clases bajas de la sociedad argentina podían contar frecuentemente con empleo fijo y servicios básicos ofrecidos por el Estado. El menemismo suprimió gran parte de la seguridad social. En otras palabras, a pesar del hecho de un fuerte crecimiento económico, las condiciones de vida de muchos habitantes argentinos no mejoraron, sino empeoraron (Vilas: 242).

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3.1.2 Dos antecedentes históricos importantes

Estos cambios socio-económicos de la década de los 90 en Argentina también tuvieron un impacto profundo en la corriente política nacional del peronismo y en la memoria colectiva de la sociedad argentina sobre la última dictadura militar. Consideramos pertinente explicar brevemente el peronismo y la dictadura militar y su herencia en el ´espíritu´ de la sociedad argentina durante los 90. Esta explicación es útil, también visto el papel fundamental que desempeñan frecuentemente estos aspectos históricos en la temática de la literatura argentina de esta década y, por ende, en la obra de Ricardo Piglia.

3.1.2.1 El peronismo

El peronismo es un movimiento político que fue fundado por Coronel Juan Domingo Perón a mediados de los años 40 del siglo XX. Inicialmente, Perón fue secretario del Trabajo bajo una régimen militar. El pueblo argentino valoró su trabajo durante este cargo de tal forma que lo eligió como presidente en las elecciones de 1946 (Floria y Belsunce: 923). El golpe de estado en 1955, denominado Revolución Libertadora, derrocó a la presidencia de Perón. Él fue exiliado y se fue a vivir en Madrid.

El gobierno de Perón, acompañado por su esposa carismática Evita, era muy popular entre el pueblo común argentino. En general, puede concebírselo como populismo ultranacionalista, que puede contar con el apoyo de sindicalistas y, a veces, el ejército (Waisman, 2000: 11). Durante el exilio de Perón, la Resistencia Peronista se mantuvo a un cierto nivel de organización para preparar su vuelta eventual. Finalmente, después de las elecciones en 1974 él regresó a la presidencia, que duraría hasta su muerte el año después. En 1976, el golpe de estado derrocó al gobierno de Isabelita, la segunda esposa de Perón.

Después del fin de la dictadura militar en 1983, el peronismo (Partido Justicialista) seguiría siendo una de las dos vertientes políticas democráticas más importantes de Argentina8. La instauración del neoliberalismo por Menem -un miembro del peronismo- implicó la violación de una prioridad importante del peronismo, es decir el sindicalismo (Floria y Belsunce: 1050). En la década de los 90 los trabajadores perdieron la confianza en el peronismo, en el sentido de que sus reclamos y protestas ya no podían ser transmitidos por los canales organizados desde la estructura de este partido político

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o del estado. Ellos buscaron otras maneras de organizarse, fuera del marco institucional o estatal. Por lo tanto, durante los años 90 emergió un movimiento de protesta grande, llamado ´los piqueteros´ (Dinerstein, 2010: 358). Puede decirse que la década neoliberal también significó una crisis en el peronismo, vista esta emergencia de las protestas independientes en la sociedad argentina.

3.1.2.2 La dictadura militar

El gobierno de la dictadura militar entre 1976 y 1983, autodenominado eufemísticamente ´El Proceso de Reorganización Nacional´, ha dejado un legado profundo en el espíritu de la sociedad Argentina. Este gobierno se caracterizó por el uso del terror contra oponentes políticos, como por ejemplo aquellos del peronismo. Se trata de un período sanguinario en la historia reciente de la política argentina, que también es denominado la Guerra Sucia. En varias manifestaciones contemporáneas de la cultura argentina se evoca este período de una manera traumática, tal como afirma, por ejemplo, el crítico literario Daniel Link (2003:15).

El surgimiento de esta dictadura militar en Argentina puede ser comprendido en el contexto político internacional de aquella época. Varios dictadores militares (los generales) del continente latinoamericano opinaron que era necesario oprimir a los ´subversivos´, con el fin de adquirir una economía nacional fuerte (Burns, 2007: 265). Allí, el ejército, la clase media y el sector de negocios temieron que estos subversivos deterioraran la seguridad nacional y los ´valores´ burgueses. Además, creyeron que había una amenaza internacional de fuerzas políticas de izquierda (ibíd.). Los acontecimientos de la Revolución Cubana en 1959 fueron vistos por ellos como una señal de esta amenaza. En 1975 en Argentina el general Jorge Rafael Videla hizo un acuerdo con la Unión Argentina Industrial para perpetrar un golpe de estado (Burns: 267). Se anunció el comienzo del Proceso en el año siguiente, después del derrocamiento al gobierno de Isabel Perón.

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sido podidas a encontrar. No se han podido identificar muchas de las víctimas de la dictadura militar. La dictadura militar terminaría en 1983, con ocasión de la derrota que sufrió el ejército argentino contra las tropas ingleses en las guerras Malvinas.

3.1.3 La memoria en la posdictadura

El periodo después de la dictadura militar es denominado por varios teóricos como la posdictadura (Fabry, 2003: 9). Podemos considerarla como un periodo en que las crueldades de la dictadura todavía están presentes en la memoria colectiva de la sociedad argentina. Según Claudia Medvescig (2007: 37), en la época posdictatorial se trata de una saturación de memorias traumáticas, que acompaña el comprobar que los ´desaparecidos´ verdaderamente están ausentes y han muerto. Por lo tanto, esta comprobación desesperada contribuye a la situación en que “a cada instante el fantasma del espectro se hace presente” (ibid.).

La fase inicia de la posdictadura, o sea la transición democrática, se caracteriza por una lucha en la sociedad argentina para no olvidar el destino de los ´desaparecidos´ (Huyssen, 2004). Esta lucha es impuesta institucionalmente por el gobierno de Alfonsín, con su objetivo de restablecer el estado de derecho en Argentina. En 1984 la Comisión Nacional Argentina sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) publicó Nunca

más, una documentación detallada sobre los horrores del terror del estado durante el

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Secretaría de Derechos Humanos, se adaptó el prólogo original de Nunca más. El subsecretario de este departamento, Rodolfo Mattarolo, explicó lo siguiente alrededor del prólogo escrito por Ernesto Sábato:

(…) dice que hubo dos terrorismos y que uno fue la causa del otro: la llamada violencia de abajo fue la que generó la violencia de arriba, que fue peor, más condenable porque se practicaba desde el Estado, pero fue en respuesta a una violencia de abajo. Esto nos parece una falsedad (ibíd.).

Esta citación de Rodolfo Mattarolo debe estar vinculada a la lucha del gobierno argentino (de Kirchner) contra la impunidad. No es casualidad que esta lucha surgiera sólo después de la crisis económica en 2001, el fin de la década neoliberal menemista. La impunidad, dirigida a los responsables de los crímenes de la dictadura militar, fue posibilitada por los indultos presidenciales decretados por el presidente Carlos Menem en 1989 y 1990 (Bracamonte: 157). Bracamonte ve una coherencia entre la crisis política argentina, sintonizada con la instauración del modelo económico neoliberal, y la impunidad:

Se produjo así una paradójica postransición, consolidación formal del régimen democrático (…) mixturada con una actualizada aplicación de políticas económicas neoliberales que sobre la base de las ´políticas de olvido´ desarticularon el régimen de acumulación social y los impulsos hacia la igualdad del conjunto de la sociedad (ibíd.).

También Huyssen señala una relación estrecha entre el neoliberalismo y las ´políticas de olvido´ de los años 90 (Huyssen: 7). Según él, el sometimiento de Argentina al sistema económico del neoliberalismo y la globalización puede ser concebido como la continuación de la opresión por parte del Estado argentino, durante los años 60 y 70 (y finalmente por el Proceso). De esta manera, en respuesta al neoliberalismo y, por ende, las ´políticas de olvido´, entre varias partes de la sociedad argentina ya surgió una recuperación de la memoria de las víctimas (políticas) del terror del Estado. Huyssen afirma: “Algunos sectores recuerdan actualmente a los militantes de la década de los 60 y principios del 70 como héroes luchando contra las raíces de toda opresión – la continuidad de la dominación económica y la explotación por parte del Norte” (ibíd.). Por lo tanto, a veces se habla del período del boom de la memoria en la segunda mitad de la década de los 90, resultado de, entre otros, la fundación de la agrupación HIJOS9 en 1995 y la publicación de un número monográfico de la revista Confines el año más

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tarde, titulado ´Memoria y terror en la Argentina 1976-1996´ (Martínez Cabrera, 2012: 119). A pesar de su tentativa de curar la amnesia colectiva realizada por las ´políticas de olvido´, también el ´boom´ - como Nunca más - ha recibido bastante crítica (ibíd.). De acuerdo con por ejemplo Martínez Cabrera, el ´boom´ convirtió la memoria de la historia reciente de la dictadura en un producto de consumo.

3.2 El campo literario de Argentina en la década de 90

Partiendo de las ideas del filósofo alemán Walter Benjamin, se puede preguntar si la literatura todavía es el medio adecuado para transmitir memorias tan horrorosas, como las de los acontecimientos durante el Proceso. En el ensayo ´El narrador´ de 1936 Benjamin, con relación al periodo traumático de la primera Guerra Mundial, declaró que ha muerto el arte de la narración (Martínez Cabrera: 107). Según Benjamin, la naturaleza verdadera de la narración es oral y colectiva. Afirma que las guerras (y también el desarrollo de la tecnología) enmudecieron la facultad humana de intercambiar experiencias, o sea de realizar narraciones. Fundamentó su idea con su opinión sobre los libros de guerra aparecidos diez años después de la primera guerra mundial: “Todo aquello que diez años más tarde se vertió en una marea de libros de guerra, nada tenía que ver con experiencias que transmiten boca en boca” (ibíd.). A pesar de esta idea de Benjamin, en la literatura argentina hay varios escritores que hicieron la tentativa de tematizar la memoria colectiva de la dictadura militar. Ellos se preguntaron cómo se debe reflexionar sobre esta memoria por medio de la literatura. Por lo tanto, se puede proponer que en la literatura de la posdictadura se trata de una reinterpretación de la dictadura. María Cristina Pons afirma que en la literatura hay tres maneras diferentes para la reinterpretación de cualquier pasado histórico:

De hecho, algunas de estas novelas históricas hacen reflexionar sobre la posibilidad de conocer y reconstruir el pasado histórico; otras recuperan los silencios o el lado oculto de la Historia, mientras que otras presentan el pasado histórico oficialmente documentado y conocido desde una perspectiva diferente, desfamilizadora (Pons, 1996: 16).

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