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MASTER-SCRIPTIE RTC SPAANS

FACULTEIT DER LETTEREN RIJKSUNIVERSITEIT GRONINGEN

AFDELING ROMAANSE TALEN EN CULTUREN OUDE KIJK IN ’T JATSTRAAT 26

9700 AS GRONINGEN

SUPERVISOR: Prof. dr. H.L.M. Hermans Agosto 2010

¿EXPLOTADOR O PAPÁ NOEL?

LA REPRESENTACIÓN DE UNOS PRESIDENTES ESTADOUNIDENSES EN CORRIDOS MEXICANOS Y MEXICANO-AMERICANOS, UNA INVESTIGACIÓN

por Tjerk Busstra s1518461

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ÍNDICE

1. El corrido, definiciones y contexto p. 3 1.1. Introducción p. 3 1.2. Definiciones p. 4 1.3. Temas y categorías p. 8 1.4. Romances, coplas, cantares y jácaras p. 10 1.5 Elementos característicos p. 12 2. Marco teórico p. 17 2.1. Introducción p. 17 2.2. La imagología p. 19 2.3. La crítica de la ideología p. 24 3. Los corridos sobre Kennedy p. 27 3.1. La imagen y la tradición laudatoria p. 27 3.2. Introducción de un presidente famoso p. 30 3.3. La vida y la reputación de Kennedy p. 32 3.4. La auto-imagen de Kennedy p. 34 3.5. Las imágenes de Kennedy en los Kennedy corridos p. 37 3.5.1. Kennedy desde la perspectiva heroica p. 40 4. Los corridos sobre Obama p. 50 4.1. Introducción: corridos sobre otros presidentes p. 50 4.2. El nuevo presidente y la auto-imagen de Obama p. 52 4.3. Las imágenes de Obama en los Obama corridos p. 56 5. Resumen y conclusiones p. 66 5.1. Los corridos sobre Kennedy p. 70 5.2. Los corridos sobre Obama p. 73 5.3. Semejanzas y diferencias entre los corridos sobre Kennedy

y Obama: conclusiones p. 75

6. Bibliografía p. 81

7. Apéndices p. 85

7.1 Apéndice I (letras de los corridos sobre Obama) p. 85

7.2 Apéndice II (letras de los corridos sobre Kennedy) p. 92

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1. EL CORRIDO, DEFINICIONES Y CONTEXTO

1.1. INTRODUCCIÓN

Durante la primera visita que hice a México, encontré a un periodista holandés que no hablaba ni una palabra de español, pero se interesaba muchísimo por los corridos. En aquellos tiempos yo personalmente no sabía nada de este fenómeno. Diccionarios de uso del español, como el de María Moliner y el Diccionario de la Lengua Española definen un ‘corrido’ como un

“romance cantado, propio de Andalucía” y “(Hispam.) Romance, o composición octosilábica semejante al romance/ con variedad de asonancias”. Como en aquellos tiempos sabía muy poco de la literatura española, tales definiciones abstractas no despertaron ningún interés por corridos en mí.

La segunda vez que visité México, mi español había mejorado después de dos años de estudios en La Universidad de Groninga y yo también, como mi amigo periodista, había desarrollado un gran interés por los corridos. En 2007, durante una estancia de cinco meses viví en México, D. F., y seguí clases de cultura mexicana en La UNAM, compré discos compactos y libros con corridos y pensaba que la música de grupos populares como Los Tigres del Norte o Los Tucanes de Tijuana era sinónima de corridos, o sea, vivía en un mundo musical dominado por los narcocorridos. Evidentemente, todavía me faltaban ideas claras sobre los corridos, necesitaba una mejor definición del género. Cierto, cuando tanto

‘Contrabando y traición’ como ‘Gregorio Cortez’ y ‘La cucaracha’ son todos corridos, a pesar

de sus grandes diferencias, el corrido debe ser un género muy amplio y variado.

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1.2. DEFINICIONES

En El Corrido Popular Mexicano, Álvaro Custodio brevemente define el corrido como “una gacetilla poética con el ritmo de una ingenua melodía. Refleja esencialmente hechos, acontecimientos, sucesos, exalta héroes y denuncia traiciones o asesinatos, casi siempre de carácter social y político” (Custodio 1975: 85). En otro libro sobre corridos (y sobre todo narcocorridos), Jefe de jefes, José Manuel Valenzuela caracteriza el corrido como elemento de expresión de las masas que, a través del corrido, “han visto retratados sus anhelos, pasiones, frustraciones y simpatías” (Valenzuela 2002: 13). Además, según Valenzuela el corrido ha servido como creador de héroes, antihéroes y mitos. En esta tesina analizaré corridos que exaltan héroes (como el futuro presidente Obama)

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y denuncian asesinatos (como el asesinato del presidente Kennedy).

Para ampliar estas definiciones del corrido, continúo mis investigaciones con Vicente T. Mendoza, gran especialista en este campo, autor del famoso El corrido mexicano.

Ordenado por temas, su volumen constituye un extenso panorama del género del corrido, gran medio para expresar los estados de ánimo del pueblo mexicano. En la introducción de su libro, Mendoza da varias definiciones del corrido e investiga aspectos y fuentes del género. Su primera definición dice que

El corrido es un género épico-lírico-narrativo, en cuartetas de rima variable, ya asonante o consonante en los versos pares, forma literaria sobre la que se apoya una frase musical compuesta generalmente de cuatro miembros, que relata aquellos sucesos que hieren poderosamente la sensibilidad de las multitudes. (Mendoza 1976:

IX)

Mendoza explica que el aspecto épico deriva del romance castellano, el lírico deriva de la copla, el cantar y la jácara (s. XVII) y que, finalmente, el aspecto narrativo deriva de hazañas guerreras y de combates, creando una historia por y para el pueblo, como fuente de información para las multitudes mexicanas iletradas. Los corridos en México son designados con diversos títulos: romance, historia, narración, ejemplo, tragedia, mañanitas, recuerdos, versos y coplas. Estas maneras de distinguirlos están basadas en los asuntos que tratan. Así el título romance, por ejemplo, indica que en este tipo de corrido se observan las reglas de la versificación del romance y la palabra historia es aplicada a corridos sobre crímenes,

1 Como explicaré después, en este momento (agosto 2010) no existen corridos sobre el presidente Obama.

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desastres y hechos sensacionales. El ejemplo propone moralizar y la tragedia implica para los corridistas el sentido de accidente, muerte violenta o desastrosa. En suma, títulos como estos indican el carácter del corrido en cuestión.

El corrido mexicano es un género relativamente moderno y obtuvo su carácter definitivo ya antes de la revolución mexicana. Américo Paredes, a diferencia de Mendoza, destaca que el corrido surgió en los años cuarenta y cincuenta del siglo XIX en la región fronteriza (Paredes 1986: 132). Estos corridos emanaron de los conflictos sociales, culturales y políticos de este período, sobre todo con los norteamericanos, que adquirieron largos territorios fronterizos (en Alta California, Nuevo México y Texas) al norte del río Bravo, con mexicanos a ambos lados de la frontera. Uno de los primeros corridos fronterizos es el corrido sobre la rebelión de Cortina en 1859, según Paredes el primer mexicano de la región defendiendo sus derechos contra los norteamericanos: “the first Border Mexican to ‘fight for his right with his pistol in his hand’ (Paredes 1986: 134).

En su libro “With His Pistol in His Hand” Paredes tiene la tendencia a limitar su discusión de los corridos a un análisis de los corridos fronterizos (véase su subtítulo: a border ballad and its hero), pero Mendoza, a pesar de su subestimación de la importancia de los corridos fronterizos, deja más posibilidades abiertas y presenta una discusión del corrido en general. Por eso, me parece que esta combinación de ideas de estos dos expertos es muy útil y significativa para mis investigaciones.

Mendoza incorrectamente afirma que el corrido mexicano comenzó en el último cuarto del siglo XIX, pero se muestra muy útil en su análisis de los corridos en general. En su estudio importante El corrido mexicano, Mendoza distingue tres períodos (Mendoza 1976:

XV-XVII). Primero, el último cuarto del siglo XIX, cuando se cantan las hazañas de algunos

rebeldes al gobierno porfirista. En estos corridos épicos se hace énfasis en la valentía de los

protagonistas y su desprecio a la vida, como, por ejemplo, en el corrido de Heraclio Bernal

(Avitia Hernández 1997a: 203-207). El segundo período (1880 – 1930), de la revolución

maderista a la caída del régimen obregonista constituye la culminación del corrido, como, por

ejemplo en ‘Tierra y Libertad’ (Avitia Hernández 1998: 184-185). Durante este período del

apogeo del corrido (p. XXVII) los creadores con frecuencia usan la prensa como fuente de

información, con historias de desgracias colectivas, desastres, terremotos, etc. (p. XXIX). A

menudo los propagadores son los mismos cancionistas que van de feria en feria

acompañándose con su guitarra en medio de las multitudes. Cantan de acontecimientos

sensacionales y al terminar venden hojas impresas del corrido, o hacen una colecta.

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Frecuentemente, el público les pide tal o cual tragedia y estos trovadores populares que han hecho de su canto una profesión deben ser hábiles improvisadores en estos días ante los soportes/fuentes sonoros omnipresentes como el gramófono, la radio, la televisión y el i-Pod de nuestros días.

Finalmente, en la tercera etapa (de 1930 a la fecha) el corrido, según Mendoza, se hace culterano, artificioso y ha perdido su carácter auténticamente popular, su frescura y fluidez.

Escritores mediocres usan el género para hacer las campañas políticas, no sólo a la Presidencia, sino también a la de los municipios. En suma, este tercer período se caracteriza por la decadencia.

La segunda definición mendoziana del corrido es en contraposición con el romance.

Éste es esencialmente un relato en diálogo directo de lineamientos dramáticos que incluye un relator. Sin embargo, un corrido no tiene diálogo

2

y

Es una narración en primera o tercera persona que fluye casi siempre desde el principio al fin en labios de un testigo presencial o de un relator bien informado (Mendoza 1976: XVIII)

La mayoría de los corridos utiliza la tercera persona, pero existen también varios corridos desde de la perspectiva de la primera persona, como, por ejemplo, ‘Nacho Bernal’ (Kuri- Aldana y Mendoza-Martínez 2001: 458)

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o el famoso corrido sobre el Robin Hood chicano, Joaquín Murrieta, que empieza la canción que lleva su nombre en la primera persona: “Yo no soy americano/ pero comprendo el inglés” (Kanellos 2002: 116).

También Antonio Avitia Hernández da una definición del corrido en su impresionante obra en cinco tomos sobre el Corrido Histórico Mexicano:

El corrido es un género lírico-narrativo de temática múltiple, que puede ser cantado o no, y es usado para narrar historias reales o ficticias que expresan el punto de vista del bando, o las ligas, afectivas o ideológicas a que está afiliado el autor y cuya construcción obedece a las formas poéticas populares que prevalecen en la región donde se produce. (Avitia Hernández 1997a: 23; letras cursivas TB)

Como mis letras cursivas subrayan, esta definición añade el aspecto importantísimo de la ideología del corridista. No hay neutralidad ni objetividad en este género. Volveremos a este tema en el segundo capítulo de este trabajo, sobre el marco teórico.

2 Solamente puede existir cuando el protagonista del corrido habla en primera persona.

3 En este corrido el valiente Ignacio Bernal está representado como el héroe del pueblo. El gobierno es cobarde, matando no solamente a Bernal, sino también a su caballo.

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En suma, podemos concluir que el corrido es un género épico-lírico-narrativo con (a pesar de Paredes)

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asonancia en los versos pares. La narración es en la tercera o primera persona y el narrador está bien informado o es el testigo presencial. El corrido narra historias reales o ficticias que expresan el punto de vista del bando afectivo o ideológico al que está afiliado el autor. La parte musical, con frecuencia con el ritmo de vals y una ingenua melodía, es menos importante que el contenido de las palabras: según Álvaro Custodio las letras forman “parte destacada de la lírica popular de México” (Custodio 1975: 87).

4 En su estudio del corrido de Gregorio Cortez, “With His Pistol in His Hand”, Américo Paredes sugiere que la asonancia sea considerada como una imperfección: “assonance is often considered a blemish by corrido singers”

(Paredes 1986: 218).

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1. 3. TEMAS Y CATEGORÍAS

Por lo menos tres investigadores han dado una enumeración de los temas de los corridos:

Celedonio Serrano Martínez, Álvaro Custodio y también Vicente T. Mendoza. Según Serrano Martínez, el corrido relata

Todos aquellos sucesos que impresionaron hondamente la sensibilidad del pueblo, tales como: asonadas, asaltos, combates, catástrofes, asesinatos, hazañas heroicas, historias de bandoleros, crímenes ruidosos, fusilamientos, pasiones amorosas, cuartelazos, descarrilamientos, etc. (citado en Avitia Hernández 1997a: 22)

Así, Serrano Martínez da una lista bastante larga de los asuntos que trata el corrido. Sin embargo, también Mendoza suministra una lista de temas, una lista de no menos de quince categorías, que utiliza como base de clasificación de los corridos.

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Aquí daré una breve enumeración y discusión de estas categorías mendozianas. Primero, Mendoza distingue los corridos históricos, en la época inicial (desde 1850) que aluden a personajes de la Independencia, como Benito Juárez. La segunda clase forman los corridos revolucionarios, que son el grupo más importante sobre 20 años de lucha en la Revolución Mexicana.

Ejemplos típicos son los corridos con el motivo de la figura y la muerte de Emiliano Zapata.

La tercera y la cuarta categoría de Mendoza son los corridos políticos y los corridos de carácter lírico. Estos corridos evocan el idealismo de los hombres revolucionarios (particularmente los políticos), pero también celebran arquetipos románticos de jefes revolucionarios (en los corridos líricos). El quinto grupo de corridos relatan fusilamientos.

Estos corridos de fusilamientos fijan la mirada en los momentos más dramáticos cuando criminales o rebeldes políticos pierden la vida o esperan la muerte. La sexta sección es la de los corridos valientes. Aquí se trata de hombres que tienen la doble fama de héroe y de salteador, una variación sobre el motivo de Robin Hood. Mendoza afirma que sus rasgos distintos incluyen “la presencia de ánima en los momentos críticos, la fe religiosa en los peligros y la plena confianza en sus armas, en su caballo y en su puntería” (Mendoza 1976:

XXXVII). También la séptima categoría de Mendoza, los corridos de bandoleros, tratan de

5 Álvaro Custodio considera la clasificación de Mendoza demasiado detallista, pero solamente reduce las 15 secciones de Mendoza muy poco. Así, Custodio hace una división en no menos de 13 categorías: los corridos (1) históricos, (2) revolucionarios, (3) amorosos, (4) sobre el machismo, (5) bandoleros, (6) carcelarios, (7)

panorámicos, (8) de fusilamientos, (9) sucesos, (10) maldiciones, (11) toreros, (12) caballos y (13) varios (Custodio 1975: 86-87).

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las hazañas de hombres armados, rebeldes como Heraclio Bernal, perseguido como bandolero, hombres como Robin Hood que robaban a los ricos para dar a los pobres.

En sus dos próximas categorías (ocho y nueve), Mendoza combina varios temas de corridos. En el octavo grupo, los corridos de los raptos, persecuciones, alevosías y asesinatos, Mendoza presenta una mezcla de motivos, que incluyen los raptos de mujeres, hombres perseguidos que se libran, y asesinatos a traición. El noveno grupo, los corridos de parricidios, maldición y fatalidad, tiene el carácter de ejemplos en los que los culpables caen al golpe de la justicia. En los corridos de maldición la maldición determina la muerte de, por ejemplo, el hijo irrespetuoso

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y en los corridos de fatalidad el destino determina la tragedia y la emoción ahoga al cantador.

En el décimo grupo, los corridos sobre tragedias pasionales, el amor y el orgullo varonil son las verdaderas causas de la tragedia. El próximo grupo, el once, los corridos de accidentes y desastres, relatan cosas que resultan profundamente interesante para el público, como, por ejemplo, el ‘Descarrilamiento de Temamatla’ (Mendoza 1976: 334-337). Aquí el corridista, usando sus cualidades de observación, pinta cuadros minimalistas con máximo realismo y precisión en los que el héroe muere luchando para evitar el final fatal de los viajeros en un accidente.

La duodécima categoría de corridos trata de los animales, como en ‘El toro

“Gorrión”’. Pero también los toreros, como ídolos de las multitudes nacionalistas, forman tema de este tipo de corrido. El decimotercero grupo de corridos son relatos sobre temas religiosos, bíblicos y de índole moral, con, por ejemplo, parábolas del Evangelio. El grupo penúltimo consiste en Recuerdos, dedicados a loar los méritos y bellezas de ciudades del país.

Finalmente, los corridos de asuntos varios, el quinceavo grupo, incluye la ‘Entrada del ferrocarril a Guadalajara’ (Mendoza 1976: 415-416), un corrido sobre la traición japonesa en Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial y otros sucesos que sacuden la vida diaria.

Gran parte de los corridos, en todas estas quince categorías, son inspirados por la choca y el escándalo y funciona como diario para ellos que no saben leer.

1.4. ROMANCES, COPLAS, CANTARES Y JÁCARAS

6 Se puede ver un ejemplo de este tema en el corrido ‘Del hijo desobediente’, Mendoza 1976: 266-268

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Como hemos visto antes, la forma literaria del corrido deriva del romance castellano por una parte y de las coplas, cantares y jácaras mexicanas por otra. La forma dominante del romance consiste de estrofas de cuatro versos octosílabos (o de dos versos de dieciséis sílabas con asonancia), con una combinación métrica en la que los pares riman en asonante (o, menos frecuentemente, en consonante) y los impares quedan libres. Se cantaban estos poemas épico- líricos breves acompañados de música. Los romances derivan de las crónicas medievales, o sea, son fragmentos de los cantares de gesta (por ejemplo el famoso Cantar de mío Cid), separados de su contexto y/o fueron creados por poetas desconocidos. Los romances, como los corridos, recogían leyendas del pasado o los sucesos más sorprendentes y destacados del momento. El romance había sido transmitido de forma oral de generación en generación y constituía una manera de hacer llegar las noticias más importantes de una región a otra o de un pueblo a otro. Igualmente como pasa hoy en día con los corridos en México, los romances medievales en España fueron cantados (o recitados) por los juglares en ferias y fiestas.

Coenen destaca el carácter narrativo del romance, con mucho espacio para monólogos y diálogos (Coenen 1997: 111). El uso frecuente de la repetición, del paralelismo y de las fórmulas fijas ayuda tanto la improvisación como la memoria del juglar. Se distinguen varios tipos de romances: por ejemplo los novelescos (o romances de aventuras, tratando de amor, de venganza y de misterio), los fronterizos (inspirados por la Reconquista española), los moriscos y, desde de los siglos XV y XVI, el romancero nuevo, escrito por autores cultos, como Lope, Góngora y Quevedo. Hay indicios de que ya en el siglo XV los romances se permitían más libertad en su forma métrica: existen romances con rima consonante, con irregularidad silábica y con estribillo (Deyermond 2003: 226). Este desarrollo se ve también en los corridos y Mendoza propone que, con sus variaciones libres, solamente 21 % de los corridos obedece a las estrictas reglas métricas del romance (Mendoza 1976: XVII). A finales del siglo XIV se comienzan a recoger romances por escrito, por ejemplo sobre las luchas contra los musulmanes.

El romance castellano nace alrededor del siglo XIV en la península española, en un

período de guerras intestinas entre grupos muy diferentes (cristianos, musulmanes, judíos),

como en el primer siglo del México independiente (s. XIX), con su caudal de traiciones,

asesinatos, triunfos, derrotas, pasiones etc. Constituyen temas ricos para romances en España

(por ej., ‘Romance del Conde Fernán González’) y corridos en México (por ej., ‘Corrido de

los Combates de Celaya’ en Custodio 1975: 11-12). En el ‘Romance de Delgadina’ (un

romance mexicano que ya circulaba en México en el siglo XVI y que era conocido por

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transmisión oral hasta el siglo XX) se ve una mezcla de elementos viejos (el rey moro) y elementos nuevos (la ciudad mexicana de Morelia y la forma mexicana del romance, con una abundancia de consonancias) (Custodio 1975:14-15).

Los corridos con frecuencia consisten de frases simples de cuatro miembros de ocho sonidos esenciales y su forma musical coincide con la de las coplas, cantares y jácaras en México. Sin embargo, como rasgo distintivo, estos tres tipos de poemas tienen un carácter más lírico que narrativo y la jácara (del siglo XVII) además se distingue por su lenguaje impertinente y por su machismo (Mendoza 1976: IX). Entre los años de 1800 y 1850, según Vicente T. Mendoza (Mendoza 1976: XIV), hubo una producción muy grande de coplas de cuatro versos octosílabos (como el corrido), pero estas coplas no tenían carácter narrativo ni épico. Estas coplas mexicanas eran solamente versos satíricos de índole político o religioso.

1.5. ELEMENTOS CARACTERÍSTICOS

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A pesar de su variedad, los corridos tienen ciertos aspectos en común. Así, existen elementos característicos como: invocaciones, mensajes y maneras fijas para empezar y terminar el corrido. Aquí siguen unos ejemplos:

Voy a contarles señores todo lo que yo sufrí, desde que dejé mi patria,

por venir a este país. (‘El Deportado’, en: Strachwitz 1994: 42)

En estos versos al inicio del corrido ‘El Deportado’, el poeta da una introducción a su tema y el cantante del corrido también pide la atención de su público, congregado en el mercado u otro lugar para escuchar su canción, relatada en la primera persona.

Una segunda manera clásica para empezar un corrido consiste en dar lugar y fecha de los acontecimientos de la historia:

El año de novecientos treinta y cinco que pasó, cuando estaba más contenta,

Rosita Alvírez murió. (‘Rosita Alvírez’, en: Gómez Gómez 2007: 25)

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En los corridos, una fórmula poética casi permanente es la estrofa con que el poeta se despide del oyente. Según Américo Paredes, la despedida forma un elemento típico y importantísimo en la estructura del corrido: “it is a formal device for achieving a sense of unity and completeness” (Paredes 1986: 211). Un ejemplo del corrido de ‘Gregorio Cortez’:

Ya con ésta me despedido a la sombra de un ciprés.

Aquí se acaba el corrido

de don Gregorio Cortez. (Paredes 1986: 210-211)

Otro elemento característico del corrido forma el tópico en el que un pájaro funciona como mensajero:

Vuela, vuela palomita, párate en aquel ciprés, anda a ver cómo le fue

7 Marina Díaz López ha escrito un artículo sobre la película basada en este corrido: Yo maté a Rosita Alvírez.

Véase Hermans 2006: 39-63.

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a don Fernando el francés. (‘La Elena’, en: Strachwitz 1994: 48)

En este ejemplo se ve un mensaje, que suele aparecer al principio, en medio o al final del corrido. Aquí, el mensaje que tiene la paloma es la ejecución de la Elena por su infidelidad y la advertencia de la doña a otras mujeres casadas, que sean fíeles: “las mujeres casadas/ que agarren ejemplo en mí” (p. 50). Este mensaje anticipa así la moraleja con que a menudo finaliza el corrido. Se hace notar que el marido, don Benito, no mata al amante de su esposa, el francés Fernando: el mensaje aquí trata de machismo y los deberes de la esposa solamente.

El origen de esta fórmula típica (“Vuela, vuela palomita”) se encuentra en las canciones de boda del folklore leonés y Felisa de las Cuevas da un ejemplo de estas coplas que se cantan al ofrecer sus presentes:

Vole, vole la paloma por encima del olivo;

el presente que ahí va

es el del señor padrino. (Citado en Mendoza 1976: XXI)

Este tema del mensaje llevado por un pájaro es una indicación de su origen hispánico y se encuentra ya en los romances carolingios. Sin embargo, en corridos se ven también otros animales, como por ejemplo el conejito en ‘La muerte de Emiliano Zapata’:

Corre, corre, conejito, cuéntale a tus hermanos:

ya murió el señor Zapata,

el coco de los tiranos. (Kuri-Aldana y Mendoza- Martínez 2001: 415)

En este corrido también una rana, un charquito y un gorrión cantan una serenata sobre el general Zapata, gran defensor de los pobres, hombre que quiso darles libertad, y el corridista concluye: “¿Dónde hubo un charro mejor/ que mi general Zapata?” (Ibidem: 415).

En los corridos, afirma Mendoza, aparecen con frecuencia invocaciones a la divinidad y a la patrona de los mexicanos, la Virgen de Guadalupe, subrayando los sentimientos piadosos del pueblo mexicano, expresados aun por hombres bragados (Mendoza 1976:

XXIII). Así encontramos ejemplos como el siguiente de ‘Valentín de la sierra’, cuando el héroe valiente, el revolucionario Valentín, va a ser fusilado:

Antes de llegar al cerro Valentín quiso llorar:

Madre mía de Guadalupe

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por tu religión me van a matar. (Muñoz Pólit 2007: 66)

El corridista aquí da un claro vínculo entre la religión popular y el revolucionario valiente, como se ve también en la canción ‘With God on our side’ (Con Dios a nuestro lado) de Bob Dylan. Sin embargo, también existen ejemplos más cliché, como cuando la hermosa y orgullosa Rosita Alvírez niega bailar con Hipólito, y así hiere el honor del hombre. Por consecuencia, Hipólito le mata. Rosita va al Cielo, “dándole cuenta al Criador” e Hipólito está en la cárcel (Gómez Gómez 2007: 26). Como en ‘La Elena’, la mujer paga las consecuencias de sus acciones con su vida. Al contrario, el hombre en este mundo machista y violento sale con vida.

En su libro La Canción Mexicana, que contiene un estudio y una antología de la canción lírica de México, Vicente T. Mendoza explica que el uso del estribillo forma un elemento característico de la canción mexicana, prestándole “brillantez y originalidad”

(Mendoza 2005: 44). Al mismo tiempo la repetición de los temas en manos de un autor de mucho talento puede intensificar el drama y el desarrollo de la canción, como se ve en el estribillo de ‘El hombre pobre’ (Mendoza 2005: 164).

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Sin embargo, el estribillo es un elemento muy raro en corridos. Doy tres ejemplos: el simbólico corrido ‘La mula’, ‘Suicidio de Juan Reyna’ y ‘La cucaracha’. En ‘La mula’, el estribillo sobre el animal de Texas (“no está de aquí” – los tejanos y los mexicanos no se entienden) que no quiere trabajar o escuchar es el irónico y frecuente comentario “-¿Qué dice, amigo?/ -¡No digo nada!”(Kuri-Aldana y Mendoza-Martínez 2001: 466-467).

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En el corrido llamado ‘Suicidio de Juan Reyna’, el corridista repite casi palabra por palabra los cuatro primeros versos del corrido al final de la canción:

Vuela, vuela palomita, vuela, vuela, sin cesar, ve y cuenta ya a mis paisanos

lo que acaba de pasar. (Strachwitz 1994: 96-99)

En los versos finales de ‘Suicidio de Juan Reyna’ el corridista en el estribillo solamente cambia “ve y cuenta ya” por “ya contaste”. Probablemente, el aspecto narrativo evita la

8 El estribillo (el cuarto verso) de esta canción es: “dicen que [el hombre pobre] es flojo y no sabe trabajar”. En la última línea de la canción el autor cambia el estribillo en una defensa de los pobres, diciendo “que todos somos puritos hijos de Adán”.

9 En esta canción el corridista utiliza variaciones sobre líneas que no resultan en estribillos verdaderos, como “Ya no te quiero por mula, / ya supe tus picardías” y “Ya no la aguanto por mala, / ya supe sus picardías”. Los versos 3 y 4 en cada caso son diferentes, pero los versos 1 y 2 casi idénticos, solamente con sus variaciones en la línea uno con “mula”/ “mala” etc.

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adopción más general de este elemento característico de la canción mexicana, el estribillo.

También, mi ejemplo muestra la repetición de un elemento lírico, el tópico “Vuela, vuela palomita”, cuya función discutimos arriba.

El tercer ejemplo de un corrido con estribillo es el más famoso de mis tres ejemplos:

‘La cucaracha’. Esta canción procedente de ya antes de los años de la revolución mexicana existe en varias versiones: una, por ejemplo, sobre la política (Huerta, Carranza, Pancho Villa y Porfirio Díaz, en Gómez Gómez 2007: 40-41) y otra sobre las mujeres (Kuri-Aldana y Mendoza-Martínez 2001: 401). Sin embargo, el estribillo queda más o menos el mismo:

La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar;

porque no tiene, porque le falta marihuana que fumar.

En una versión de ‘La cucaracha’, se hace referencia al vehículo de Pancho Villa con sus guardias: su Ford T lleno de pasajeros parecía una cucaracha. Otras versiones del corrido refieren al dictador Victoriano Huerta que, según decían, consumía marihuana o refieren al tren transportando a las tropas porfiristas que no podía(n) mover sin madera/ comer. Todas las versiones de este corrido reflejan las varias actitudes personales de los corridistas.

En El narcocorrido, ¿Tradición o mercado?, un estudio sobre corridos y narcocorridos, los autores afirman que el corrido es una manifestación del arte popular, donde se expresan al mismo tiempo lo literario, lo bailable (según unos críticos) y lo musical (Tinajero Medina y Hernández Iznaga 2004: 9). Desde sus orígenes, el corrido tiene varios cometidos específicos, como: narrar, testificar, dar fe de hechos de una realidad inmediata dentro de un contexto histórico y social determinado (Ibidem: 113). En su estudio, los autores enfatizan que el corrido ha sido muchas cosas: un medio de difusión ideológica, un medio de preservación de la historia, de mitificación (de héroes de la revolución mexicana y también de narcotraficantes representados como héroes), el corrido ha sido un medio para muchos sentimientos colectivos y particulares, presentando visiones muy variadas y contradictorias.

Por eso, es necesario que en esta tesina observo límites estrictos. Como explicaré en los

capítulos sobre los corridos, me limitaré a esos corridos que tratan de, sobre todo, dos

presidentes estadounidenses de la época moderna (Kennedy y Obama) e investigaré la

ideología y la imagología en las representaciones de estos presidentes por los corridistas. En

el próximo capítulo presentaré mi marco teórico, basado en las teorías de la ideología y de la

imagología.

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2: EL MARCO TEÓRICO

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2.1. INTRODUCCIÓN

Generalmente, en muchos corridos se puede observar una representación muy estereotipada de los antagonistas. Por ejemplo, en los corridos de la Frontera, grabados en la primera mitad del siglo XX, los (norte)americanos son casi siempre explotadores, crueles y ricos, y en cambio, el héroe mexicano está representado, no solo como Robin Hood, sino como un héroe cuyas crueldades son representadas como para el bien de su pueblo. Tenemos un ejemplo: el corrido famosísimo de ‘Joaquín Murrieta’ (Strachwitz 1994: 38-40). En esta canción, Murrieta está representado como el gran defensor de los pobres y de los indios mexicanos, un bandolero como Robin Hood: “A los ricos avarientos, / yo les quité su dinero. / Con los humildes y pobres/ yo me quité mi sombrero” y “Al indio pobre y sencillo/ lo defendí con fiereza” (Strachwitz 1994: 38). Este benefactor de las víctimas de la explotación americana les venga, matando a más de mil doscientos, de esa manera castigando a los americanos, tanto sherifes como rinches (rangers): “Por eso salgo al camino/ a matar americanos”.

Según este corrido, los motivos de Murrieta en esta campaña de venganza contra los americanos incluyen: (1) su juventud como huérfano, sin dinero y sin amor, (2) los asesinatos de su hermano y de su esposa por “cobardes” (norteamericanos), (3) la anexión de California por Estados Unidos, (4) la arrogancia y el orgullo de los norteamericanos imperialistas. A pesar de sus asesinatos, Murrieta está representado como un hombre piadoso (con su fe de bautismo siempre en su sarape), que cree que Dios quiso que California sea de México e implica que Dios aprueba de sus acciones.

Este desarrollo continúa en nuestros días, como se puede constatar en los narcocorridos, los corridos más populares de este momento. En los narcocorridos, el héroe mexicano se ocupa del contrabando de drogas fuertes y/o blandas (marihuana), matar a americanos, rinches, sherifes o traidores mexicanos está representado como ‘normal’. El estereotipo es la idea de que aprovecharse de, o matar a, americanos ‘estúpidos’ que desean drogas o poder sobre los pobres mexicanos, es algo normal. Por ejemplo, en ‘Mis tres animales’, los Tucanes de Tijuana cantan sobre un protagonista que fue pobre, pero ahora es el gran señor”, gracias al dinero que gana con su perico, su gallo y su chiva (Tinajero Medina

& Hernández Iznaga 2004: 77). Estos tres animales encarnan metafóricamente tres tipos de

drogas: la cocaína, la marihuana y la heroína respectivamente. En la letra de Mario Quintero

no hay ningún lugar para compasión con drogadictos ni para responsabilidad por la parte de

los vendedores:

(18)

Dicen que mis animales van a acabar con la gente, pero no es obligación que se les pongan enfrente, mis animales son bravos,

si no saben torear, pues ni le entren.

(Tinajero Medina & Hernández Iznaga 2004: 78)

2.2. LA IMAGOLOGÍA

(19)

Una ciencia que se ocupa del estudio de estereotipos nacionales, como por ejemplo la representación de los norteamericanos como un pueblo explotador, es la imagología. Una definición de esta nueva y ecléctica ciencia, rama de la literatura comparada, incluye, según los expertos Manfred Beller y Joep Leerssen en su manual titulado Imagology, “the study of cross-national perceptions and images as expressed in literary discourse” y “research in the field of our mental images of the Other and of ourselves” (Beller y Leerssen 2007:

frontispicio y XIII). O sea, la imagología es la investigación de las percepciones y de las imágenes mentales que hacemos de nosotros mismos y de los Otros. Además, el campo de estudio de la imagología es el discurso literario y la imagología investiga los estereotipos, prejuicios, actitudes y otras imágenes que nos hacemos de los demás, es decir: de otros pueblos, naciones o razas.

Sabemos, pero casi siempre olvidamos, que la imagen que nos hacemos en nuestra mente de la realidad no siempre coincide con ella.

10

Aún más, esta imagen puede cambiar o convertirse en su contrario. Un ejemplo se puede ver en el “Mapa intelectual y cotejo de naciones” de Feijoo (López de Abiada et al. 2004: 15). Aquí Feijoo presenta dos imágenes de los holandeses: una negativa, otra positiva. Primero, la imagen de los holandeses como gente estúpida (opinión común/ prejuicio desde los romanos) y segundo, el contrario: un país admirado por las demás naciones por su gobierno, comercio y cultura, país del famoso Desiderio Erasmo y Hugo Grocio. En mi ejemplo, el estereotipo nacional sobre Holanda ha cambiado de nación de bárbaros (el prejuicio clásico sobre el Otro) a patria de filósofos eminentes. Por eso, Siebenmann ha introducido el nuevo término ’imagotipo’. Explica que a causa de la mutabilidad de las imágenes y la labilidad de las valoraciones, tiene que reemplazar el término ‘estereotipo’ (que sugiere una inmutabilidad) por el término

‘imagotipo’ (López de Abiada et al. 2004: 342). Siebenmann añade en su discusión de los viajeros en la época del descubrimiento del Nuevo Mundo y otros mundos, que los extra- europeos son percibidos como salvajes, rudos y traicioneros, libertinos que viven sin ley ni orden, claros imagotipos, porque “el hombre no ve lo que es o lo que está, sino lo que su mente le permite ver” (López de Abiada et al. 2004: 344). En cambio, también la idea contraria del ‘salvaje noble’ es un ejemplo de un imagotipo, producto idealizado de la época Romántica, proyección de sus ideas sobre los efectos destructivos de la civilización del Oeste.

Siebenmann presenta una lista muy útil de seis características de la imagología (López de Abiada et al. 2004: 41-42 y 340-342). En síntesis:

10 Véase mi discusión de la ideología, que explicará esto.

(20)

(1) En la representación de las imágenes nacionales se puede distinguir una estructura antinómica: lo propio vs. lo ajeno, con siempre la implicación de una valoración: el otro es fundamentalmente diferente, y sobre todo: peor o mejor que nosotros.

(2) Entre dos o más imágenes de una nación existe una relación de referencia. Solamente podemos acercar a la realidad usando una síntesis de varias imágenes. El contraste entre imagen propia e imagen ajena es capaz de un giro dialéctico, y se puede, por ejemplo, buscar el ideal, no en la imagen propia, sino en lo ajeno (como en el imagotipo del ‘salvaje noble’).

(3) La variedad de los imagotipos puede reducirse a un sistema, a ‘árboles’o ‘familias’ de imágenes.

(4) La resistencia y perdurabilidad de los imagotipos resulta en un incremento de la plausibilidad, y de allí una supuesta objetividad. A partir de la ausencia (aparente) de contradicción, estas representaciones coherentes aparecen como ‘verdaderos’.

(5) La correspondencia de autoimagotipos (imagotipos que caracterizan a su propio identidad) con heteroimagotipos (imagotipos que caracterizan al Otro) resulta en reforzamiento.

(6) Tales sistemas referenciales o macro-imagotipos o ideologías tienen la tendencia de asimilar rasgos contradictorios. Por ejemplo, la desnudez de los indígenas americanos fue vista como signo de inocencia (atributo del buen salvaje), pero más tarde también como escandalosa por cristianos pudorosos. Como hemos visto arriba, las imágenes y sus valoraciones pueden cambiar más que la palabra ‘estereotipo’ sugiere.

Siebenmann, con gran optimismo, cree que la imagología puede efectuar la abolición de los falsos prejuicios. Sugiere investigar las ideas preconcebidas, falsificando lo falso y verificando lo verdadero (López de Abiada et al. 2004: 347).

López de Abiada, a pesar del hecho de que cita la lista con las seis características de Siebenmann (véase arriba), está menos cierto sobre el papel de la imagología: “Huelga repetir que se trata de un primer acercamiento a una ciencia todavía in fieri, en la que confluyen, como queda indicado, varias y variadas disciplinas” (López de Abiada et al. 2004: 62).

Sin embargo, tres años después, Manfred Beller y Joep Leerssen perdieron al parecer

cada vestigio de duda sobre la importancia de la imagología, definiéndola en su manual

titulado Imagology como “the study of cross-national perceptions and images as expressed in

literary discourse” (Beller y Leerssen 2007: frontispicio). En un artículo introductorio

(‘Perception, image, imagology’), Beller suministra una descripción del objetivo de la

imagología: “It is the aim of Imagology to describe the origin, process and function of

national prejudices and stereotypes, to bring them to the surface, analyse them and make

(21)

people rationally aware of them” (Beller y Leerssen 2007: 12). También Leerssen, en su artículo ‘Imagology: History and method’, presenta observaciones importantes sobre la imagología, diciendo que

(1) estereotipos nacionales se encuentran sobre todo en la literatura imaginaria y poética. Por eso, la imagología principalmente estudia estas representaciones literarias.

(2) las representaciones de los caracteres nacionales no son productos de la observación empírica y/o de hechos objetivos, sino de tropos intertextuales, de ideas comunes.

(3) fuentes literarias, dependiente de su posición en el canon, tienen una amplia aceptación e interés. Una obra teatral como El comerciante de Venecia, por William Shakespeare, claramente parte del canon literario, muestra actitudes cambiantes hacia judíos tanto en el período del autor como en los siglos siguientes, como se puede ver en la historia de su recepción. Además, el canon literario puede funcionar como depósito de la memoria histórica.

(4) la literatura con frecuencia usa la presuposición de la suspensión de la incredulidad (the willing suspension of disbelief del critico inglés Samuel Taylor Coleridge): todo el público sabe que, por ejemplo, el comerciante de Venecia que sale a escena no necesariamente es judío, sino solamente es un actor (Beller y Leerssen 2007: 26).

Según Leerssen, factores como las observaciones arriba subrayan la importancia de la imagología como una especialidad dentro del campo de los estudios literarios. Leerssen continúa presentando una lista de no menos de once características metodológicas de la imagología. Entre ellas resaltan los siguientes métodos y perspectivas:

(1) La imagología, como teoría de estereotipos culturales o nacionales, estudia representaciones como estrategias textuales y como discurso. La referencia es textual e intertextual, pero el imagologista no verifica ni falsifica la verdad o ausencia de la verdad de la referencia.

11

(2) La imagología no es una forma de la sociología – su objetivo es entender un discurso de representación.

(3) Las fuentes de la imagología son subjetivas. Para el imagologista la representación de la nacionalidad en el contexto del texto o discurso y los dinámicos entre las

‘heteroimágenes’ (caracterizando al Otro) y las ‘autoimágenes’ (caracterizando a su propia identidad) son muy importantes.

(4) Las características que la imagología estudia no se puede probar. Una frase como

‘los americanos son explotadores’ (a) hace resaltar una nación del resto de las

11 Aquí hay un conflicto con Siebenmann, que cree que la imagología puede efectuar la abolición de los falsos prejuicios (López de Abiada et al. 2004: 347). Personalmente pienso, como Leerssen, que también estereotipos pueden dar información importante sobre representaciones, tanto positiva como negativa, la verdad o no.

(22)

naciones como diferente o típico y (b) sugiere una motivación moral y colectiva- psicológica.

(5) El intertexto de la nacionalidad representado es un tropo. Este tropo existe dentro del contexto del texto en el que ocurre. Cada texto literario también tiene un contexto histórico, con su política de clases y sus diferencias locales que influyen al autor en cuestión.

(6) La perspectiva pragmática-funcionalista investiga el problema de ¿cuál es el público objetivo del texto y hay información sobre la recepción y el impacto del texto?

(7) Imágenes pueden cambiar entre sentidos contrarios y valores contrarios.

(8) Caracterizaciones nacionales son comparatistas: el otro está contrastado con nosotros en polaridades genéricas y morales, como en ‘del norte y cerebral’ vs. ‘del sur y sensual’ o ‘del oeste, individualista y activo’ vs. ‘del este, colectivo y pasivo’.

Entonces, la imagología no aborda identidades nacionales, sino relaciones a través de la frontera. En el contexto de esta tesina: los norteamericanos vs. los mexicanos, por ejemplo (Beller y Leerssen 2007: 27-29).

Finalmente, Manfred Beller, en su artículo sobre la perspectiva o el punto de vista o la focalización (conceptos casi sinónimas, según Beller) afirma que los puntos de vista que encontramos en textos literarios forman variaciones sobre el tema básico del gran encuentro entre el mundo y el autor/ narrador mismo (Beller & Leerssen 2007: 396-397).

En las características que el ‘yo’ percibe en el Otro o en los Otros, características numerosas y con frecuencia contradictorias, se pueden (según Beller) distinguir cinco factores que deciden qué rasgo característico está activado: (1) la proximidad geopolítica, (2) topoi en la tradición, (3) las implicaciones del pasado, (4) los intereses culturales, políticos o económicos y (5) las opiniones colectivas del momento. En el caso de los corridos sobre presidentes estadounidenses como Kennedy y Obama cada uno de estos rasgos es relevante: México y Estados Unidos son países vecinos, comparten una historia larga de guerras y de explotación, pero también de un interés mutuo. Los dos países tienen opiniones muy diferentes sobre el otro país, tanto negativas como positivas opiniones. Se pueden también indicar ejemplos de estos rasgos en los corridos sobre, por ejemplo, Barack Obama (véase el capítulo 4.3), presidente estadounidense que también es popular en México y está admirado por muchos chicanos y mexicanos.

(23)

2.3. LA CRÍTICA DE LA IDEOLOGÍA

En el análisis de los corridos sobre presidentes de Estados Unidos existen tanto aspectos de la

imagología (p. ej. estereotipos nacionales) como aspectos de la ideología, y por eso

continuamos con una discusión del concepto de la ideología. En su libro Ideology: An

Introduction (La ideología: una introducción), el crítico literario Terry Eagleton da un

(24)

análisis y traza la historia de este concepto. Como no existe una sola definición adecuada de la

‘ideología’, Eagleton presenta no menos de dieciséis definiciones de la ‘ideología’, cada una diferente y cada una con su propia atracción. Esta lista incluye las cuatro siguientes: primero,

“el proceso de la producción de sentidos, signos y valores en la vida social”, después “(falsas) ideas que ayudan legitimar un poder político dominante” y al final, “el proceso en el que la vida social se convierte en una realidad natural” (Eagleton 1991: 1-2).

Como se ve en estas cuatro definiciones de Eagleton, una ideología racionaliza relaciones sociales, las representa de una manera diferente y más hermosa, y ayuda a la gente tolerar la injusticia que sufre. Entonces, el conflicto entre la ‘realidad’ y la representación ideológica desaparece, la representación por el régimen de la realidad parece ser natural e inevitable, y no hay alternativas. Como ha dicho Eagleton sobre las razones de personas para aceptar un gobierno con cuyos valores no están de acuerdo:

Reasons [why] people will fall into line: because they can see no workable alternative to what they have, because they are too busy caring for their children and worrying about their jobs, because they are frightened of the consequences of opposing a particular regime. Ideology plays a part in persuading people to tolerate unjust situations (Regan 1998: 245).

Entonces, la ideología ayuda a persuadir al pueblo de tolerar la injusticia, como se ve en la situación desigual de los mexicanos vs. su gran hermano, los norteamericanos.

En su ensayo ‘Marxist Literary Theory’, Eagleton destaca que la crítica de la ideología se ocupa en general con la relación entre obras literarias y formas de conciencia social (Regan 1998: 256). También esta crítica ha llevado unas implicaciones de un carácter sutil y epistemológico, porque uno puede preguntarse si el arte es reflexión, desplazamiento, proyección, refracción, transformación, producción o reproducción de sus condiciones sociales (Regan 1998: 170 y 256). Eagleton se pregunta si se trata aquí de una encarnación de la ideología social o de una crítica de ésta. El problema, como siempre, es el de la definición exacta del concepto de la ideología.

Las ideas de Ernst van Alphen, en su introducción a la crítica de la ideología, pueden

ayudarnos a formular una definición sucinta y práctica (van Alphen 1987: 59). Van Alphen

concluye su discusión con una formulación de una definición de ‘código’ e ‘ideología’. El

autor define un código como una regla convencional que pone una expresión (un signo o sea

el ‘signifiant’ de Saussure) en correlación con un sentido (el ‘signifié’ de Saussure). Este

sentido es unilateral, pero crea la impresión de ser completo y ‘verdadero’. Aparte de la

(25)

unilateralidad ideológica hay una segunda unilateralidad que es consciente y causada por táctica. Se puede defenderla con argumentos y está al servicio de un objetivo claro: difamar al enemigo e idealizar a sus amigos (ignorando sus faltas y posibles crímenes), por ejemplo.

Claramente, en los corridos se ven ambos tipos de unilateralidad, tanto el causado por ideología como el por táctica.

La definición de una ideología, según van Alphen, es la de un código fosilizado. Aquí se trata de un sentido especial, unilateral, pero que parece ser natural, ‘normal’ en el sistema.

Después en esta tesina, usaré una mezcla de las definiciones de Eagleton y van Alphen.

En este capítulo sobre mi marco teórico, he presentado los conceptos derivados de la imagología y la ideología que puedo utilizar en mi análisis de los corridos sobre presidentes estadounidenses como Kennedy, Bush y Obama. Prejuicios sobre los americanos, por ejemplo, abundan en estos corridos y presentan una visión nueva y diferente del Otro.

También se ven códigos fosilizados como ‘el pobre mexicano’ en estos corridos.

Características como el uso de estereotipos nacionales y de códigos fosilizados hacen imprescindibles el enfoque de ambas ciencias: tanto la imagología como la ideología. En este proceso, una ciencia sirve como complemento de la otra.

Se pueden distinguir claras diferencias en estos corridos sobre presidentes, causadas por la imagología y la ideología personal de los corridistas de la época clásica (hasta los años de la revolución mexicana), de los corridos sobre Kennedy (aproximadamente 1963) y, finalmente, los corridistas casi medio siglo después, sobre Obama, Bush, etc. Productos de tiempos diferentes, de épocas con sus focos diferentes, es evidente que el punto de vista cambia con los períodos en los que los corridistas viven y cuya influencia forma y afecta a la obra del artista en cuestión.

En la época clásica del corrido, de la canción y de la forma híbrida de la corrido-

canción, los corridistas utilizaban el género del corrido héroe y del corrido de la víctima. Las

grabaciones de los años treinta reflejan productos de la frontera, escrito por y desde el punto

de vista de mexicanos: los americanos están representados como los Otros, los enemigos, los

explotadores. Sin embargo, décadas después, cuando corridistas escribieron sus corridos sobre

Kennedy, el clima había cambiado. La mayoría de estos corridistas eran chicanos, viviendo en

Estados Unidos, y su opinión de los americanos ha cambiado: es verdad, continúan existiendo

americanos que están representados como enemigos y explotadores como antes, pero también

existen excepciones: americanos que están representados como seres buenos, Otros positivos

e inspiradores como el presidente Kennedy en sus pocos breves años en la Casa Blanca.

(26)

En suma, en esta tesina mi hipótesis será: ¿Se puede ver la influencia de la ideología del corridista en esta representación en corridos sobre los presidentes Kennedy y Obama? Es decir, se puede indicar una imágen idealizada o no; el presidente norteamericano, por ejemplo, ¿está representado como diablo o ángel, como símbolo de la explotación económica o como un Papá Noel?

3. LOS CORRIDOS SOBRE KENNEDY

3.1. LA IMAGEN Y LA TRADICIÓN LAUDATORIA

(27)

En su manual Imagology, Joep Leerssen ofrece en el artículo ‘Image’ una definición bastante amplia de la imagen: “The mental or discursive representation or reputation of a person, group, ethnicity or ‘nation’” (Beller & Leerssen 2007: 342). Esta clarificación no solo incluye el estudio de estereotipos nacionales (o imagotipos), sino también refiere a la representación o reputación en la mente o en el discurso de una persona, un grupo o una etnia.

En este capítulo hablaremos sobre todo de los corridos escritos por chicanos o mexicanos sobre el presidente estadounidense Kennedy, corridos que reflejan las percepciones e imágenes mentales que los corridistas tenían sobre esta representación del Otro.

Los corridistas sobre Kennedy continúan una tradición ya existente. Un ejemplo típico de esta tradición constituyen los corridos sobre Francisco I. Madero, también un presidente popular, nacido en una familia rica y asesinado joven.

12

En el año 1911, después de treinta años de dictadura porfirista, el terrateniente Madero, “El Apóstol de la Democracia” (Krauze 1997: 245) ganó las elecciones presidenciales, elegido por el voto popular. En las palabras del Plan de Ayala (noviembre de 1911): “con el apoyo de Dios y del pueblo” (Silva Herzog 1986:

287).

Hombre generoso, pero también políticamente ingenuo, Madero pensaba que los problemas fundamentales del país eran políticos y habían sido resueltos con el éxito de sus lemas “sufragio efectivo” y “no reelección”: Porfirio Díaz renunció. “Bueno como el pan”

(Luis Garfias 1982: 20), hijo de una élite rica, Madero negaba la pobreza extrema y las otras necesidades de los campesinos,

13

los deseos de los zapatistas (con su ejército popular) y de los villistas, subestimando al mismo tiempo el peligro de las fuerzas conservadoras: los porfiristas, el ejército no purgado, los caciques opresores y los hacendados feudales. Rebeldes como los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz fueron capturados, pero continuaban su rebelión desde su prisión. El embajador estadounidense Henry Lane Wilson, típicamente un protector de los intereses económicos de EEUU, jugó un papel importante en los golpes militares que terminaron con el gobierno maderista (Burns & Charlip 2007: 192). El gobierno de Madero, reformista como lo iba a ser él de Kennedy, fue involuntariamente breve:

solamente catorce meses. Fuerzas conservadoras y católicas, particularmente en el Senado, apelaron al ejército federal para organizar golpes, liderado por Reyes, Félix Díaz y finalmente por Huerta (Hernández Chávez 2006: 218). En 1913 Madero fue depuesto por orden de

12 Francisco Indalecio Madero nació en 1873 en Coahuila, estado mexicano en el norte del país. Fue asesinado en 1913, en la edad de cuarenta años. John Fitzgerald Kennedy (1917-1963) murió a la edad de cuarenta y seis años.

13 El General Luis Garfias M. en su La revolución mexicana cita cifras que indican que en 1910 el 80% de la población dependía de un salario de 18 a 25 centavos diarios. Los precios de los alimentos básicos eran de 13 centavos el kilo de arroz y de 10 él de frijol (Luis Garfias 1982: 9).

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Victoriano Huerta, el general brutal del ejército porfirista, y el presidente legítimo fue asesinado unos días después. La imagen positiva de Madero, a pesar de los hechos de un político poco eficaz, se puede inferir de los corridos dedicados a este presidente mexicano, símbolo de la esperanza popular en sus días.

En el ‘Corrido maderista’, el corridista refiere al famoso cometa Halley, visible durante los primeros meses de 1910 (Raquel Thiercelin 1972: 57-58). A causa de su brillo y sus dimensiones, la gente creyó que el cometa anunció algo importante (en retrospectiva): la revolución mexicana y el fin del porfirismo. Según el corrido, el presidente reunió el país (“¡ Qué vivan los mexicanos!/ ¡ Qué viva México entero!”), representación de unidad nacional que no es en conformidad con los hechos que vimos arriba. Como en el ‘Corrido de la muerte de Madero’ (véase después), el corridista vincula a Madero con la aprobación de la Virgen de Guadalupe: “¡Madre mía de Guadalupe,/ llénalo de bendiciones!”

También en ‘De la llegada triunfal de don Francisco I. Madero’, el corridista da voz a la ola de esperanza mexicana al inicio del gobierno de Madero (Avitia Hernández 2007b: 53- 54). En el corrido se narra la visita de Madero a la ciudad de Monterrey, Nuevo León, durante una gira triunfal después de los comicios de 1911. El corridista representa al pueblo como

“valiente” y hace resaltar el aspecto de la liberación: “el pueblo va libremente” y Madero es el

“gran libertador”. En este corrido, la imagen del presidente también incluye su “valor” y su

“honor” en la batalla contra el dictador Porfirio Díaz:

Es honor bien merecido y se lo tiene ganado, pues con valor decidió

un tirano ha derrocado (Avitia Hernández 2007b: 54).

Catorce meses después, otro tirano, Victoriano Huerta, reemplazó al gran libertador Madero y corridos fueron escritos sobre este hecho también. En uno de ellos, el ‘Corrido de la muerte de Madero’, el corridista describe la aprehensión y asesinato del presidente por Blanquet y Díaz (Avitia Hernández 2007b: 79). Este corrido representa a Madero como un hombre con “gran corazón” y “enorme valentía”, pero también utiliza muchos términos con connotaciones religiosas, como mártir y “apóstol”, “redentor de la República… y del pueblo salvador”. La representación de Madero tiene así referencias religiosas a Cristo y a sus discípulos. No faltan ni la Virgen ni Dios en su representación de un Madero martirizado:

El veintidós de febrero [en 1913]

siempre se ha de recordar;

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la Virgen de Guadalupe y Dios lo han de perdonar.

La imagen de Madero en estos corridos refleja la (des)esperanza del pueblo, su deseo de tener un presidente perfecto.

3.2. INTRODUCCIÓN DE UN PRESIDENTE FAMOSO

En los corridos sobre Kennedy y su asesinato también veremos una idealización, pero esta vez

de un presidente ‘extranjero’, visto por ojos chicanos y mexicanos. Los 23 corridos que Dan

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Dickey coleccionó en The Kennedy Corridos, A Study of the Ballads of a Mexican American Hero, tratan a Kennedy como un héroe mexicano americano.

Los corridistas en los corridos dedicados al presidente estadounidense John F.

Kennedy, evocan sobre todo la reacción de la gente común, tanto en México como en el resto del mundo, al asesinato de Kennedy en Dallas, Texas. Los escritores de estos corridos son generalmente personas con poca educación, como se puede deducir, por ejemplo, de la versificación muy irregular y de rimas extrañas en corridos como A y H: “jetes/ States” y

“tres/ Unites [sic] Estates” (Dickey 1978: 61 y 77). En O el corridista hace errores gramaticales o utiliza regionalismos como (tu) “pasastes” y “fuistes” por el gramaticalmente correcto “pasaste” y “fuiste”, y escribe “haigas” en lugar de “hayas” (Dickey 1978: 97). Es otra indicación de que corridistas generalmente no son eruditos lingüísticos o ya no dominan bien la lengua castellana. También en el corrido P, el corridista hace un error en su español y dice “mil nuevecientos” por el año mil novecientos (Dickey 1978: 99).

En sus retratos del presidente popular, estos corridistas describen a un gran hombre idealista, valiente y noble, gran amigo de los mexicanos y de los oprimidos, gran líder del mundo y un católico que quiere a Dios y obedece sus leyes. “Gran(de)” o incluso “gigante” es el aspecto característico más frecuente en las 23 variaciones que presenta Dan Dickey en su libro The Kennedy Corridos.

Fotografías con esta imagen idealizada se pueden ver en los periódicos y revistas de ese tiempo: una familia feliz en la Casa Blanca, con un papá inspirador y joven, una mamá guapa y creyente y dos hijos perfectos. También en las fotos del funeral, se ven imágenes de una familia atractiva y valerosa, incluso (¿o sobre todo?) a la hora de la adversidad.

14

Es evidente que los corridos sobre Kennedy son los productos de un clima nutrido por imágenes nobles como éstas.

Claramente, los corridistas, y el público en general, han sido influenciados por el contexto sociopolítico en sus percepciones de la realidad. Para darse cuenta de la limitación con que los corridistas han enfocado sus temas, es imprescindible presentar el contexto en el que ellos escribieron sus corridos. Por eso, empiezo por dar una breve exposición sobre el presidente Kennedy, una breve descripción de su vida, basada en unas biografías y obras políticas sobre este período.

14 En Shooting Kennedy, JFK and the culture of images, p. 253, se ve una fotografía en frente de la Casa Blanca, unos pocos días después del asesinato. Jacqueline Kennedy está en el centro, con sus dos hijos, la madre de Kennedy y sus hermanos Robert y Ted Kennedy. Todos están de luto, vestidos de negro y la atmósfera se parece a una tragedia greca.

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3.3. LA VIDA Y LA REPUTACIÓN DE KENNEDY

El protagonista de estos corridos, el político norteamericano John Fitzgerald Kennedy (1917-

1963), hijo de una familia rica y católica (como Madero), ya muy joven era diputado y

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senador demócrata. En 1960 fue elegido presidente de Estados Unidos. En los ojos del público, su política se caracterizó por su dinamismo en el interior (supresión de la discriminación racial) y por su firmeza frente a la U.R.S.S. (en la crisis de Berlín, 1961; en Cuba, donde consiguió la retirada de los misiles soviéticos, 1962). En sus discursos elocuentes, Kennedy propuso a los norteamericanos conseguir y superar una doble Nueva frontera: primero, la de una mayor justicia social en Estados Unidos y en el mundo y, segundo, la de la tecnología, con el objetivo de llegar a la luna. El presidente Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas, el 22 de noviembre 1963.

Sin embargo, esta breve introducción no dice mucho sobre su reputación, su imagen, tanto en los ojos de los expertos, como en los ojos de la gente común, cuyas opiniones son reflejadas en los corridos sobre Kennedy. Empezamos con la opinión de los expertos. El historiador Eric Hobsbawm, con característica franqueza, describe a Kennedy como ‘the most overrated US president of the [ twentieth] century’ (Hobsbawm 1994: 243)

15

y el biógrafo Robert Dallek en su An Unfinished Life explica que Kennedy no era un presidente distinguido como el famoso Washington, Lincoln o F. D. Roosevelt:

The want of landmark legislation, an overly cautious response to black pressure for equal treatment under the law, and a mixed record in foreign affairs, where success in the missile crisis [¡Fidel Castro!] and with a test ban treaty are balanced against unresolved Cuban problems and deeper involvement in Vietnam, have persuaded scholars that Kennedy was not a truly distinguished president (Dallek 2003: 700).

A pesar de estas calificaciones negativas sobre un presidente sin éxitos verdaderos, el pueblo continuó (y siempre parece continuar) creyendo en Kennedy como un líder y un presidente importante y sincero. Sin duda, no solo su asesinato, sino también los medios de comunicación de masas como la televisión, que capturó su aspecto de hombre guapo, joven, sano, deportivo, encantador, su ingenio, idealismo retórico (véase sus discursos, 3.4) y esperanza, todas estas impresiones e imágenes contribuyeron a su magnetismo personal.

Típicamente, en su vida personal la imagen y la realidad no coinciden, como se puede ver en, por ejemplo, su salud y su vida sexual. El primero de estas, su salud, era solamente apariencia: sufrió de artritis, de un dolor constante en su espalda, de posiblemente la enfermedad de Crohn, de osteoporosis y de varios otros padecimientos. Por consecuencia, fue a parar frecuentemente en hospitales y andaba con muletas (¡sin embargo, casi nunca en

15 En una investigación de 1988, setenta y tres historiadores y periodistas se expresaron de la misma manera y describieron a Kennedy como “the most overrated public figure in American history” (Dallek 2003, 700).

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frente de las cámaras!)

16

. El segundo ejemplo del conflicto entre la imagen y la realidad en la vida personal de Kennedy se puede ver en su vida sexual. Gran Don Juan desde sus días en Harvard (Dallek 2003: 45-47), la imagen pública de un Kennedy, feliz y contento con su esposa guapa y con sus dos niños adorables no era en conformidad con los hechos personales.

Como su padre, John también tenía gran número de amantes, entre las cuales sobresale la actriz Marilyn Monroe. Su mala salud y su expectación de morir joven, pueden haber sido la causa de una manía de disfrutar la vida mientras fuera posible. Y Hellmann sugiere un vínculo entre la juventud enfermiza de Kennedy y su gran interés en las películas de Hollywood, cuyos héroes eran sus modelos. Aparentemente, héroes como James Stewart y Cary Grant le enseñaron su magnetismo sexual, su personalidad idealizada, una combinación del estilo aristocrático de Grant y del idealismo de Stewart: “In Kennedy’s image, manipulative charm and cool wit combined with disarmingly urgent idealism and vulnerability” (Hellmann 1997:

94).

3.4. LA AUTO-IMAGEN DE KENNEDY

Para que la imagen que se presenta en los corridos siguientes sea puesta en su perspectiva correcta, empiezo con unos ejemplos de las auto-imágenes que el (futuro) presidente ofreció

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