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Nosotras: memorias y experiencias colectivas de mujeres rurales por los derechos de la mujer y en defensa de la naturaleza El caso de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, Chile.

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Iconografía por ANAMURI

Nosotras: memorias y experiencias colectivas de mujeres

rurales por los derechos de la mujer y en defensa de la

naturaleza

El caso de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas,

ANAMURI, Chile.

Por Karina Cárdenas Moraga

1

Master Thesis Latin American Studies

CEDLA Master’s Programme

Número de estudiante: 12153117 Supervisores: Arij Ouweneel Annelou Ypeij

Noviembre, 2019.

1 Correo electrónico: kacarden@uc.cl

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Agradecimientos

En primer lugar, quiero agradecer a la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, por abrirme sus puertas para conocer el trabajo que han realizado por más de veinte años. Esto ha significado para cada una de sus socias sacrificios personales, pero también la oportunidad de brindar un espacio a muchas mujeres para compartir y luchar contra las discriminaciones hacia la mujer en Chile. Especialmente quiero agradecer a Alicia Muñoz y Mafalda Galdames por su generosidad en enseñarme sobre la organización y ayudarme durante mi trabajo de campo. Aprendí de ambas el valor del compromiso por los derechos de la mujer. Agradezco también a Alejandra Carrillo de la Agrupación de Campesinas de la Patagonia, y a Ingrid Bastias de Newenmuri, por recibirme en sus casas, compartir sus vidas conmigo y enseñarme lo que significa ser una mujer en el mundo rural.

Quiero agradecer también a mis supervisores quienes me guiaron para poder realizar esta investigación. A Arij Ouweneel por apoyarme siempre e inspirarme con su trabajo y clases sobre memoria en Latinoamérica, y a Annelou Ypeij, por compartir generosamente sus conocimientos en cómo entender las problemáticas de los estudios de género. A ambos, muchas gracias por todo. Agradezco también a mis compañeros, Anne, Isa, Max y Martha, por su buena energía y compañerismo durante el máster. Gracias especiales al profesor Fabio de Castro, por su paciencia, dedicación y alegría que siempre compartió con nosotros. Y gracias al Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos, CEDLA, profesores y staff de trabajadores.

Finalmente quiero agradecer a mis amigos en Holanda por su apoyo, y a mi familia y amigos en Chile que a pesar de la complicada situación actual que viven han estado conmigo, aunque sea a la distancia.

Y a mi esposo Diego, por su amor y apoyo incondicional durante todo este proceso, así como también agradecer a Facundo, nuestro hijo que viene en camino, por darme la fuerza para escribir esta tesis.

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Prólogo

Sólo le pido a Dios, que lo injusto no me sea indiferente.

(León Gieco).

Actualmente en Chile se vive una ola de manifestaciones y protestas que han elevado la consigna, ¡Chile despertó! Cansados de las desigualdades sociales producto de una sociedad neoliberal, la ciudadanía denuncia a las elites políticas y económicas chilenas de beneficiarse de este sistema que obliga a muchos chilenos y chilenas a vivir en condiciones precarias y en un ambiente de injusticia social. Lamentablemente, el gobierno de Sebastián Piñera fuera de responder oportunamente con diálogo decidió utilizar las fuerzas militares y policiales, tratando este despertar social como problema de orden público, por lo cual, desde el 18 de octubre, hemos visto violencia y abuso de poder en las calles de diferentes regiones del país. Con dolor hemos visto hombres, mujeres y niños heridos, personas encarceladas y muertas. Los últimos informes de Human Right Watch2 y Amnistía Internacional3, así como también del Instituto de Derechos humanos, INDH,4 han denunciado torturas y abusos sexuales que nos recuerdan nuestros peores años durante la dictadura de Augusto Pinochet. Así, esta tesis la he escrito observando atentamente con dolor y espanto la situación que han vivido miles de compatriotas, pero desde esta distancia que me da vivir al otro lado del continente, también he visto con alegría el despertar de un Chile que durante mucho tiempo ha aguantado las injusticias.

Que la alegría y esperanza vivida en las calles el 25 de octubre en la denominada Marcha

más grande de Chile5 y que convocó a más de un millón de personas, nos de fuerza para

seguir y construir un país mejor. Que este despertar se contagie al resto de Latinoamérica.

Esta tesis está dedicada a Gustavo Gatica, estudiante chileno, quien perdió la visión de sus dos ojos al recibir disparos por parte de la policía chilena. 6

2Ver: https://radio.uchile.cl/wp-content/uploads/2019/11/436978679-Informe-HRW.pdf 3 Ver:https://www.amnesty.org/es/latest/news/2019/11/chile-responsable-politica-deliberada-para-danar-manifestantes/ 4 Ver: https://radio.uchile.cl/2019/10/23/indh-reporta-mas-de-2-000-detenidos-y-376-personas-heridas/ 5 Ver: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50190029 6 https://www.eldesconcierto.cl/2019/11/26/confirman-que-gustavo-gatica-perdio-la-vision-de-ambos-ojos/

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Resumen de la investigación

La presente investigación analizó las narrativas y prácticas de la organización chilena Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI) y de sus socias. Específicamente se estudiaron sus narrativas y prácticas sobre la defensa de los derechos de la mujer y de la naturaleza. Al reunir mujeres con y sin herencias indígenas directas, ANAMURI enfrenta un gran desafío para propiciar la interacción entre mujeres con diferentes percepciones y experiencias en torno a lo rural. A pesar de estas diferencias, la asociación promueve el encuentro de mujeres con experiencias similares como son las discriminaciones de género en sus familias y comunidades, o la desigualdad en el mundo laboral. Esto facilita la creación de un espacio en común. Para conocer tanto sus diferencias y similitudes, así como también la coexistencia de éstas, se analizaron los discursos oficiales de ANAMURI, con particular énfasis en las memorias y experiencias de las socias sobre discriminaciones históricas por género y raza. Se realizó este ejercicio analítico para entender como las socias logran vincularse y construir memorias y experiencias colectivas. El conocer las memorias individuales de las socias y la construcción de una memoria colectiva entre mujeres rurales y rurales indígenas de ANAMURI fue la principal motivación de esta investigación. Debido a esto, ANAMURI fue entendida y analizada como una comunidad mnemónica. Complementariamente, y para profundizar el análisis de las memorias y experiencias colectivas, se utilizaron los conceptos de pensar memorioso, pensar geográfico y compartencia, provenientes de la teoría Ch’ixi.

Palabras claves: identidad social, comunidades mnemónicas, pensar memorioso, pensar

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Abstract

This research analyzed the narratives and practices of the Chilean National Association of Rural and Indigenous Women (ANAMURI) and its partners. Specifically, the narratives and practices on the defense of women's rights and nature were studied. By bringing together women with and without direct indigenous heritage, ANAMURI faces a great challenge to foster interaction between women with different perceptions and experiences related to the rural world. Despite these differences, the organization promotes the encounter of women with similar experiences such as gender discrimination in their families and communities, or inequality in the workplace. This facilitates the creation of a shared space. To know their differences and similarities, and their coexistence, ANAMURI's official speeches were analyzed, with emphasis on the members' memories and experiences on historical discrimination by gender and race. This analytical exercise was carried out to understand how members manage to connect and construct collective memories and experiences. Knowing their memories and the build of a collective memory between rural and rural indigenous women of ANAMURI was the primary motivation of this research. Because of this, ANAMURI was understood and analyzed as a mnemonic community. Complementarily, and to deepen the analysis of memories and collective experiences, the concepts of thoughtful thinking (pensar memorioso), geographical thinking (pensar

geográfico), and sharing (compartencia), from the Ch'ixi theory were used.

Keywords: social identity, mnemonic communities, thoughtful thinking, geographical

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Tabla de contenidos

Página

1. Primer capítulo: Trabajo de campo 7

1.1 Introducción 7 1.2 Marco Teórico 10 1.3 Pregunta de investigación 15 1.3.1 Conceptos claves 15 1.4 Metodología 16 1.4.1 Caso de estudio 17 1.4.2 Métodos de investigación 18 1.4.3 Acceso y posición como investigadora 24

2. Segundo capítulo: La posición de la mujer en el mundo rural: género y raza como determinantes claves

26

Introducción

26

2.1 Posición de la mujer en el mundo rural, lecturas oficiales y percepciones de las socias

26

2.2 Feminismo Campesino y Popular 28 2.2.1 Difusión del Feminismo Campesino y Popular 30 2.2.2 Discriminación y violencia de género en el mundo rural 32 2.3 La problematización sobre la raza y el diálogo con el feminismo 35

2.3.1 Champurrias 39

Observaciones finales del capitulo 41

3. Tercer capítulo: Conexión de las mujeres rurales y rurales indígenas con la naturaleza

42

Introducción

42

3.1 Defensa de la naturaleza: recuperando y preservando las herencias culturales rurales e indígenas

42

3.2 El rol de la mujer en la defensa de la naturaleza o del territorio: la lucha contra el sistema extractivista

46

3.2.1 Diferencias entre hombres y mujeres respecto a la conexión con la naturaleza

48

3.2. 2 Lo materno 48

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6

3.2.4 El extractivismo desde la opinión de las socias 51

Observaciones finales del capitulo 53

4. Cuarto capítulo: Construyendo un nosotras, prácticas colectivas en ANAMURI. 54

Introducción

54

4.1 Nosotras: el desafío de mantenerse unidas 54 4.2 Las prácticas colectivas de ANAMURI como la materialización del

nosotras.

60

4.2.1 Prácticas de sustentabilidad socioeconómica 61 4.2.2 prácticas de sustentabilidad cultural 65 4.2.3 prácticas de sustentabilidad ecológica 67 4.2.4 prácticas de agencia de la mujer 72 Observaciones finales del capitulo 76

5. Quinto capítulo: Conclusiones finales sobre la investigación 77

Anexos

a) Caracterización de las entrevistadas

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Bibliografía

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1.-Primer capítulo: Trabajo de campo

No sumisa ni obediente mujer fuerte insurgente independiente y valiente romper las cadenas

de lo indiferente no pasiva ni oprimida mujer linda que das vida (Anita Tijoux, canción “Antripatriarca”)

Introducción

En los últimos años han emergido una cantidad importante de organizaciones de mujeres para luchar en contra del sistema extractivista en Latinoamérica. Especialmente en contextos rurales. Estas mujeres han denunciado los serios efectos causados por este sistema no solo en la naturaleza, sino también en sus vidas, condiciones socioeconómicas y cultura (Castillo Fernández, 2019, Shiva et al., 2012). Podemos entender al sistema extractivista como un sistema económico basado en la extracción de grandes volúmenes de recursos naturales para ser principalmente exportados (González et al, 2016). Desde una perspectiva social, se le define también como una apropiación de recursos naturales, entendiendo que ésta se realiza fundamentalmente en contra de las personas y sus comunidades (Gudynas, 2017: 75). Este sistema se implementa instalando industrias extractivistas de gran alcance que provocan conflictos socioambientales, amenazan las formas de vida de las personas, e ignoran la valoración que ellas hacen sobre sus entornos (González et al, 2016). En este escenario, estudios feministas han señalado que las principales consecuencias del sistema extractivista sobre la vida de las mujeres serian, la precarización del trabajo de cuidado, la pérdida de autonomía económica, la vulneración del derecho a la alimentación y pérdida de soberanía alimentaria, la violencia intrafamiliar, violencia sexual, vulneración al derecho a la tierra y a la propiedad, la pérdida de identidad cultural, debilitamiento de los roles comunitarios y ancestrales de las mujeres, entre otros (Carvajal, 2016).

Para contrarrestar esta situación, mujeres rurales organizadas realizan prácticas de resistencia en contra del sistema extractivista. En el contexto chileno, los movimientos feministas y medioambientales también están dando cuenta de esta situación y ganando más atención de parte de la opinión pública. Similar a otros países latinoamericanos, el movimiento feminista en Chile ha argumentado que para entender las implicancias de este sistema económico es necesario estudiar las vivencias de hombres y mujeres de manera

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separada, pues a pesar de que incluso residan en un mismo lugar, factores de género, raza y clase diferenciarían sus experiencias cotidianas. Por esto, quise conocer agrupaciones de mujeres chilenas que abordan esta problemática. En mi búsqueda llegué a la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI), la cual se ha convertido en un referente nacional en la defensa de los derechos de las mujeres rurales y en la lucha contra del sistema extractivista en Chile. Es por esto que me propuse conocer y analizar las principales narrativas y prácticas de esta organización realizando una observación desde dentro, es decir desde las voces de sus propias socias que refuerzan y/o actualizan los discursos y acciones oficiales de la organización a través del diálogo, debate y acciones colectivas. Elegí a ANAMURI como caso de estudio, pues es una organización bastante particular, ya que como su nombre lo señala, reúne mujeres rurales con mujeres indígenas. Entendiendo que las mujeres indígenas pueden ser rurales también, utilizaré en esta investigación las nociones de “mujeres rurales y rurales indígenas” para distinguirlas y profundizar ciertos debates que existen dentro de la organización.

Ahora bien, ANAMURI no realiza actividades diferenciadas entre mujeres rurales o rurales indígenas o en base a otra distinción. Esta diferencia es enfatizada en los discursos de la organización con el objetivo de mostrar la diversidad que ellas reúnen. Así, principal desafío de ANAMURI es que todas las mujeres sientan que son parte de un espacio en común donde compartir sus experiencias y opiniones. Sin embargo, las socias con herencia indígena enfatizan esta diferencia con sus pares rurales en algunas ocasiones. Por ejemplo, cuando diferencian sus percepciones y experiencias de discriminación de raza, o cuando quieren nutrir la conversación respecto a la defensa de la mujer y de la naturaleza, que ellas observan como acciones políticas de reivindicación de su cosmovisión y del rol de la mujer. Para clarificar, las socias se reconocen así mismas o no como indígenas por múltiples razones. Una razón es haber nacido en comunidades o familias con herencia indígena, o el haber realizado la acreditación de esta herencia cultural en la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) entre otras. Una segunda razón, es debido a que algunas socias se ven a sí mismas como parte de la herencia indígena chilena. Ellas se sienten parte de esta herencia conciben sin necesariamente llevar un apellido indígena, hablar alguna lengua indígena o sin necesariamente pertenecer directamente a una comunidad indígena. Esta investigación, por tanto, se instala en este espacio de convergencia de múltiples narrativas y prácticas de lo rural

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y de lo indígena que finalmente caracterizan el activismo de esta organización. La riqueza epistémica que ofrece esta convergencia ayuda a complejizar el análisis sobre el mundo rural chileno y la situación de la mujer en él.

ANAMURI articula diferentes demandas en torno a la mujer como son sus derechos laborales, la promoción de los derechos de la mujer y el reconocimiento del rol de las mujeres en temas como la soberanía alimentaria, preservación de conocimientos y prácticas rurales e indígenas. Teniendo en cuenta estas demandas, esta investigación identificó y trabajó dos narrativas presentes en los discursos oficiales de la organización y en los relatos de sus socias, como son la defensa de los derechos de la mujer y la defensa de la naturaleza. Para esta investigación, se identificaron y agruparon prácticas de ANAMURI a partir de la siguiente clasificación: prácticas de agencia de la mujer, y prácticas de sustentabilidad

socioeconómica, cultural y ecológica. Ambas, narrativas y prácticas fueron observadas a

partir de los relatos de las socias de ANAMURI sobre sus memorias y experiencias como mujer en sus espacios familiares y comunitarios rurales, además por su participación en la organización. Ahora bien, aunque existe un porcentaje menor de mujeres urbanas dentro de la organización, la mayoría de sus socias vive en contextos rurales, por lo cual trabajé principalmente con la experiencia en el mundo rural de las mujeres.

Mi principal motivación para tomar como caso de estudio a ANAMURI fue conocer como las socias encuentran similitudes entre ellas, construyendo una memoria colectiva que las una. El estudiar el encuentro de memorias y experiencias de mujeres rurales y rurales indígenas nos permitirá conocer como en un contexto cultural diverso como ANAMURI, se puede construir narrativas y prácticas colectivas. Esto es importante para observar la construcción de la identidad social (Ypeij, 2016), es decir la imagen interna que comparten las integrantes de la asociación sobre sí mismas y el sentido de pertenencia que las compromete a continuar juntas. En este sentido, al enfocarme en el estudio de memorias colectivas, observaré a ANAMURI como una comunidad mnemónica (Ouweneel, 2018). Ahora bien, para caracterizar mejor la construcción de memorias colectivas de agrupaciones en contextos latinoamericanos, donde lo indígena es una narrativa esencial, complementé mi investigación con el uso de conceptos provenientes de la teoría Ch’ixi como son el pensar

memorioso, pensar geográfico, y compartencia (Rivera Cucicanqui, 2018). Creo que estos

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sobre la posición histórica de las mujeres en la sociedad, la conexión entre mujeres y naturaleza, así como también la unión que generan en sus prácticas colectivas. Así, la unión de narrativas de lo indígena y lo rural en ANAMURI, será el foco central de esta investigación para entender cómo se construyen memorias colectivas que en el caso de esta organización entenderé como la construcción del nosotras.

Finalmente, he organizado esta investigación de la siguiente manera: en este primer capítulo encontraremos el marco teórico y metodología del proyecto, además de conocer el caso de estudio. En los capítulos 2 y 3 se estudiará dos de las narrativas más importante de ANAMURI, como son la posición social de la mujer en el mundo rural, así como también la relación entre las mujeres y la naturaleza. En el capítulo 4 se revisarán las percepciones acerca de la unión de las socias que permite la construcción de una memoria colectiva, lo cual se materializa en sus prácticas de sustentabilidad socioeconómica, cultural, ecológica y de agencia de la mujer. Los capítulos 2, 3 y 4 están basados en el estudio de documentación oficial, entrevistas y observación participante realizado durante mi trabajo de campo. Se complementará este análisis, a partir del análisis visual de la iconografía producida por ANAMURI. En la conclusión, se retomara la pregunta de investigación, realizando una observación general de los principales hallazgos, limitaciones y desafíos de esta investigación.

1.2 Marco teórico

Las diferentes experiencias de vida, costumbres y valores pueden ser barreras para la comunicación social que muchas veces terminan por generar conflictos y distanciar a las personas. Sin embargo, muchos han decidido sobrellevar las diferencias y buscar puntos en común para crear espacios de encuentro y diálogo. Ahora bien, esto no significa que las diferencias puedan ser simplemente borradas o escondidas bajo la alfombra, sino que más bien el aprender a conocer y convivir con nuestras diferencias constituye un ejercicio de respeto y valoración por la diversidad. A partir de ello, se puede reconocer o construir desde las diferencias puentes de unión que permitan a las personas sentirse parte de un colectivo e interactuar de una mejor manera. Para ello se necesita la realización constante de ejercicios de escucha, de debate y diálogo en donde se pueda compartir libremente percepciones y experiencias. El encontrar puntos en común puede facilitar bastante la unión entre las personas. Si nos sentimos parte por ejemplo de una misma herencia cultural, o si nos sentimos

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víctimas de una misma situación puede hacer que las motivaciones por acercarnos a otros sean mayores. La interacción de personas y el sentido de pertenencia en un grupo puede analizarse a partir del estudio de la identidad social de tales agrupaciones, el cual es explicado por Ypeij (2000) como la autoimagen que perciben de sí mismos y son compartidos por los participantes de una agrupación, así como también los sentimientos grupales creados por interacciones sociales.

Entre las distintas motivaciones para agruparse con otros, algunos han decidido reunirse por la necesidad de conseguir reivindicaciones históricas, es decir mejorar la posición social que tienen en la sociedad y adquirir derechos negados o arrebatados históricamente. Esto puede verse más claramente en ejemplos como las demandas de comunidades indígenas, afrodescendientes y en los movimientos feministas, quienes luchan en contra de discriminaciones históricas por raza y género. En estos grupos la unión y el sentido de pertenencia puede entenderse desde la reflexión de su pasado y sus condiciones actuales. A este tipo de agrupaciones se les puede estudiar como mnemonic communities o comunidades mnemónicas, es decir comunidades que se caracterizan por compartir memorias pasadas (reales o no), patrimonio y narrativas comunes, conectando el pasado con el presente (Ouweneel, 2018). Dentro de ello, las narrativas y prácticas que realizan este tipo de agrupaciones son organizadas a partir de la articulación de significados dados por marcos simbólicos que son la base de su existencia. Los marcos simbólicos están anclados a schemas o esquemas. Desde la psicología y lingüista los esquemas se entienden como marcos metafóricos que articulan conocimientos y experiencias, produciendo una red de significados. Esta red de significados guía los comportamientos y creencias en una determinada narrativa, script o guión. Así, una mnemonic community o comunidad mnemónica, articula su unidad a partir de la interacción de narrativas (discourses/discursos) y prácticas o interacciones ritualizadas (doings/acciones). Las mnemonic communities se proyectan en la realidad o afuera a través de mnemonic aids o recursos mnemónicos, los cuales son artefactos, tipos de comportamiento, expresiones culturales y el reconocimiento de ser con otros miembros (Ouweneel, 2018).

Desde teorías latinoamericanistas, los procesos de memoria colectiva, específicamente la conexión del pasado, el presente y la posición del futuro puede entenderse como herencia de la cosmovisión indígena. Rivera Cusicanqui (2018) explica desde su teoría

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Ch’ixi que en la cosmovisión indígena la relación futuro-pasado son habitados desde el presente. En este caso, el pasado está delante de nuestros ojos, porque es lo único que conocemos, lo único que podemos mirar, sentir, recordar. Por tanto, el futuro solo es una carga de preocupaciones que se debe llevar en la espalda para poder avanzar. Dentro de este análisis, Rivera Cusicanqui, explica dos nociones que se entienden desde la relación pasado-presente. La primera noción es el pensar memorioso es decir el juego de la memoria como algo activo en la vida del presente. La segunda noción es el pensar geográfico como un pensar situado y vital como gesto epistemológico. Este pensar es otra herencia de la cosmovisión o paradigma epistemológico indígena que conecta el espacio con el tiempo, en donde “los seres animados o inanimados son sujetos, tan sujetos como los humanos, aunque sujetos de muy otra naturaleza” (pp.90). La autora continua y agrega que lo que realmente distinguiría a lo indio o epistemología de los mundos alternos con el capitalismo y antropocentrismo, es que “tenemos que pensar en una episteme que reconozca la condición del sujeto a lo que se llama objetos, ya se plantas, animales o entidades inconmensurables, como las estrellas” (Ibid.: 90). Es este sentido, la coexistencia no es solo vista desde la interacción entre seres humanos, sino que agregan a los seres no humanos, lo cual cambia las lógicas racionales de entender lo social y lo cultural.

La resistencia desde Latinoamérica al sistema capitalista, sobre todo desde los espacios comunitarios, se ha nutrido principalmente desde estas epistemologías indias o de mundos alternos que se contraponen al pensamiento técnico instrumental del capitalismo que objetualiza la vida humana y natural, así como también minimiza las construcciones culturales en torno a esta conexión. La principal crítica desde esta resistencia es como el pensamiento racional instrumental del capitalismo ha vuelto al mundo que rodea al humano como un mero recurso que se puede utilizar sin restricción sin importar su final desaparición. En este sentido, las lógicas altermundistas de la relación humano-naturaleza vendrían a recuperar o reconstruir el vínculo perdido que hace posible la continuidad de la vida a partir del respeto entre todos los seres. Es decir, se apela al recuperar la conciencia acerca de cómo los humanos han impactado en su entorno y la necesidad de hacerse responsable de ello. En palabras de Villarroel (2006) es importante una ética en el cual el sujeto asuma “la responsabilidad por las consecuencias previsibles de sus actos, desde la disposición

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fundamental del cuidado, por medio de la cual establece aquella solidaridad antropo-cósmica que el paradigma tecnocientífico ha desconocido en la era moderna” (pp.210).

Desde la conexión pasado-presente, también podemos analizar las demandas reivindicatorias que aparecen en los movimientos feministas latinoamericanos. Las principales reflexiones que se hacen, es sobre la posición histórica de la mujer en la sociedad, ya sea en sus espacios privados como particulares y como ello deriva en la imposición de roles que se derivan principalmente por la interacción de factores como el género y raza. Actualmente, entre movimientos feministas y medioambientales, o particularmente desde perspectivas como la ecofeminismo se analiza como la posición de la mujer se pone también en juego por el sistema económico capitalista y el uso de los recursos naturales. Esto es interesante, ya que estas mujeres homologan por ejemplo los efectos del sistema extractiva en la naturaleza como en sus vidas creando nuevas nociones sobre sustentabilidad no solo ecológica en términos tradicionales sino también sociales y culturales. Es cada vez más común ver expresiones públicas, en donde usan eslóganes como Ni la Tierra ni las Mujeres

son territorios de Conquista (ver imagen 1). Este eslogan ilustra la pelea por proteger a las

mujeres y a la naturaleza de ser tratadas como simples bienes económicos, lo cual ejerce violencia en contra de sus cuerpos, vidas y entornos culturales (Cuenca et al., 2015, Herrero, 2017). Por otra parte, aunque se crítica al extractivismo como un sistema económico violento, las mayores críticas del movimiento feminista latinoamericano señalan que este sistema es solo la manifestación de valores patriarcales, coloniales y capitalistas que operan y están enraizados en la sociedad (Segato, 2016). Estos valores priorizan el crecimiento económico y la acumulación sobre la sustentabilidad social, cultural y ecológica, así como también sobre la vida de las mujeres. Por tanto, se señala que el extractivismo “opera mediante el saqueo y la apropiación neocolonial y afecta de manera particular la vida de las mujeres” (Carvajal, 2016).

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Siguiendo estas discusiones teóricas, esta investigación reflexiona sobre la memoria y las experiencias de mujeres rurales y rurales indígenas activistas en organizaciones de mujeres. Especialmente como influye la interacción entre género y la raza, pues el contexto actual enfrenta nuevas amenazas que desafían tradicionales perspectivas de lo rural y lo indígena. Esto nos permite entender cómo es posible la organización e interacción de diversas mujeres en una comunidad y como las diferentes percepciones y experiencias provoca el reforzamiento o actualización de las narrativas y las prácticas de estas organizaciones. En este contexto, un punto de discordia que puede existir entre mujeres rurales y mujeres rurales indígenas es la visión de estas mujeres sobre lo rural, a partir de sus percepciones y experiencias de lo mestizo y lo indígena, Rivera Cusicanqui (2018) explica a partir del análisis de lo indígena y mestizo en Bolivia, que no es posible observar estas categorías como espacios de diferenciación en el presente ni tampoco como categorías fusionadas en una misma identidad. Por tanto, si queremos estudiar el mundo rural hoy, es importante observar la riqueza social y cultural producida por diferentes cambios históricos que lo afectado.

A partir de la teoría de lo Ch’ixi o esa mezcla rara que somos, Rivera Cusicanqui explica que el presente está en un tercer espacio o espacio intermedio donde existen una zona de incertidumbre, un espacio de fricción, de malestar, que no permite la pacificación ni la unidad (pp.78). En este sentido, la autora argumenta en contra de quienes pretenden entender la sociedad latinoamericana como un espacio de hibridación o de unidad cerrada a partir de

Figura 1: Cartel sobre la violencia hacia la mujer. Fuente: Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres

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lo mestizo, que hace culto al olvido del pasado, es decir al olvido “de ese indio o india, que habita en nuestra memoria” (pp. 89). En este contexto, la coexistencia desde la diferencia es un elemento importante en el análisis del encuentro entre mujeres rurales y rurales indígenas, sobre todo a partir de narrativas y prácticas de solidaridad y reciprocidad. A esto Rivera Cusicanqui (2018) agrega que, la noción de “compartencia”, presente en los espacios comunitarios, es una crítica al concepto de competencia, derivaba de las lógicas del sistema capitalista. Se explica que la compartencia se “enraizará aún más en nuestras comunidades y territorios locales, en nuestras bioregiones para construir redes de sentido y ecologías de saberes, que también sean ecologías de sabores, con la compartencia en lugar de competencia” (pp.81). Es por esto, que, para comprender la unión, interacción y sentido de pertenencia de agrupaciones, en este caso de mujeres rurales y rurales indígenas, se hace necesario entrar en el espacio donde las valoraciones, percepciones y prácticas son construidas, reforzadas y actualizadas a través de diálogos y debates.

1.3 Pregunta de investigación

La pregunta de investigación que guía este trabajo es: ¿Como ANAMURI y sus socias, formando una comunidad mnemónica, construye, refuerza y actualiza su identidad social a partir de la interacción entre sus narrativas y sus prácticas? Las narrativas que se observarán son: a) narrativas sobre la posición histórica de la mujer en la sociedad chilena y Latinoamérica, es decir la relación pasado-presente, que da cuenta de las desigualdades de género y raza experimentadas por las mujeres rurales y rurales indígenas que integran a ANAMURI; y b) narrativas sobre la relación de la mujer rural y rural indígena con la naturaleza, basado en sus herencias culturales rurales e indígenas. Y las prácticas colectivas que se observarán son a) prácticas de sustentabilidad socioeconómica; b) prácticas de sustentabilidad cultural; c) prácticas de sustentabilidad ecológica y d) prácticas de agencia de la mujer.

1.3.1 Conceptos claves

Para esta investigación los conceptos claves utilizados son, identidad social (Ypeij, 2000) y

mnemonic communities o comunidades mnemónicas (Ouweneel, 2018). Para la exploración

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mnemónicas utilicen la noción de esquemas para observar dentro de los discursos oficiales y los relatos de las socias los principales elementos de valor simbólico que permiten y guían la interacción de narrativas y prácticas. En términos prácticos, esto lo realice al observar recursos mnemónicos utilizados por la organización y por las socias a nivel individual o colectivos, es decir observe artefactos, tipos de comportamiento, expresiones culturales y las percepciones de las socias de compartir cosas en común con otras socias en la organización. Ahora bien, para la profundización de las lógicas pasado-presente desde una perspectiva latinoamericana en el análisis de narrativas y prácticas, se trabajará con las nociones de

pensar memorioso, pensar geográfico y compartencia (Rivera Cusicanqui, 2018). Para el

análisis de las prácticas desde la noción de sustentabilidad se utilizarán las siguientes definiciones, por sustentabilidad socioeconómica, entenderé a las acciones recíprocas realizadas entre mujeres que apuntan a alcanzar justicia social, asegurando la sustentabilidad de los medios de subsistencia. Por sustentabilidad ecológica, se entenderá a la capacidad de usar los recursos naturales de una manera respetuosa sin poner en riesgo el acceso y el uso de ellos a las nuevas generaciones (Cruz-Torres & McElwee, 2012). En tanto, sustentabilidad

cultural se la definirá como la conservación, mantención y preservación del capital cultural

en sus diferentes formas tales como el arte, patrimonio, conocimiento y diversidad cultural para las nuevas generaciones (Soini & Dessein, 2016). Finalmente, por agencia de la mujer, entenderé a la habilidad de formular elecciones estratégicas, controlar los recursos disponibles y tomar decisiones sobre temas importantes que afectan a las mujeres (Kishore Mishra & Tripathi, 2011).

1.4 Metodología

Esta tesis utilizó una metodología cualitativa al utilizar técnicas etnográficas e interpretativas, para observar narrativas y prácticas realizadas por las socias de ANAMURI. Esto se basó en el análisis de documentación oficial, entrevistas y observación participante. También se utilizaron técnicas de análisis visual. El levantamiento de información escrita, visual y hablada fue hecho durante tres meses en Chile, en ciudades de la zona norte, en la ciudad de la Serena; zona central, en la ciudad de Santiago; zona centro-sur, en la localidad de Auquinco, Chépica; zona sur, en diferentes localidades de la Isla de Chiloé y extremo sur, en las ciudades de Coyhaique, Puerto Aysén, Ibáñez y Chile Chico.

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1.4.1 Caso de estudio

Se estima que alrededor del 7% de las mujeres chilenas viven en zonas rurales. De ese total, el 30% de las mujeres de zonas rurales vive en situación de pobreza multidimensional,7 medida que examina en conjunto los índices de educación, salud, trabajo y seguridad social, vivienda y entorno, y redes sociales de apoyo. Esto corresponde a casi el doble del porcentaje de mujeres en pobreza en zonas urbanas. Por su parte, el 28% de las mujeres pertenecientes a pueblos indígenas viven también está situación (MMEG, 2017). Estas cifras son relevantes para conocer la realidad de las mujeres rurales chilenas hoy, que nos permite complejizar el análisis sobre sus experiencias diarias. En este sentido podemos agregar otras cifras relevantes como: las mujeres jóvenes rurales tienen un mayor nivel de pobreza y desigualdad de género, encontrándose 1 de cada 4 mujeres jóvenes rurales en esta situación, lo que corresponde al doble de las mujeres urbanas en la misma situación (RIMISP, 2018). Por su parte la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, CASEN (2015) en Chile el 60,5% de las jefaturas de hogar corresponde a una jefatura femenina. De ello se desglosa que, en las zonas urbanas, el 41% corresponde a una jefatura femenina mientras que en las zonas rurales alcanza al 29%. Dentro de ello, a nivel nacional la encuesta nacional CASEN (2015) muestra que el alrededor del 5% de las mujeres dentro de la población ocupada trabaja en sectores agrícolas, ganadería, caza y silvicultura.

En este contexto, la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, aparece el año 1998 con el fin de agrupar mujeres rurales y rurales indígenas, para defender los derechos laborales de estas mujeres, así como también defender sus herencias culturales y el medio ambiente. Su principal objetivo es denunciar los efectos de la agroindustria sobre la vida de las mujeres. ANAMURI, se declara una asociación autónoma e independiente del gobierno y partidos políticos. La misión de esta asociación es:

Contribuir al desarrollo integral de las Mujeres Rurales e Indígenas, considerando los aspectos laborales, económicos, sociales y culturales, a través del estímulo a la organización y su fortalecimiento. Todo su quehacer está sustentado en una ideología que apunte a la construcción de relaciones de igualdad, considerando la condición de género, clase y etnia, en un medio ambiente de relaciones de respeto entre las personas y la naturaleza.8

7 Véase: http://repositorio.uchile.cl/handle/2250/134622

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ANAMURI, tiene aproximadamente 6.000 socias a lo largo del país (Painemal, 2008). Casi el 70% de ellas trabaja en actividades laborales agrícolas en huertas propias y el 30% está dedicada a trabajos de artesanía (ANAMURI, 2011). La organización declara que el 70% de sus socias son rurales y 30% rurales indígenas. Ahora bien, también existe un porcentaje de mujeres urbanas, temática que no se trabajara en esta investigación, pero que es importante tener en cuenta para posteriores estudios. ANAMURI se ha organizado administrativamente en tres zonas del país, norte, centro y sur para organizar su trabajo. En esas zonas cuenta con dirigentes zonales a través de las cuales coordinan actividades y promocionan el diálogo entre las socias. En general ANAMURI tiene agrupaciones regionales creadas por la misma asociación como Newenmuri u Orimuri, a excepción de algunas agrupaciones autónomas que se sumaron a la asociación, pero que siguen trabajando paralelamente una agenda propia con las socias, como la Asociación Gremial de Mujeres Campesinas de la Patagonia. Por otra parte, algunos de los proyectos más destacados de la asociación son: la escuela agroecológica IALA, es uno de los más importantes, el cual se inscribe dentro de las campañas de la asociación por la soberanía alimentaria, escuelas de formación sindical en casa zona del país. Y finalmente, el Tribunal Ético, en el cual se invita expertos y socias a debatir y denunciar las consecuencias del sistema extractivista en Chile, específicamente a la industria agroexportadora. ANAMURI también es parte de redes internacionales campesinos como la VIA CAMPESINA y Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo. A nivel nacional, trabaja en colaboración con agrupaciones amigas como Colectivo Viento Sur, Grain, Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer, CEDEM, Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, OLCA, Marcha mujeres Chile, entre otros.

1.4.2 Métodos de investigación

Desde la metodología cualitativa utilice diferentes métodos para realizar mi trabajo de campo en Chile. Estos son:

a) Entrevistas, focus groups y caracterización de las entrevistas:

Durante el trabajo de campo en Chile se realizaron 20 entrevistas a socias de ANAMURI. 7 en la región de Aysén, 5 en la región de Coquimbo, 3 en Santiago de Chile y 5 en la Isla de

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Chiloé. Las edades de las entrevistadas van desde los 20 a los 70 años aproximadamente. De las entrevistas, 4 de ellas pertenecen a la directiva actual de ANAMURI. 5 de las entrevistadas se reconocen a sí mismas como mujeres indígenas, 10 de ellas se reconocen como campesinas y 5 de ellas reconocen la herencia cultural indígena como parte de sus raíces chilenas y buscan acercarse a ellas. Por objetivos analíticos, se diferenció a las socias entrevistadas entre mujeres rurales y rurales indígenas, para enfatizar la diversidad cultural de la organización. En los casos donde las mujeres señalaron tener herencia directa indígena, se le caracterizo nombrando a su pueblo indígena de proveniencia. Por otra parte, se caracterizó a las entrevistas, por su labor en el mundo rural siguiendo las definiciones que utiliza ANAMURI, como son, campesinas productoras, asalariadas agrícolas y temporeras, crianceras, artesanas, pescadoras, cultoras del folklore. 9

La mayoría de las entrevistas fueron realizadas en los hogares de las socias, y algunas fueron realizadas en el contexto de una actividad organizada por ANAMURI en la ciudad de la Serena (ver mapa 1), en donde entreviste mujeres provenientes de la ciudad de Ovalle. También se realizaron entrevistas en la oficina central de la organización. Adicionalmente se complementó la entrevista con fotos de las entrevistadas, sus hogares y quehaceres. Adicionalmente se realizaron dos focus groups. Uno en la ciudad de Coyhaique (ver mapa 2) con la directiva de la Asociación de campesinas de la Patagonia, perteneciente a ANAMURI, que contó con 4 socias. El focus groups duró una hora y media, y fue llevado a cabo en las oficinas de la organización. Otras entrevistas y un segundo focus group fue realizado en Huillinco y Chonchi respectivamente (ver mapa 3), a orillas del mar, debido a que se realizó una visita con socias de la agrupación Newenmuri, a una socia con hijos pequeños en su casa. Este focus group constó con 3 integrantes. Debido a las condiciones climáticas y condiciones geográficas no se pudo contar con más socias para cada uno de los focus groups.

9 Ver http://www.anamuri.cl/index.php/quienes-somos

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Mapa 2: Coyhaique, Puerto Aysén, Puerto Ing. Ibáñez y Chile Chico. Mapa 3: Chiloé (Chonchi y Huillinco). Fuente: https://laderasur.com/

Mapa 1: Ciudad de la Serena y Ovalle. Fuente: http://www.copiapoa.dk/

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Finalmente, a las mujeres entrevistadas se les dió un nombre ficticio para resguardar su anonimato, excepto las socias que componen la directiva actual de ANAMURI que se les llamó por su nombre. Se caracterizó también por edad, ciudad y actividad laboral, la cual es la misma clasificación que usa la organización entre sus socias. Finalmente se identificó por herencia cultural (indígena directa o no) a las entrevistadas (ver anexo: Caracterización de las entrevistadas).

b) Revisión de material escrito y visual

Durante el trabajo de campo se hizo una recolección de material escrito de ANAMURI, el cual fue obtenido a través de integrantes de la directiva actual. Entre este material están ejemplares de la revista El Correo de las mujeres del campo de ANAMURI, libros sobre congresos nacionales de ANAMURI, Tribunales éticos y sobre la Escuela de agroecología IALA. Respecto al material visual, durante los 3 meses se realizó la captura de material fotográfico sobre las actividades de ANAMURI, las entrevistadas, sus entornos y prácticas. Adicionalmente, se recolectó material visual ilustrado por ANAMURI como libros, posters y flyers donde aparece iconografía característica de la organización. La idea es poder analizar las expresiones visuales de la organización y sus socias a través de imágenes y otros artefactos visuales (Doerr et al, 2013). En este sentido, no solo los discursos hablados, sino que también las expresiones visuales son vistas como marcas identitarias de la organización y como espacios de resistencia (Doerr et al., 2013; Blair, 2004). Cuando me interese por realizar mi investigación en ANAMURI algo que me motivó fue la gran producción de iconografía que ANAMURI produce, y como ella es parte de la socialización de sus discursos tanto interna como externamente. Así, me propuse incluir el análisis de la iconografía de ANAMURI como parte de mí trabajo, entendiendo que las narrativas de los movimientos sociales y organizaciones de base pueden realizarse a través de distintos formatos como el hablado, escrito y el visual.

c) Observación participante

Con el objetivo de conocer en profundidad a la organización y el quehacer cotidiano de la directiva central y de sus socias, se realizó una observación participante en la oficina central de ANAMURI, donde fue posible conocer sus dinámicas de amistad, trabajo, y activismo.

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Participando desde el quehacer diario de organización de material de la oficina, organización de actividades, hasta almuerzos en conjunto con las integrantes que diariamente trabajan en la oficina. A esto se suma, la participación como ayudante en actividades de ANAMURI como fueron, la feria Ruralizando la ciudad (ver figura 2 y 3), la Escuela de asalariadas agrícolas (Ver figura 4) en la ciudad de la Serena que duró 4 días y la participación en reuniones externas sobre la Cumbre de los pueblos (ver figura 5). Por otra parte, visité por 3 días la Escuela agroecológica de ANAMURI, IALA (Ver imagen 5 y 6), ubicada en la comuna de Chépica, donde en conjunto con 2 estudiantes internacionales en práctica, pudimos conocer las instalaciones y el trabajo realizado allí sobre técnicas agroecológicas. Recibimos conocimientos acerca de los procesos de siembra y protección de semillas. Durante estas actividades fue posible conocer a socias de diferentes lugares del país, concertar entrevistas, además de recolectar material visual.

Figura 2 y 3: Feria Ruralizando la ciudad de ANAMURI. Fuente: fotografías por la autora.

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Finalmente, durante los viajes que realicé a la región de Aysén y la Isla de Chiloé, me hospedé en casa de dos socias de ANAMURI, donde tuve la oportunidad de conocer su vida cotidiana y ser partícipe de ella. Esto fue de gran ayuda para ganar las confianzas del resto de las socias a las cuales posteriormente entrevisté conociendo en profundidad sus realidades territoriales. La inmersión como investigadora en las actividades de la organización y en la vida de las socias, fue una herramienta de gran ayuda para conocer el comportamiento de los miembros de una organización, grupo o comunidad, y para entender de mejor forma sus marcos simbólicos (Dellaporta, 2014).

Figura 4: Escuela Asalariadas Agrícolas, La Serena. Figura 5: Cumbre de los Pueblos. Fuente: Fotografías por la Autora.

Figura 5 y 6: Escuela Agroecológica ANAMURI y técnicas agroecológicas de siembra. Fuente: Fotografías por la autora.

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1.4.3 Acceso y posición como investigadora

El decidir realizar mi investigación con ANAMURI, fue principalmente por mi interés de conocer el activismo de mujeres, y aprender de ellas respecto a sus motivaciones para participar en organizaciones. Sin embargo, tener la posibilidad de conocer de cerca a organizaciones sociales de base, probablemente en todo Latinoamérica no es fácil, debido a las múltiples situaciones de violencia y persecución política que han sufrido históricamente. Por lo tanto, en mi caso la entrada a ANAMURI, fue a través del uso de mi red de contactos en Chile, quienes me recomendaron, avalando mis intereses de investigación y mi historial como profesional. Mi posición como investigadora, no fue de distancia sino más bien de cercanía. La decisión de tener esta cercanía puede provocar limitaciones respecto a mi mirada como investigadora, como por ejemplo sentirme cercana a nivel personal y político más allá de mis argumentos teóricos, con las demandas que tiene la organización. Esto podría parcializar mis observaciones, pero fue una forma de tener acceso a la organización, validar mi trabajo y ganar la confianza de las personas en ella.

Ahora bien, mi posición como investigadora en esta investigación podría estar determinada principalmente por mi condición de mujer y profesional universitaria. Ambas condiciones, además de mis posturas políticas, me han llevado conectarme con demandas de reivindicación por género, raza y clase, además de las demandas medioambientales, lo cual afecta mi análisis y resultados de esta investigación, pues abordo las temáticas de este trabajo no solo como un trabajo académico sino como un deber ético de aportar a la lucha de las mujeres por sus derechos y en la defensa de la naturaleza. Sin embargo, mi condición de mujer casada, embarazada, chilena que vive hace 3 años fuera de su país, estudiante de una universidad extranjera, pero que estudia sobre Latinoamérica, puede parcializar mis resultados debido a que estas situaciones me acercan, conectan o distancian con la experiencia de vida que tienen las mujeres que entreviste durante mi trabajo de campo. Por otra parte, mi acercamiento con los temas medioambientales, son desde mi experiencia y conocimiento de ser una habitante de zona urbana que observa lo rural desde un interés principalmente académico, y la mayoría de las mujeres que entreviste son mujeres que viven en zonas rurales lo cual hace que tengan una experiencia totalmente distinta a las que yo he tenido. Mi experiencia de vida fuera de Chile también es relevante ya que, como estudiante de estudios latinoamericanos en Holanda, he cambiado mis percepciones acerca de las

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problemáticas de mi país, observándola desde un foco más racional y teórico, lo cual me aleja de la experiencia del activismo y de las emociones que ello implica. Finalmente, lo indígena también ha sido un tema de interés principalmente académico dado por mi postura política y ética de la situación en Chile, por lo cual la experiencia de ser indígena en Chile se diferencia a mi experiencia como mestiza chilena, lo cual ha sido un desafío para entrar en un mundo diferente que convive conflictivamente con la homogeneización de lo que llamamos patria o identidad chilena.

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2. Segundo capítulo: La posición de la mujer en el mundo rural, género y raza como determinantes claves.

Antes las mujeres del campo como que no existíamos (Paulina, criancera, 39 años, Coyhaique).

El presente capítulo se enfoca en el análisis de la narrativa de la posición de la mujer en el mundo rural. El objetivo será mostrar algunas narrativas oficiales de ANAMURI, relacionadas a discriminaciones históricas de género y raza que la mujer rural y rural indígena afrontarían. Esto se ejemplificará a través del concepto de Feminismo Campesino y Popular, que la organización busca difundir entre las socias. Esto se complementará con las percepciones de las socias de la organización sobre este concepto y como ellas dan cuenta de una reflexión constante respecto a las discriminaciones de género y raza, presentes en su pasado, las cuales varían dependiendo de sus herencias culturales y experiencias personales. Para ello, se utilizará la noción pensar memorioso como una guía para visibilizar la reflexión que la organización y socias hacen sobre su presente y el pasado de la vida de las mujeres rurales.

2.1 Posición de la mujer en el mundo rural: lecturas oficiales y percepciones de las socias

Al comenzar mi investigación sobre ANAMURI quise comprender como construían sus demandas respecto a la posición de la mujer en la sociedad, específicamente la posición de la mujer rural y rural indígena. A partir de entrevistas y fuentes secundarias, pude notar como a pesar de ciertas diferencias culturales, se repetía la percepción de que las mujeres han estado en una posición de subordinación histórica. Los relatos obtenidos mostraban como las socias de la organización analizaban sus historias actuales, y las comparaban con la vida de sus madres, abuelas, mujeres de sus entornos o incluso sus mismas compañeras, las cuales les servían como referentes para argumentar respecto a la discriminaciones y violencias que han sufrido las mujeres. A pesar de que las mujeres indígenas en general observaban también desigualdades de género en sus familias y comunidades, que podían ser compartidas con mujeres no indígenas, algunas socias de ellas difieren en la forma de hacer el análisis y cruzar variables como el género y la raza. Ellas reclaman la necesidad de observar no solo la historia de sus comunidades, y la imposición de lógicas occidentales en su cosmovisión, sino que también observar los roles que las mujeres habrían cumplido ancestralmente y las

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desigualdades sociales, económicas, y culturales del país para comprender la situación actual de la mujer indígena. Ahora bien, en términos generales todas las entrevistadas del mundo indígena de ANAMURI relataron experiencias de discriminación de género en sus propias familias, en la relación de su madre y padre, por ejemplo, o en sus comunidades cuando las mujeres pueden asumir o no cargos. Esto estaría cambiando en los últimos años debido a que las mujeres estarían tomando conciencia de ello y reclamando la apertura de espacios de participación.

En este sentido, se podría decir que la argumentación sobre la posición de la mujer en la sociedad se basa principalmente en memorias personales que tienen las entrevistadas, o de los imaginarios que tienen de otras mujeres, y que se comparten en los espacios colectivos de la organización. Así, los relatos de las socias son una constante reflexión que conecta el pasado con el presente. Desde el punto de vista de pensar memorioso de Rivera Cusicanqui (2018), esto es un ejercicio trascendental, es decir, el pensar el pasado es un ejercicio constante, que pone siempre el pasado frente al presente para entenderlo. Las memorias que las mujeres rurales y rurales indígenas comparten sobre la vida de sus madres o abuelas, así como también los relatos que hacen sobre su experiencia actual, es clave para entender las demandas que la organización recoge y visibiliza respecto a los derechos de la mujer. Para ANAMURI, las mujeres luchan no solo por cambiar sus condiciones en el presente, sino que sus demandas apuntan a una reivindicación histórica del rol de la mujer en la sociedad. Se dice que los roles que las mujeres han sido, primero, invisibilizados, pues se ha valorado más el trabajo del hombre por sobre la mujer, y segundo, estereotipados, pues hombres y mujeres reciben responsabilidades diferenciadas a partir de sus condiciones biológicas.

En ANAMURI, por tanto, se puede observar estas relaciones temporales en diferentes niveles, ya sea en los relatos oficiales, percepciones de sus socias como en la producción de su iconografía. Revisando los documentos de ANAMURI que son difundidos entre las socias encontré la siguiente declaración: “Las prácticas discriminatorias, así como la violencia no son parte del pasado, perviven en todas las culturas y todas las familias ya sean de pueblos originarios o de pueblos occidentales” (Galdames, 2015: 63). En este sentido, me pareció que la intención de este tipo de declaraciones es que las socias realicen una reflexión de las discriminaciones que viven actualmente como mujeres rurales y mujeres rurales indígenas, puntualizando que estas discriminaciones podrían estar presentes desde generaciones atrás

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en sus familias, comunidades y la sociedad en general. Desde la perspectiva del concepto

pensar memorioso, esto sería una invitación a realizar un ejercicio de memoria sobre estas

discriminaciones que sustentan las demandas de emancipación de la mujer y la reivindicación de sus roles en la sociedad. Como explica Mónica Hormazábal, ex presidenta de ANAMURI:

Las mujeres siempre hemos estado en el trabajo, en la producción, en la lucha y la organización. Se nos ha ignorado, borrado, postergado, pero aquí estamos. Fuimos las primeras agricultoras sobre la tierra, fuimos las que domesticamos los cultivos, descubrimos el oficio de la cocina, creando miles de sabores y aromas.

A partir de estas reflexiones sobre la posición de la mujer en la sociedad, ANAMURI ha dado un paso más allá y ha abrazado corrientes feministas latinoamericanas para analizar la situación de la mujer en el mundo rural. El feminismo ha captado la atención de muchas mujeres rurales, sobre todo de aquellas de menor edad, quienes ven en esto una oportunidad de observar de manera más critica la situación de la mujer e incluso conectarse con mujeres de otros grupos desaventajados del país, como son las mujeres pobres urbanas. Sin embargo, esto podría generar ciertos debates desde algunos sectores de la organización. Es por ello, que a continuación revisaré un concepto y movimiento social feminista latinoamericano, a que se ha ido instalando no solo en ANAMURI, sino en internacionalmente en organizaciones de mujeres rurales, llamado Feminismo Campesino y Popular revisando versiones oficiales y percepciones de las socias respecto de este y que me permitirá observar como la organización y las socias de este, van construyendo sus análisis sobre la situación de la mujer no solo desde el presente sino desde un mirar hacia atrás, a partir sobre todo de factores de género y raza.

2.2 Feminismo campesino y popular

Trabajando en las oficinas de ANAMURI, uno de los primeros textos que me interesaron fue el boletín autogestionado llamado “El Correo de las Mujeres del Campo”. La edición que encontré se titulaba Hacia la construcción del Feminismo Campesino y Popular y databa del año 2015. Lo primero que captó mi atención fue el concepto en sí, Feminismo Campesino y

Popular, era la primera vez que lo escuchaba. Lo segundo en lo cual me detuve fue la imagen

del boletín (Ver figura 7), donde se observa cuatro mujeres jóvenes en una fila y dos sosteniendo un lienzo que tiene en el centro el logo de ANAMURI. En el logo aparecen tres mujeres de la mano, en una ronda o danza, representando la diversidad de mujeres rurales

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del país, incluyendo a las mujeres indígenas. Las cuatro mujeres principales de la iconografía miran al observador de frente y parecen caminar o marchar hacia adelante. En sus caras se esboza una sonrisa, pudiéndose interpretar como un sentimiento de seguridad y optimismo. Sus brazos están abiertos hacia arriba, como si fuera una danza, o también puede ser interpretado como la intención de abrazar algo o a alguien nuevo e incluirlo en la fila o a su grupo.

Desde la explicación que ofrece ANAMURI, este concepto surgió a partir de un proceso histórico, en el cual las mujeres campesinas y sus organizaciones que son parte de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) discuten acerca de la necesidad de visibilizar la lucha y propuestas políticas de las mujeres rurales e indígenas como sujetas históricas de cambio y transformación social. 10 ANAMURI explica que este es un concepto situado, pues habla de la vida cotidiana de las mujeres y se construye desde ahí, a partir de sus experiencias de discriminaciones género, raza y clase y a sus prácticas diarias como son la relación con la tierra, de la familia, el cuidado de las semillas, la producción de

10 ANAMURI es miembro activo de la CLOC

Figura 7: Iconografía publicado en el boletín “El Correo de las Mujeres del Campo”, diciembre 2015.

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alimentos sanos o la espiritualidad. Por tanto, ¿Cuáles son las demandas del feminismo Campesino y Popular? Estas se resumen en una lucha en contra el patriarcado y el capitalismo. Reclaman en contra de la violencia y discriminación que las mujeres rurales y rurales indígenas viven en el mundo rural, tanto en sus espacios íntimos, como la familia, o externos, en la sociedad. Denuncian además de que, en los últimos años, el modelo de desarrollo de los países en Latinoamérica ha incrementado el poder de la industria extractiva, la cual hegemoniza el sistema de producción agrícola, favoreciendo la usurpación, el saqueo y acaparacion de la tierra y de los recursos naturales.

2.2.1 Difusión del “Feminismo Campesino y Popular”

Un par de semanas después de mi llegada a la organización, pude participar de la Escuela Nacional de formación sindical Olivia Herrera. Esta actividad organizada por ANAMURI en el mes de junio en La Serena, busca organizar sindicalmente a mujeres asalariadas agrícolas. Los objetivos son formar a estas mujeres en sus derechos laborales, conversar sobre problemas de salud que sufren producto de largas horas de trabajo, uso de químicos, también hablar de su precariedad laboral, la contingencia nacional respecto al mundo laboral rural, entre otros. Entre las mujeres participantes, pude conocer a varias socias de distintas edades y herencias culturales. Uno de los talleres en las que ellas participaron fue el taller de formación llamado Construyendo Feminismo campesino y popular (ver figuras 8 y 9).

Interesantemente, el taller comenzó con un ejercicio de memoria donde las participantes reflexionaron primero individualmente y luego colectivamente sobre sus historias personales y familiares. El ejercicio solicitó a las participantes escribir aquellos temas que ellas como mujeres, madres, trabajadoras o parejas nunca han expresado debido a que no sienten la seguridad para hacerlo, o porque nunca han tenido el espacio adecuado. En el ejercicio algunas mujeres levantaron la mano y comenzaron a compartir valientemente con otras compañeras sus recuerdos sobre momentos dolorosos en sus vidas, como han sido la violencia dentro y fuera del hogar. Muchas de ellas describieron el sacrificio de dedicarse exclusivamente a sus familias, porque era lo que se esperaba de ellas, como mujeres al no tener otras posibilidades educativas o laborales.

Mafalda, la secretaria general de ANAMURI y una de las fundadoras de esta organización (ver anexo), era la encargada de este taller, y luego de escuchar los relatos de

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las mujeres, realizó una reflexión que terminó conectando las historias de discriminación por género y raza sufridas por estas mujeres con el concepto central del taller que es el Feminismo

Campesino y Popular. Ella explicó a las asistentes, que todas esas discriminaciones vividas

como mujeres rurales están contenidas en este proyecto feminista y que ellas necesitan conocerlo para entender que todas las mujeres trabajadoras en el mundo rural sufren las mismas discriminaciones lo cual las une. Mafalda explicó que antiguamente las mujeres no querían llamarse como feministas por miedo a la estigmatización o porque no se sentían cercanas al concepto, que tenían miedo incluso de ser llamadas como lesbianas o malas. Sin embargo, ahora este concepto permite auto observarse desde su propia realidad como mujeres del campo y desde sus territorios. Mafalda agregó también que llegar a este concepto fue un trabajo de años, después de que las mujeres se dieran cuenta de que quienes lideraban las agrupaciones campesinas siempre eran hombres, quedando ningún espacio para ellas, debiendo asumir roles de segundo plano. Esta descripción retrospectiva sobre la participación de la mujer en las organizaciones sociales del campo fue explicada por Alicia Muñoz, una de las directoras de ANAMURI y Encargada del área de Asalariadas agrícolas (ver anexo), sobre porque decidieron crear una organización exclusivamente de mujeres tratando de unir a las mujeres rurales y rurales indígenas, a lo cual ella me respondió:

Nosotras, (las fundadoras de ANAMURI), participamos de organizaciones mixtas campesinas, (hombre-mujeres), toda la vida, porque teníamos conciencia de clase (…) pero luego nos dimos cuenta de que otras mujeres no llegaban porque los hombres que estaban en las organizaciones mixtas eran muy discriminadores, siempre eran ellos los que estaban adelante y no les daban paso a las mujeres”. Adicionalmente agregó, “Antes no se veía a la mujer campesina y se miraba a la mujer indígena no como cultura o algo propio.

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2.2.2 Discriminación y violencia de género

Desde esta experiencia del taller de Feminismo Campesino y Popular, observé como entre las socias que conocí, existe una discusión respecto a cómo las mujeres rurales y rurales indígenas han vivido históricamente en ambientes de injusticia, siendo discriminadas o violentadas por la sociedad, pero que esta violencia no es solo externa, sino que incluso proviene de sus propias parejas o compañeros de organizaciones campesinas. Esta violencia, antes era mucho más invisibilizada, pues como relataron algunas socias, en las organizaciones campesinas, sobre todo aquellas mixtas de hombres y mujeres solo se discutía acerca de los efectos del modelo capitalista en la vida de los campesinos, sin realizar una reflexión de lo que se vivía en el propio hogar. En ese sentido, la toma de conciencia de las mujeres sobre esta situación ha producido que la visión sobre su vida en el mundo rural cambie, demandando la valoración de su trabajo dentro del hogar, pero también de otras prácticas rurales laborales y culturales, así como también de su contribución en la mantención de la cultura campesina e indígena. En términos de la subvaloración de la mujer en sus espacios familiares, una de las entrevistas me describió lo siguiente:

A mi hay una cosa que no me gusta, que es que todavía no se acepte el trabajo de la mujer, sigue la discriminación de la mujer, siempre piensan (los hombres) que por que uno es mujer tiene que estar las 24 horas de pie atendiéndolos, hay hombres que no piensan igual, los cabros11 jóvenes piensan de otra forma, pero cuando están otros hombres y ellos quieren ayudar

11 Cabro/as: forma usada en Chile para referirse a hombres o mujeres jóvenes.

Figuras 8 y 9: Correspondientes al taller “Construyendo Feminismo campesino y popular”. En la primera, Mafalda Galdames, secretaria general de ANAMURI; en la segunda

participantes de la Escuela conversan sobre la temática del taller. Fuente: fotografías por la autora.

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le dicen, ¿oye necesitai la falda? ¿Y por qué? ¿Porque no nos preguntamos porque tienen que ponerse falda los hombres para cocinar? ¿Porque tendría que ponerse falda para ayudar a una mujer? (Berta, campesina productora, 60 años, Coyhaique).

En esta reflexión se ve una crítica al machismo en las relaciones entre hombres y mujeres, pero también la entrevistada señala que ella ve un cambio respecto a las generaciones masculinas anteriores, lo cual muestra que la sociedad ha comenzado a revisar algunos de los roles de género que anteriormente eran solo designados para la mujer. Ahora bien, otro de los temas que pude conversar en las entrevistas, fue la participación de la mujer en actividades fuera del hogar. A esto una entrevistada hace memoria de su experiencia y me relata lo siguiente:

Cuando yo empecé a asistir a reuniones de organizaciones campesinas, eran puros hombres, y que era lo que pasaba, que mientras los hombres estaban en reunión, las mujeres tenían que cocinar, tenían que preparar todo, preparar la convivencia12 que se hacía en la reunión (Paulina, criancera, 39 años, Coyhaique).

Esta reflexión es interesante, pues muestra como la subalterninación de la mujer, no solo se vivía en el hogar, sino que, y aunque, las mujeres lograran romper obstáculos para la participación en organizaciones, se seguía replicando la discriminación de género ejercido por los hombres en estas instancias, relegándolas a ellas a asumir roles de segunda posición, que no permitían su participación directa de la discusión o acción. En este sentido, uno de los grandes problemas de las mujeres al participar era la estereotipación de la mujer respecto a sus roles e intereses por el cual participaban en organizaciones. A esto las socias señalaban que los hombres analizaban su participación como una motivación personal y no como una razón política de organización colectiva y emancipación. La misma entrevistada relató un episodio con uno de sus compañeros de la organización mixta en la cual participaba:

Un tipo de la organización, que yo pienso que igual era visionario de alguna manera, una vez dijo, “que, porque las mujeres no hacían un grupo solo de mujeres, por último, para que críen gallinas y que vendan huevos y con esa plata se compren sus perfumes, pinturas, se arregle, ósea es que el solo lo veía por ese lado (Paulina, criancera, 39 años, Coyhaique).

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