E L I L U S T R E A L A V E S
D. EUGENIO DE LLA G U N O Y A M IR O LA
Su vida, su obra, sus relaciones con la Real A cade
mia de la Hisíoria y con la Real Sociedad V ascon
gada de los A m igos del País
por
Ricardo de A praiz
H i s t o r i a d e e s t e t r a b a j o. Fu e n t e s y Bi b l i o g r a f í a
E n la revista “A rchivo E spañol <ie A rte y A rqueología” , n ú m ero 14, m ayo-agosto de 1929, don F rancisco J a v ie r S ánchez C antón publicó un re trato de d o n E ugenio de L lagun o y A m írola, ilustre vascongado, p a ra quien, según p alab ras del pro pio seño r C antón, faltaba entonces, y Siigue faltan d o todavía, el estudio q u e esta figura se m erece. Con ta l m otivo se alu d ía a l a u to r de estas líneas ase
g urando q ue desde hacía, tiem po tra b a ja b a sobre el asun to. A sí era en v erd ad y le constaba al señor C antón, ya que él había dirigido m is prim eros pasos p ara un estudio de carác’ter escolar que p o r
entonces yo p reparaba.
D esde aquellos días h an tran sc u rrid o dieciocho años y, aparte de u na ch a rja qu'e <dí en u n salón de lia D iputación d e A lav a y que titulé “ E l g ra n bibliófilo alavés don E ugenio de L lag u n o y A m íro la” , con m otivo de la “ Exposición de libros vascos” q u e p o r entonces tuvo lugar, esto es, en el verano de 1935, nad a he publicado acerca del asunto. L a letra de m olde q ue no pertenece a la ligera cosa periodística, me inspira p ro fu n d o re sp eto ; p o r o tra p a rte recuerdo siem pre lo q ue de mi biografiado dice Jovellanos respecto a la p u blicación de su obra “N oticias d e los arquitectos y de la Arquite^^-
Las notas al fin a l d e l artícu lo.
tu r a en E sp a ñ a ” , al ase g u rar q ué fu é dilatanKio su publicación, asp iran d o a que fuese m ás perfecta, cosa que si “ap en as era posi
ble” , según palabras textuales del erudito asturiano, a l tra ta rse de
U<etralo d ü I). E u g e n io d e L l a g u n o y A m ir o l a e x is t e n te e n la c a s a
•de M e n a g a r a y (A la v a ) d o n d e n a c ió . D e b e t r a l a r s e d e u n a c o p ia d e l q u e l i i z o .c l p i n t o r G re g o rio F e r r o . —(F o t. L u c io I.a s c a r a y ) .
Llaguno, al aplicarlas a m i tra b a jo d ilataría tan<to la publicación de estas líneas que nunca' aparecerían a Ja luz si no fuese porque, dejan d o de lado estos escrúpulos, m e decidiera ah o ra a aprovechar la ocasión q u e m e proporciona esta revista p a ra ren d ir h om enaje a u n ilu stre alavés olvidadoi injustam ente, no sólo p o r nosotros lo s
C asala d e M e n a g a r a y (A la v a ) d o n d e n a c i ó D . E u g e n io d e L l a g u n o y A m ir o l a . (F o t, L u c io L a s c a ra y ).
vascongados, sino tam bién en el m undo de la erudición, aunque consitant€n:ente se esté haciendo referen cia a sus ob ras y aprove
chando sus investigaciones.
U n a Telación d e los pasos q ue he venido dando en to rn o a la figura de m i biografiado m e serv irá ahora p a ra h acer la exposición d e las fuentes utilizadas y la biblio g rafía de q u e m e he servido, sin o tro o rd e n que aquel con que llegaro n a m i conocim iento, que en m uchos casos es el de su publicación a 'través de esto s v ein ti
tantos años tran sc u rrid o s desde q u e se inició m i curiosidad por el asunto.
Q ueda dicho q ue mi objetivo prim ero era un tra b a jo es>tudiantil p a ra el q ue aproveché libros de L an d a zu ri (19) y G onzález de E cha- v a r ri (13), q u e m e diero n a lg u n a s noticias de ca rá c te r biográfico;
Sem pere y G irarinos (35), donde se habla de su p erso n alid a d lite
r a r ia ; del M arqués de L au ren cin (20), Jovellanos (16), C ean B er-
m udez (7), M enéndez y_ P elayo (24), F ernánd ez de N a v a rre te (11), Somoza (36), Caveda (6), L u z á n (22) y M eléndez V aldés, en*tre otros, con los que tra té d e diseñar la figura d e n u e stro p erso n aje.
M ayor provecho obtuve, sin duda, p a ra los datos biográificos del exam en de la docum entación q ue constituye el expediente p a ra el ingreso del S r. L laguno en la O rd e n de Santiago, existente en el A rchivo H istó rico N acional y que m e perm itió rectificar la fecha d ad a -como d e su nacim iento, y m ás interesantes q u e nad a p a ra lo que pudiéram os llam ar el aspecto de “L lag u n o vascongado” , los papeles que la suerte puso en m is m an os curioseando en el llam ada
“F on d o P restam ero ” (12), a que acudí con u na especie de intuición de lo que había de encontrar.
E ste “F on d o P restam ero ” estuvo depositado d u ra n te algún tiem po en la Escuela de A rte s y Oficios de V itoria, do-nde se hallaba in stalad a la D elegación de la Sociedad de E studios Vascos. L a co-
M e n e g a ra y . Ig le s ia P a r r o « ¡ iu a l d e S a n P e d r o , d o n d e D . E u g e n io d e L l a g u n o y A m ir o l a r e c ib ió la s a g u a s b a u t i s m a l e s e l 15 d e o c t u b r e d e 1724.—( F o t L u c io L a s c a ra v ).
lección no era m uy abundante y se hallaba com pletam ente virgen de inventariado y catalogación, p o r lo que he debido calificar de casual y afo rtu n ad o mi hallazgo. U ltim am ente he tra ta d o de p recisar el p aradero de tal docum entación y debo a don G regorio A ltube los inform es que poseo y q ue aseguran que o b ra .actualm ente en el A rchivo de la S ra. M arquesa de la A lam eda, en V itoria, y que, tal vez, algo d e .aquélla fué recogida p o r el S r. Díaz de M endivil, cosa que tx tra ñ a u n poco al señ cr A ltube, quien tam bién expone ciertos tem ores de que d u ra n te la ú ltim a gu erra civil y con ocasión de hallarse ocupado el edificio p o r las tropas italianas y después p o r el M inisterio de E ducación N acional, fe p erd iera algún papel, extrem o que, por lo q u e se refiere a los relacicmados con m i tra b a jo , no me es posible rectificar ni corr^probar de momento.
Con los dato s obtenidos de todo lo que antecede hice un p rim er trabajo, al que bien pro nto tuve m ucho que añad ir, y después, con algo d e obsesión m aniática, cuando la suerte me lo deparaba, he ido recogiendo otros m uchos datos q ue veré de exponer con la m ayor claridad y, m tiy lejos de mí la pretensión de ag otar Ja m ateria, trato con esto de poner en evidencia vacíos y lagunas.
E n el libro aludido del señor Scm oza (36) se hablaba de la existencia de un m anuscrito de don G aspar M elcho r .de Jovellanos con la b iografía de L laguno copiado por Cean ^Bermúdez, añ ad ién dose que ta l m anuscrito lo poseía el In stitu to Jovellanos de G ijón y pertenecía al C írculo A sturiense “L a Q u in tan a” . U n a -am able carta del señor don V icente H u id , bibliotecario del R eal In stitu to de Jovellanos de G ijón, me puso sobre la pista del docum ento citado p o r Somoza, y que se hallaba por, entonces en poder de don R afael F u ertes A rias, G eneral In ten d e n te del E jérc ito , erudito notable y publicista, que am ablem ente m e fran q u eó las p u erta s de su casa de M adrid y puso -a mi disposición el precioso docum 2nto (47). T engo a la vista la carta q u e me dirigió « n contestación a mi dem anda de v er lo q u e tanto m e in tere sa b a; en ella me dice el señor F u e rte s A rias q ue sus papeles, d u ra n te su ausencia de E sp añ a y estancia en Cuba en la cam paña 1895-898, se h allaron en un local poco seco, pues no disponía de o tro m ejor, con lo q ue h ab ía padecido m ucho su conservación y se hallaba el original con la b io g ra fía de L lag un o
“d estru id o p o r la m itad en sentido h orizontal” , p o r lo q u e n o podría aprovecharse ningún dato, no o b stan te lo ¡cual lo ponía a m i dis
posición o de la persona que designase en caso de q ue yo aio pud iera a c u d ir a su domicilio p a ra hacer m is apuntes.
G racias a estas b ondades del señor F u ertes A rias, p u d e a d q u irir num ero sas noticias q ue aparecían en el m an u scrito de Jovellanos, ta n to m ás in tere sa n tes en cuianto q ue es d e tem er q ue la acción del tiem po h ay a causado m ayores estragos en el docum ento, no tan d eterio rad o entonces como afirm aba mi com unicante, “con el d is g u s ta consiguiente” , que no m e p erm itiera a d q u irir m uchos de los dato s q u e aquí q uedarán consignados, q ue ta l vez sin ello p u d ieran d a rs e definitivam ente p o r perdidos.
D u ra n te los años tran sc u rrid o s h e visitado M enagaray, el pue- W ecito ailavés, cuna d e L lag u n o , donde h e v isto y ob ten id o fo to g ra fías de su -casa solariega, de la P a rro q u ia donde fu é bautizado, confirm ando en la p artid a original los datos que y a ten ía acerca de su nacim iento y exam inando u n re tra to d e n u estro personaje.
T am b ién he tom ado, d u ra n te este tiem po, buena n o ta de cuantas alusiones h a n llegado h asta mí referen tes al erudito alavés e n libros y revistas publicados p o r lO'S señores L a fu e n te F e r r a r i (i8 ), Sánchez C antón (33 y 34), C alzada (4), C am ón A z n a r {5), E m ilio H ü b n e r (14), P r. L iza rrald e (21), O rozco D íaz (25) y S alas B osch (32), así como d e alg ún o tro q ue p u ed a sa lir d u ra n te la redacción d e mi trab a jo , y q ue an terio rm en te n o h a quedado citado.
L lag u n o A m írola m erece u n estudio m ucho m ás com pleto y m ejo r q ue éste que y o p u ed a p re se n ta r, q u e de ningún m odo p re te n d e ni puede te n e r ca rá c te r exhaustivo-. M e sirvo de v iejo s apu ntes y su confron tación tiene p a ra m í gran des dificultades red actad o com o está mi tra b a jo en S oria, d o n d e radico p o r m is ocupaciones p ro fe sionales. Se h allarán en él erro re s e inexactitudes en| las citas, pero, sobre todo, el estudio crítico de la o b ra fu ndam en tal de L lag u n o sobre los arquitectos y la a rq u ite c tu ra 'españoles y las fu en tes de que se •sirvió, q u e d a rá p o r ah o ra s in acom eter y apenas iniciada a disposición de quien, con mejo-res m edios, se decida a em prenderla p a ra h o n ra y orgullo d e alaveses, vascongados y españoles.
Da t o s b i o g r á f i c o s
D aré cu enta en este a p a rta d o d e todos aquellos datos acerca de la v id a d e L laguno A m írola q ue no tienen p o r qué figurar en nin g u n a o tra de las .partes en q u e divido m i trabajo.
L a fecha de 'Su nacim iento no aparece en las b iog rafías publi
cadas en algunas obras d e carácter general, así como tam poco en el tom o V I de l a “H isto ria d e E sp añ a” , del señor B allesteros. L an - d azuri (19) la da, equivocadam ente, como después se verá, ponién
dola en 14 de noviem bre de 1724, y, sin d u d a , de esta re fere n cia se sirvió González E c h a v a rri (13), pues ca e en el m ismo e rro r. E s
« n p u n to en el q u e n o h a lu g a r a duda, pues en el expLdiente q u e se hizo p ara a le g a r las pruebas necesarias p a ra el ingreso de nuestro perso n aje en la O rd e n de S an tiag o se afirm a que el pretendiente, es decir L lagun o, nació en M enagaray (A lava) a la u n a de la m a
dru g ad a dei dom ingo quince de octubre de 1724 y bautizado el m ism o día p o r d o n L ope A n to n io de A m íro la, C u ra Beneficiado de la Iglesia p arro q u ial de S an P ed ro , de dicho pueblo. F u e ro n sus padres don J u a n A nd rés d e L laguno y F ern á n d ez d e Jáureg u i, na
tural de M enagaray, y D oña F ran c isc a de A m írola, n a tu ra l de Res- paldiza, tam bién de la provincia de A la v a ; abuelos p atern o s, don A ntonio de L laguno y doña In é s F e rn á n d e z de Jáuregui„ y m ater
nos, don Iñig o de A m írola y doña F ran c isc a U g a ld e , n atu ra les ta m bién de R espaldiza. E sta s investigaciones, así como los in terro g ato rios del expediente y dem ás gestiones prescritas p o r el reglam ento de la O rden, fu ero n realizad as p o r d o n J u a n M aría A llende S alazar y don J u a n R odríguez de la A vecilla en e l m es de m ayo de 175^»
aprobándose ^u in fo rm ació n el 12 de ju n io del m ism o año.
M uchos de estos datos fu ero n ya publicados p o r el seño r Sánchez C antón (34), que sin d u d a se sirvió d e la m ism a fuente, ¡ya que fu é él m ism o, como q u ed a dicho, q u ien m e la indicó a l d irig ir m is p ri
m eros pasos de novel investigador.
L a fecha d el nacim iento d e Lilaguno pude, años después, com
probarla e n el libro de bautizados, folio 4, de la Ig le sia p a rro q u ia l de S an P ed ro en M enagaray, lib ro q u e d a com ienzo en 4 de octubre
de 1723, haciendo el s-eñor L lagun o el n ú m ero diez de los n ac i
m ientos en él registrados. E l e rro r de L a n d a z u ri y de González E c h a v a rri al señalar el nacim ien to el 14 de noviem bre, esto «s, un m es después d e lo ocu'rrido en realidad, tiene com o explica)ción el q ue esa m ism a fecha aparece tam bién en el m an u scrito d : Jovellanos que perteneció a d e n R afa el F u e rte s A rias {17).
P o r este m ismo m an u scrito tenem os n oticia de que don E ugenio estudió latin id ad “ sin salir de la casa p a te rn a ” y q u e lo hizo “con buenos m aestros en u n pueblo ta n r-educido y con los m étodos >de entonces” .
L a redacción de m is apuntes re su lta un ta n to confusa, lo que puede p ro ced er de la dificultad creada p o r el m ucho tiem.po tra n s cu rrid o desde que fu e ro n tom ados, pero tam bién p o r el m al estado de conservación y deterioro del docum ento original, q u e m e im pidió entonces d a r a m is notas m ayor precisión. H a g o con star esto, p o r
que h e decidido p re scin d ir de algunos datos poco claro s y d ar con c ie rta reserva otros, como el q ue L lag u n o acom pañó a su tío don A gu stín M ontiano L uyando en M allorca, cuando éste ipasó “ allí desde V allad o lid p ara servir aqtíella regencia” , lo que se adivina m ás q u e se lee en aquellos papelea tan caros, q u e m an ejab a con el cuidado de que se m e quedasen en tre las m anos y se perdiesen definitivam ente.
L o q ue sí se lee p erfectam ente es cuanto dice Jovellanos acerca de la llegada del señor L laguno a í^íadrid, si bien no p recisa sino que ésta fu é a m ediados del siglo X V H I, aposentándose en la casa del señor M ontiano “ cuando éste era ya S ecretario de la C ám ara de C astilla” . N o le consta a Jovellanos que L laguno asistiese a la A cadem ia del Buen Gusto, aunque “ es de crecr que se in stru y era copiando todo lo que se tra ta b a en ella” . A ñade que donde v erd ade- 1 ám ente se form ó n u estro perso n aje fu é en la tertu lia del tan c ita d o señ o r M ontiano, q ue vivía ju n to a S a n ta C atalina de los Donados.
P rescinciendo p o r ah o ra de todo cuanto se refiere a las activi
dades del erudito alavés en ]a A cadem ia de la H isto ria, seguim os copiando d ates del m anuscrito -jovellanesco re feren tes a los años de m ad urez de aquél. D espués de “ exhonerado ”— dice— del M inis
terio de G racia y Ju sticia, pen só en co n tin u ar sus trab ajos blbliográ-
ficos, y am ante de las Bellas A rtes cuidaba de q u e no fa lta se n “ las
” asistencias a los pensionados de R om a, recom endándolos eficaz-
” m ente a sus am igos en aquella capital.” “ P e ro el quie m ás d isfru tó
” de su protección— sigue diciendo Jovellanos— fu é P o nz p a ra la
” entpresa de su v ia je de E spaña, que tal vez no hubiese llegado? a
’’ tener efecto sin el fa v o r y estim ulo del señ o r “L laguno” . A sí lo m anifiesta en u na porción de ca rtas q ue conservo escritas a él p o r
” P onz antes de em prender el v ia je y cuando andaba p o r el reino.
’* D e m anera qu€ si las que publicó P onz de su v iaje fu e ra n dirigidas
” a algún su jeto determ inado, no sería o tro q ue el pro pio don E uge-
” nio, como el m ism o P onz dice en u n a q u e le escribió el 20 de
’’ octubre d-e 1771-” Y ah o ra es Jovellanos quien trascribe p alab ras de P o n z : “C ada vez que hablo con usted de arte s, se m e renueva
” la llaga de h a b e r dado a o tro s u n as trab a jo s q ue ciertam ente hu-
’’ biera hecho li:cir en m is cartas a q u é era acreedo r, siquiera por-
” que en mi ánim o estaban dirigidas a usted.”
P o r e l libro del señor Somoiza (36) sabemos que L laguno fué M in istro de G racia y Ju stic ia d u ra n te los años 1794-1796. U n a carta d e Jovellanos, que en o tra p a rte se co p iará y q u e nofi h ab la del fallecim iento de nuestro p erso n aje, nos hace p en sar que vivió sol
tero, pues no hace alusión a fa m iliar alguno, sino q u e llegó al té r
m ino de su vida— dice— “ rodeado de la am istad, recibido sus con-
” suelos, y m u erto en sus b razo s” . Y a se h a visto q u e v iv ió con su tío el señor M ontiano, y nos co n sta igualm ente q ue tuvo un h e r
m ano llam ado don A n d ré s, de quien ya habla L an d a zu ri (19), que llegó a M ad rid tam bién a ser paje de bolsa del ta n citado señor M ontiano cuando ya don E ugenio era O ficial de la S ecretaría de C álnara, “ esto es, después del 30 de diciem bre de 1751, en q ue fué
’’ nom brado” . A cerca de este do n A ndrés se añade q ue se crió en L eón con o tro tío suyo, canónigo' de aquella iglesia, y q u e “ no fué
’’hom bre de g ra n talento, p e ro sí m uy h o n ra d o ” . F alleció don A n drés a fines de ab ril de 1791 en A ra n ju ez, y está e n te rra d o en el convento de la E sp eran za, de los fra ile s recoletos, ju n to a Ocafía.
T am bién conocem os la existencia d e don A le ja n d ro de A m írola, p ariente, sin d u d a, de los L laguno, q u e resid ía en M ad rid , donde i r a apod erado gen eral del S eñorío de V izcaya y de la C iudad de
O rd u ñ a , según consta en un m an u scrito q ue perteneció a la Sociedad de E stu d io s V ascos.
P o r u n libro d el señor B asan ta de la R iv a <(2) sabem os tam bién de o tro s posibles p arien tes d e don E ugenio, que, p o r aquellos años, resid ían en M a d rid : éstos so n : don J u a n de L lag un o y Llaguno, n a tu ra l del v alle de T rucíos, nacido en 1751 y vecino de la Corte en 1777; don F é lip e de D laguno y Ulagunio, C olegial de Alcallá, nacido en 1759, q ue v iv ía en M a d rid en el m ism o añ o quie el an te
riorm ente citado; don J u a n A ntonio de L laguno y L laguno, nacido en el V alle de T ru c ío s en 1759 y que se hallaba en la ca p ital de E spaña en 1773, y don J u a n A ntonio L lag u n o M a ru ri, n acido 'en 1759 y vecino de M ad rid en 1795. T o d o s estos nom bres nos d an la im presión de que el ilustre alavés vivía soltero, pero rodeado de sobrinos protegidos.
F inalm ente, don E u genio falleció en M ad rid el 10 de febrero de 1799, de una pulm onía, cuando “ si no por su s años, p o r su buena
” constitución y fru g alid a d prom etía m ás larg a v id a” , según pala
b ra s del e ru d ito astu rian o en la c a rta antes citad a y q ue hem os p rom etido tran sc rib ir en o tro lugar. L a fecha 10 de octub re que nos da F ern á n d ez D u ro (10) es, sin duda, un e rro r m aterial.
S u R E T R A T O P O R GrE G O R IO F eR R O
C uando hace veintitan to s años inicié estos trab ajo s, no existía re tra to de L laguno e n tre los m uchos q ue de susl D irecto res y m iem b ro s se conservan en la A cadem ia d e la H is to ria y tam poco pude obtener u na contestación positiva en la consu lta v erb al que p o r entonces h ice en la J u n ta de Ic o n o g rafía N acional. L a p rim e ra efigie q ue vi d e m i biografiado fu é en el P alacio de la D ipu tació n de A la v a ; tuve después noticia de la existencia de o tro re tra to en la casa solariega de M enagaray, q ue ta'mbién tu v e el p lace r de con tem p lar, y, finalm ente, se publicó la fo to g ra fía de] q u e creo es el original en “ A rchivo E spañol de A rte y A rqueoíogía” (34), como se h a dicho en las p rim eras líneas d e este trab ajo .
E n los tre s re tra to s aparece el señor L lag u n o de m edio cuerpo, la m ano izq uierda cruzad a sobre el pecho y m edio oculta en la
casaca, con b an d a y condecorado con la o rd e n de C arlos I I I . U n a razón de buen sentido m e induce a p en sa r q ue el original d e ellos es precisam ente el q u e no conozco directam ente, o sea el publicado p o r Sánchez C antón como perteneciente a la colección d e l C onde de T o rre-A ria s, q u ien lo h eredó de su p ad re, el M arqués de S a n ta M arta, deudo de L laguno. L a razón alu d id a es q ue tan to en el cuadro de M enagaray como en el de Ja D iputación de A lav a a p a recen en la p a rte in ferio r el escudo de arm as del re tra ta d o y una inscripción con su nom bre, sus títu lo s, honores y las fechas d e su nacim iento y de su m uerte, lo que induce a p en sa r q u e en ,ambo.^
casos se tra ta d e copias hechas con posterio rid ad a su fallecim iento.
E sta argum entación caería p o r su base en el caso d e q u e al ser fotografiado p a ra “A rchivo” el cuadro del C onde de T orre-A rias,, se hubiese p rescind ido de la p a rte in fe rio r del m ism o, lo que no hubiera d ejado d« consignar el señor S ánchez C an tó n ; p ero con todo y aunque p a ra esta apreciación no disponga sino de las tres fo to g rafías q ue tengo a la vista, h ay q ue excluir como posible o r i
ginal la d e la D iputación, que es u n a copia de m ano m ediana, y tam poco el de M enagaray parece ten er las calidades del de T o rre- A rias, ,en el cual tam bién quien lo dió a la publicidad apreciaba m ás que nad a “ su interés iconográfico” .
R especto a l ^ u to r d e este '.retrato, el señor C antón rech aza la atribución a M engs h«cha ,jtor P o le ró (28), fundándose en q u e cuando L laguno fu é condecorado con la O rd e n de C arlos I I I , h acía y a dieciséis años que él p in to r fran cés había in uerto . “A cerca d e l
” autor— dice finalm ente— nad a puede av e n tu rarse” .
E s éste, precisam ente un p u n to en el que creo h ab e r actu ado con fo rtu n a , porque Jovellanos en el m anuscrito citado (17) afirm a que “h an qu ed ad o dos re trato s suyos (de L laguno) pintad os al tiem -
” po de su m u erte p o r G regorio F e rro ” ; añad e q ue son m uy pareci
dos, q u e uno lo posee u n a sobrina suya que vive en B urgos y o tro lo conserva el señor C ordón.
N o creem os que el señor S ánchez C antón, con noticia de la existencia de un re tra to d e L laguno p o r F e rro , hay tenido m otivo s p a ra no identificarlo con el publicado en “A rchivo” ; porque es eT caso que el señor C antón, m áxim o p restig io en cuestiones pictó ricas
y paisano del pintor, es sin d u d a u n p erfecto conocedor de este a rtis ta , y re su lta curioso q ue p a ra obtener noticias acerca del mismo, no hem os ten ido nosotros sino v»oIver dos hojas del citado núm ero d e “Aifchivo” y haD^r, en o tro tra b a jo del m ism o au to r, u n a re fe rencia al p in to r que nos ocupa, dando .pormenores de cómo Gregiorio F e rr o fu é p re ferid o a Goya p o r la A cadem ia cuando am bos, de p rin cip ian tes, asp irab an en 1763 a u n a pensión d e aquélla, y cómo, y a casi en las postrim erías de la vida de estos artistas, todavía F e rro encajaba m e jo r en la A cadem ia, p a ra la que fu é elegido D irector en votación secreta p o r 29 votos, en con tra de 8 q u e tu v o el coloso aragonés.
E n el m ism o tra b a jo del señor C antón se nos rem ite a su dis
cu rso “ Goya, en la A cadem ia” , leído el 11 de ab ril de 1928, en el q u e se d an otros porm enores de F erro , y a un tra b a jo publicado p o r don R am ón Iglesias (15), en el que se h ace u n estudio detenido de G regorio F e rro , del q ue ta n sólo consignarem os aquí la fecha d e su n acim iento en S a n ta M aría de L lam as (L a C oruña) en 1742, q u e fu é discípulo de G iaquinto y, sobre todo, d e M ens, a quien im itó, p in to r de C ám ara de C arlo s I V , académ ico de S an F e r n a n d o desde el 17 de ju lio d e 1781 y el hecho d e que acom pañó a Ponz en algunos d e sus viajes. Falleció en M ad rid en 1812.
P e ro la nota m ás curiosa que entresacam os del estudio d e l señor Iglesia es que, sin in d icar los m otivos que tiene p a ra ello, sospecha q u e “F e rr o p intó an tes de 1749 alg ún re tra to p a ra la A cadem ia de
” la H isto ria, verosím ilm ente el de algú n D ire c to r” . Y m ás ad e la n te hace co n jetu ras sobre cuál de los re tra to s d e D irectores de la casa p u d ie ra .ser el realizaido p o r el' pintior que líos ocupa, y se p reg u n ta con g rand es reservas, después de exam inar lodos los existentes en
tonces en la A cadem ia, si p o d rá atrib u írse le ,el d e don P e d ro de G ó ngora y L uzán, D uque de A lm odóvar, cuarto D ire cto r, elegido
•en 7 de enero de 1792 y q ue m u ere desem peñando s u cargo en 14 d e m ayo de 1794.
S in género d e duda, en las p alab ras copiadas del S r. Iglesia h a y un e rro r m aterial o e rra ta d e im prenta a l decir q u e p in tó tal obra “ antes de i749” > Que en tal fe c h a F e rro n o contaba m ás q u e siete años. T al vez debió decir 1799, a ñ o de la m u e rte d e L ia-
gimo, y recordando el testim onio de Jovellanos de q u e F e rro pintó a nuestro biografiado en sus últim os días, q ue fu é L lag un o el D i
re cto r que precisam en te siguió a l cita-do D uque de A lm odóvar, nos queda a nosotros la im presión de h ab e r llegado al pim to final ,de este entrenidü juego de “caliente-frío” con q u e a, veces se hace am ena la labor del investigador o del curioso.
E ste retrato , de F e r r o o d e o tro p in to r, académ ico en cualquier sentido q ue se d é a la palabra, bueno o re g u la r, nos p re sen ta al ilu stre bióg rafo de los arquitectos españoles tal como de él nos hablan re fe re n c ia s lite raria s d e sus contem poráneos y según el con
cepto que n o s h a q u ed a d o de s u persona. “ E r a L laguno— copio de Jovellanos— de e sta tu ra re g u la r y bnen ta lle ; su ro stro , d e color
” cia to y sonrosado, con o jo s azules y n a riz u n ta n to aguileña” . Su efigie respira aquella bon d ad de que nos h ab la C ean y la ele
gancia q ue le atrib u y e M enéndez y 'Pelayo. P e ro con esto entram os ya en el ap artad o q ue sigue a continuación.
Se m b l a n z a d e Ll a g u n o -p o r s u s c o n t e m p o r á n e o s
Como n o se tr a ta aquí de h acer la apología del p e rso n a je que nos .ocupa, de h ab e r hallado referencias desfavorables acerca de su persona en los escritos d e su s contem poráneos, co n starían en estas páginas ju n to a los elogios d e sus p a n e g irista s; p e ro es el caso que J'ovellanos, C éan B erm údez, L e a n d ro F ern á n d ez de M o ratín , Sa- m aniego y el h isto ria d o r alavés L an d azu ri, tJodos ellos m ás jóvenes q ue Llaguno, n o s hablan de él como de u n bondadoso p ro tector.
Y n o .e s q u e la p erspectiva dcl t i e m ^ d eform é la re alid ad de las cosas y suavice a rista s agresivas, asperezas y o tras m áculas del g ran alavés, ya qué m uchos d e los hom bres de su tiem po p asa ro n a la posteridad sin q ue m éritos positivos lograsen oscurecer sus defectos.
N o era la generosidad u na de las ca racterísticas de aquellos eruditos ni resultan ejem plares las costum bres de la época. A este respecto rem ito al lector a cualquier obra de carácter g en e ral, p o r ejem plo, a la “ H isto ria d e E sp añ a” , de B allesteros, tom o V I, p ág in a 639.
P o r eso contrastan con m ás íu e rz a los elogios q u e s e hacen de L laguno. L eandro F ern án d ez d e M o ratín , con el pseudónim o dé
“ H u m isb o Therm odonaLano” , cuanta q u e su p a d re “reparó la pér^
” d id a de su buen am igo M on tiano con la intim id ad q u e m ereció
” de d o n E u genio de L lag u n o ” . L an d azu ri, en u n libro publicado en 1799, nos habla d e su m oderación de don Eugenio. Jovellanos, en sus “D iario s” (16) (página 341), le da -el calificativo d e ‘‘v eraz” , y en sus an o tacio n es correspondientes a l 31 d e diciem bre de 1796 de la m ism a o bra, du d an d o de que el hom bre q ue nos ocupa esté dispuesto a seguir sus consejos y .atender a sus dem and as, exclam a:
“pero L laguno, tan tím ido y detenido, y con ta n poica lib ertad p a ra
” o b ra r, ¿ q u e rrá o p o d rá d arn o s este a u x ilio ? ” E s decir, que aun en los m om entos en que d u d a de obtener de él u n fav o r, lo tra ta con el m áxim o re sp e to ; y conviene re co rd a r aquí que, en losi “ D ia
rios” , Jovellanos se expresa con ab so lu ta sinceridad-com o co?a ín ti
ma no destin ad a a la publicación.
Se conoce tam bién u na ca rta en q ue el erud ito astu rian o da las gracias al alavés, “no p o r la pobre y v u lg a r distinción de los ho-
” ñores, sino p o r la fineza con q ue aprovechó la o casió n de obtenef-
” los, y dispuso en m i fa v o r el ánim o del R ey” . E s ta c a rta fu é publicada .por Som oza (36) y se halla fech ad a en 2 d e diciem bre de 1794, correspondiendo p o r lo tan to , a ]a época en q u e L lag un o era M in istro d e G racia y Justicia.
Y a se h a h ab lad o en o tra p a r te del agradecim ien to d e P onz, y tendrem os ocasión de conocer los elogios que le d e d ic a ro n M eléndez V aldés y los poetas de la escuela salm antina.
P e ro quien nos p re sen ta el aspecto generoso y desprendido del g ra n tra ta d is ta de los arq u ite cto s españoles es C éan B erm údez cuando nos re la ta el m om ento en q ue conoció el m anu scrito de L laguno sobre aquéllos y q ue el m ism o C éan se en c arg a ría de h acer im p rim ir y com pletar con im p ortan tes adiciones. F u é esto en 1798;
don E ugenio era u n ncible an ciano de 74 años, m ie n tra s Céan no- contaba todavía los cincuenta y ocupaba el cargo de O ficial de la Seci*etaría d e G ra cia y Ju sticia, lo q u e le d ab a c a rá c te r d e sub ordi
nado de aquél. U n d ía C éan p re sen tó a su su p e rio r el “m an uscrito de su fam oso D iccionario, y exam inado p o r L lagu no detenidam ente, éste objetó q ue fa lta b an en él d ato s sobre los arq u ite cto s españoles y, llegándose h a s ta ,su estantería, sacó de ella o tro m anu scrito eit
el cual reconoció en seguida C éan la o b ra q ue Jovellanos había anunciado h ac ía y a oclio años en su "‘E lo gio d e don V e n tu ra R o
dríguez” , q ue L lag u n o fo rm a b a con ¡datos sobre los arqu itecto s españoles. In d icó su au to r q ue v ería con satisfacción que C éan se hirviese de sus d ato s p a ra com pletar su D iccionario, ofrecim iento que no quisiQ acep tar, ac ab an d o la en trev ista en u n p u g ilato d e d e li
cadeza y galantería, y com o Céan alegara q ue no qu ería atrib u irse m éritos q u e n o e ra n .suyos, ,cuenta q u e L la g u n o llegó h a sta a e:no- jarse. T o d o l>o cual se re lata, como se h a dicho, p o r el p ro p io Céan, B erm údez en el prólogo d e las “ N o ticias” (2).
U n a faceta m ás fa m ilia r de nuestro p erso n aje se nos presenta en cinco cartas de la corresp o n d en cia m an ten id a con A z ara y que han sido publicadas recientem ente p o r el s'eñor S alas B osch (32).
Su estilo es gracio so y desenfadado en contraste con el q u e esos m ismos hom bres del siglo X V I I I solían em plear en o tra s ocasiones y no sé yo si dé intento L lag u n o contestaba con concordancias viz
caínas— “ no se son m enester P alladlo s n i H e rre r a s ”— a los galicis
mos de q ue ta n to se h a acusad o a su am igo.
Copiarem os, p a ra te rm in a r con los testim onios recogidos d e sus contem poráneos, la sen tid a c a rta escrita p o r don G aspar M elchor con m otivo de 'su fallecim iento, c a rta q u e puede verse en el tom o 11 de la B iblioteca de A u to re s E spañoles (3), tom o I I , página X V I II.
F echada en G ijón a 23 de fe brero d e 1799, 13 días después de ocurrido el fallecim iento, dice a s í :
“E xcelentísim o S eñ o r B ailio don A ntonio V aldés.— M i m ás esti
m ado am igo y s e ñ o r: ¡ Cómo se v an los b u e n o s ! Sé que hem os perdido a nuestro h o n rad o L lag u n o ; sé que m u rió con aquella santa paz que distinguía su ca rác te r, y sé que u sted, con n uestro hono
ra b le H orm azas, q u ed a encargado d'e sus údtimos oficios 'testa
m entarios.
” E n todo tomo el interés q ue corresponde a mi am istad, y que aunque siento la p érd id a de un hom bre tan de bien, que si no p o r sus años, p o r su buena constitución y fru g alid a d prom etía m ás la rg a vida, celebro que el térm ino de l a suya h ay a estado rodeado d e la am istad, recibido sus consuelos, y m u erto en su^ brazos.
” L a v irtu d y el m érito d e este hom bre digno, m erecían ser con
servados a la posteridad, y esta idea m e h a sugerido la q ue voy a p ro p o n e r a usted.
” E n tre o tro s escritos había com puesto don E u gen io u nas M e- nio^rias sobre los Arquitectos españoles, q u e yo leí y tuve en mi pod er m ucho tiem po. Instéle m uchas veces a q u e las publicase, y a u n q u e fuese u n tra b a jo lleno de erudición y buen gusto, y aunqu«, s in duda, sería bien recibido p o r el público, siem pre fu é dilatándolo, a sp ira n d o a d arle m ás perfección, cosa q ue apenas era posible, ni jle perm itían los cargos im portantes a que hubo de co n sag rar su p rim e ra atención.
” A h o ra b ie n : este m anuscrito p o d ría publicarse ahora, poniendo a l fren te de él u na vida de su au to r, escrita con la sencillez y buen gusto que conviene a su carácter. D e este tra b a jo m e en carg aré yo de buen a g a n a siem pre q u e se m e envíe el m anu scrito y las noticias p a r a llenar su vida. A u n p o d ré a ñ a d ir alg u n as no tas a su obra, po rq u e Zean, q u e tra b a ja algunos años h a en escrib ir las vidas de los pintores y escultores españoles, tiene m uchas noticias re fere n tes a- n u estros arq u itecto s, que, sin duda, fra n q u e a rá y o rd e n a rá a este fin. Y si entre los pageles hubiese algu na com posición p u ra m e n te lite raria y se quisiese enviar, yo m e encargaré tam bién de recono
cerla y publicarla con las ilustracio nes necesarias.
” M i situación m e perm ite d a r algún tiem po a esta especie de cuidados, que p o r o tra p a rte no son ajenos a m i afición, y que cuando exigiesen algunas e x tra o rd in a ria s vigilias, to m aría con gu ’sto, p a ra d a r al público u na p ru e b a d e cuanto aprecio la m em oria y reputación de u n sujeto a quien ta n ta am istad p ro fe sé en esta vida.
” U sted v e rá fei esta idea m erece ejecución, y confiriéndola con el señ o r H o rm azas y dem ás q ue p uedan ser interesados en el asunto, res'olverá lo que le pareciese.
” N o h ay p o r h o y q ue afíad ir m á s : consérvese usted bueno, salude a los m íos y m ande, e tc ...”
H em os q uerido que esta c a rta figurase aquí ín teg ram en te porque nin g ú n otro escrito p o d ría llen ar m ejo r el oficio de oració n fú n eb re ni p in ta rn o s con m ás precisión, acierto y cariño l a sem blanza del e ru d ito alavés. S e ad e la n tan en ella tam bién alg un as cosas d e las q ue se h ab lará oportunam ente y queda desde ah o ra señalado el
p re p ó sito de Jovellanos de d a r publicid ad al libro de los a rq u i
tectos. E s ta se dem o raría todavía tre in ta a ñ o s y en ella no figuró la v id a d e l a u to r que don G asp ar M elch or se o freció a escrib ir y que, sin duda, realizó, que no o tra oosa es el m anu scrito (17) inédito tan tra íd o y llevado en n u e stro trabajo.
A los ju icios y re fere n cias de los contem poráneos añadirem os los calificativos de M enéndez y P elay o q ue en sus “ Id eas E stéti
cas” (24) le llam a “ elegante p erso n aje” y en alguna o tra p arte tscrib e que “ la índole m ansa y apacible d e L lag uno le a p a rtó siem pre d e toda intolerancia artístic a ” .
E n l a Ac a d e m i a d e l a Hi s t o r i a
U na buena p arte de las actividades de su v id a las dedicó L laguno a la A cadem ia de la H isto ria , p o r lo q u e m e ha parecid o conve
niente destacarlas en capítulo aparte, si bien debo ad v e rtir desde el com ienzo del m ismo que m is noticias adolecen de im precisión y tal vez sean rectificadas. E n esta p a rte d e m i trab a jo he tropezado con dificultades d e in fo rm ació n que no me h a sido posible vencer.
L iaguno solicitó su ingreso en la A cadem ia el 14 de fe b rero
^755> según con'sta en el expediente q ue vi en el archivo de la casa (11-3-55, Leg. 3.®), y según F ernánd ez D u ro (10), fu é adm itido como h onorario el día 21. Jovellanos (17) dice que fu é nom brado académ ico supern u m erario el 22 de ju n io de 1757. E l discurso de recepción, que titu la “ Glorias del nom bre español” , no tr a ta de d e sa rro lla r .un tem a histórico, com o ho y es costum bre hacerlo, y es un sim ple acto de acción de gracias, lleno de ditiram bos p a ra el R ey y la A cadem ia. E n 22 de diciem bre de 1758, a instancia suya, le fué dado el encargo d e coordinar y sep a rar p o r reinados las cédulas p ara el índice diplomático! y litològico q ue en aquel tiem po form aba la A cadem ia, poniendo en ello ta n gran empeño que, según Jove- Hanos (17), a fin de m ayo d e 1762 su tra b a jo constaba ya d e 52.800 cédulas. A propósito de esta labor expuso don E ugenio los incon
venientes del m étodo seguido h asta entonces, adop tán do se en con secuencia el cronológico que él proponía.
M uerto don S ebastián del Castillo, la A cadem ia acordó, en 16 de
febrero de 1759, q ue en ad e la n te se hiciera el el-ogio fú n eb re de los fallecidos, recayendiO en L laguno h a c e r el d e d k h o señor. E l M a r
q ués d e L au ren cin (20) añad e la noiticia de q u e nuestroi persona,] e, con m otivo del fallecim iento del académ ico citado, fu é nom brado S ecretario en sesión d e 23 d e fe b rero de 1759, reb aján d o sele el sueldo de 400 a 300 ducados. E n la siguiente sesión d e 2 de m arzo, L lagun o comenzó a ac tu a r como ta l S ecretario dan do lectura a u na proposición del D irector, en la que se expresaba la necesidad de recoger con urgencia los libros y papeles del señor C astillo y q u e p ertenecían a la A cadem ia, lo que efctuó sin obstáculo. S e le enco
m ienda tam bién la custodia d e los libr-o's adq uirid o s h a sta entonces y algun os q u e poco después llegaron conseguidos p o r in term edio del librero señor don A ngel C onradi, que los h ab ía pedido a P arís, y en tre los cuales se hallaba la “ H isto ria del L angüedoc” , escrita p o r los P a d re s B enedictinos, o b ra que se elogia -mucho en el m a
n uscrito d e la A cadem ia (12-21-3, núm . 44), de donde proceden estas noticias.
P o r la m ism a fuen te sabemos q u e L laguno, con do n Jo sé Caye
ta n o L andoso, M ontiano, d o n F ran c isc o de R ivera, do n P e d ro P érez V alien te y don Jo sé O rtíz de A m aya, asistió, el día 16 de septiem bre de 1759, a l besalam anos de la R eina, consignándose q u e e ra la p rim e ra vez q ue la A cad em ia de la H isto ria acudía a un ac to d'i esta clase, cosa q ue y a h ab ían hecho antes la E sp añ o la y l a de S a n F e rn a n d o . E n e s ta ocasión, la d e la H isto ria fu é inm ediata
m ente después de la d e la Lengua.
E n 13 de enero de 1760 asistió L lag u n o com o sec retario de la A cadem ia al besalam anos celebrado en P alacio con m o tiv o de la llegada y proclam ación de C arlos H L
E l M arqu és de L au ren cin (20) afirm a que desde la sesión d e 12 de ag o sto de 11764 d e jó do n E ugenio de c o n c u rrir a las Ju n ta s de la A cadem ia, p o r ten er que p a sa r a S an Ild efo n so a s e rv ir en su em pico de O ficial d e la S ecretaría del D espacho de Estado,, siendo nom brado don Ig n a cio H erm osilla p a ra su stitu irle d u ra n te su a u se n cia. P ero p ersuadido de q ue en su nuevo d éstin o n o podía seguir ocupándose de su c a rg o de académ ico, renunció a él p o r carta de 2T de sep tieirb re, que, leída en la sesión del día 23, h iz o q u e se
adm itiese su dim isión “ con m ucho sentim iento” . E n la sesión si
gu ien te fué elegido do n Jo sé M arcos, y qu erien d o el D ire cto r señor M ontiano desem barazarse d e los papeles y m onetarios de la A ca
dem ia que tenía en su casa, h-ubo necesidad d e p e d ir al señor L la g u n o u n in fo rm e ac erc a de la cuestión y del estado en que había dejado sus trab a jo s y dem ás asuntos de la S ecretaría y en especial la “H isto ria d e la A cadem ia” , q ue estaba term inando , a lo qu'e aquél contestó con un extenso in fo rm e feohado en 5 d e noviem bre.
Jovellanos confirm a tod as estas noticias del M arqués de L auren- cin, y respecto a la “H is to ria de la A cadem ia” a que se h a aludido, hace co n sta r que L lag u n o había com enzado a tra b a ja r en ella en 1759, que p asó luego el m an u scrito a exam en d e los correctores, que la a p ro b aro n co n a lg u n a s m odificaciones q ue estim aro n o p o r
tunas. L a A cadem ia solicitó d e L lag u n o q ue continu ase dicha H is toria, y él prom etió h acerlo en 26 de ju n io de 1765; p ero n o cum plió este propósito, y a que “ el volum en del m anu scrito q ue se g u ard a en el A rch iv o de l a A cadem ia, no llega m ás q ue h a sta esa fecha” . Y sigue dicie'ndo di eru d ito astu rian o , q u e n o deb e a trib u irse esta suspensión a resentim ientos p o r las correcciones q u e le fu ero n im puestas, sino a que no dispuso de tiem po p a ra e ste trab a jo , tenien^lo, com o tenía, que seguir con l a C o rte a los sitios reales.
P o r el fallecim iento d e su tío y p ro tec to r d o n A g u stín M ontiano y p o r antigüedad, fu é ascendido L lag u n o a académ ico de núm ero, según consta en el a c ta del 1.® de m arz o de 1765. N a tu ralm en te, nadie m ejo r que d o n E u genio p a ra tra z a r la sem blanza del fallecido, y se le encom endó este tra b a jo , lo q u e h izo en u nos ap u n tes biográ
ficos que aprovecha en su o b ra el M arq u és de L au ren cín y que antes se hallaban inéditos.
R especto al nom bram iento de L laguno p a ra D ire cto r de la A ca
demia, el señor S ánchez C an tó n afirm a ¡(34) q ue “ fu é su quinto D irector, au nque sólo p o r siete días, p u es renunció el ca rg o el 20 de junio de 1794 y había sido elegido el' d ía 13” . A ños m ás tarde, según Jovellanos, p ro p u esto L lagu no para D ire c to r p o r h a b e r con cluido su trien io el D uque d ’e la R o ca el 30 de n o viem b re de 1798, obtuvo L laguno 5 v o to s e n el p rim e r esc ru tin io , 7 en el segundo y
9 en el tercero, p ero fu é elegido C am pom anes, p o r ser m ás an tig u o , con igual nú m ero de votos.
S eguram ente p o r el escaso tiempo que actuó como D irector, no se le consideró com o tal, lo q ue explica q ue en 1924 no figurase su re tra to en tre los de D irectores de la casa y que el señor Ig le
sia (15) no hallase el q ue Ferro* debió p in ta r de a lg ú n D irector, del que tenía no ticia, com o se ha hablado en el lu gar correspondiente.
Es p a ñ o l i s m o d e Ll a g u n o
M in istro de un rey borbónico, trad u c to r de Racine, d irec to r de la se g u n d a edición idfe la “ P o ética” de L u zá n (22) y, sohre todo, m uy h o m b re de su tiem po, L lag u n o forzo sam en te ten ía q u e ser acusado d e ex tran jerizan te. M enéndez y P elay o se refiere a la des
aparición de c ie rto p á r ra fo en q ue se elogia a C alderón, que consta en la p rim e ra d e las ediciones d^ la “ P o ética” , y no v acila en hacer a n m s tr o h om bre este d u ro re p ro ch e: “¿ E s que L lag un o tu v o la osadía de a lte r a r el tex to en apoyo de sus opiniones m ás ra d ic a l
m ente neoclasiicistas q u e la s d e L u zá n ?” Y n u ev am ente y insigne p o líg ra fo hace objeto de su s censuras al erud ito alavés p o r haber su p rim id o de la edición segunda las aprobaciones de los R dos. P a dres M anuel G allinero y M iguel N a v a rro p a ra la edición d e Z a ra goza. E n la m ad rileñ a se pensó en p o n e rk s , así se afirm a en el prologo del editor, com o concesión h ec h a a la in teg rid ad de la obra, p ero luego se d esistió de ello, com o pued e com probarse en la últim a p ág in a im p resa del tom o segundo, d o n d e !se dice q u e se suprim en porque, de in te re sa r a alg u ien dichos p á rra fo s, éste lo's aband on aría, an tes d e term in arlo s, p o r n o poder so p o rta r tales “m onum entos de pÑedantería y b a rb a rie ” . E s de ad v e rtir q ue las opiniones deJ P a d re G allinero eran u n ta n to opuestas a lais de L uzán , M u ra to ri y dem ás críticos ex tra n jero s.
S e com prende la indignación d e don M arcelino , ta n en tu siasta de C alderón y d e todo 'lo español, y q u e aquélla le Iteve a esciibir que “ L laguno tra tó la o b ra de L u z á n con ta n poca conciencia como el “V icto ria l” de Pedro- N iñ o y o tro s libros q u e im p rim ió ” . P ero , p o r o tra p arte , el g ra n polígrafo d eja e n tre v er q ue no fuesen ob ra
de U a g u n o , “ta n ponderado” , estas intem perancias, y -la v erdad es q ue co n tra sta n c o n o tro s inform es que tenem os acerca de su carácter. Cabe p e n sa r q u e el p ro p io L u zá n suprim ió el p á rra fo en cuestión, pues nos c o n sta q ue en un ejem p lar de la edición p rim era intercaló L laguno, en sus respectivos sitios, todas las adiciones y enm iendas q ue el a u to r había hecho en su obra, y nos consta por el testim onio del m an u scrito de Jovellanos (17), de quien copiam os casi textualm ente las palabras que anteceden. T am b ién nos d a d eta
lles de cómo llevó a cabo la segunda edición q u ien la dió a la im prenta, pues en u n p rólogo de la m ism a cu en ta cóm o habiéndose p repuesto re im p rim ir en fo rm a y tam año m anejables la edición de Z aragoza d e 1737, teniendo y a tira d o s tres o cu a tro pliego’s, tuvo noticias de q ue en p oder de d o n E u gen io de L laguno se en co n tra
ban v aria s adicioties y correccion'es d'ol propio L uzán, y q u e habién
dole esc rito sobre el p a rtic u la r a don Eugenio, q u e a la sazón se hallaba en FJl Escorrial, le respondió é ste que, en efecto, d u ra n te algún tiem po así había sido, porq ue todos los papeles con las adicio
nes y enm iendas los h ab ía entregado L u zá n a don- A g u stín M on
tiano, d e quien e ra am igo íntim o, q ue tales añadidos y rectificaciones estaban hedhos sobre un ejem plar im preso y en papeles sueltos, y que todo ello, recogido p o r L laguno a la m uerte del señor M ontiano, había pasado a p o d er d e los hijo s de L uzán, los cu ales tra ta b a n de aprovecharlos p ara una n u ev a edición. E n la m ism a ca rta , L lagu no se com prom etía a o rd e n a r los papeles, m a n ife sta n d o así su g ra titu d a L uzán, a q u ie n debía consejos q ue le h abían sido m uy útiles.
A ñade el editor q ue D. J u a n Ig n acio de L uzán, C anónigo de la S a n ta Iglesia de Segovia, h ijo d e l a u to r de la “ P o ética” , no sólo puso a disposición de L laguno todo lo necesario, sino q u e se ofreció a e'scribi.r u nas m em orias ac erc a de la v id a de su p ad re, que, e«i efecto, se p u b licaren en Ja reim presión de la obra.
P o r todo lo que antecede, creem os q u e no existe m otivo sufi
ciente p a ra ac u sar a L lag u n o de afran c esam ien to y d e intran sigen cia en teoría lite raria p o r su in terv en ció n en el asu n to de la “ P oética” , ya que aqu:élla pudo m uy bien lim itarse a cum plir la v o lu n tad del a u to r del libro, in terc alan d o >sus adiciones y llevando a cabo sus enm iendas sin p oner p o r su cuenta aquello q u e ta n ta indignación le
produce, a l so spechar que lo fuese, al g ra n d o n M arcelino. P o r lo dem ás, se v e rá en lo q u e se dice a continu ació n cómo re su lta im pro
p ia d e su ca rác te r to d a 'bander,í,a lite ra ria y m ucho m'enos podía hah er in d ifere n cia p atrió tica en quien ingresó en la A cadem ia d e la H is to ria con un. discurso que titu lab a : “ G lorias del n om b re español” . E n u na ca rta del “F o n d o P re sta m e ro ” (12), dirigida p o r L laguno a l Conde d e P eñaflorída «n 22 d e m arzo de 1773 y ¡hablándole de la aprobación de “L os estractos” de la R eal 'S o cied ad B ascongada d e A m igos d e l P aís, recom ienda que de ellos se om ita' ío d e q u e en
•el In s titu to d e V e rg a ra “ se ha establecido el cur'so de L atin id a d de M r. V a rrie re , q u e h a p arecid o m ás con form e” ; y recom ienda que se su stitu y a sim plem ente p o r la fra s e : “ Se h a establecido u n curso d e L atin id ad (o de G ram ática) que h a parecido el máS conform e, p o rq u e— sigue diciendo L laguno— no está b ien que habiendo u na G ra m á tic a ta n buena como la de don J u a n Iria rte , se explique por tm tex to fran cés” .
E n otrai carta, publicada ^en él tom o 62 d e la B iblioteca de A uito re s E spañoles (3), p ág in a 202, de don J u a n B au tista M uñoz, o tro d e los eru d ito s de la época y conocido p o r am ericanista, se pide a L laguno p re sta d o el opúsculo q u e el abate piam ontés C arlos D e
d in a publicó con tra el artícu lo q ue en la E nciclo p ed ia 'había publi
cado sobre E sp añ a el fran cé s M asson de M orviliers. E n aquella o b rita (8) se respondía, desde la A cadem ia de B erlín , a las in ju sta s apreciacio nes, erro res y expresiones despectivas sobre E sp a ñ a de M r. M asson. H a y q u e suponer q u e L la g u n o seria un o de los espa
ñoles dolidos p o r el t r a t o q u e 'se daba a su p a tria en la Enciclopedia, y a q ue a él se dirig e don J u a n B au tista M uñoz pidiéndole el libro citado.
C uanto antecede en d e fe n sa del españolism o de L lag u n o cons
ta b a y a en m i tra b a jo de escolar, p ero luego, en fech a relativ am en te reciente, se h a n publicado p o r los señ o res don E m ilio O rozco, en
“A rch iv o E sp añ o l d e A rte ” (25), y p o r do n X a v ie r d e S alas, en la
^‘R ev ísta de Id e as lEstéticás” (32), dos trab a jo s a c e rc a de la co rres
pondencia sostenida en tre L lag uno y don Jo sé N ic o lá s A zara, que confirm an de u n a m an era ro tu n d a n u e stra tesis.
E l señor O rozco no's h a b la de la existencia, en la biblioteca del
S em in ario D iocesano de V ito ria , de u n as c a rta s d e L lag u n o que, p o r h a c e r el au to r del a rtic u lc p ropòsito de publicarlas, considera
m os terreno acotado y, en conse-cuencia, trata rem o s este p u n to d e fo rm a som era. E n dichas cartas se pone en claro' la p articip ación que L laguno tuvo en la edición española del libro de M engs, im preso sim ultáneam ente en español e ita lia n o en 1780.
A l parecer, la exposición de las ideas de M engs hecha por A zara, fu é u n tan to libre y p uso no poco de su cosecha, y en m uchos casos atribuyó al p in to r cosas q ue s-o-lamente había oído d e su boca en conversaciones m antenidas con él. Llaguno, encargado de cuidar la edición española, desconfía m uchas veces de q u e las ideas v e r
tidas pertenezcan a M engs y las supone m ás O' m enos cap rich o sa
m ente in terp re tad as p o r &u. íntim o am igo A z ara y, sin duda, esto le da conñanza p a ra p ro p o n erle m odificaciones y enm iendas, p ues se resiste a p en sar que el p in to r tuviese tales ^opiniones acerca de u na nación “que le tra tó bien” .
L laguno enm endó la redacción de A z ara que, au sen te 'muchos años de E sp añ a, había perdido fa m iliarid ad con la len g u a caste
llana, pero no se lim itó a esto solam ente, sino q ue m u estra en Su correspondencia diferencias de criterio. T enía un am o r p o r el a rte español del pasado que no com partía su amigo, y “ le duelen— dice ei señor Orozco— ^las censuras de E sp añ a” ; y le duelen, sobre todo, porque sabe bien que vienen n o de un e x tra n je ro '(M e n g s ), sino de un español (A zara).
Defiende Llagutio a los arquitectos españoles m edievales, no consiente que A z ara d ig a q ue fu e ro n “despreciados” , y alega los honores que les trib u ta ro n los reyes de aquellos tiem pos. Sigue luego COTI los del R enacim iento, ase n tan d o categóricam ente que no se cul
tivaba la A rq u ite c tu ra en aquellos días de C arlos Í I I m ejo r q ue en tiem pos de “ C arips V h asta principios de F e lip e I I I ” . A ñ a d e q u e la A rq u itec tu ra nad a había g an ad o desde entonces en m ateria y fo rm a, y si bien los franceses “nos h abían com unicado ideas de com odidad”
en cuanto a elegancia, “a mí me parece q. veo m uchos m ás principios de ella en las formaS simples de entonces q. en. la costosísim a y p e
sadísim a p u e rta de A lcalá, ú n ic a o b ra en q. S ab atin i figuró lo que él y o tro s llam an o rden” .
L a indignación d e L lagun o sube de p unto, h a s ta p ro p o n e r a A z ara q u e su p rim a el p á r ra fo d e la edición española, cuando Mengs- h ab la de n u e stra p in tu ra y dice q u e lo q ue o c u rre es algo parecido' a un país donde, h abiendo m uchos enferm os, se im pidiese la en trad a a los m édicos, alu d ien d o a q u e ,en E sp añ a no se estim aba a Ios- pintores ex tra n jero s. D on E u g en io p ierd e 'su' haíbituall tem planza, y replica q ue si en E sp a ñ a no h ay buenos p in to re s es p o rq u e su s pensionados en R om a n o hallaron, tales m aestros. L laguno ad m ite l a m aestría de M engs, p e ro se p re g u n ta “¿ H a n qued ado otros^Meng'S en algun a o tra p a rte del m undo? ¿C uándo 'le h a b rá ? ” L laguno, entu
siasta de Velázquez, ciertam ente no veía en Goya el genio que soli
citaba y q u e te n ía an te sus narices. ,
“E n sum a— escribe n u e s tro erudito— , este párrafoi se d eb e ,q u e
d a r en el tin te ro ” . Y , en efecto, según afirm a el ,seño r O rozco, t í p á rra fo en cuestión fu é su p rim id o d e la edición .española, aiunque- apareció en la italiana.
A n te los o jo s del señor O rozco, esta a c titu d de LlagunO', tan- en tusiástica de los valores españoles, le 'hace g a n a r cu an to desm e
rece en su sim patía el señor A zara.
D e las ca rtas publicadas p o r el- señor Salas Bosdh ten d rem o s.o tra oca'sión d e h ablar, pero aquí debe figurar de ellas u n p á r r a f o en el q ue es A zara, sin duda, quien se m anifiesta con tra la obra de E l E s corial, de la q'Ue, p o r el co n tra rio , L lag u n o .sabemos, q ue e ra 'entu
siasta, p á rra fo en el q ue aquél advierte a éste q u e n o q u ita rá de la cabeza a l ab ate M ilizia (que p re p a ra b a u n a obra .sobre la A rq u i
tectu ra) “q ue cargue la m ano co n tra los fra ile s de Eli E sco rial, y ponga aún m ás en ridículo su descripción d e la o c ta v a m aravilla, pasm o, p o rten to , porque c o n tra estas b alad ro n ad as m e h ie rb e la
san g re” (*).
Q uedan, p o r lo tanto, m uy e la ra n ie n te expuestas las d iferencias ideológicas y tem p eram en tales de estos d o s erud ito s, L la g u n o y A zara, am bos m uy h om bres de su tiem po, neoclasicistas y acadé-
( * ) S e g u r a m e n te la d e s c r ip c ió n a! q u « a lu d e A z a r a e s a la “ D e s c r ip c ió n d e E l E s c o r i a l ” , p o r F r . A n d ríis X im é n e z , 1 7 6 4 , <3e la q u e d a u n a a m p la r e f e r e n c i a e l s e ñ o r S á n c h e z C a n tó n e n e l to m o V , p á g in a 5 7 , d e sus-
“ P u e n t e s l i t e r a r i a s p a r a la H is to r ia -del A r t e E s p a ñ o l ” .
xnicos, íntim os am igos com o se tra,sluce p o r su correspon<lencia, pero a todas luces inconfundibles.
Ll a g u n o v a s c o n g a d o. Su s g e s t i o n e s p a r a l a a p r o b a c i ó n DE LOS Es t a t u t o s d e l a Re a l So c i e d a d Ba s c o n g a d a
DE LOS Am i g o s d e l Pa í s
U n a vez puesto fu e ra de toda duda, el españo'lism o de don E u g e
nio, parece opo rtu n o h a b la r de L lag u n o vascongado. A sí, vascon gado, y no de o tra fo rm a cualquiera de llam ar a los n a tu ra le s de este país, y a ellos, los vascos de su tiem po, h ab ían adoptado aquella denom inación.
Y a se ha dicho' en o tro lu g ar cómo la vid a de L laguno, desde que llegó a M adrid, está íntim am ente u n id a a 'la d e M ontiano, que, au nque n a tu ra l de V alladolid, era ori-undo vascongado. V eam os
•chora a l aiutor de la? “ N o ticias” relacio n ad o con. o tro vascongado y a la v é s : don F é lix M aría Sam aniego.
D ifícilm ente p o d rá n h allarse dos tem peram entos m ás distintos unidos p o r razón de paisanaje. L lag u n o es to d o elegancia, m o d era
ción^ p restigio de hom bre b u en o ; S am aniego es pequeño d e estatu ra, inquieto, so ca rró n y p endenciero; él m ism o se reconoce “ señ o rito d e pueblo” en c a rta s q ue escribe a sus am istades. L lag un o encabeza su s c a rta s con la señal de la cruz. S am aniego p a s a a la H isto ria con cierto tufillo de volteriano: V e rd a d es q u e siendo am bos hijos de la provincia m ás pequeña de E sp a ñ a en cuanto a población, h a n nacido en tierra's d e m uy distin to aspecto. E l tra ta d ista .'d e los arquitectos
^ de un país de lluvias, bosques y p astiz a le s; el fabullista h a nacido ro deado de sol, v id és y olivos.
D. E u staq u io F ern á n d ez de N a v a rre te ( i i ) nos h a d ejad o n o ticia d e las relaciones habidas entre am bos personajes. A sí como vim os a L lag u n o protegido p o r M ontiano, a h o ra verem os a n u e s tro biogra- í a d o actuando de p ro tec to r del poeta rio jan o . Sabem os p o r el lib ro citado que' S am aniego, espíritu levantisco, se b a b ía creado, a causa d e sus idea's, m u chas enem istades d u ra n te su estancia en L ag uardia, Su pueblo n a ta l, e iba a s e r procesado p o r la S a n ta In q u isició n de L o g ro ñ o p o r su m a la conducta y p o r vo-lteriano cuando un fra ile
am igo suyo de dió aviso d e lo q ue ocu>rría, jw r Jo que, dice F e rn á n dez N a v a rre te , “p a rtió ap resu rad a m en te a la C o rte y p o r m edió d e su am igo do n E u g en io L lag u n o y A m iro la, S ecretario de E sta d o y del D espacho U n iv e rsa l de G racia y Ju stic ia , arre g ló p rivad am en te e l negocio con el In q u isid o r G eneral, A rzobispo de S elim bria, el señor d o n M an u el A b ad y S ie rra , el je fe acaso m ás ilu strad o y
•benigno que h a tenido l a In q uisición’'.
E s ta s noticias p roceden de u n a c a rta q ue don J u liá n F ern á n d ez de N a v a rre te escribía a su herm ano don M artín , y nos d a n la fecha d el v ia je de S am aniego a M ad rid p o r el m o tiv o ap u n tad o , y q u e tuvo, lu g a r el 5 de fe b rero d e 1794, perm aneciendo S am aniego en la C orte h asta el 10 de m arzo d e l m ismo año.
Sobre este asunto existe un tra b a jo inéd ito d e 'd o n Jo sé L uis de la L om bana, leído en V ito ria con m otivo de la “E x p o sició n de libros vascos” de 1935.
P o r esos m ism os años en q u e L lag u n o ocupaba ta n alto s cargos, las au to rid a d es y ,las corporaciones del P a ís V asco se le d irig ían constantem ente d em an d an d o su ay u d a p a ra diversos asuntos. Así vemo's q u e los v ito rian o s p re te n d ía n q u e p ro feso res y alum n os de la U n iv ersid a d de O ñate, q u e h abían ab a n donad o aquella villa en 1794, con m o tiv o de la invasió n de Jes fraticeses, co ntinu asen en
•V itoria, ’ d o n d e se h abían refu g iad o , con sus estudios, lo que fué a u to riz ad o p o r R eal O rd e n de 17 de fe b rero de 1795. E sto pu ede verse en el lib ro del P r. Jo sé A nto nio d e L iz a rra ld e sc b re l a U n i
v ersid a d de O ñ ate (21).
L a provincia de A lava nom bró a h ijo ta n ilu stre D ip u tad o G e
n e ra l H o n o ra rio . E ste cargo se le s 'concedía a quienes p re sta b a « a la P ro v in cia servicios d é g ra n valía. L a declaración es p u ra m e n te honorífica y ningu na atribución confiere al agraciado e n los negocios
•de! P aís. L le v a consigo la in v estid u ra de P a d re de la P ro v in cia sr n o la tuviese t i q u e es objeto de distinción ta n hon ro sa. E sta se o to rg ó a L lag u n o en 1794, y, según el “ C om pendio F o ra l de la- P ro v in cia de A lava, de don R am ón O rtiz de Z a ra te (26), ta n sólo fu é concedida a aquél y al Conde de Tiepa.